La metáfora es que es una puta mierda todo. Sin remisión. Star Wars fue muy grande a finales de los setenta y principios de los ochenta pero como pasa con una sociedad ultra-infantilizada que juega con el comodín de la nostalgia, es incapaz de madurar y dejar en paz a lo que nos ha gustado tanto de niños. Es parte de crecer y hacerse adulto. Siguen abrazados al cadáver putrefacto para que les devuelva esos tiempos infantiles que ya no volverán.
Lo dije hace tiempo, lo dijo la película y lo vuelvo a repetir: los nuevos tiempos ya no demandan viajes iniciáticos y espirituales donde el protagonista duda, aprende y resuelve sus conflictos más interiores y profundos. A Disney no le importa eso porque ha inciado otra política con su producto. Deja morir lo "viejo" a propósito para meter lo nuevo, que no es sino su película de superhéroes espaciales con una heroína con todas sus estadísticas de combate a full y lista para pelear como una Tortuga Ninja. No me extraña que Scorsese y Coppola hayan despotricado contra este tipo de cine.
Un ejemplo. Ya se ha hecho público el cartel de este episodio, lo pongo con los anteriores.
Mirad la composición de los tres. El de
El Despertar está mirando a la izquierda (ocaso de los personajes de la trilogía anterior).
The Last Jedi es una composición centrada (desarrollo y nudo de los que recogen el testigo); y este último, ya orientado a la derecha, a lo nuevo. El nuevo paradigma con el que Disney quiere hacer mucha pasta, y por supuesto, multicultural, feminista y podemita. La moraleja es que no votes a Podemos. Podemos caca.