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Abro este hilo para ahondar más en una postura en la que estoy totalmente convencido, de acuerdo con este post que ha surgido en el hilo del chándal:
En una empresa, normalmente son los comerciales los mejor vestidos. Estos tienen excusa, normalmente disponen de muy poco tiempo y la primera impresión puede ser también la última. Cualquier buen profesional de las ventas sabe que vestir bien es clave.
Pero también hay vendehumos que dedican su vida a la imagen porque saben que su trabajo no es encontrar y satisfacer necesidades de clientes, sino encantar serpientes. Distraer con un reloj caro y otros múltiples abalorios que simulen una imagen de éxito y poderío para convencer a los demás de que necesitan asociarse con ellos.
Necesitas un buen abogado.
No consigo encontrar un estudio que leí hace tiempo sobre cómo disminuye el precio en el mercado del teléfono móvil según uno sube en la jerarquía de una empresa. Es decir, cómo el conserje tiene un iPhone último modelo y el dueño tiene un zapatófono o incluso no tiene teléfono móvil, delegando en su secretaria las comunicaciones de negocios.
Tampoco hace falta encontrar el dichoso estudio para saber que es una realidad fácilmente observable.
Mi padre siempre comenta que la primera vez que vio una televisión de plasma de chorrocientas pulgadas fue en un viaje a República Dominicana, al bajar de un paseo en burro mojito en mano, pararon en la puerta de una choza hecha con palmeras y en el salón/cocina/dormitorio/cuarto de baño estaba una tele más grande que las que pudo encontrar al volver a España para su salón. Y sí, el viaje a República Dominicana lo podemos meter en el saco de los quiero y no puedo, aunque en este caso se trata más bien de falta de imaginación y búsqueda de que te abaniquen unos negros.
Yeah, but... I've go' an íPhone.
Estas últimas semanas he acudido varias veces a una joyería para hablarles de Jehová y he observado cómo su clientela es la misma que pasa románticas veladas de sábado noche en la cola del burger king. Gente que manifiesta abiertamente que está pagando otro plazo para su colgante de 800 € con el dinero que debería usar para pagar el recibo del agua. Gente que viste con trapos, con hijos a su cargo, pero que en cuanto recoge dinero va a depositarlo en otro plazo para un cordón de oro de 3000€.
Pero la palma se la lleva una imagen difícil de olvidar. Un mendigo abandonó su puesto junto a una concurrida terraza para entrar a la joyería. Entró a pedir, a pedir una sortija. "Yo pagar, yo dinero". Depositó dos vasos del McDonald's llenos de monedas como forma de pago y escogió una sortija de plata de 32 €. Observé el conteo de monedas anonadado, maravillado, atesorando cada frame como una lección de por qué hay ricos y por qué hay pobres.
Es de sobra conocida la pasión de los gitanos y otras gentes de mal vivir por el oro o los coches de lujo. Quién no ha visto un BMW frente a un portal de pisos rojos. Más allá de los traficantes de droga, muchos otros se endeudan casi de por vida para permitirse escalar peldaños en una carrera sin final por ser el mejor posicionado del vertedero.
Estos ejemplos extremos son sólo una forma de acentuar algo que sucede en todos los estratos sociales. Parece haber una necesidad de compararse con el grupo mediante el precio de las cosas, un consuelo en el consumo de cosas que cuestan más de lo que valen. Seguro que tenéis ejemplos a patadas, creo que lo raro es encontrar lo contrario en España, porque el bombardeo de la palabra Crisis ha calado tan hondo que esta conducta se ha propagado en todos los estamentos de la sociedad. O que somos todos unos quiero y no puedo, que también puede ser.
Contad miserias ajenas, que eso sí que es deporte nacional.
Pepepollas rebuznó:Soy autónomo, consultoría. Ultimamente me he centrado en marketing y ventas. Manejo varias webs, blogs y tiendas online de empresas. Todo aprendido por mi cuenta sin título ninguno ni cursos o titulaciones. Trabajo en casa, por eso valoro el poder ir vestido como me sale. Llevo así ya 5 años. He tenido otros trabajos, he llevado desde ropa de cocina, bata de médico, y traje con corbata cuando hacía de comercial de mi empresa. También he llevado mono azul (campo) y uniforme o traje de empresa.
