Cuando todo empieza de cero

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Las probabilidades de que el novio le note algo raro en su conducta y ella diga que tú te insinuaste son gigantescas, espero que lo sepas.
A ver si va a ir ahora a pegarte él.
 
Lo primero no lo descarto, lo segundo lo veo improbable, la verdad. Pero, bueno, quién sabe. Es un tirillas, eso sí, poco problema ahí.
 
Las probabilidades de que el novio le note algo raro en su conducta y ella diga que tú te insinuaste son gigantescas, espero que lo sepas.
A ver si va a ir ahora a pegarte él.
Claro, se lo va a decir al novio a sabiendas de que Spawner tiene todas las conversaciones de WhatsApp para demostrar justo lo contrario :53:
 
Estaba yo dentro de la bañera, planteándome que coño hacía con mi vida y en qué momento se había torcido todo tanto para verme en una situación así. Yo, que hasta hace unos meses me las veía como el más feliz de los hombres -con su pareja, su buen sueldo, su casa y su coche-, de repente, me encontraba en uno de los barrios más inseguros de la ciudad, metido en una bañera en una cueva ocupada por una chica más pequeña que yo, lactante y que, además, tenía otro churumbel más que había dejado en la cueva de al lado para tener la casa sola esa noche.

La chica, como digo, era maja, pero tuve claro, desde un principio, que vivíamos en realidades distintas. Cuando llegó y empezó a desvestirse, me decía que no sabía cómo podía trabajar tanto y dormir tan poco; que ella con 400 al mes ya iba tirando de sobra. Que sí, que no siempre tenía luz y el agua, con esto del enganche, sólo iba a ratos, pero que ella no necesitaba nada más.

Yo escuchaba esto mientras veía una hilerilla de orugas subir por las paredes y a un gato saltar al techo de metacrilato del baño.

Cuando Ángela se giró y me enseñó las tetazas que tenía, mi cabeza viajó a otra realidad. Yo soy de culos, de toda la vida. A mí dame un culo y quítame unas tetas. Pero, coño, ese par de melones hinchados, con un pezón más grande que mi pulgar y negros como cabeza de mosca, se me antojaron como la mejor cena posible. Y mi entrepierna, que yo creía muerta en vida, empezó a saludar, asomando el casco por encima del nivel del agua. Ángela, que, como no tenía agua caliente, iba y venía de la cocina con un caldero lleno, cada vez que me rellenaba la bañera, me pegaba un muerdo y me masajeaba la polla. Cosa que yo agradecía, aunque, cada vez que desaparecía por la puerta, un universo de dudas me asaltaba.

A ver, cuando tu pareja de toda la vida, nada más encamarse con una mujer, decide que te va a dar boleto, lo primero que te figuras es que en la cama tienes el talento de un tartamudo rapeando. Ese trauma lo he tenido y lo tengo y, seguramente por eso, sea reticente a follar cuando se tercia la oportunidad. El miedo a ser un fuguilla o a tener los dedos más rígidos que el lomo de un perro en el veterinario está ahí y, ojo, que se enquista.

Follamos, claro.

Ella se me subió encima en el agua y empezó a restregarse. Yo, que ya estaba un poco cagado porque esta muchacha tuviera dos niños sin padre le dije que o condón o nanai. Así que me enchufé el plastiquito y ella empezó a cabalgar. Como una loca, como si estuviera poseída. Y yo me lo estaba pasando bien.

Al principio, al menos.

Luego acudieron los pensamientos rumiantes. Los qué coño hago aquí. Y el me quiero ir. Así que me concentré en correrme y me quedé hecho un ovillo.

Ella me abrazaba, me daba besos y me magreaba, como buscando una segunda guerra. Yo no correspondía, aduciendo, siemplemente, que necesitaba recargar. Por suerte, el niño empezó a llorar y tuvo que irse y volver unas cuantas veces. Por el camino, me obligué a intentar un segundo polvo, pero mi cabeza había vencido a mi polla y aquello estaba muerto. Pegarle un bocao en la teta y llevarme un chupito de leche no ayudó a mi excitación, porque no dejaba de pensar en que hacía un minuto un bebé de apenas unos meses había dejado ahí sus babas.

