Libros Club de lectura PL (A la espera de propuesta)

ruben_clv rebuznó:
Además de ser mejor libro, en Edhasa hay una edición de bolsillo monísima por menos de diez euros o así -hablo de memoria-, con tapa dura y todo.

Y, además, Ferdinand representa mejor al verdadero forero de PL, al menos al forero no-subnormal.
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Resistente a golpes y manos de mineros.
 
Joder, habeis propuesto dos libros los cuales no pasan dos años sin que relea, estoy por mandar a tomar por culo los de cine de Deleuze y unirme al jolgorio...
 
Al final es el de "Viaje al fin de la noche", ¿no? Lo digo porque ayer aproveché para comprármelo y aún no se ha editado el título del hilo.
 
Haz la ficha tú, que en el Música bien que te partes los cuernos. Y Uncle no vale un duro a mi lado, lo sabemos todos.
 
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Título: Viaje al fin de la noche
Autor: Louis-Ferdinand Céline
Editorial: Edhasa
Precio: Una rosa si es Sant Jordi y estás emparejado. 21,15€ en caso contrario. Aquí no tenemos FNAC.

Sobre el autor:

Vida temprana

Nacido en Courbevoie, a las afueras de París el departamento de Seine (actualmente Hauts-de-Seine) el 27 de mayo de 1894. Hijo único de Ferdinand-Auguste Destouches and Marguerite-Louise-Céline Guilloux, su padre era empleado en una compañía de seguros y su madre hacía encajes. La abuela regentaba una pequeña tienda de bordados. Tras su muerte en 1904 la modesta herencia que dejó permitió enviar al pequeño Louis-Ferdinand a una escuela privada. Tras obtener su diploma Certificat d'études en 1905, comenzó a trabajar como aprendiz y mensajero en varios negocios y fue enviado a Alemania e Inglaterra para que aprendiera idiomas Entre 1908 y 1910 sus padres le enviaron a Alemania e Inglaterra durante un año en cada país. Muchas de esas experiencias fueron transpuestas literariamente en su segunda novela, Muerte a crédito.
A los dieciocho se alistó en una unidad de caballería. Participó en la Primera Guerra Mundial donde fue gravemente herido en Ypres, lo que le dejó con un brazo dañado, zumbidos en el oído y dolores de cabeza que le perseguirían toda la vida. Se le otorgó la Médaille militaire porque se había presentado voluntario para la misión en que fue herido. En Viaje al final de la noche diría: «Os lo digo, infelices, jodidos de la vida, vencidos, desollados, siempre empapados de sudor; os lo advierto: cuando los grandes de este mundo empiezan a amaros es porque van a convertiros en carne de cañón". Céline, Louis-Ferdinand (2008). Viaje al final de la noche. Edhasa. pp. 573. «83»
Se le destinó al consulado francés en Londres, donde frecuenta los bajos fondos. En 1915 se casó con Suzanne Nebout, una camarera francesa que vivía en Londres, pero el matrimonio no fue registrado en el consulado francés. En 1916 se enroló como encargado de explotación forestal y partió a África, en donde contrajo malaria durante el año que allí pasó. A su regreso a París trabajó en la revista científica Eureka, donde conoció al doctor Athanase Follet, un director de un colegio médico, bajo cuya influencia el autor estudió medicina.
Finalizó el bachillerato y en 1919 se casó con la hija de Athanase, Edith Follet. A mediados de la década 1920 se integró a la Sociedad de Naciones como experto en cuestiones de higiene. Fue destinado a Ginebra, pero realiza constantes viajes a Estados Unidos, Cuba, Canadá e Inglaterra. Pasó asimismo largas temporadas en Nigeria y Senegal. Debido a las largas ausencias, terminaría su segundo matrimonio con Edith Follet dos años después de graduarse.
En 1926 conoció en Ginebra a su amada Elizabeth Craig, una estadounidense nacida en 1902 con quien vivió en París hasta 1933. En una de sus primeras entrevistas tras la publicación de Viaje al fin de la noche la cita como uno de sus maestros. Pueden encontrarse rastros de Elizabeth Craig a lo largo de Viaje al final de la noche, libro que le está dedicado, en particular en los personajes de Lola y Molly.
En 1927 abrió una consulta privada, que no funcionó, por lo que el autor tuvo que desempeñarse como ayudante de un dispensario en Clichy. En 1931 le dio el manuscrito de Viaje al fin de la noche a una secretaria, para que lo mecanografiase. Al año siguiente la novela fue publicada, recibiendo una extraordinaria acogida por parte del público y la crítica.
Céline escribió tres panfletos pacifistas: Bagatelles pour un massacre (1937), L'École des cadavres (1938) y Les Beaux draps (1941), fuertemente antisemitas.
Último periodo y muerte

