Tio1saM rebuznó:
Con respecto a la historia de Darkiano siempre que cuenta sus historias me lo imagino tipo iceman no porque sea tan sanguinario sino porque cualquier pequeña putada que le suceda ha de ser vengada con creces, sin importar el costo en tiempo y dinero que esto suponga es decir por recibir un empujón y una mancha una noche de borrachera pasar años siguiendo a alguien hasta encontrar el momento adecuado y por supuesto joderle mas de lo que a sido jodido gastando para ello recusrsos mas costosos que la copa perdida y exponiéndose al riesgo de ser pillado, miedo me daría ser el que sin querer o queriendo le acabara jodiendo, tiene que ser satisfactorio el saber que aquel que jode a uno sera jodido y estar dispuesto a lo que sea (en inversión temporal y económica) para lograrlo, pero creo que pasando de ciertas cosas y sin guardar tanto rencor se vive mas tranquilo, yo esque suelo pasar de casi todo.
Y yo también paso casi de todo, aunque no lo parezca. No es así como usted dice.
Si tardé años es precisamente porque no tenía prisa, incluso si no hubiese podido vengarme, no habría pasado nada.
Lo que pasa es que yo sigo un sistema que me permite cierta paz mental, a saber:
Si alguien me hace alguna putada, me gusta registrarla, no en vano saqué 9,8 puntos en el exámen de contabilidad general, cuando la segunda nota más alta fue de 6,5. Guardo la anotación de la putada hecha y los datos que recopile, siguiendo la primera ley contable, que no es otra que el Principio de Prudencia (buscar en la wiki).
Eso lo hago principalmente porque
me alivia del mal sufrido en ese momento y que no puede ser correspondido como debiera.
Al anotar todos los datos que tenga de esa persona, lo que ha hecho, sus puntos fuertes, sus puntos débiles, etc. Ejerco una especie de catarsis mental que me hace ir relajándome paulatinamente.
Hecho esto, salgo a andar o realizo alguna de las muchas actividades y hobbies que tengo, y al poco ya me he olvidado del asunto, salvo que sea una afrenta muy grave, ante lo cual lo que hago es investigar mucho más y pre-planificar venganza, pero sólo en ese caso. Por minucias como la subnormal que iba empujando a todo dios en la discoteca medio tirándolos al suelo, lo único que hice fue apuntar en mi ordenador la dirección y una breve nota del suceso, poco más.
Bien, ahora yo sigo haciendo mi vida normal, pero si por casualidades de la vida paso por la calle donde vive, o la veo en el futuro a esa persona, u obtengo alguna información sobre ella de algún tipo, siempre en plan hobbie, lo apunto todo cuidadosamente. No me cuesta escribir, a mis post me remito.
Entonces, el tiempo va pasando, y en la mayoría de ocaciones no hay oportunidad de venganza, o el coste de realizarla es demasiado elevado, pero en otras, resulta que sí que hay oportunidades, a bajo coste y con casi ningún riesgo si se planifica bien. En ese caso, abro el archivo Farley (otro día explico lo que es, si queréis) y accedo a la ficha de esa persona, y anoto cuidadosamente el plan, marcando las condiciones y el tiempo en que se puede llevar a cabo dicha venganza.
Bien, ahora es cuando viene
lo importante y el porqué de todo esto:
No sé vosotros, pero a mi hay veces que me hierve la sangre, casi de forma literal, ante determinadas situaciones en mi relación con los humanos. Como cualquiera, sufro las consecuencias de vivir en esta sociedad, y eso hace que haya días que son especialmente malos. También hay que destacar que tengo muy buena memoria a veces, lo suficiente como para que afloren recuerdos del pasado que no deben ser enterrados en el subconsciente o harán mucho daño ahí, hay que recordarlos y catalizarlos.
Es en esos días, en esos momentos, incluso cuando estás cabreado con una putada que te ha hecho alguien y no puedes responderle en ese momento como se debería, cuando abro los archivos y miro qué hay por ahí que pueda hacer para aliviar tensiones y volver a un estado de calma casi Zen.
Esa noche concretamente, tenía un cabreo de tres pares de cojones por una discusión familiar de las gordas, así que sin pensarlo, miré que llovía, recordé vagamente lo que tenía apuntado sobre la tiparraca esa, fui al almacén, tomé lo que necesitaba e intentando que mi cabreo no nublara mi buen hacer, realicé mi cometido.
Esa noche dormí como un bebé, y al día siguiente volvió a salir el sol y todo siguió su curso normal.
En cuanto a lo otro: Cada uno tiene su baremo de justicia. El mío es 100 a 1. Me das un puñetazo y te devuelvo cien, para que así no se te ocurra darme otro. Pero eso ya es algo muy personal y no todo el mundo sigue la misma pauta. Los árabes por ejemplo son muy moderados y se limitan a la ley del talión.