Fuimos a la cama y ahí empezó un pequeño vía crucis.

Ella estaba, creo, a la vez feliz por haberse encamado conmigo -intuyo que lo vivía como un logro- y, a la vez, temerosa y airada por ver que yo no correspondía en su entrega. Me preguntó varias veces qué pasaría si, de repente, quería volver a hacerme el amor a diario. A mí se me erizó la nuca y, lo admito, fui torpe y poco cortés, pues le hice saber que yo no había hecho el amor, que esos términos, por ahora, ni se intuían. No le sentó bien, y me preguntó qué buscaba ahí, y yo le dije que nada, que casi no la conocía.

Que ya lo iríamos viendo.

Me quedé dormido y, en algún momento de la noche, se ve que trajo al niño, porque me medio giré en la cama y lo primeo que vi fue a un cróo babeando. Eso fue una especie de resorte que me hizo ver que me tenía que ir cagando hostias de allí. Así que me vestí, silencioso, tras librarme del abrazo de Ángela que dormía como un tronco.

Huí de allí como alma que lleva el diablo sin dejar, siquiera, una nota o dar una explicación.

Al día siguiente me escribió. Yo me justifiqué diciendo que no quería despertarla y que, como le había dicho, tenía trabajo que hacer. Me propuso subir, de nuevo, a comer; decliné la oferta. Me daba cierto miedo volver al lugar del crimen a plena luz del día, donde el Sol revelaría las miserias que la oscuridad de la noche anterior había dulcificado.

Durante la semana me escribió varias veces. Que pensaba en mi sonrisa. Que el niño se había quedado embobado al verme en la cama cuando lo llevó. En fin, yo contestaba de forma cortés y poco más.

Al fin de semana siguiente pasé a verla, obligado, en parte, por una conciencia que me señalaba como una mala persona. Estuve por la tarde, sin avisar y estando su cría allí, así que ni sexo ni nada.

A la semana siguiente me invitó a dormir a su casa dos veces y en sendas ocasiones me excusé.

Ella estalló y, sin romper las formas, me dijo que no le veía sentido a esto. Yo le dije que es que no había esto al que darle sentido alguno.

De cuando en cuando me escribe. Cuando se enteró de que estaba en Oporto, para recomendarme un barecillo de allí; cuando murió Justo Gallego, para decirme que se habia ido una gran persona.

Las conversaciones simpre las empieza y termina ella, imagino que algún día se hartará, yo lo habría hecho hace tiempo.
 
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Estaba yo dentro de la bañera, planteándome que coño hacía con mi vida y en qué momento se había torcido todo tanto para verme en una situación así. Yo, que hasta hace unos meses me las veía como el más feliz de los hombres -con su pareja, su buen sueldo, su casa y su coche-, de repente, me encontraba en uno de los barrios más inseguros de la ciudad, metido en una bañera en una cueva ocupada por una chica más pequeña que yo, lactante y que, además, tenía otro churumbel más que había dejado en la cueva de al lado para tener la casa sola esa noche.

La chica, como digo, era maja, pero tuve claro, desde un principio, que vivíamos en realidades distintas. Cuando llegó y empezó a desvestirse, me decía que no sabía cómo podía trabajar tanto y dormir tan poco; que ella con 400 al mes ya iba tirando de sobra. Que sí, que no siempre tenía luz y el agua, con esto del enganche, sólo iba a ratos, pero que ella no necesitaba nada más.

Yo escuchaba esto mientras veía una hilerilla de orugas subir por las paredes y a un gato saltar al techo de metacrilato del baño.

Cuando Ángela se giró y me enseñó las tetazas que tenía, mi cabeza viajó a otra realidad. Yo soy de culos, de toda la vida. A mí dame un culo y quítame unas tetas. Pero, coño, ese par de melones hinchados, con un pezón más grande que mi pulgar y negros como cabeza de mosca, se me antojaron como la mejor cena posible. Y mi entrepierna, que yo creía muerta en vida, empezó a saludar, asomando el casco por encima del nivel del agua. Ángela, que, como no tenía agua caliente, iba y venía de la cocina con un caldero lleno, cada vez que me rellenaba la bañera, me pegaba un muerdo y me masajeaba la polla. Cosa que yo agradecía, aunque, cada vez que desaparecía por la puerta, un universo de dudas me asaltaba.

