Cuando todo empieza de cero

  • Iniciador del tema Iniciador del tema Spawner
  • Fecha de inicio Fecha de inicio
Pues, a ver.

A esta chica la conocí en una travesía. Un día me preguntó que qué hacía un miércoles, le dije ir a remar y se apuntó. Desde entonces, más o menos, bastante conversación por WhatsApp y algo en persona, pero poco más hasta el sábado pasado que me dijo de ir al Festival de Prado Llano. Yo no tenía muchas ganas porque el viernes bajé a la playa y me quedé allí a dormir para que me recogieran e ir a Balanegra a una competición. Cuando llegué, estaba muerto, pero me acerqué.

Esa noche bien, yo pensaba que ella quería algo, pero no daba pie a nada. De hecho, repetía mucho que ella la primera noche nada. Yo intuí por ahí alguna cosa rara, rollo pasa triste. Así que la acompañé a la furgo [una de estas camperizadas] con la esperanza de que me invitase a quedarme y no tener que bajar a las 4 en moto con el frío que hacía. No lo hizo, pero me pidió que la besara y patatín. Pues vale.

Al día siguiente me dice de ir a nadar. Vamos. Todo bien. Me propone ir al cine con una amiga a ver una de Santiago Segura. Le digo que no me apetece mucho, vaya ella y se divierta y que ya quedaremos durante la semana. Yo empezaba a oler que la chica iba a ser apretada, lo cual no está mal, si acepta límites. Así que no fui al cine y me fui a tomar algo solo, porque me apetecía no estar con nadie después de un fin de semana tan saturado de gente.

Durante la semana, más o menos bien, nos vemos a ratos sueltos y bien. Parece que todo marcha bien, ésa era mi impresión. El viernes me llama al medio día, para tomar algo. Yo estaba haciendo la compra, pero le dije que si se espera, OK. No podía, no pasa nada, nadamos esta tarde y ya le advertí que tenía que ver a un amigo que se iba a Italia, que estaría poco y que nos podíamos ver a eso de las 10. Al final no, porque queda con unos amigos para cenar, me invita a ir, pero le digo que estaré en la otra punta de Granada, que no sé si llegaré y que, si está con sus amigos, pues mejor que esté bien y ya nos vemos al día siguiente. Me daba mucho reparo aparecer por allí y ser el centro de atención.

Ayer salí con la bici. Quiero hacer la Alpujarra Magna con un colega que no está entrenando y me lo llevé a hacer bici. Luego me cogí la moto para ir a un pueblo a tomar por culo de Granada y estar con el equipo que está de competición. Todo bien, todo genial. Salvo que me dice que, a veces, me quedo pensando mirando al infinito, en mis cosas, y que eso no le gusta porque parece que no estoy allí. Le digo que eso va con mi forma de ser, pero que, si estoy abrazado a alguien que me gusta, es que no necesito más. Parece que lo entiende, pero no, que prefiere que le hable.

Almorzamos, y todo rueda bien.

Nos vamos a su casa, a que saque al perro, y, de ahí, a nadar.

Dejo la moto en su casa y me dice que lleve yo su coche. Le advierto que llevo un año sin conducir, que por mí no hay problema, pero que estoy un poco oxidado. Dice que prefiere eso a conducir, sin embargo, no para de corregirme, de decir cuándo tengo que cambiar de marcha. Le pregunto que a qué revoluciones, me dice que no lo sabe, que por sonido, yo le digo que aún no conozco su coche, así que me fijo en cuando me dice que cambie, a 2500, y con ese número me quedo que, para ser un gasolina, me parece muy poco, pero bueno.

Llegamos y nadamos, todo bien. Hemos coincidido con más gente, nos vamos de cena, todo bien. Que está muy a gusto. Fantástico.

En mitad de la cena, me llaman. Me hicieron una entrevista y me mandan el borrador, que si le puedo echar un vistazo rápido y dar el OK. Ni la leo, digo que sí a todo y que la publiquen. No he mirado el móvil en todo el día, que está lleno de mensajes, y apenas tardo 5 minutos. Al llegar, me dice que, hombre, si estoy con ella, deje el móvil, que, si no, parece que no estoy con ella.

