Yo me duermo con cada episodio de Heroes. Voy pensando que qué pija la serie ésta, que qué pretensiones de estar a la altura de Perdidos, que qué repugnantemente yanquis parecen todos (el indio y el japo los que más), que cómo le cortaría el flequillo (a la altura de la garganta, con mi hacha menos afilada) al enano ése del cual la mulata finge enamorarse (intentando disimular la risa, el guión manda), que qué flaca está la rubia esa, que si Benetton pillará para su próxima campaña al que hace de yonqui, que qué soso, poco original y adocenado resulta todo cuanta más pasta hay... Y así, entre vistosos colores y referencias a la destrucción de Nueva York, me voy sumiendo plácidamente en un dulce sopor, en paz con el todo.