A ver, cuando tu pareja de toda la vida, nada más encamarse con una mujer, decide que te va a dar boleto, lo primero que te figuras es que en la cama tienes el talento de un tartamudo rapeando. Ese trauma lo he tenido y lo tengo y, seguramente por eso, sea reticente a follar cuando se tercia la oportunidad. El miedo a ser un fuguilla o a tener los dedos más rígidos que el lomo de un perro en el veterinario está ahí y, ojo, que se enquista.

Follamos, claro.

Ella se me subió encima en el agua y empezó a restregarse. Yo, que ya estaba un poco cagado porque esta muchacha tuviera dos niños sin padre le dije que o condón o nanai. Así que me enchufé el plastiquito y ella empezó a cabalgar. Como una loca, como si estuviera poseída. Y yo me lo estaba pasando bien.

Al principio, al menos.

Luego acudieron los pensamientos rumiantes. Los qué coño hago aquí. Y el me quiero ir. Así que me concentré en correrme y me quedé hecho un ovillo.

Ella me abrazaba, me daba besos y me magreaba, como buscando una segunda guerra. Yo no correspondía, aduciendo, siemplemente, que necesitaba recargar. Por suerte, el niño empezó a llorar y tuvo que irse y volver unas cuantas veces. Por el camino, me obligué a intentar un segundo polvo, pero mi cabeza había vencido a mi polla y aquello estaba muerto. Pegarle un bocao en la teta y llevarme un chupito de leche no ayudó a mi excitación, porque no dejaba de pensar en que hacía un minuto un bebé de apenas unos meses había dejado ahí sus babas.

Fuimos a la cama y ahí empezó un pequeño vía crucis.

Ella estaba, creo, a la vez feliz por haberse encamado conmigo -intuyo que lo vivía como un logro- y, a la vez, temerosa y airada por ver que yo no correspondía en su entrega. Me preguntó varias veces qué pasaría si, de repente, quería volver a hacerme el amor a diario. A mí se me erizó la nuca y, lo admito, fui torpe y poco cortés, pues le hice saber que yo no había hecho el amor, que esos términos, por ahora, ni se intuían. No le sentó bien, y me preguntó qué buscaba ahí, y yo le dije que nada, que casi no la conocía.

Que ya lo iríamos viendo.

Me quedé dormido y, en algún momento de la noche, se ve que trajo al niño, porque me medio giré en la cama y lo primeo que vi fue a un cróo babeando. Eso fue una especie de resorte que me hizo ver que me tenía que ir cagando hostias de allí. Así que me vestí, silencioso, tras librarme del abrazo de Ángela que dormía como un tronco.

Huí de allí como alma que lleva el diablo sin dejar, siquiera, una nota o dar una explicación.

Al día siguiente me escribió. Yo me justifiqué diciendo que no quería despertarla y que, como le había dicho, tenía trabajo que hacer. Me propuso subir, de nuevo, a comer; decliné la oferta. Me daba cierto miedo volver al lugar del crimen a plena luz del día, donde el Sol revelaría las miserias que la oscuridad de la noche anterior había dulcificado.

Durante la semana me escribió varias veces. Que pensaba en mi sonrisa. Que el niño se había quedado embobado al verme en la cama cuando lo llevó. En fin, yo contestaba de forma cortés y poco más.

Al fin de semana siguiente pasé a verla, obligado, en parte, por una conciencia que me señalaba como una mala persona. Estuve por la tarde, sin avisar y estando su cría allí, así que ni sexo ni nada.

A la semana siguiente me invitó a dormir a su casa dos veces y en sendas ocasiones me excusé.

Ella estalló y, sin romper las formas, me dijo que no le veía sentido a esto. Yo le dije que es que no había esto al que darle sentido alguno.

De cuando en cuando me escribe. Cuando se enteró de que estaba en Oporto, para recomendarme un barecillo de allí; cuando murió Justo Gallego, para decirme que se habia ido una gran persona.