De vez en cuando voy de traje, claro, sobre todo cuando expongo en ferias y eventos. La primera impresión siempre es la que cuenta, y hay veces que tengo que ir bien vestido. Sé que es algo obligatorio en según qué trabajos o situaciones. Sin embargo, siempre he tenido en cuenta un detalle que es común en casi todas las empresas.
El que decide, o manda, raramente va vestido de traje y corbata. El gerente y el director sí, pero el que de verdad decide, no. Esto daría para otro hilo, los gerentes y directores que ni son gerentes ni son directores. Son simples pringados o tontos útiles con traje y corbata.
En una empresa, normalmente son los comerciales los mejor vestidos. Estos tienen excusa, normalmente disponen de muy poco tiempo y la primera impresión puede ser también la última. Cualquier buen profesional de las ventas sabe que vestir bien es clave.
Pero también hay vendehumos que dedican su vida a la imagen porque saben que su trabajo no es encontrar y satisfacer necesidades de clientes, sino encantar serpientes. Distraer con un reloj caro y otros múltiples abalorios que simulen una imagen de éxito y poderío para convencer a los demás de que necesitan asociarse con ellos.
![breakingbadsaul.jpg](https://p1cdn01.thewrap.com/images/files/2013/Jul/02/101091/main_image/breakingbadsaul.jpg)
Necesitas un buen abogado.
No consigo encontrar un estudio que leí hace tiempo sobre cómo disminuye el precio en el mercado del teléfono móvil según uno sube en la jerarquía de una empresa. Es decir, cómo el conserje tiene un iPhone último modelo y el dueño tiene un zapatófono o incluso no tiene teléfono móvil, delegando en su secretaria las comunicaciones de negocios.
Tampoco hace falta encontrar el dichoso estudio para saber que es una realidad fácilmente observable.
Mi padre siempre comenta que la primera vez que vio una televisión de plasma de chorrocientas pulgadas fue en un viaje a República Dominicana, al bajar de un paseo en burro mojito en mano, pararon en la puerta de una choza hecha con palmeras y en el salón/cocina/dormitorio/cuarto de baño estaba una tele más grande que las que pudo encontrar al volver a España para su salón. Y sí, el viaje a República Dominicana lo podemos meter en el saco de los quiero y no puedo, aunque en este caso se trata más bien de falta de imaginación y búsqueda de que te abaniquen unos negros.
![Screen-shot-2010-08-10-at-21.10.20.png](https://www.mobileindustryreview.com/media/Screen-shot-2010-08-10-at-21.10.20.png)
Yeah, but... I've go' an íPhone.
Estas últimas semanas he acudido varias veces a una joyería para hablarles de Jehová y he observado cómo su clientela es la misma que pasa románticas veladas de sábado noche en la cola del burger king. Gente que manifiesta abiertamente que está pagando otro plazo para su colgante de 800 € con el dinero que debería usar para pagar el recibo del agua. Gente que viste con trapos, con hijos a su cargo, pero que en cuanto recoge dinero va a depositarlo en otro plazo para un cordón de oro de 3000€.
Pero la palma se la lleva una imagen difícil de olvidar. Un mendigo abandonó su puesto junto a una concurrida terraza para entrar a la joyería. Entró a pedir, a pedir una sortija. "Yo pagar, yo dinero". Depositó dos vasos del McDonald's llenos de monedas como forma de pago y escogió una sortija de plata de 32 €. Observé el conteo de monedas anonadado, maravillado, atesorando cada frame como una lección de por qué hay ricos y por qué hay pobres.
Es de sobra conocida la pasión de los gitanos y otras gentes de mal vivir por el oro o los coches de lujo. Quién no ha visto un BMW frente a un portal de pisos rojos. Más allá de los traficantes de droga, muchos otros se endeudan casi de por vida para permitirse escalar peldaños en una carrera sin final por ser el mejor posicionado del vertedero.
Estos ejemplos extremos son sólo una forma de acentuar algo que sucede en todos los estratos sociales. Parece haber una necesidad de compararse con el grupo mediante el precio de las cosas, un consuelo en el consumo de cosas que cuestan más de lo que valen. Seguro que tenéis ejemplos a patadas, creo que lo raro es encontrar lo contrario en España, porque el bombardeo de la palabra Crisis ha calado tan hondo que esta conducta se ha propagado en todos los estamentos de la sociedad. O que somos todos unos quiero y no puedo, que también puede ser.
Contad miserias ajenas, que eso sí que es deporte nacional.