Una semana antes de las vacaciones sorprendí a mis manos sobando a un culo que les era familiar. Ya me había follado a su portadora unos años atrás. Uno de esos ansiosos y desastrosos polvos beodos. Aquella vez olvidó unos pendientes en mi mesilla de noche cuando se largó sin despedirse a la mañana siguiente. Le regalé esos pendientes a alguna otra. A alguna idiota que no supo preguntarse qué coño hacían unos pendientes en el cajón de los condones. Esta vez fuimos a su casa, situación que forcé porque ahora sería yo el que se largaría sin despedirse. Tenía unas tetas enormes. Me hizo dudar de si de veras me la había follado antes o confundía su cara con la de cualquier otra, no podía creer haberme olvidado de aquellas tetas. Me confirmó que de veras era ella cuando me dijo, entre orgasmo y orgasmo: "Sí que has aprovechado tú los años de estudiante"
Había llevado a aquella tipa, sin esforzarme apenas, al jodido cielo.
También me estoy viendo de manera regular con una chica. Quiere poder llamarme novio pero se resiste a ponerme entre la espada y la pared porque sabe que acabaría por escaparme. Me cuenta en esos momentos en que se pone tierna después de haber follado que siempre ha llegado al orgasmo con sus parejas pero que ahora es distinto, que le doy algo más. Mucho más. Los orgasmos son más numerosos e intensos. La estoy atrapando a través del sexo y eso me gusta y me disgusta a partes iguales. No quiero atraparla, las chicas que te quitaste de encima de mala manera se te quedan enquistadas como el olor a tabaco en el jersey.
El día de reyes me encontré a una vieja amiga. Este verano le metí fichas pero no me mojé porque se veía con un conocido común y no quería malmeter. Me quité de enmedio. Esa noche nos acabamos por quedar los dos solos. Me dijo: "Oye, me ha comentado tal y también esta otra tal que follas de miedo, menuda fama estás criando"
Pensé que se me estaba insinuando al fin y le pagué el taxi a casa. Me dejó sobarle las tetas en su portal pero no quiso follar. Joder, había quedado de pagafantas una vez más. Mas no me importó, un íntimo convencimiento me decía que la que perdía era ella. Yo perdí un polvo con una más, ella perdió el temblor de piernas, la confusa sensación de pérdida del control, el abismo que se abre ante la mujer una milésima de segundo antes de correrse, las lágrimas de gozo y la pérdida del resuello. Todo eso.
Lo que intento decir es lo siguiente:
El sexo es gloriosamente -asquerosamente para ti que me lees, mujer- machista. Cuando el esperma conoce la realidad del frío látex, el húmedo coño, la palpitante piel o las jodidas sábanas que con tanto mimo les compraron sus madres, se acabó la fiesta. La lengua, los dedos o un pepino de oferta del mercadona no son más que sucedáneos de la polla. Herramientas sin gracia que algunos se empeñan en utilizar para suplir el flácido trozo de carne que les cuelga entre las piernas. No nos engañemos, a nosotros nos serviría una tetrapléjica, de nada sirve, sin embargo, una polla sin vida.
Es por ello que sin saberte un buen amante no puedes aparentar esa seguridad en ti mismo que muchos pregonais por aquí. De nada sirve un sueldo millonario, un deportivo inglés, ser alguien viajado o un monologuista cómico si te sabes un trapo en la cama. Cuando sabes que si te rechaza es ella la que se lo pierde, que es ella la que no va a disfrutar de un polvo del que podría tener uno, tal vez varios, en años; cuando sabes que a ti te vale ella o su amiga un poco más fea quizá pero con las tetas más gordas, pero que solo tú le darías un clímax que recordaría durante meses; es entonces cuando te sabes triunfador.
En fin, este no es un tema para discutir nada. Si me vais a dar la razón no me vale de nada porque ya sé que la tengo, si vais a intentar quitármela tampoco me vale por el mismo motivo.
Y tal.
Había llevado a aquella tipa, sin esforzarme apenas, al jodido cielo.
También me estoy viendo de manera regular con una chica. Quiere poder llamarme novio pero se resiste a ponerme entre la espada y la pared porque sabe que acabaría por escaparme. Me cuenta en esos momentos en que se pone tierna después de haber follado que siempre ha llegado al orgasmo con sus parejas pero que ahora es distinto, que le doy algo más. Mucho más. Los orgasmos son más numerosos e intensos. La estoy atrapando a través del sexo y eso me gusta y me disgusta a partes iguales. No quiero atraparla, las chicas que te quitaste de encima de mala manera se te quedan enquistadas como el olor a tabaco en el jersey.
El día de reyes me encontré a una vieja amiga. Este verano le metí fichas pero no me mojé porque se veía con un conocido común y no quería malmeter. Me quité de enmedio. Esa noche nos acabamos por quedar los dos solos. Me dijo: "Oye, me ha comentado tal y también esta otra tal que follas de miedo, menuda fama estás criando"
Pensé que se me estaba insinuando al fin y le pagué el taxi a casa. Me dejó sobarle las tetas en su portal pero no quiso follar. Joder, había quedado de pagafantas una vez más. Mas no me importó, un íntimo convencimiento me decía que la que perdía era ella. Yo perdí un polvo con una más, ella perdió el temblor de piernas, la confusa sensación de pérdida del control, el abismo que se abre ante la mujer una milésima de segundo antes de correrse, las lágrimas de gozo y la pérdida del resuello. Todo eso.
Lo que intento decir es lo siguiente:
El sexo es gloriosamente -asquerosamente para ti que me lees, mujer- machista. Cuando el esperma conoce la realidad del frío látex, el húmedo coño, la palpitante piel o las jodidas sábanas que con tanto mimo les compraron sus madres, se acabó la fiesta. La lengua, los dedos o un pepino de oferta del mercadona no son más que sucedáneos de la polla. Herramientas sin gracia que algunos se empeñan en utilizar para suplir el flácido trozo de carne que les cuelga entre las piernas. No nos engañemos, a nosotros nos serviría una tetrapléjica, de nada sirve, sin embargo, una polla sin vida.
Es por ello que sin saberte un buen amante no puedes aparentar esa seguridad en ti mismo que muchos pregonais por aquí. De nada sirve un sueldo millonario, un deportivo inglés, ser alguien viajado o un monologuista cómico si te sabes un trapo en la cama. Cuando sabes que si te rechaza es ella la que se lo pierde, que es ella la que no va a disfrutar de un polvo del que podría tener uno, tal vez varios, en años; cuando sabes que a ti te vale ella o su amiga un poco más fea quizá pero con las tetas más gordas, pero que solo tú le darías un clímax que recordaría durante meses; es entonces cuando te sabes triunfador.
En fin, este no es un tema para discutir nada. Si me vais a dar la razón no me vale de nada porque ya sé que la tengo, si vais a intentar quitármela tampoco me vale por el mismo motivo.
Y tal.