A un día de otro clasicazo, otro ladrillazo ilegible por el que me odiaréis un poco más.
Remountada
Nuestra gran victoria llegará porque tenemos que salir de la caverna en la que nos encontramos; allá arriba, en ese país chiquitito que no pinta nada y que nada tiene que importar, nos esperan, bajo protección, como si de un vientre materno se tratase, el renacimiento blaugrana, la poesía hecha fútbol, la lírica balompédica, el excelso ornamento culé, repleto de arabescos infinitos al alcance de ellos mismos.
Pero nosotros no precisamos de conocimientos; somos el puto hombre primitivo, dormimos tranquilo, y no necesitamos nuevas formas de ensueño, arte profundo y cobijo intelectual, no; nosotros jugamos a la barbarie, a someter a nuestro rival a base de fuerza, garra y hombría. Somos el hombre primitivo, sereno, que no puede permitirse ningún error; el hombre primitivo que se expone a morir fuera, valentía en ristre, y sin miedo a sortear la realidad y la muerte a la intemperie, al amparo de la fuerza y el coraje; nosotros carecemos de la virtualidad de pensar, no concebimos ni analizamos la distancia del mundo, no forzamos los sueños ni nos recluimos en un habitáculo a leer a Shakespeare ni a trabajar el fútbol espectáculo, precisamente porque nuestra descontrolada fuerza se extiende infinitamente más que nuestra razón, hasta chocar y dar de lleno con la grandeza.
Nuestro torrente futbolístico es inmenso, infinito e inabarcable, no tiene un fin más natural que el de restregar nuestro titánico miembro de gallardo madridista sobre la tez de nuestro rival y luego arrollarle, y después, con el cadáver en avanzado estado de descomposición, orinar y defecar en su desmembrado cuerpo, hasta que yazca inerte por siempre jamás.
Porque somos el hombre primitivo. Porque no somos unos estafadores que intentan imponer al mundo lo que está bien y lo que está mal, porque nosotros no nos contentamos con reproducir hasta la saciedad los mismos pases, despechando estereotipos a granel, ni comerciamos con los buenos sentimientos y las sensaciones fuertes; porque no nos lanzamos sobre todos los pretextos ofrecidos por la actualidad para parir un fútbol de circunstancias; porque no nos entregamos a los estudios de mercado ni a las proliferantes voces que nos acusan de mal juego; porque no nos vendemos a la coyuntura ni exaltamos tal o cual tipo de producto que se supone, excita a tal o cual categoría de aficionados.
Nosotros no somos la creación; somos la reproducción y la destrucción de formas preestablecidas; somos la empresa de la simplificación, de la mentira, del embauque, del odio al arte y la fantasía; somos la febril y simple verdad de apelar a nuestros automatismos y así adormecer nuestra curiosidad, porque a nosotros no nos gusta solucionar problemas, sino crearlos, y la realidad no podrá describirnos, ni nos maniatará en moldes, ni seremos vinculados a la industrialización más asquerosa y repugnante. No creemos en idioteces porque somos un fenómeno anterior a todo esto, y lo que buscamos es la explotación de lo fervoroso y lo ardiente, de lo primigenio; nosotros evocamos reacciones primarias y provocamos el temblequeo de aquellos que abusan de la obrita ingeniosa, y seremos el jodido estremecimiento que sobrevolará las cabezas de nuestros enemigos, y seremos amenaza, y corromperemos el sistema nervioso central de nuestros contrincantes, y seremos la crisis que derrumba el interior de las élites predominantes; seremos el virus que acabará con la hegemonía culé, y seremos los responsables de sus llantos y sus bramidos y su caída libre, y seremos los propietarios de su ira y el agente de transmisión de su tristeza.
Porque somos el hombre primitivo, el que inventó el fuego, no el que le dio forma; somos el inicio de todo esto y nadie puede parar la fuerza del tiempo; arrollaremos, aniquilaremos y ejecutaremos. Somos el comienzo del camino, y en base a nuestra solidez, encontraremos bruscamente y de forma indeleble la huella de un primer paso, y esta vez no será en la roída carretera, sino en la explanada azulgrana. Crearemos un ambiente de sequedad y dolor, sin belleza, sin alegría, sin la esperanza de la alegría, sin derecho a la esperanza, y daremos un bocado amargo que nunca ha sido comido, estremeceremos la garganta del oponente con cada paso, y el calor será frío y viento y nieve, una semilla de maldad que nace y se estigmatiza, atascando el anteriormente fértil suelo del buen fútbol, y seguiremos, sin retroceder, hacia la oscuridad germinada, lugar en que concebiremos nuestra única idea y sobre la que se aposenta toda nuestra simple filosofía de vida: la victoria.
Hijos de puta y tal.