Antes de la primera con la que tuve coyunda estuve con mi primera novia, que no me follé por cuestiones que no vienen al caso pero que hice todo tipo de cosas aunque dentro de la normalidad.
Bueno, pues fue llegar la cerda siguiente y, joder, qué cambio para bien.
Igualito es que te hagan una mala paja y se aparten de cualquier salpicadura a que te la estén chupando y digas "me voy a correr" y la otra te mire desde abajo y con la polla en su boca te diga que te corras ahí mismo, en su boca, que la primera vez que me lo dijo tuve que preguntar dos veces porque no me lo creía, pensaba que eran cosas que solo pasaban en las pelis porno, y no contenta con dejárselo echar en la boca va y se lo traga. Madre mía, chavales, es que es otro nivel ese.
Hasta entonces mis cosas sexuales eran poco menos que asépticas, en entornos controlados, que daban gusto pero que a la vez tenías que tener cuidado por dónde o cómo o con qué hacías según qué cosas. Pero es que, joder, con esta era la libertad absoluta, la entrega al placer, el correrte donde quisieras que ahí nadie iba a elevar una queja. Proponías y aceptaba y si ella te veía muy parado, como era el caso, directamente ella tomaba la iniciativa.
Un gusto, joder.
Por eso leo a
@El bedel diciendo su anécdota del tipo que la lefó la boca y ella se cabreó y ya sabes de qué pie cojea, que ya está a la vuelta de todo, que ya ve señales donde no las hay.
Hay que gozar y dejar gozar, y dejarte hacer y hacer y correrte aquí y allá.
Esto es follar y es guarro, y todo son babas y olores y líquidos y hay que revolcarse en ellos, no rehuirlos.
La puta esa me enseñó a ser un cerdo verraco y ya no concibo relaciones quirúrgicas