Yo siempre había reciclado, principalmente por comodidad. Todo ordenado, orgánico y residuo no reciclable se bajaba más a menudo para evitar malos olores. Plástico, vidrio, metal y los diarios una vez por semana. Y así era feliz con mi organización y mis pequeños tocs. Además, con unas bolsas de colores regaladas por el excelentísimo ayuntamiento de Barcelona que me acompañaron muchos años en perfecto estado.
Pero todo se torció desde hace un año más o menos, y ya he perdido la batalla con mis nuevos compañeros de piso.
Ellos no reciclan por principios y porqué les suda la polla cualquier tipo de orden y limpieza. Al principio ya se extrañaron de la presencia de bolsas de colores junto al cubo de basura. Traté de explicarles el complejo sistema de orden y dónde debía depositarse cada tipo de basura, pero no había manera, las consultas eran diarias y empezaba a encontrar cierta resistencia en las simples reglas que trataba no de imponer sino de coordinar. Un día la bolsa de basura contenía una botella de vino, otro día la bolsa de papel incluía los restos de la sardinada de hacía dos días, explicando el motivo por el cual la casa olía tan mal. También era habitual que la bolsa para plástico y metal contuviera no sólo las decenas de cervezas que se toman a la semana sino también las decenas de restos líquidos de esas mismas latas, que no solían vaciar antes. Eso provocaba más suciedad, más trabajo y mayor insatisfacción en los destinatarios de mis propuestas. Poco a poco fui cediendo, cansado de tener que defender la necesidad de cierto tipo de orden, y que coño, cansado de tener que limpiar las bolsas de reciclaje específico, el cubo de basura y el espacio donde se guardaba todo este operativo de alta tecnología dedicado al almacenaje temporal hasta su extracción y deposición definitiva en los cubos de basura correspondientes.
Ahora hay un único cubo, que por lo menos no pierde, generamos más de dos bolsas diarias de basura pero la mierda queda en ellas y debido a la alta frecuencia de reposición de nuevas bolsas, los olores no nos afectan. Yo bajo una bolsa cada noche cuando bajo a la perra tomando la precaución de revisar si el cubo tiene restos de líquido (cosa que pasa 2 de cada 3 días) para evitar mancharme y ya se lo harán mirar.
También limpié por última vez las bolsas de colores y ahora están perfectamente dobladas dentro de un armario, esperando tiempos mejores.