Hyperman
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- 13 Abr 2005
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Asturias, fiesta de prao. El cielo encapotado, amenaza una lluvia que nunca llega. Hoy es el día grande y la orquesta 'Sensations' dice lo de 'Venga, esas gentes de XXXXX, sois los mejores, cantad todos', mientras comienzan a simular que tocan los primeros acordes de 'legalegalizaciónnnn', posiblemente la canción más repugnante de toda la Historia del Universo.
Digo 'simular' porque evidentemente lo tienen todo secuenciado en el sinte Roland, pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
Para más INRI hallábame yo de la mano de una titi que sabía a ciencia cierta que no me la iba a follar, aunque la sidra había conseguido que dicha evidencia me tocara los cojones, de tan buena que estaba. Era amiga de siempre, ya se sabe. Me bastaba con elaborar mi estrategia de ataque, que por cierto fue más o menos exitosa aunque no en el tema yacer, pero esa es otra historia más que debe ser contada en otra ocasión adicional a la anterior.
El caso es que hallábamonos viniendo por entre la jarca de gentes que se encontraba bajo la carpa, regresando desde la barra con sendos cacharros de garrafón en desagradables vasos de plástico, y por el camino veo a un señor con un niño delante suyo. Un niño standard, fuera de lugar, cara de 'mira los mayores qué hacen' y sin duda alguna estereotipo de caso de uso de la metodología del Gran Herodes, como básicamente todos los niños son.
Haciendo memoria, recuerdo haber comido tres horas antes bajo esa misma carpa unas buenas lonchas de cecina, tortilla de patatas, chorizo, morcilla y borona, una especie de entramadao de tocino y carnes diversas dentro de una masa de pan de maiz caliente y recién horneado.
Tales exquisiteces andarían tres horas más tarde (justo entonces, pues) por los intestinos y sus efluvios estaban bien retenidos por mi esfínter, adecuadamente entrenadao para retener a mi libre albedrío cagayones de veinte centímetros en algunos casos.
Volviendo a la titi, el niño y nuestra trayectoria copa en mano hacia el lugar de asentamiento, pasamos por donde el niño en cuestión. Un niño estandar, como dije, de los que su cabeza está a la altura de tu culo.
Y fue al rebasarlo cuando lo hice. Justo al pasar por delante. Un estruendo sonoro pero eclipsado por el 'legalegalización' surgió de mis entrañas justo a dos centímetros de distancia de la cara de esa criatura. Incluso separé una pierna. Me salió del alma.
Repetición de la jugada:
PRRRRRRRRRFFFFFFFFFFFFAAAAAFFFFFFFFFFFFFF
Calculo que duró unos tres segundos. No me atreví a mirar atrás e inmediatamente me acordé de lo putalocuriense que había sido el escenario y adicionalmente de que no se puede estar más enfermo.
Ese niño supongo que habrá quedado traumatizado para toda su puta vida, pero ese punto no menguó ni un milímetro mi sonrisa, más bien todo lo contrario, pues reconozco que el evento no fue fruto de la casualidad.
Evidentemente con la titi finalmente no yací, si no, no estaría escribiendo esto ahora, en la cama*, exactamente igual que un hijo de puta al que a las tres horas de trabajarse a una titi, esta le empieza a hablar de lo mucho que quiere a su novio.
Ahora bien, no había protestado ni hablaba del puto novio mientras le sobaba las tetas y se me restregaba el coño bailando pasodobles.
Pero qué hijas de puta que son.
Pero qué hijas de puta.
Buenas noches.
* Escrito efectivamente en la cama el día de autos hace dos meses, usando Notepad y y quedándome dormido y decidiendo a la mañana/tarde siguiente que ya lo terminaré y publicaré más adelante, a lo mejor.
Digo 'simular' porque evidentemente lo tienen todo secuenciado en el sinte Roland, pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
Para más INRI hallábame yo de la mano de una titi que sabía a ciencia cierta que no me la iba a follar, aunque la sidra había conseguido que dicha evidencia me tocara los cojones, de tan buena que estaba. Era amiga de siempre, ya se sabe. Me bastaba con elaborar mi estrategia de ataque, que por cierto fue más o menos exitosa aunque no en el tema yacer, pero esa es otra historia más que debe ser contada en otra ocasión adicional a la anterior.
El caso es que hallábamonos viniendo por entre la jarca de gentes que se encontraba bajo la carpa, regresando desde la barra con sendos cacharros de garrafón en desagradables vasos de plástico, y por el camino veo a un señor con un niño delante suyo. Un niño standard, fuera de lugar, cara de 'mira los mayores qué hacen' y sin duda alguna estereotipo de caso de uso de la metodología del Gran Herodes, como básicamente todos los niños son.
Haciendo memoria, recuerdo haber comido tres horas antes bajo esa misma carpa unas buenas lonchas de cecina, tortilla de patatas, chorizo, morcilla y borona, una especie de entramadao de tocino y carnes diversas dentro de una masa de pan de maiz caliente y recién horneado.
Tales exquisiteces andarían tres horas más tarde (justo entonces, pues) por los intestinos y sus efluvios estaban bien retenidos por mi esfínter, adecuadamente entrenadao para retener a mi libre albedrío cagayones de veinte centímetros en algunos casos.
Volviendo a la titi, el niño y nuestra trayectoria copa en mano hacia el lugar de asentamiento, pasamos por donde el niño en cuestión. Un niño estandar, como dije, de los que su cabeza está a la altura de tu culo.
Y fue al rebasarlo cuando lo hice. Justo al pasar por delante. Un estruendo sonoro pero eclipsado por el 'legalegalización' surgió de mis entrañas justo a dos centímetros de distancia de la cara de esa criatura. Incluso separé una pierna. Me salió del alma.
Repetición de la jugada:
PRRRRRRRRRFFFFFFFFFFFFAAAAAFFFFFFFFFFFFFF
Calculo que duró unos tres segundos. No me atreví a mirar atrás e inmediatamente me acordé de lo putalocuriense que había sido el escenario y adicionalmente de que no se puede estar más enfermo.
Ese niño supongo que habrá quedado traumatizado para toda su puta vida, pero ese punto no menguó ni un milímetro mi sonrisa, más bien todo lo contrario, pues reconozco que el evento no fue fruto de la casualidad.
Evidentemente con la titi finalmente no yací, si no, no estaría escribiendo esto ahora, en la cama*, exactamente igual que un hijo de puta al que a las tres horas de trabajarse a una titi, esta le empieza a hablar de lo mucho que quiere a su novio.
Ahora bien, no había protestado ni hablaba del puto novio mientras le sobaba las tetas y se me restregaba el coño bailando pasodobles.
Pero qué hijas de puta que son.
Pero qué hijas de puta.
Buenas noches.
* Escrito efectivamente en la cama el día de autos hace dos meses, usando Notepad y y quedándome dormido y decidiendo a la mañana/tarde siguiente que ya lo terminaré y publicaré más adelante, a lo mejor.