Malo.

Vuelvo a conducir a la vuelta, yo no he bebido, ella sí. Esta vez, no me corrige nada.

Llegamos a la casa, sacamos al perro, nos tumbamos en el sofá.

Yo estoy un pelín tenso. Tengo ganas de follar, pero ha habido cosas que me han hecho saltar las alarmas. Me pregunta si me iré pronto, le digo que no lo sé, que me han dicho de salir en bici, pero que no he contestado nada, que no tengo prisa, que la prioridad es ella. Estamos tumbados y estoy cómodo. Yo soy muy analítico, me gusta mucho ver las cosas que tiene la gente en su casa y por qué las tiene y, como me desconcertó que el sábado pasado me hiciera subir para nada, estoy a la espera de ver si pasa algo para dar el primer paso. Total, son las 11, no hay prisa. De repente, estando, al menos yo, tan a gusto, sin prisas ni hostias, me dice que si ése es mi rollo, que ella no lo quiere, que está muy bien preguntar cosas, pero que ella quiere otra cosa. Oye, eso me lo dices con gracia, y hasta me río y te quito la ropa a bocados, pero me lo suelta enfadada, diciéndome que ahí tengo la puerta. Yo no sé qué coño está pasando e intento transmitírselo. De repente noto algo de victimización. Frases tipo yo soy tonta y mierdas así. Le digo que no llevamos ni una semana y que si, de verdad, vamos a tener una discusión por algo así. Me saturo y le digo que, oye, quizá lo mejor sea que me vaya y lo hablemos hoy con calma. Me dice que si hago eso no quiere verme más, que las cosas se arreglan juntos. Yo flipo con tener una conversación más propia de una pareja en ruinas que de dos personas que empiezan a conocerse.

La cosa, más o menos, se calma. Empieza a besarme. Empezamos a enrollarnos. Me pregunta si soy fiel, le digo que sí. Me dice que a ella le cuesta tener sexo, le digo que ya somos dos, que no se preocupe por eso, que poco a poco. Aún así, empezamos. Se acerca mucho. Que le da vergüenza, que, por cosas, no le gusta que la vean desnuda. Yo flipo mucho porque los bikinis que llevan son mínimos, pero empezamos y todo parece ir bien. Me dice que le diga cosas, que necesita que le hable todo el rato. Yo ahí huelo tara importante y no sé bien qué coño decir, pero, bueno, hago lo que puedo.

Vamos a la cama. Seguimos y todo bien. De repente, me dice que me quite el reloj. Pienso que es una de esas cosas que se dicen en plan, para que estés más cómodo. Le digo que no pasa nada, que así estoy bien. Pero insiste. Le digo que se relaje, que qué más dará. Empieza a quitármelo ella. La paro. Tía, te he dicho que lo dejes, no me gusta quitarme el reloj, qué más dará. Me dice que le corta el rollo, que si no me quito el reloj, no hay sexo, aunque está cachonda.

A mí este chantaje estúpido me toca los cojones. A fin de cuentas, no me conoces de nada, no eres nadie para decirme lo que debo o no llevar. No hay motivo alguno para que un reloj estorbe. Se lo intento explicar con su piercing del ombligo o de la nariz. No atiende a razones, que no la quiero entender, que la solución es muy sencilla.

Le hago ver que el reloj tiene un valor sentimental importante y que no me gusta quitármelo sin motivo que lo justifique mucho. Ella dice que al no quitármelo la estoy despreciando. Yo le digo que, al centrarse sólo en el puto reloj, ella está haciendo lo mismo. Se enroca, se pone irónica en modo niña chica. Yo es que soy tonta, no me muestras cariño. Yo le digo que estoy saturando y que no quiero algo así. Ella me dice que discutir es bueno. Yo le contesto que no siempre y que, desde luego, no así. Ella me dice que le gusto mucho, yo le digo que ella a mí también me gusta. Se queja de que no se lo digo, le respondo que no llevamos ni una semana y que, además, soy un puto rancio, que eso ya lo sabía.

