La segunda opción tambien se me antoja posible, aunque a falta de pruebas concluyentes (foto de pechos con dedicatoria :1), de momento me quedo con
Me quedo con Curro, que me ha molado
Respecto al punto uno, me importa un cojón de pato si es ordinario o si es normal o deja de serlo decírselo al marido, a uno que pasa por la calle, o a su fruta malder, únicamente me parece relevante la fobia que me crece al oír tamañas deformaciones del castellano (mucha).
Respecto al dos, nadie ha establecido el origen del cambio de la letra R por la letra L (no al contrario como dice usteC, hamijo Curro), lo cuál me hace pensar que ya empezamos con esa costumbre argentina de hacer constar hasta el aburrimiento que se mea distinto en su país que en el resto de hispanoamérica. Los cojones.
Eso si, para explicar algo sencillo y cotidiano, un argentino tiene la maldita capacidad de hacer que se aburran hasta las cabras de Heidi. Aunque hay algunas que estan shabroshash.