Las conversaciones simpre las empieza y termina ella, imagino que algún día se hartará, yo lo habría hecho hace tiempo.
maemía, te he visualizado como Elli Wallach en el bueno, el feo y el malo.
en cuanto a la historia, comprendo perfectamente el cómo has llegado, cómo has reaccionado, y cómo has dado salida al asunto.
no hay que darle mil vueltas a todo, hay que dejarse llevar y sabiendo cuándo cortar, el daño es pequeño o despreciable, sin más.
a seguir de aventuras, hoyga, y lo que vaya surgiendo.

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Situación: miércoles noche en una bar cualquiera.

Hemos quedado amigos de toda la vida que no nos veíamos desde antes de la pandemia. Yo llego tarde, me han entretenido en el trabajo. Jijís y jajás a tutiplén. Nos despedimos y acompaño a uno de ellos a casa. Hace tiempo que no coincidimos. Conversación instrascendente por el camino hasta que abre el cajón de mierda. El otro día quedó con mi exsuegra. Somos todos de una asociación que sigue haciendo lotería de Navidad y tenía que recogerla en casa de ella, que es quien la gestiona. El encuentro, según me dice, fueron apenas 15 minutos. Eso sí, 15 minutos en los que me pone a mí, que soy el amigo del muchacho, de vuelta y media. Que si la relación estaba desgastada, que si ya no había cariño por mi parte, que si soy muy mío, que si ha sacrificado muchas cosas por mí. De que su hija se tiró un año follándose a otra no dice nada. Ni de que mientras yo hacía solo la mudanza a la casa a la que nos íbamos juntos, su hija metía lengua, por tercera vez, en el coño de una peruana. Ni de que hizo lo mismo el día de nuestro aniversario y mi cumpleaños que, por cierto, yo pasé solo. No, el problema no es que se haya tirado un año follándose a otra, no, el drama era que, por mi parte, había falta de cariño.

Los cojones.

Hay que ser puta e hijadeputa.

Y mala persona, además, para ir soltando mierdas así que, no sólo no son verdad, sino que, de hecho, cuentan la historia de una forma diametralmente opuesta a la realidad. Y hay que ser arrastrada, además, para hacerlo con una persona, yo, que, en todo momento, ha intentado protegerlas de las críticas.

Los buenos y nobles no tenemos lugar en este mundo ya. Aquí sólo prosperan los hijos de puta que hacen del engaño una herramienta para quedar bien y prosperar, aunque tengan el corazón negro y podrido de mierda.

Al final, uno no conoce del todo a las personas hasta que se distancia de ellas y, entonces, es cuando te das cuenta de lo imbécil que has sido.
 
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Situación: miércoles noche en una bar cualquiera. Hemos quedado amigos de toda la vida que no nos veíamos desde antes de la pandemia. Yo llego tarde, me han entretenido en el trabajo. Jijís y jajás a tutiplen. Nos despedimos y acompaño a uno de ellos a casa. Hace tiempo que no coincidimos. Conversación instrascendente por el camino hasta que abre el cajón de mierda. El otro día quedó con mi exsuegra. Somos todos de una asociación que sigue haciendo lotería de Navidad y tenía que recogerla en casa de ella que es quien la gestiona. El encuentro, según me dice, fueron apenas 15 minutos. Eso sí, 15 minutos en los que me pone a mí, que soy el amigo del muchacho, de vuelta y media. Que si la relación estaba desgastada, que si ya no había cariño por mi parte,m que si soy muy mío. De que su hija se tiró un año follándose a otra no dice nada. Ni de que mientras yo hacía solo la mudanza a la casa a la que nos íbamos juntos, su hija metía lengua, por tercera vez, en el coño de una peruana. Ni de que hizo lo mismo el día de nuestro aniversario y mi cumpleaños que, por cierto, yo pasé solo. No, el problema no es que se haya tirando un año follándose a otra, no, el drama era que, por mi parte, había falta de cariño.

Los cojones.