La cosa se estanca, no avanza. Le pregunto que qué quiere que haga, si me voy o me quedo. Tampoco quiero que se sienta humillada ni usada ni hostias. Me dice que de ella sólo me interesa su cuerpo, le digo que, de ser así, habría intentado follármela desde el primer día y no lo he hecho, que, es más, hace 30' se estaba quejando de que no tratara de hacerlo.

La conversación se mueve en bucle. No avanzamos. Yo decido que eso no tiene sentido y le digo que creo que es mejor que me vaya.

Me visto, recojo mis cosas y me voy a por la moto.

Llego a mi casa, son las 5 de la mañana, desayuno y me pongo a ver Samaritan. No es una maravilla, pero no está mal. En fin, siempre nos quedará Sly.
 
Última edición:
Pues, a ver.

A esta chica la conocí en una travesía. Un día me preguntó que qué hacía un miércoles, le dije ir a remar y se apuntó. Desde entonces, más o menos, bastante conversación por WhatsApp y algo en persona, pero poco más hasta el sábado pasado que me dijo de ir al Festival de Prado Llano. Yo no tenía muchas ganas porque el viernes bajé a la playa y me quedé allí a dormir para que me recogieran e ir a Balanegra a una competición. Cuando llegué, estaba muerto, pero me acerqué.

Esa noche bien, yo pensaba que ella quería algo, pero no daba pie a nada. De hecho, repetía mucho que ella la primera noche nada. Yo intuí por ahí alguna cosa rara, rollo pasa triste. Así que la acompañé a la furgo [una de estas camperizadas] con la esperanza de que me invitase a quedarme y no tener que bajar a las 4 en moto con el frío que hacía. No lo hizo, pero me pidió que la besara y patatín. Pues vale.

Al día siguiente me dice de ir a nadar. Vamos. Todo bien. Me propone ir al cine con una amiga a ver una de Santiago Segura. Le digo que no me apetece mucho, vaya ella y se divierta y que ya quedaremos durante la semana. Yo empezaba a oler que la chica iba a ser apretada, lo cual no está mal, si acepta límites. Así que no fui al cine y me fui a tomar algo solo, porque me apetecía no estar con nadie después de un fin de semana tan saturado de gente.

Durante la semana, más o menos bien, nos vemos a ratos sueltos y bien. Parece que todo marcha bien, ésa era mi impresión. El viernes me llama al medio día, para tomar algo. Yo estaba haciendo la compra, pero le dije que si se espera, OK. No podía, no pasa nada, nadamos esta tarde y ya le advertí que tenía que ver a un amigo que se iba a Italia, que estaría poco y que nos podíamos ver a eso de las 10. Al final no, porque queda con unos amigos para cenar, me invita a ir, pero le digo que estaré en la otra punta de Granada, que no sé si llegaré y que, si está con sus amigos, pues mejor que esté bien y ya nos vemos al día siguiente. Me daba mucho reparo aparecer por allí y ser el centro de atención.

Ayer salí con la bici. Quiero hacer la Alpujarra Magna con un colega que no está entrenando y me lo llevé a hacer bici. Luego me cogí la moto para ir a un pueblo a tomar por culo de Granada y estar con el equipo que está de competición. Todo bien, todo genial. Salvo que me dice que, a veces, me quedo pensando mirando al infinito, en mis cosas, y que eso no le gusta porque parece que no estoy allí. Le digo que eso va con mi forma de ser, pero que, si estoy abrazado a alguien que me gusta, es que no necesito más. Parece que lo entiende, pero no, que prefiere que le hable.

Almorzamos, y todo rueda bien.

Nos vamos a su casa, a que saque al perro, y, de ahí, a nadar.

