La sincronía o sincronismo es un fenómeno sorprendente. Básicamente, se define como una coincidencia de hechos o fenómenos concretos en el tiempo, aunque no tengan en principio nada que ver unos con otros. Sincronía es cuando hace cinco años que no ves a un amigo que se fue a un país lejano y, un día cualquiera poco después de pensar en él, te lo encuentras de bruces en la calle. O cuando tu vecina de abajo sube quejándose de que las cañerías de tu cuarto de baño le están produciendo una gotera el mismo día que te operas de varices: las cañerías internas. O cuando se produce un grave atentado y de pronto empiezas a ver señales del mismo por todas partes a tu alrededor.
Esto sucedió después del 11-S con el famoso billete norteamericano de 20 dólares. Con tres dobleces aplicados como para construir un avioncito de papel (primero por la mitad, a lo ancho; segundo, dejando un pico abajo mientras doblamos hacia atrás el lado izquierdo; tercero, dejando el mismo pico mientras doblamos hacia atrás el lado derecho), la imagen que podía verse por un lado en el billete era muy similar a la del Pentágono en llamas.
Claro que aún más impactante era observar, dando la vuelta al avioncito, la imagen que quedaba al otro lado: la de las Torres Gemelas ardiendo.
El mismo billete, plegado como un acordeón, transformaba su leyenda superior, 20 THE UNITED STATES OF AMERICA 20, en 0SAMA, en evidente alusión a Osama Ben Laden, el nombre del Enemigo Público Número 1 de la Administración Bush, según la propia Administración Bush.
Entre los comentarios que pudimos escuchar tras hacerse pública la existencia de estas fascinantes sincronías, no faltaba el clásico: "Mira que le gusta a la gente perder el tiempo buscando tres pies al gato. Está claro que se ha forzado la interpretación de los hechos para conseguir semejante efecto visual."
Quizás... Pero no deja de ser curioso que las imágenes de los objetivos ardiendo se vean en un billete plegado precisamente con forma de avioncito, porque cuando lo plegamos con forma de barquito, o de cochecito, o de cualquier otra cosita, esas imágenes no aparecen tan claras.
No deja de ser curioso también, que sea el nombre Osama el que se lee en el billete y no, por ejemplo, Talibán, o Sadam (Husein), o Arafat, o, mucho menos, Ahmadineyad.
Pero es que la historia del billete no es la única. Pensemos en los tres grandes atentados sufridos en capitales occidentales en los últimos años (Nueva York -es la capital financiera de los EE.UU., aunque Washington sea la capital política-, Madrid -capital de España- y Londres -capital del Reino Unido-) y observaremos unas llamativas sincronías con los signos internacionales para sus respectivas monedas: el dólar, el euro y la libra esterlina.
El dólar es una S tachada con dos barras. Se trata de una reminiscencia del dominio colonial español en tierras americanas -previo al británico- puesto que ese signo no es más que la reducción minimalista de uno de los principales símbolos españoles: las dos Columnas de Hércules con la leyenda Plus Ultra (Más Allá, en latín) enredada entre ellas.
¡Oh! Una S tachada con dos barras... ¡Como el día del atentado, el 11-S!
El euro es la recientemente adoptada moneda europea o, mejor dicho, la moneda de los países más fuertes de la Unión Europea. Esta moneda, sosa donde las haya y carente de alma, se representa gráficamente como una E con dos barras cruzándola en lugar de una. Esas dos barras son características de la nomenclatura financiera internacional. El yen, la moneda japonesa, también se representa como una Y con dos barras. Y el dólar ya lo hemos visto, aunque en su caso sean verticales y no horizontales.
Pero si giramos 90 grados el símbolo del euro...
¡¡Doble Oh!! Una M con un 11... ¡¡Como el día del atentado, el 11-M!!
En cuanto a la libra esterlina, una de las más viejas -y poderosas- monedas en circulación, a la vez tan europea y tan antieuropea, su grafismo es harto conocido también. Una L atravesada por las dos barras horizontales de rigor.
Si giramos otros 90 grados respecto al euro o, lo que es lo mismo, 180 respecto al dólar...
¡¡¡Triple Oh!!! Una J con un 7... ¡¡¡Como el día del atentado, el 7-J!!!
¿Hay algún estadístico en la sala que sepa decirnos cuál es la posibilidad matemática de que se produzca semejante sincronía, no ya con una moneda y la fecha del atentado que sufrió sino con tres distintas y en las que además varía consecutivamente el ángulo de 90 grados para apreciar el efecto?