Te traigo algo en espanol para que todos se enteren...
Parece que no te has enterado de algo...lo siento por ti.
Voltaire
En los últimos tiempos se ha debatido mucho acerca de la relación entre el gran sabio ilustrado francés del siglo XVIII, François-Marie Arouet, más conocido por su seudónimo Voltaire, y el Islam. La práctica totalidad de los autores se muestran de acuerdo en el gusto de Voltaire por los temas orientales, como queda constatado en algunas de sus obras de teatro, entre las que cabe destacar "Zaïre" o "Alzire".
Hasta el momento, la mayoría de estudiosos occidentales sostenía que Voltaire había mantenido una actitud crítica y hostil hacia el Islam. Para justificar tal afirmación se basaban en la conocida obra de Voltaire "Mahomet ou le fanatisme" (Muhammad o el fanatismo), que fue representada en Lille, y luego en París en 1742.
Sin embargo, el estudioso Roger Kempf ha señalado recientemente que las críticas al Profeta que aparecen en esta obra, en correspondencia con el ambiente intelectual y religioso de la época, tenían en realidad otro destinatario oculto, al que era mucho más difícil atacar abiertamente en aquel tiempo: la Iglesia. El 1 de septiembre de 1742, Voltaire confiesa, en este sentido, a César de Cissy: "En mi obra (Mahomet ou le fanatisme) se representa, bajo el nombre de Mahomet, al prior de la orden de los jacobinos, que puso un puñal en la mano de Jacques Clément (el dominicano francés que asesinó al rey Enrique III en 1589)". Cabe señalar que otro filósofo ilustrado, Montesquieu, había utilizado ya este mismo recurso al criticar en sus Lettres Persanes (Cartas Persas) a la jerarquía católica, que está representada ocultamente en esta obra por el clero shií de Persia.
Hay que tener en cuenta, como ya se ha apuntado, que el ambiente en el que Voltaire escribió estas obras era profundamente islamófobo, como demuestran las obras de André de Ryer, primer traductor del Corán al francés (1647), y Barthélémy d'Herbelot, un sabio orientalista, autor de la Biblioteca Oriental (1697) y fanático detractor del Profeta. Este ambiente hacía, pues, imposible que Voltaire y otros estudiosos pudieran mantener una actitud más objetiva hacia el Islam en sus obras.
Pese a ello, Kemp señala que, tras realizar algunas investigaciones, Voltaire adoptó un nuevo enfoque en su tratamiento del Islam, que estaba bastante alejado de los habituales estereotipos que imperaban en la época. Esto puede verse en su obra "Femmes, soyez soumises à vos maris" (Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos), en la que uno de sus personajes, Madame de Grancey, pregunta al abad de Chateauneuf si el Paraíso que se anuncia en el Corán para los fieles era sólo para los hombres o también para las mujeres. El abad la tranquiliza en sus temores en la siguiente conversación:
- "A propósito", dice Madame de Grancey, "¿Es verdad (lo que dicen los monjes de) que Muhammad... afirmaba que no éramos dignas de entrar en el Paraíso y que no seríamos admitidas más allá de su Puerta?".
- "En ese caso, Señora", responde el abad, "los hombres se quedarían también en la Puerta; pero consuélese, pues no existe ni una sola verdad en todo lo que aquí se dice de la religión musulmana. Nuestros monjes ignorantes y malvados nos han engañado bien, como dice mi padre...".
- "¿Qué dice Vd.? ¿No es cierto, Señor, que Muhammad inventó la poligamia para que los hombres estuvieran más atados? ¿No es cierto también que somos esclavas en Turquía y que nos está prohibido allí rezar a Dios en una mezquita?".
- "No hay una verdad en todo eso, Señora. Muhammad, lejos de haber creado la poligamia, la reprimió y restringió. El profeta Salomón llegó a poseer setecientas esposas. Muhammad redujo este número a cuatro solamente. Las mujeres irán al Paraíso exactamente igual que los hombres, y, sin duda, amarán allí, pero de una manera diferente a la de aquí, puesto que Vd. sabe bien que no conocemos el amor en este mundo más que de una manera muy imperfecta".