Dejo la moto en su casa y me dice que lleve yo su coche. Le advierto que llevo un año sin conducir, que por mí no hay problema, pero que estoy un poco oxidado. Dice que prefiere eso a conducir, sin embargo, no para de corregirme, de decir cuándo tengo que cambiar de marcha. Le pregunto que a qué revoluciones, me dice que no lo sabe, que por sonido, yo le digo que aún no conozco su coche, así que me fijo en cuando me dice que cambie, a 2500, y con ese número me quedo que, para ser un gasolina, me parece muy poco, pero bueno.

Llegamos y nadamos, todo bien. Hemos coincidido con más gente, nos vamos de cena, todo bien. Que está muy a gusto. Fantástico.

En mitad de la cena, me llaman. Me hicieron una entrevista y me mandan el borrador, que si le puedo echar un vistazo rápido y dar el OK. Ni la leo, digo que sí a todo y que la publiquen. No he mirado el móvil en todo el día, que está lleno de mensajes, y apenas tardo 5 minutos. Al llegar, me dice que, hombre, si estoy con ella, deje el móvil, que, si no, parece que no estoy con ella.

Malo.

Vuelvo a conducir a la vuelta, yo no he bebido, ella sí. Esta vez, no me corrige nada.

Llegamos a la casa, sacamos al perro, nos tumbamos en el sofá.

Yo estoy un pelín tenso. Tengo ganas de follar, pero ha habido cosas que me han hecho saltar las alarmas. Me pregunta si me iré pronto, le digo que no lo sé, que me han dicho de salir en bici, pero que no he contestado nada, que no tengo prisa, que la prioridad es ella. Estamos tumbados y estoy cómodo. Yo soy muy analítico, me gusta mucho ver las cosas que tiene la gente en su casa y por qué las tiene y, como me desconcertó que el sábado pasado me hiciera subir para nada, estoy a la espera de ver si pasa algo para dar el primer paso. Total, son las 11, no hay prisa. De repente, estando, al menos yo, tan a gusto, sin prisas ni hostias, me dice que si ése es mi rollo, que ella no lo quiere, que está muy bien preguntar cosas, pero que ella quiere otra cosa. Oye, eso me lo dices con gracia, y hasta me río y te quito la ropa a bocados, pero me lo suelta enfadada, diciéndome que ahí tengo la puerta. Yo no sé qué coño está pasando e intento transmitírselo. De repente noto algo de victimización. Frases tipo yo soy tonta y mierdas así. Le digo que no llevamos ni una semana y que si, de verdad, vamos a tener una discusión por algo así. Me saturo y le digo que, oye, quizá lo mejor sea que me vaya y lo hablemos hoy con calma. Me dice que si hago eso no quiere verme más, que las cosas se arreglan juntos. Yo flipo con tener una conversación más propia de una pareja en ruinas que de dos personas que empiezan a conocerse.

La cosa, más o menos, se calma. Empieza a besarme. Empezamos a enrollarnos. Me pregunta si soy fiel, le digo que sí. Me dice que a ella le cuesta tener sexo, le digo que ya somos dos, que no se preocupe por eso, que poco a poco. Aún así, empezamos. Se acerca mucho. Que le da vergüenza, que, por cosas, no le gusta que la vean desnuda. Yo flipo mucho porque los bikinis que llevan son mínimos, pero empezamos y todo parece ir bien. Me dice que le diga cosas, que necesita que le hable todo el rato. Yo ahí huelo tara importante y no sé bien qué coño decir, pero, bueno, hago lo que puedo.

Vamos a la cama. Seguimos y todo bien. De repente, me dice que me quite el reloj. Pienso que es una de esas cosas que se dicen en plan, para que estés más cómodo. Le digo que no pasa nada, que así estoy bien. Pero insiste. Le digo que se relaje, que qué más dará. Empieza a quitármelo ella. La paro. Tía, te he dicho que lo dejes, no me gusta quitarme el reloj, qué más dará. Me dice que le corta el rollo, que si no me quito el reloj, no hay sexo, aunque está cachonda.

A mí este chantaje estúpido me toca los cojones. A fin de cuentas, no me conoces de nada, no eres nadie para decirme lo que debo o no llevar. No hay motivo alguno para que un reloj estorbe. Se lo intento explicar con su piercing del ombligo o de la nariz. No atiende a razones, que no la quiero entender, que la solución es muy sencilla.