Temiendo por su vida, cuando se acerca el fin de la Segunda Guerra Mundial, Céline abandona Francia en 1944 con su tercera esposa, Lucette, con la que compartió todo desde 1936 hasta su muerte, pasando primero a Alemania y de ahí a Dinamarca en 1945. Allí es arrestado por orden del gobierno francés acusado de colaboracionismo durante la ocupación nazi en Francia y pasa más de un año en prisión. Más tarde, en 1950, es condenado in absentia a un año de cárcel y declarado desgracia nacional en Francia, a donde no regresará hasta 1951 tras ser amnistiado.
Céline retornó a la fama más adelante gracias a su trilogía en la que explica su exilio D'un château l'autre, (De un castillo a otro describiendo la caída de Sigmaringen), Nord (Norte) y Rigodon (Rigodón).
A su regreso a Francia se instaló en Meudon, un suburbio de París, donde continuó escribiendo y siendo visitado por varios amigos y artistas, entre ellos la famosa actriz Arletty. Adquirió fama entre el movimiento Beat, William S. Burroughs y Allen Ginsberg le visitaron también en los años 50. Siguió trabajando como médico para desfavorecidos hasta su muerte el primero de julio de 1961 de un aneurisma cerebral y fue enterrado en el pequeño cementerio de Bas Meudon en el departamento de Hauts-de-Seine.
Polémicas en aniversario de su muerte

En 2011 el Gobierno de Francia le iba a rendir un homenaje, pero fue cancelado ante la fuerte presión de grupos sociales a causa de sus opiniones antisemitas
Sobre la obra:

Su obra más famosa es Viaje al fin de la noche (Voyage au bout de la nuit), una narración de rasgos autobiográficos publicada en 1932. Su protagonista, Ferdinand Bardamu, enrolado en un momento de estupidez en el ejército francés, y asqueado en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, decide desertar haciéndose pasar por loco, no sin describir toda suerte de personajes pintorescos y de pintar el absurdo y la brutalidad de la guerra. Tras la guerra y un noviazgo con una estadounidense, Lola, va a parar en un barco en que los demás pasajeros le quieren linchar, rumbo a una colonia francesa en África; su descripción del sistema colonial francés es hilarante y sumamente crítica: viene a decir más o menos que las colonias francesas son el paraíso de los pederastas y que todo se funda en la explotación del negro (recordando a El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad). Unas fiebres acaban con esa aventura y llega en un estado cercano a la esclavitud a Estados Unidos. Escapa en Nueva York, donde vive por un tiempo y se reencuentra con Lola, a quien extorsiona. Vuelve a viajar, a Detroit; donde hace amistad con una prostituta norteamericana, pero vuelve a París y ejerce la medicina a pesar del asco que le da su clientela.
La aparición de Viaje al fin de la noche fue una innovación literaria sin igual. El lenguaje oral, grosero y muy jergal, escandalizó a los contemporáneos y fue mucho más lejos que escritores que intentaron, antes de Céline, escribir usando este registro, como Émile Zola. Su prosa, como su forma de abordar los temas, y los temas en sí mismos, es extremadamente violenta, amarga y quebradiza. Su ritmo es salvaje, acelerado —y en él reposa gran parte del mérito literario del autor—. Su lenguaje es vivo, libre de todo tipo de formalidades, para escribir del modo más expresivo posible.
Céline muestra una visión del mundo y sus habitantes descarnada y mordaz. Defensor de una visión de la miseria sin adornos que la conviertan en una parodia, mostrar la naturaleza humana sin máscaras es un acto de sinceridad. «En Céline la opción en pro de una escritura agresiva, el gusto por las bromas —más exactamente, ocurrencias— y la provocación se apoyan en este caso en una conciencia permanente en su valor como escritor».
De estilo vivísimo, a veces intraducible a causa de su propensión a calcar el lenguaje oral, influyó profundamente en las generaciones posteriores. Autores como Charles Bukowski, Jean-Paul Sartre, Henry Miller, William S. Burroughs, Kurt Vonnegut, Billy Childish, Irvine Welsh y el contemporáneo Alessandro Baricco le reconocen una profunda influencia.
Lo que pone en la contraportada:

