HOMENAJE A MAYRA GÓMEZ KEMP
Los viernes suelo estar mohíno, enrarecido, displicente, con una sensación de angustia difusa que me afila el morro y me enturbia la mirada. Se me seca la boca y la lengua no quiere fluir como la centella encantadora que hipnotiza a la Muerte . Antes no era así. Antes estaba el
Un,Dos,Tres y Mayra Gómez Kemp. Yo era muy pequeño para darme cuenta de que en realidad, la Ruperta y Bigote Arrocet me entusiasmaban más bien poco, que lo mío era amor por esa
rubia de acento indeterminado. Volvía del cole, merendaba pan con nocilla, hacía los deberes, trasteaba un rato y a cenar. Después llegaba el mejor momento de la semana, mucho mejor que las pajas y los polvos que vendrían después. Aquel programa, con sus azafatas gafotas y sus decorados de cartón, era lo más parecido a la ataraxia que he sentido en mi vida.
El programa cumplió su ciclo vital y a mi me salieron pelos en los huevos y unas ganas locas de solazarme con las niñas de mi edad y sus tetas recién florecidas. Entonces ya fui capaz de identificar que aquel desasosiego que me hacía llorar por las noches después de sacudirme la sardina: era amor. Lo sentía constantemente, me enamoraba unas veinte o treinta veces al año, en ocasiones de muchachitas con las que tan sólo había cruzado una mirada en los recreativos del centro comercial. Mi corazón estaba hambriento, excitado, era "un animal salvaje" que buscaban constantemente la emoción.
Me ocurrió una cosa que me preocupaba enormemente. No podía dedicarle mis pajas a las niñas que me gustaban. Mi amor era puro y ridículo. Si alguna adolescente hacía titinear mi corazón, mi polla se acobardaba, pedía refugio, recelaba de mostrarse enhiesta e imperial. Era complemente femenino, mis sentimientos y mi sexualidad se confundían y se molestaban, se entorpecían y al final me sentía culpable por todo. Lo único que se mantenía coherente en mí era el recuerdo del afecto que sentía por mi adorada Mayra. Ella tampoco era capaz de arengar mi onanismo, pero yo hubiera sido capaz de esforzarme en conseguir una erección por corresponder a su amor.
Oh Mayra, tu recuerdo me ayuda a rescatar los mejores momentos de mi vida. Se buena y ponte buena, estas líneas tan desubicadas llegan con treinta años de retraso.