Esta historia es idéntica a la que me pasó a mi hace ya casi quince años.
Responderé primero que los imbéciles esos tienen asimilado, cual si de una Ley se tratase. que ellos jamás de los jamases deben poner la mano encima a una mujer, ni, por omisión de acción, permitir que mujer alguna sufra daño.
También obedecerán las órdenes que les sean dadas por una mujer, excepto si dichas órdenes entran en conflicto directo con la primera Ley.
Por último, los Caballeros Blancos defenderán su propia existencia de los Machistas Heteropatriarcales, excepto si dicha autodefensa entra en conflicto con la primera o la segunda Ley.
Las llevan impresas en sus circuitos neuronales, y hasta la más mínima decisión vital que tomen en su vida, la harán bajo estas tres premisas básicas.
En cuanto a mi historia, como digo, es idéntica.
Estaba pasando una mala época por aquel entonces, cuando saliendo por un pub relativamente atestado de gente, aparece una mediamierda de 1,50 de estatura, unos 20-23 años, pelo negro rizado. Estaba bien buena y era guapa.
El handicap era ese, que iba literalmente pegando empujones con todas sus fuerzas a la gente, tirando bebidas, etc.
A mi me pegó uno que me hizo derramar la bebida y casi caerme al suelo, porque me pilló totalmente desprevenido. Las gafas de hecho las cogí al vuelo.
Estaba pasándo una mala época, como digo, y no estaba en situación de enfrentamientos. A la par que sabía a la perfección que decirle nada a la criatura, y menos aun devolverle el empujón, habría significado ser apalizado. Quizá incluso por mis propios "amigos". Así que me limité a decir algo así como "joer como está la gente, ¿no?", a limpiarme como pude la bebida de la ropa, y a disponerme a irme a mi casa, que ya tocaba.
La tía seguía pegando empujones, se oían las protestas, y de buenas a primera pasó lo que tenía que pasar: Un chaval le devolvió el empujón, la tiró al suelo. Y allí se quedó, lloriqueando en plan "haced algo, mirad lo que me ha hecho".
Cosa que efectivamente así ocurrió. Al chaval lo sacaron a la calle y allí le dieron de lo lindo.
A los diez minutos o así, veo que la chavala y sus amigas se van del local. Pues había estado muy atento al tema, así que me despedí de esa gentuza que yo por aquel entoces llamaba amigos, y a determinada distancia las seguí a la salida, y a mucha más distancia, las seguí andando hasta que vi como dejaban a la nena en su casa.
Lo curioso del caso es que iban riéndose todo el camino, la "empujadora la primera". Se oían términos como "el hijo de puta" o "que le den" saliendo de sus boquitas.
Bien, como digo ya por tercera vez, yo no estaba en situación de hacer nada. Pero saber donde vivía, eso no me lo quitaba nadie.
Y llegaron tiempos mejores, y yo pasaba cuando salía a andar por esa calle a menudo.
La vi aparcar unos cuatro años más tarde, saliendo de uno de esos escarabajos modernos, nuevecito Y entrar en su casa.
Pasé al lado del coche y vi los peluches en la parte trasera pegados al cristal, las pegatinas, etc... bien, era su coche.
También vi que el coche dormía en la calle. Mejor que bien.
Trabajaba por aquel entonces de encargado de obra:
- Cortacristales profesional.
- Taladro Bosh con batería y broca del 2 para metales.
- Tres litros de decapante.
- Un saco de escayola de veinte kilos.
... y esperar a que lloviese y tocase en fin de semana, que aquello fue por el més de abril o así.
Hay que tener en cuenta que os hablo de un pueblo que a las cuatro de la madrugada de un viernes no pasa un alma por ciertas calles periféricas.
Unos quince días más tarde dejé el coche que ya lo podía tener a todo riesgo, que aquello no lo arreglaba ni Dios.
Cubierto con mi poncho para la lluvia, me concentré en lo que estaba haciendo, sin pararme a pensar, vigilando y preparado para girar la próxima esquina, meterme en mi coche y salir pitando si hacía falta.
Todo salió bien. Y de vuelta, suprimí cualquier atisbo de culpabilidad rememorando aquella noche, aquel empujón, aquella ropa sucia y aquellas gafas que no se me rompieron de milagro. Aquella impotencia, aquellas risas de hijas de la gran puta de quien se siente impune de hacer lo que quiera a quien quiera.
El coche no lo volví a ver en su puerta nunca más. Pero lo que sí vi es a esa tiparraca entrando y saliendo andando de su casa durante los siguientes años. Luego un día ya no la volví a ver más.
Una verdadera pena, porque tenía la esperanza de que volviese a comprarse otro coche algún día.
¿Algún problema con lo que hice, mis queridos Caballeros Blancos del foro?