Es posible que, tras ciertas experiencias extremas, el mundo y sus habitantes tan sólo merezcan compasión o desprecio. La prosa amarga y quebradiza de Céline, su característico ritmo acelerado, el lirismo salvaje y descarnado con que construyó a sus personajes o la altiva mueca con que contempló la existencia han provocado siempre las más encontradas reacciones; pero sin duda le convierten en uno de los autores de mayor vigencia y, a través sobre todo de la generación beat, tal vez el que mayor influencia ha ejercido en las nuevas promociones de narradores. Ferdinand Bardamu, el protagonista, es un héroe de nuestro tiempo, y sabido es que nuestro tiempo apenas si da héroes: herido en la primera guerra mundial, enamorado de una prostituta sin futuro, sobreviviendo en las colonias francesas en África, persiguiendo su particular sueño americano, de regreso en Francia trabajando como médico rural... Una historia capaz de llegar a lo más hondo del corazón humano; una gran novela que contiene muchas claves para comprender la literatura europea y latinoamericana actual.

 
Pues ya está.
No organizamos fechas ni participantes porque para qué, visto lo visto.
 
Empecemos a comentar algo, antes de que Undertaker mande a unos cuantos participantes a Siberia, vía ban.

Lo primero que he notado y que, ahora que lo pienso, es bastante lógico teniendo en cuenta las generaciones que disfrutaron de ambos libros, es que tiene un cierto regustillo a "el guardian entre el centeno" en el sentido del uso de la primera persona y el análisis psicológico que, encubiertamente, se hace de la situación y de los personajes.

Aparte, voy a rescatar un par de citas que he ido encontrando y que me han llamado la atención:

Somos vírgenes del horror, igual que del placer

Era un niño entonces y aquella cárcel me daba miedo. Es que aún no conocía a los hombres. No volveré a creer nunca lo que dicen, lo que piensan. De los hombres, y de ellos sólo, es de quien hay que tener miedo, siempre

El puritanismo anglosajón cada mes nos consume más, ya ha reducido casi a nada el cachondeo improvisado de las trastiendas. Todo se vuelve matrimonio y corrección

Proust, espectro a medias él mismo, se perdió con tenacidad extraordinaria en la futilidad infinita y diluyente de los ritos y las actitudes que se enmarañan en torno a la gente mundana, gente del vacío, fantasmas de deseos, orgiastas indecisos que siempre esperan a su Watteau, buscadores sin entusiasmo de Cíteras improbables.
 
A mí me mola esta definición dialogada de lo que es una guerra.

«Acaban de matar al sargento Barousse, mi coronel», dijo de un tirón.
«¿Y qué más?»
«Lo han matado, cuando iba a buscar el furgón del pan, en la carretera de Etrapes, mi coronel.»
«¿Y qué más?»
«¡Lo ha reventado un obús!»
«¿Y qué más, hostias?»
«Nada más, mi coronel...»
«¿Eso es todo?»
«Sí, eso es todo, mi coronel.»
«¿Y el pan?», preguntó el coronel.
 
Undertaker rebuznó:
A mí me mola esta definición dialogada de lo que es una guerra.