Le hago ver que el reloj tiene un valor sentimental importante y que no me gusta quitármelo sin motivo que lo justifique mucho. Ella dice que al no quitármelo la estoy despreciando. Yo le digo que, al centrarse sólo en el puto reloj, ella está haciendo lo mismo. Se enroca, se pone irónica en modo niña chica. Yo es que soy tonta, no me muestras cariño. Yo le digo que estoy saturando y que no quiero algo así. Ella me dice que discutir es bueno. Yo le contesto que no siempre y que, desde luego, no así. Ella me dice que le gusto mucho, yo le digo que ella a mí también me gusta. Se queja de que no se lo digo, le respondo que no llevamos ni una semana y que, además, soy un puto rancio, que eso ya lo sabía.

La cosa se estanca, no avanza. Le pregunto que qué quiere que haga, si me voy o me quedo. Tampoco quiero que se sienta humillada ni usada ni hostias. Me dice que de ella sólo me interesa su cuerpo, le digo que, de ser así, habría intentado follármela desde el primer día y no lo he hecho, que, es más, hace 30' se estaba quejando de que no tratara de hacerlo.

La conversación se mueve en bucle. No avanzamos. Yo decido que eso no tiene sentido y le digo que creo que es mejor que me vaya.

Me visto, recojo mis cosas y me voy a por la moto.

Llego a mi casa, son las 5 de la mañana, desayuno y me pongo a ver Samaritan. No e suna maravilla, pero no está mal. En fin, siempre nos quedará Sly.

Eres un jodido y patetico betazo.el nivel de verguenza ajena que da leer esa parrafada es antologico. A cada frase te hundes mas y mas en la mierda, es indigno.
Esa localcoño te la va a liar y la verdad, es lo que mereces
 
Última edición:
Pues, a ver.

A esta chica la conocí en una travesía. Un día me preguntó que qué hacía un miércoles, le dije ir a remar y se apuntó. Desde entonces, más o menos, bastante conversación por WhatsApp y algo en persona, pero poco más hasta el sábado pasado que me dijo de ir al Festival de Prado Llano. Yo no tenía muchas ganas porque el viernes bajé a la playa y me quedé allí a dormir para que me recogieran e ir a Balanegra a una competición. Cuando llegué, estaba muerto, pero me acerqué.

Esa noche bien, yo pensaba que ella quería algo, pero no daba pie a nada. De hecho, repetía mucho que ella la primera noche nada. Yo intuí por ahí alguna cosa rara, rollo pasa triste. Así que la acompañé a la furgo [una de estas camperizadas] con la esperanza de que me invitase a quedarme y no tener que bajar a las 4 en moto con el frío que hacía. No lo hizo, pero me pidió que la besara y patatín. Pues vale.

Al día siguiente me dice de ir a nadar. Vamos. Todo bien. Me propone ir al cine con una amiga a ver una de Santiago Segura. Le digo que no me apetece mucho, vaya ella y se divierta y que ya quedaremos durante la semana. Yo empezaba a oler que la chica iba a ser apretada, lo cual no está mal, si acepta límites. Así que no fui al cine y me fui a tomar algo solo, porque me apetecía no estar con nadie después de un fin de semana tan saturado de gente.

Durante la semana, más o menos bien, nos vemos a ratos sueltos y bien. Parece que todo marcha bien, ésa era mi impresión. El viernes me llama al medio día, para tomar algo. Yo estaba haciendo la compra, pero le dije que si se espera, OK. No podía, no pasa nada, nadamos esta tarde y ya le advertí que tenía que ver a un amigo que se iba a Italia, que estaría poco y que nos podíamos ver a eso de las 10. Al final no, porque queda con unos amigos para cenar, me invita a ir, pero le digo que estaré en la otra punta de Granada, que no sé si llegaré y que, si está con sus amigos, pues mejor que esté bien y ya nos vemos al día siguiente. Me daba mucho reparo aparecer por allí y ser el centro de atención.

