Usted lo ha dicho, la palmadita en la espalda, el compadreo, la aprobación expresa o tácita al que es "de los suyos".
En este país no se le ocurra a usted conducir ligeramente pasado de velocidad o de alcohol, cuestión la segunda de ellas para la que admito sin embargo mi intolerancia (no tanto para la primera); no pise ni siquiera por accidente una planta catalogada en un espacio protegido; tampoco ni se le pase por la cabeza, aunque esté movido por la desesperación, defraudar a cuenta de los famosos cuatrocientos y pico euros; ni tenga tentaciones de hacer más copias de la cuenta de un soporte audiovisual, aunque sea para uso propio... En esos y muchos otros más casos caerá sobre usted el peso de la norma y de su interpretación rígida sin piedad alguna; prepárese por tanto, vaya haciendo cuentas acerca de cómo pagar la multa exorbitante o desarrolle técnicas para que el esfínter se vaya adaptando a las costumbres de la trena.
En cambio dedíquese usted a estafar, defraudar y montar tinglados financieros destinados a desplumar incautos. Evada capitales y defraude impuestos. Aprovéchese de lo público - de lo que es de todos y que en modo alguno no es de nadie como dijo aquel memo presidencial-, saquee lo que pueda de ello para acrecentar lo privado. Coleccione un ejército de perjudicados por sus chanchullos. Construya usted donde le dé la gana y venda lo resultante a algún incauto para después desaparecer con los beneficios. Monte entramados basados en la corruptela. Bautice castillos de naipes o volutas de humo con nombres rimbombantes y deles la forma societaria adecuada. Sea usted un gestor incompetente, malintencionado, inútil, ventajista o componedor; mejor incluso, sea todo ello junto y dilapide millones para nada mientras el resto va goteando y filtrando hacia los recovecos adecuados. En todos estos casos y muchos más no se preocupe, todos van a ser con usted comprensivos y humanos, exquisitos en cuanto al fondo y sutiles para los vericuetos procesales, su presunción de inocencia estará blindada y si al final toca el paripé de una condena tampoco se preocupe, los indultos siempre apuntan en la misma dirección.