rossott
Asiduo
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- 21 Jul 2007
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He buscado por google hilos que hablen de panchitas y los dos o tres que se abrieron en su día acabaron chapados, así que meto esto aquí.
Ayer me follé a una colombiana. Es más, me la traje a mi casa, siendo yo una persona paranoica y desconfiada a la hora de traerme a casa a alguien que no conozco. Imaginad cómo tendría que estar yo para follarme a una pancha y encima en mi cama, en mi hogar, en mi puto feudo.
Fue algo nada premeditado. Un viejo amigo que volvió a Barcelona tras hacer las Américas me invitó anoche a un par de birras en el centro, y en la salida estaba ella, con el justo y adecuado punto de alcohol al lado de su amigo maricón (o por lo menos eso dijo ella) para emprender una relativamente breve conversación conmigo que culminó en dejar ella tirado a su amigo, yo al mío, e ir juntos a "comprar sigarrillos", como me pedía, ya que no le quedaban ni a ella ni a mí.
Qué grande fue todo. Qué recomendable. Qué mujer. Qué vicio. Qué poco me dió la tabarra y cuanta gloria me comportó. Cuanto me sorprendió.
A la media hora estábamos yendo para casa, mientras me decía unas guarradas tales como que tras follarla me corriera en sus grandes y bien puestas tetas y luego "me das una patada en el culo y me echas de casa", me dijo la hija de puta con un vicio de la hostia. Pfff, increíble, increíblemente puta. Yo no había visto algo así en mi vida, vamos.
Era de estatura media, grandes tetas y cuerpo bonito, no estaba gorda aunque no era un fideo. Era mestiza, pero se notaba ciertamente esa parte española en su cara que compensaba el horror genético amerindio, y tenía una cara rara pero atractiva. Una tía de cara rara pero no fea y unas buenas tetas es bocatto di cardinale. Una vez en mi casa se metió en mi cama, y me pidió una botella de agua de la que bebería básicamente antes de mamármela. Eso es todo lo que me pidió aunque le ofrecí un desayuno o lo que quisiera. Tras hacer las mil cochinadas se piró sin pedirme otra cosa que decirle cómo llegar hasta el metro más cercano. Ni me pidió el teléfono, ni me dió uno suyo falso para que la despedida no resultara tan fría, ni vaciló en nada similar. Se comportó como se comportaría el hombre más primitivo tras unos polvos: yéndose sin más como si nada y con la total seguridad de que no volverá "a la escena del crimen".
Fue como una borrachera de gintonics a base de buena ginebra: al día siguiente no hay resaca, ni efectos negativos. Sólo hay paz y un buen recuerdo.
Me ha dado una buena lección, a mí que tanto repelús me daban las sudacas. Si todas son como esta, joder. Aunque la chica hay que decir que estaba aquí de vacaciones en su segundo día, se le veía formada y hasta diría que de buena familia. Nada que ver con el común de las panchas que te encuentras normalmente en España.
Ayer me follé a una colombiana. Es más, me la traje a mi casa, siendo yo una persona paranoica y desconfiada a la hora de traerme a casa a alguien que no conozco. Imaginad cómo tendría que estar yo para follarme a una pancha y encima en mi cama, en mi hogar, en mi puto feudo.
Fue algo nada premeditado. Un viejo amigo que volvió a Barcelona tras hacer las Américas me invitó anoche a un par de birras en el centro, y en la salida estaba ella, con el justo y adecuado punto de alcohol al lado de su amigo maricón (o por lo menos eso dijo ella) para emprender una relativamente breve conversación conmigo que culminó en dejar ella tirado a su amigo, yo al mío, e ir juntos a "comprar sigarrillos", como me pedía, ya que no le quedaban ni a ella ni a mí.
Qué grande fue todo. Qué recomendable. Qué mujer. Qué vicio. Qué poco me dió la tabarra y cuanta gloria me comportó. Cuanto me sorprendió.
A la media hora estábamos yendo para casa, mientras me decía unas guarradas tales como que tras follarla me corriera en sus grandes y bien puestas tetas y luego "me das una patada en el culo y me echas de casa", me dijo la hija de puta con un vicio de la hostia. Pfff, increíble, increíblemente puta. Yo no había visto algo así en mi vida, vamos.
Era de estatura media, grandes tetas y cuerpo bonito, no estaba gorda aunque no era un fideo. Era mestiza, pero se notaba ciertamente esa parte española en su cara que compensaba el horror genético amerindio, y tenía una cara rara pero atractiva. Una tía de cara rara pero no fea y unas buenas tetas es bocatto di cardinale. Una vez en mi casa se metió en mi cama, y me pidió una botella de agua de la que bebería básicamente antes de mamármela. Eso es todo lo que me pidió aunque le ofrecí un desayuno o lo que quisiera. Tras hacer las mil cochinadas se piró sin pedirme otra cosa que decirle cómo llegar hasta el metro más cercano. Ni me pidió el teléfono, ni me dió uno suyo falso para que la despedida no resultara tan fría, ni vaciló en nada similar. Se comportó como se comportaría el hombre más primitivo tras unos polvos: yéndose sin más como si nada y con la total seguridad de que no volverá "a la escena del crimen".
Fue como una borrachera de gintonics a base de buena ginebra: al día siguiente no hay resaca, ni efectos negativos. Sólo hay paz y un buen recuerdo.
Me ha dado una buena lección, a mí que tanto repelús me daban las sudacas. Si todas son como esta, joder. Aunque la chica hay que decir que estaba aquí de vacaciones en su segundo día, se le veía formada y hasta diría que de buena familia. Nada que ver con el común de las panchas que te encuentras normalmente en España.