Ayer salí con la bici. Quiero hacer la Alpujarra Magna con un colega que no está entrenando y me lo llevé a hacer bici. Luego me cogí la moto para ir a un pueblo a tomar por culo de Granada y estar con el equipo que está de competición. Todo bien, todo genial. Salvo que me dice que, a veces, me quedo pensando mirando al infinito, en mis cosas, y que eso no le gusta porque parece que no estoy allí. Le digo que eso va con mi forma de ser, pero que, si estoy abrazado a alguien que me gusta, es que no necesito más. Parece que lo entiende, pero no, que prefiere que le hable.

Almorzamos, y todo rueda bien.

Nos vamos a su casa, a que saque al perro, y, de ahí, a nadar.

Dejo la moto en su casa y me dice que lleve yo su coche. Le advierto que llevo un año sin conducir, que por mí no hay problema, pero que estoy un poco oxidado. Dice que prefiere eso a conducir, sin embargo, no para de corregirme, de decir cuándo tengo que cambiar de marcha. Le pregunto que a qué revoluciones, me dice que no lo sabe, que por sonido, yo le digo que aún no conozco su coche, así que me fijo en cuando me dice que cambie, a 2500, y con ese número me quedo que, para ser un gasolina, me parece muy poco, pero bueno.

Llegamos y nadamos, todo bien. Hemos coincidido con más gente, nos vamos de cena, todo bien. Que está muy a gusto. Fantástico.

En mitad de la cena, me llaman. Me hicieron una entrevista y me mandan el borrador, que si le puedo echar un vistazo rápido y dar el OK. Ni la leo, digo que sí a todo y que la publiquen. No he mirado el móvil en todo el día, que está lleno de mensajes, y apenas tardo 5 minutos. Al llegar, me dice que, hombre, si estoy con ella, deje el móvil, que, si no, parece que no estoy con ella.

Malo.

Vuelvo a conducir a la vuelta, yo no he bebido, ella sí. Esta vez, no me corrige nada.

Llegamos a la casa, sacamos al perro, nos tumbamos en el sofá.

Yo estoy un pelín tenso. Tengo ganas de follar, pero ha habido cosas que me han hecho saltar las alarmas. Me pregunta si me iré pronto, le digo que no lo sé, que me han dicho de salir en bici, pero que no he contestado nada, que no tengo prisa, que la prioridad es ella. Estamos tumbados y estoy cómodo. Yo soy muy analítico, me gusta mucho ver las cosas que tiene la gente en su casa y por qué las tiene y, como me desconcertó que el sábado pasado me hiciera subir para nada, estoy a la espera de ver si pasa algo para dar el primer paso. Total, son las 11, no hay prisa. De repente, estando, al menos yo, tan a gusto, sin prisas ni hostias, me dice que si ése es mi rollo, que ella no lo quiere, que está muy bien preguntar cosas, pero que ella quiere otra cosa. Oye, eso me lo dices con gracia, y hasta me río y te quito la ropa a bocados, pero me lo suelta enfadada, diciéndome que ahí tengo la puerta. Yo no sé qué coño está pasando e intento transmitírselo. De repente noto algo de victimización. Frases tipo yo soy tonta y mierdas así. Le digo que no llevamos ni una semana y que si, de verdad, vamos a tener una discusión por algo así. Me saturo y le digo que, oye, quizá lo mejor sea que me vaya y lo hablemos hoy con calma. Me dice que si hago eso no quiere verme más, que las cosas se arreglan juntos. Yo flipo con tener una conversación más propia de una pareja en ruinas que de dos personas que empiezan a conocerse.

La cosa, más o menos, se calma. Empieza a besarme. Empezamos a enrollarnos. Me pregunta si soy fiel, le digo que sí. Me dice que a ella le cuesta tener sexo, le digo que ya somos dos, que no se preocupe por eso, que poco a poco. Aún así, empezamos. Se acerca mucho. Que le da vergüenza, que, por cosas, no le gusta que la vean desnuda. Yo flipo mucho porque los bikinis que llevan son mínimos, pero empezamos y todo parece ir bien. Me dice que le diga cosas, que necesita que le hable todo el rato. Yo ahí huelo tara importante y no sé bien qué coño decir, pero, bueno, hago lo que puedo.