«Acaban de matar al sargento Barousse, mi coronel», dijo de un tirón.
«¿Y qué más?»
«Lo han matado, cuando iba a buscar el furgón del pan, en la carretera de Etrapes, mi coronel.»
«¿Y qué más?»
«¡Lo ha reventado un obús!»
«¿Y qué más, hostias?»
«Nada más, mi coronel...»
«¿Eso es todo?»
«Sí, eso es todo, mi coronel.»
«¿Y el pan?», preguntó el coronel.

Y la manera de zanjarla, no lo olvides. :1
 
De la parte que tengo leída, me ha parecido especialmente graciosa la descripción que hace de los urinarios de Nueva York. Y en general todo el libro está salpicado de escenas afortunadas, ya sea por lo cómico o lo trágico. Sus descripciones tienen mucha fuerza. Es un buen libro.

Ahora bien, por la opiniones que vengo leyendo sobre esta obra, me parece que está sobrevalorada. En el fondo es literatura efectista, que busca un impacto fácil en el lector mediante el uso de palabras malsonantes y la descripción de escenas muy crudas. La trama no me resulta especialmente atrayente y reflexiones profundas sólo encuentro unas pocas.

En el primer tercio del libro hay cantidad de frases mal construidas y se amontonan los incisos separados por comas. No sé si lo hace deliberadamente o es una mala traducción (Edhasa).
 
Ahora bien, por la opiniones que vengo leyendo sobre esta obra, me parece que está sobrevalorada. En el fondo es literatura efectista, que busca un impacto fácil en el lector mediante el uso de palabras malsonantes y la descripción de escenas muy crudas. La trama no me resulta especialmente atrayente y reflexiones profundas sólo encuentro unas pocas.

La trama es lo de menos en este libro. Van pasando cosas, pero en realidad ninguna destacable, el escenario cambia pero la chispa del libro es la visión del mundo del personaje. Las palabras malsonantes son un efecto visual, pero muchas reflexiones profundas están detrás de ellas.
 
El ritmo de la novela es el que debe ser, es una historia contada, un texto oral. Se escribe como se habla, a ver si nos dejamos de lecturas academicistas de tres al cuarto.

Celine la escribe en el periodo de entre guerras, adelantándose con su estilo a todo lo vendría tras la II Guerra Mundial. Es un relato crudo y no efectista, por eso resulta cómico en ocasiones, porque huye de juzgar o describir las situaciones desde una perspectiva moral o literaria. Ferdinand es un miserable y como tal cuenta la historia.

Luego vais lamiendo el ojete de Hank. :lol:
 
En el primer tercio del libro hay cantidad de frases mal construidas y se amontonan los incisos separados por comas. No sé si lo hace deliberadamente o es una mala traducción (Edhasa).
Como dicen Rubén, el autor pretende contar, sin más. Y aún así, lo que hace llega a ser literatura, superando en bastante a otros representantes del género. Sin ir más lejos, los párrafos finales de Trópico de Capricornio, de Henry Miller, empiezan por "A otra cosa...", lo que te da una idea de cuál es (y cuál no) la pretensión de la literatura realista. La trama es una excusa y cuando se harta se la salta y te cuenta lo que le parece.

Por lo demás, el traductor de Céline es el mismo que el de Henry Miller: Carlos Manzano. Y eso es mucho, pues Manzano viene a ser a la traducción de literatura realista como el traductor de House a las series de televisión, que no se limita a traducir "fuck" como "joder" cada vez que aparece, sino que igualmente te lo traduce por "coño" o "cojones", algo bastante más consecuente con lo que sería nuestra forma de expresarnos.
 
ruben_clv rebuznó:
El ritmo de la novela es el que debe ser, es una historia contada, un texto oral. Se escribe como se habla, a ver si nos dejamos de lecturas academicistas de tres al cuarto.

Un pequeño matiz: precisamente esta novela no está escrita como se habla. Al hablar nadie acumula tantos incisos que rompen el ritmo; nadie introduce pausas (comas) entre el sujeto y el predicado de frases sencillas...