Kemp subraya que Voltaire encuentra la tolerancia no en Roma o París, sino en Estambul, bajo el reinado de Mehmet II: "Es importante saber que los turcos no tratan a los cristianos de una manera tan bárbara como nosotros imaginamos... Los turcos permiten que los griegos tengan sus iglesias" (Essai sur les moeurs, cap. XCI). A este respecto, Voltaire continúa diciendo: "Los árabes que traspasaron las fronteras de sus países, de los que no habían salido hasta entonces, no obligaron nunca a los extranjeros a convertirse a la religión musulmana".
Voltaire califica a esta religión de "tolerante e indulgente" (Essai sur les moeurs, cap. VII), y señala en este sentido: "¿No es cierto que el Profeta dijo: "Absteneos de hacer el mal a un musulmán o a un no musulmán?". En otra de sus obras, Voltaire insiste sobre este mismo tema: "Los musulmanes han sido presa de las mismas inhumanidades de la guerra que los cristianos y los judíos, pero más raramente; y cuando alguien (en la guerra) les pide piedad y les ofrece una compensación le perdonan. Tal es su naturaleza. En lo que se refiere a las otras naciones, esta noble virtud de perdonar ya no existe..." (Dictionnaire philosophique).
Frente a un cristianismo que se va alejando de sus orígenes y transforma su doctrina de concilio en concilio, el Islam interesa a Voltaire por ser una religión que "después de mil doscientos años sigue siendo igual que cuando vivía su fundador. Nada ha cambiado en ella". (Catéchisme de l'honnête homme). Voltaire considera al Islam "una religión mucho más sensata que el Cristianismo, puesto que no adora a un judío... ; no llama a una judía "madre de Dios"; no cae en la blasfemia extravagante de decir que tres dioses forman un dios; y no come a ese dios al que adora (una referencia a la Eucaristía)... (Dictionnaire philosophique). "Creer en un solo Dios Todopoderoso era el único dogma, y si no se hubiera añadido que Muhammad era su profeta, habría sido una religión tan pura y bella como son los caracteres chinos". (Examen de Milord Bolingbroke, cap. XXXV).
Voltaire, de creencia deísta, como muchos otros filósofos de la Ilustración, no irá más allá en su acercamiento al Islam, puesto que no creía en la Revelación. En esta última cita se ve claro que Voltaire se sentía atraído por el dogma islámico de la Unidad de Dios y su absoluta trascendencia. Sin embargo, él sólo veía en Muhammad a un hombre poderoso que había fundado una religión y no, como los musulmanes, a un profeta.
Otro gran pensador de la Ilustración, Jean Jacques Rousseau, compartía el deísmo de Voltaire: "La creencia en un Dios es sagrada, sublime y verdadera, así como igualitaria, si reconoce que todos los hombres son hermanos e hijos de un mismo Dios. Esta creencia nos da esperanza e inspiración. Sin embargo, el Cristianismo de la Sagrada Iglesia Católica predica sólo la servidumbre y la dependencia. Su espíritu es favorable a la tiranía y la tiranía siempre lo explota (en su provecho)..." (El Contrato Social).
Este deísmo ilustrado consistía en la creencia en un Ser Supremo todopoderoso y justo, que habría creado a todos los seres y les ayudaría a perpetuarse, del mismo modo que castigaría los crímenes sin el empleo de la crueldad y recompensaría las acciones virtuosas con generosidad y bondad. Esta creencia deísta tiene, en realidad, una relación directa con la idea islámica del fitra, que implica que todos los seres humanos han tenido desde el principio de los tiempos una creencia simple y natural en Dios. La similitud de puntos de vista entre la religión musulmana y el deísmo en este tema constituye la explicación más plausible del enfoque positivo hacia el Islam que Voltaire ofrece en los pasajes de sus obras que han sido mencionados.