SOBREDOSIS DE AMOR
Su cuerpo se convulsionaba dibujando escorzos imposibles. Se contraía sobre si mismo y se incorporaba de un trallazo hasta quedar detenido, crucificado en el espacio con los brazos abiertos y los ojos en blanco. Parecía un poseído en medio de una exorcismo lanzando dentelladas y aullidos al vacío. Su mujer intentó sujetarle, pero su danza demencial era imparable, un arrebato ancestral dirigido por fuerzas superiores. Era un huracán eléctrico, una animal enloquecido que zigzaguea y se lanzaba contra las paredes.
-¿Que te pasa, amor? ¿Que te pasa?
-Arrrghhh Uug Uug
-Tranquilizáte, por favor. Voy a llamar a Urgencias
-Jusss Ñaj Ñaj
-En seguida vienen, aguanta amor.
-Fiiuuu Fiuuu Grooofffff
El ínclito Redivictor se desplomó sobre el suelo. En ese mismo instante, en la televisión, Raul González Blanco, autor del gol de la victoria en el último minuto del partido, levantaba la copa de campeones de Europa. El Bernabeú se iluminó en un arcoiris de fuegos artificiales. Las cámaras seguían al Gran Capitan. Se acercó a una ellas, dibujó un erre en el aire y lanzó un beso para cumplir un pacto secreto.