Vamos a la cama. Seguimos y todo bien. De repente, me dice que me quite el reloj. Pienso que es una de esas cosas que se dicen en plan, para que estés más cómodo. Le digo que no pasa nada, que así estoy bien. Pero insiste. Le digo que se relaje, que qué más dará. Empieza a quitármelo ella. La paro. Tía, te he dicho que lo dejes, no me gusta quitarme el reloj, qué más dará. Me dice que le corta el rollo, que si no me quito el reloj, no hay sexo, aunque está cachonda.

A mí este chantaje estúpido me toca los cojones. A fin de cuentas, no me conoces de nada, no eres nadie para decirme lo que debo o no llevar. No hay motivo alguno para que un reloj estorbe. Se lo intento explicar con su piercing del ombligo o de la nariz. No atiende a razones, que no la quiero entender, que la solución es muy sencilla.

Le hago ver que el reloj tiene un valor sentimental importante y que no me gusta quitármelo sin motivo que lo justifique mucho. Ella dice que al no quitármelo la estoy despreciando. Yo le digo que, al centrarse sólo en el puto reloj, ella está haciendo lo mismo. Se enroca, se pone irónica en modo niña chica. Yo es que soy tonta, no me muestras cariño. Yo le digo que estoy saturando y que no quiero algo así. Ella me dice que discutir es bueno. Yo le contesto que no siempre y que, desde luego, no así. Ella me dice que le gusto mucho, yo le digo que ella a mí también me gusta. Se queja de que no se lo digo, le respondo que no llevamos ni una semana y que, además, soy un puto rancio, que eso ya lo sabía.

La cosa se estanca, no avanza. Le pregunto que qué quiere que haga, si me voy o me quedo. Tampoco quiero que se sienta humillada ni usada ni hostias. Me dice que de ella sólo me interesa su cuerpo, le digo que, de ser así, habría intentado follármela desde el primer día y no lo he hecho, que, es más, hace 30' se estaba quejando de que no tratara de hacerlo.

La conversación se mueve en bucle. No avanzamos. Yo decido que eso no tiene sentido y le digo que creo que es mejor que me vaya.

Me visto, recojo mis cosas y me voy a por la moto.

Llego a mi casa, son las 5 de la mañana, desayuno y me pongo a ver Samaritan. No es una maravilla, pero no está mal. En fin, siempre nos quedará Sly.
Vaya una zumbada de mierda. "Discutir es bueno". Me da la sensación de que aún no te ha dicho la última palabra. Qué pereza de tía, me agota sólo el relato, no me puedo imaginar una noche así.
 
Pues, a ver.

A esta chica la conocí en una travesía. Un día me preguntó que qué hacía un miércoles, le dije ir a remar y se apuntó. Desde entonces, más o menos, bastante conversación por WhatsApp y algo en persona, pero poco más hasta el sábado pasado que me dijo de ir al Festival de Prado Llano. Yo no tenía muchas ganas porque el viernes bajé a la playa y me quedé allí a dormir para que me recogieran e ir a Balanegra a una competición. Cuando llegué, estaba muerto, pero me acerqué.

Esa noche bien, yo pensaba que ella quería algo, pero no daba pie a nada. De hecho, repetía mucho que ella la primera noche nada. Yo intuí por ahí alguna cosa rara, rollo pasa triste. Así que la acompañé a la furgo [una de estas camperizadas] con la esperanza de que me invitase a quedarme y no tener que bajar a las 4 en moto con el frío que hacía. No lo hizo, pero me pidió que la besara y patatín. Pues vale.

