
Hace tiempo visite con un par de colegas este lugar que parece sacado de algun survival horror. Esta bastante alejado de todo, no hay iluminacion ni en el edificio ni en los alrededores por lo que con su simple vision a lo lejos de noche se te encoge el estomago. Una vez bajamos del coche rodeamos el edificio para tantearlo, y cuando cogimos suficiente confianza como para hacernos fotos haciendo el calvo nos colamos por una ventana.

Las bromas se cortaron y avanzamos cautelosamente por el pasillo. La linterna de los chinos que llevaba era mas floja que un andaluz, asi que dependia de los otros dos. Continuamos atravesando salas con una fuerte sensacion de vulnerabilidad, ya que cada habitación tenía muchos accesos, hasta que llegamos a unas escaleras que daban al sotano. Enseguida salto uno empeñandose en seguir por alli, y es que siempre hay un gilpollas que lleva al grupo al desastre y que suele morir el primero.

Aqui ya nadie hacia una puta broma. Todos ibamos pegaditos y sin hablar, porque en esos momentos la razon se va de copas. Cuando llevabamos un buen trecho recorrido y habiamos dejado algunas desviaciones atras, nuestros pasos se detuvieron: quisimos volver pero nos daba tanto respeto como seguir adelante. Tras discutirlo brevemente y avanzar algo mas regresamos a la planta baja.

Ya habiamos tenido suficiente y queriamos irnos de alli enseguida por lo que decidimos avanzar en linea recta hasta llegar al exterior. Habiamos vuelto a charlar animadamente sobre quien se habia cagado mas, cuando el colega que iba delante de mi se detuvo. En la sala contigua a la que nos dirigiamos había una figura humana oscura algo mas baja que nosotros, de 1'60 o asi. No sabria decir si estaba de frente o de espaldas. Mi colega no le apuntaba directamente con la linterna, imagino que se quedaria inmovil cuando se percato, pero aun asi deberia haberse apreciado algun rasgo o detalle, por lo que se trataba de una figura esencialmene negra.
Agarre del brazo al que tenia delante porque si no aun sigue alli y retrocedimos y caminamos en sentido opuesto con una ligereza contenida, mas de espaldas que de frente. Salimos del edificio, llegamos al coche y nos fuimos. En el camino de regreso hablamos de lo sucedido y de las raras sensaciones que teniamos desde entonces. No percibiamos el entorno como antes, los rostros se nos antojaban de otro tiempo y lo mas extraño, no vimos ni a un moro en media hora de trayecto. Entonces lo comprendimos: habiamos viajado al pasado.