De todas formas me parecen acertados vuestros comentarios.
 
¿Hay alguien que se lo siga leyendo o cierro y ya?

Yo es que he dado con una segoviana que me hace sesiones de cam y empleo mis noches en eso.
 
Undertaker rebuznó:
¿Hay alguien que se lo siga leyendo o cierro y ya?

Yo es que he dado con una segoviana que me hace sesiones de cam y empleo mis noches en eso.

Yo lo estoy leyendo, ya ha pasado la escena del conejo. No queda mucho para que lo acabe.
 
El libro no es, desde mi modesto punto de vista, una obra maestra o un libro de lectura inexcusable. Digamos que entraría en la categoría de "recomendables". Desde el punto de vista de novela-argumento deja bastante que desear, y creo que da demasiadas vueltas para llegar a un punto que capítulos antes es bastante previsible, por mucho que uno de los personajes principales aparezca en el último tramo del libro. Como novela con tintes psicológicos sí que tiene su punto, de hecho me quedo con trozos del libro que me han gustado mucho por su descripción de las miserias humanas, tanto internas como externas. Me gusta especialmente el trozo de la muerte de Robinson en el taxi, ellos, seres moralmente abyectos y desencantados con el ser humano y su condición, muestran ser más humanos que las mujeres que los acompañan. Por cierto, conozco al menos una mujer de esta guisa, parecida a Madelon. Su "amor" es más peligroso que el veneno de las ranas flecha verde.

Pongo un fragmento para que, si habeis dejado el libro a medias, os replanteeis acabarlo:

En el fondo, me había vuelto cada vez más como Barytoon, me la traía floja. Todo eso que me contaba Robinson de su aventura en Toulouse no era ya para mí un peligro vivo; de nada me servía intentar interesarme por su caso, olía a rancio, su caso. De nada sirve decir ni pretender, el mundo nos abandona mucho antes de que nos vayamos para siempre.
Las cosas que más te interesan, un buen día decides comentarlas cada vez menos, y con esfuerzo, cuando no queda más remedio. Estás pero que muy harto de oírte hablar siempre...Abrevias...Renuncias...Llevas más de trenta años hablando...Ya no te importa tener razón. Te abandona hasta el deseo de conservar siquiera el huequecito que te habías reservado entre los placeres...Sientes hastío...En adelante te basta con jalar un poco, tener un poco de calorcito y dormir lo más posible por el camino de la nada. Para recuperar el interés, habría que descubrir nuevas muecas que hacewr delante de los demás...Pero ya no tienes fuerza para cambiar de repertorio. Farfullas. Buscas aún trucos y excusas para quedarte ahí, con los amiguetes, pero la muerte está ahí también, hedionda (subnormal), a tu lado, todo el tiempo ahora y menos misteriosa que una partida de brisca. Sólo conservas, preciosas, las pequeñas penas, la de no haber encontrado tiempo para ir a Bois-Colombes a ver, mientras aún vivía, a tu anciano tío, cuya cancioncilla se extinguió para siempre una noche de febrero. Eso es todo lo que has conservado de la vida. Esa pequeña pena tan atroza, el resto lo has vomitado más o menos a lo largo del camino, con muchos esfuerzos y pena. Ya no eres sino un viejo reverbero de recuerdos en la esquina de una calle por la que ya no pasa casi nadie.
 
Bueno creo que llego un poco tarde pero he empezado a leer el libro ya que lo vi por aquí.

Lo poco que llevo me ha parecido cojonudo, las referencias que tenía de Céline eran buenas, no me está decepcionando.

Las primeras citas que he ido señalando:

La raza, eso que tú llamas raza, no es más que un gran revoltillo de infelices de mi estilo, legañosos, piojosos, muertos de miedo, venidos de los cuatro lasdos del mundo y que han llegado aquí vencidos, perseguidos por el hambre, la peste, los tumores y el frío.

La gran derrota, en todo, es olvidar, sobre todo lo que mata, y morir sin llegar a comprender jamás hasta que punto los hombres son bestias.


Bueno seguiré leyendo...
 
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