Hay que ser puta e hijadeputa. Y mala persona, además, para ir soltando mierdas así que, no sólo no son verdad, sino que, además, cuentanb la historia de una forma diametralmente opuesta. Y hay que ser arrastrada, además, para hacerlo, además, con una persona, yo, que, en todo momento, ha intentado protegerlas de las críticas.

Los buenos y nobles no tenemos lugar en este mundo ya. Aquí sólo prosperan los hijos de puta que hacen del engaña una herramienta para quedar bien y prosperar, aunque tengan el corazón negro y podrido de mierda.

Al final, uno no conoce del todo a las personas hasta que te distancia de ellas y, entonces, te das cuenta de lo imbécil que has sido.
No te hagas mala sangre, una madre va a defender a su hija aunque sea Maje, van a amoldar la realidad a lo que les resulta más cómodo. ¿Cuántas madres has conocido que digan que sus hijas son un zorrón milenario? Pues eso.

Cuando empieces a verlo como una etapa pasada de tu vida, mejor. Es inevitable que haya gente que piense y hable mal de nosotros, aunque sea sin razón, el ser humano es así de tramposo y miserable.
A tus cosas y tus planes
 
No la respondas.


Que alguien banee a este desgraciado.


Y al amigo peludo, no hay palabras para paliar su enfado y dolor. Así somos los seres humanos, así son las mujeres.

Recuerdo a nuestro amigo pana @ignaciofdez decir que su suegro le quería tela, y que decía que era un santo por aguantar a su hija, que bastante ha hecho. Pero es que así son las mujeres, si para los actos propios siempre tienen forma de echar la culpa a otro, imagina si la persona es su hija

Un bratso, Spawni
 
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No es por madre, es por mujer.

Si un tío le cuenta a otro que ha engañado a su pareja y él la conoce, le dice "pero qué haces, hijo de puta, cuenta a ver".

Si una tía le cuenta a otra que ha engañado a su pareja y ella la conoce, le dice "qué te había hecho? Cuenta a ver".

Sobre lo de que no queda sitio para las personas nobles, probablemente no eres tan bueno como crees de ti mismo, nadie lo es. Yo pensaba igual y necesité ayuda para verlo. Pero que las decepciones con los demás no enturbien tu conciencia ni tus ganas de obrar honradamente.
 
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De que su hija se tiró un año follándose a otra no dice nada. Ni de que mientras yo hacía solo la mudanza a la casa a la que nos íbamos juntos, su hija metía lengua, por tercera vez, en el coño de una peruana. Ni de que hizo lo mismo el día de nuestro aniversario y mi cumpleaños que, por cierto, yo pasé solo. No, el problema no es que se haya tirado un año follándose a otra, no, el drama era que, por mi parte, había falta de cariño.
Pero eso lo saben? Deberías hacérselo saber, que le duela ver que su princesa es una arpía perversa que invocaba a Satanás haciendo tijeras mientras tú en tu cumpleaños estabas así

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Si un día te la cruzas por la calle, pasa de largo sin mirarle, y cuando la hayas rebasado métele una patada con todas tus ganas en toda la puta espalda a ver si la dejas pentapléjica, que no pueda ni mover los ojos, la hija de la grandísima puta.
 
¿Y NO SE TE HA OCURRIDO PENSAR, EGOISTA DE LOS COJONES, QUE SI YO ME BUSCABA OTRAS COMPAÑIAS ES PORQUE ME SENTIA ABANDONADA Y SOLA? ¿NO SE TE HA PASADO NUNCA POR LA CABEZA PENSAR UN POQUITO EN OTRO QUE NO SEAS TÚ?
 
Situación: miércoles noche en una bar cualquiera.

