Misógino Empedernido rebuznó:
Sí yo.
- Me gustaría conocer cien palabras más para poder expresar exactamente aquello que pienso y siento.
Esto no se lo he escuchado yo a nadie en la vida.
Un matemático norteamericano llamado Edward Kasner pidió en una ocasión a su sobrino de nueve años que inventara una palabra que sirviera de nombre para un número muy grande: 10^100, un 1 seguido por cien ceros. El niño le llamó “gúgol” y desde entonces los diccionarios se preocupan por recogerlo (
https://es.wikipedia.org/wiki/Googol).
He aquí el número:
10 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000.
Podemos hacer números muy grandes e inventarnos palabras extrañas. Tiene un cierto encanto, especialmente si la edad de uno resulta ser nueve años.
Si un gúgol parece grande, consideremos un gúgol-plex. Es diez elevado a la potencia de un gúgol: es decir un 1 seguido por un gúgol de ceros. Como comparación, el número total de átomos en nuestro cuerpo es aproximadamente igual a 10^28, y el número total de partículas elementales -protones y neutrones y electrones- en el universo observable es aproximadamente 10^80. Si el universo fuera una masa sólida de neutrones, de modo que no quedara ningún espacio vacío, sólo habría unos 10^128 neutrones en su interior, bastante más que un gúgol pero algo trivialmente pequeño comparado con un gúgolplex. Y sin embargo estos números, el gúgol y el gúgolplex, no se acercan a la idea de infinito, ni la rozan. Un gúgolplex está exactamente a la misma distancia de infinito que el número uno, o cien.
Podríamos intentar escribir un gúgolplex en el sistema de numeración normal, pero es una ambición sin salida. Una hoja de papel lo suficientemente grande para poder escribir en ella todos los ceros no cabría dentro del universo conocido. Afortunadamente hay un método más simple y muy conciso de expresar un gúgolplex: 10^(10^100); e incluso para expresar infinito: ∞ (pronunciado "infinito").
Me reconforta que te esfuerces por intentar expresar lo que piensas y lo que sientes, eso es hermoso. Pero quizá, lograrlo plenamente, no sea cuestión del número de palabras que conozcamos, sino de cambiar de método, de idioma, o más allá: de lenguaje. Cuando en verdad comprendas los significados infinitos de las cosas más triviales olvidarás las palabras, por insuficientes, y entonces, hallarás el lenguaje puro, que no conoce los límites de las palabras y que todo lo expresa sin decir nada, porque no necesita intérprete y es el lenguaje directo del alma.
Hasta entonces, sigue por aquí corrigiendo palabras.
Nota para que no se ofusquen los puritanos: Reflexión inspirada en las palabras de Carl Sagan.