Hemos quedado amigos de toda la vida que no nos veíamos desde antes de la pandemia. Yo llego tarde, me han entretenido en el trabajo. Jijís y jajás a tutiplén. Nos despedimos y acompaño a uno de ellos a casa. Hace tiempo que no coincidimos. Conversación instrascendente por el camino hasta que abre el cajón de mierda. El otro día quedó con mi exsuegra. Somos todos de una asociación que sigue haciendo lotería de Navidad y tenía que recogerla en casa de ella, que es quien la gestiona. El encuentro, según me dice, fueron apenas 15 minutos. Eso sí, 15 minutos en los que me pone a mí, que soy el amigo del muchacho, de vuelta y media. Que si la relación estaba desgastada, que si ya no había cariño por mi parte, que si soy muy mío, que si ha sacrificado muchas cosas por mí. De que su hija se tiró un año follándose a otra no dice nada. Ni de que mientras yo hacía solo la mudanza a la casa a la que nos íbamos juntos, su hija metía lengua, por tercera vez, en el coño de una peruana. Ni de que hizo lo mismo el día de nuestro aniversario y mi cumpleaños que, por cierto, yo pasé solo. No, el problema no es que se haya tirado un año follándose a otra, no, el drama era que, por mi parte, había falta de cariño.

Los cojones.

Hay que ser puta e hijadeputa.

Y mala persona, además, para ir soltando mierdas así que, no sólo no son verdad, sino que, de hecho, cuentan la historia de una forma diametralmente opuesta a la realidad. Y hay que ser arrastrada, además, para hacerlo con una persona, yo, que, en todo momento, ha intentado protegerlas de las críticas.

Los buenos y nobles no tenemos lugar en este mundo ya. Aquí sólo prosperan los hijos de puta que hacen del engaño una herramienta para quedar bien y prosperar, aunque tengan el corazón negro y podrido de mierda.

Al final, uno no conoce del todo a las personas hasta que se distancia de ellas y, entonces, es cuando te das cuenta de lo imbécil que has sido.
Puta la madre. Puta la hija. Puta la peruana que la cobija.

Que no te extrañe que, un día, descubras que tu ex-suegro piensa parecido.
 
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Situación: miércoles noche en una bar cualquiera.

Hemos quedado amigos de toda la vida que no nos veíamos desde antes de la pandemia. Yo llego tarde, me han entretenido en el trabajo. Jijís y jajás a tutiplén. Nos despedimos y acompaño a uno de ellos a casa. Hace tiempo que no coincidimos. Conversación instrascendente por el camino hasta que abre el cajón de mierda. El otro día quedó con mi exsuegra. Somos todos de una asociación que sigue haciendo lotería de Navidad y tenía que recogerla en casa de ella, que es quien la gestiona. El encuentro, según me dice, fueron apenas 15 minutos. Eso sí, 15 minutos en los que me pone a mí, que soy el amigo del muchacho, de vuelta y media. Que si la relación estaba desgastada, que si ya no había cariño por mi parte, que si soy muy mío, que si ha sacrificado muchas cosas por mí. De que su hija se tiró un año follándose a otra no dice nada. Ni de que mientras yo hacía solo la mudanza a la casa a la que nos íbamos juntos, su hija metía lengua, por tercera vez, en el coño de una peruana. Ni de que hizo lo mismo el día de nuestro aniversario y mi cumpleaños que, por cierto, yo pasé solo. No, el problema no es que se haya tirado un año follándose a otra, no, el drama era que, por mi parte, había falta de cariño.

Los cojones.

Hay que ser puta e hijadeputa.

Y mala persona, además, para ir soltando mierdas así que, no sólo no son verdad, sino que, de hecho, cuentan la historia de una forma diametralmente opuesta a la realidad. Y hay que ser arrastrada, además, para hacerlo con una persona, yo, que, en todo momento, ha intentado protegerlas de las críticas.

Los buenos y nobles no tenemos lugar en este mundo ya. Aquí sólo prosperan los hijos de puta que hacen del engaño una herramienta para quedar bien y prosperar, aunque tengan el corazón negro y podrido de mierda.

Al final, uno no conoce del todo a las personas hasta que se distancia de ellas y, entonces, es cuando te das cuenta de lo imbécil que has sido.
Tan cruel como real...ahora piense ustec en todos los polvos que has perdido haciendo el "luto " por esa mala puta
 
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Si un día te la cruzas por la calle, pasa de largo sin mirarle, y cuando la hayas rebasado métele una patada con todas tus ganas en toda la puta espalda a ver si la dejas pentapléjica, que no pueda ni mover los ojos, la hija de la grandísima puta.

Esto es ilegal.
 
Me pregunto a cuántas tías no se habrá follado esta semana.
 
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