Al día siguiente me dice de ir a nadar. Vamos. Todo bien. Me propone ir al cine con una amiga a ver una de Santiago Segura. Le digo que no me apetece mucho, vaya ella y se divierta y que ya quedaremos durante la semana. Yo empezaba a oler que la chica iba a ser apretada, lo cual no está mal, si acepta límites. Así que no fui al cine y me fui a tomar algo solo, porque me apetecía no estar con nadie después de un fin de semana tan saturado de gente.

Durante la semana, más o menos bien, nos vemos a ratos sueltos y bien. Parece que todo marcha bien, ésa era mi impresión. El viernes me llama al medio día, para tomar algo. Yo estaba haciendo la compra, pero le dije que si se espera, OK. No podía, no pasa nada, nadamos esta tarde y ya le advertí que tenía que ver a un amigo que se iba a Italia, que estaría poco y que nos podíamos ver a eso de las 10. Al final no, porque queda con unos amigos para cenar, me invita a ir, pero le digo que estaré en la otra punta de Granada, que no sé si llegaré y que, si está con sus amigos, pues mejor que esté bien y ya nos vemos al día siguiente. Me daba mucho reparo aparecer por allí y ser el centro de atención.

Ayer salí con la bici. Quiero hacer la Alpujarra Magna con un colega que no está entrenando y me lo llevé a hacer bici. Luego me cogí la moto para ir a un pueblo a tomar por culo de Granada y estar con el equipo que está de competición. Todo bien, todo genial. Salvo que me dice que, a veces, me quedo pensando mirando al infinito, en mis cosas, y que eso no le gusta porque parece que no estoy allí. Le digo que eso va con mi forma de ser, pero que, si estoy abrazado a alguien que me gusta, es que no necesito más. Parece que lo entiende, pero no, que prefiere que le hable.

Almorzamos, y todo rueda bien.

Nos vamos a su casa, a que saque al perro, y, de ahí, a nadar.

Dejo la moto en su casa y me dice que lleve yo su coche. Le advierto que llevo un año sin conducir, que por mí no hay problema, pero que estoy un poco oxidado. Dice que prefiere eso a conducir, sin embargo, no para de corregirme, de decir cuándo tengo que cambiar de marcha. Le pregunto que a qué revoluciones, me dice que no lo sabe, que por sonido, yo le digo que aún no conozco su coche, así que me fijo en cuando me dice que cambie, a 2500, y con ese número me quedo que, para ser un gasolina, me parece muy poco, pero bueno.

Llegamos y nadamos, todo bien. Hemos coincidido con más gente, nos vamos de cena, todo bien. Que está muy a gusto. Fantástico.

En mitad de la cena, me llaman. Me hicieron una entrevista y me mandan el borrador, que si le puedo echar un vistazo rápido y dar el OK. Ni la leo, digo que sí a todo y que la publiquen. No he mirado el móvil en todo el día, que está lleno de mensajes, y apenas tardo 5 minutos. Al llegar, me dice que, hombre, si estoy con ella, deje el móvil, que, si no, parece que no estoy con ella.

Malo.

Vuelvo a conducir a la vuelta, yo no he bebido, ella sí. Esta vez, no me corrige nada.

Llegamos a la casa, sacamos al perro, nos tumbamos en el sofá.

Yo estoy un pelín tenso. Tengo ganas de follar, pero ha habido cosas que me han hecho saltar las alarmas. Me pregunta si me iré pronto, le digo que no lo sé, que me han dicho de salir en bici, pero que no he contestado nada, que no tengo prisa, que la prioridad es ella. Estamos tumbados y estoy cómodo. Yo soy muy analítico, me gusta mucho ver las cosas que tiene la gente en su casa y por qué las tiene y, como me desconcertó que el sábado pasado me hiciera subir para nada, estoy a la espera de ver si pasa algo para dar el primer paso. Total, son las 11, no hay prisa. De repente, estando, al menos yo, tan a gusto, sin prisas ni hostias, me dice que si ése es mi rollo, que ella no lo quiere, que está muy bien preguntar cosas, pero que ella quiere otra cosa. Oye, eso me lo dices con gracia, y hasta me río y te quito la ropa a bocados, pero me lo suelta enfadada, diciéndome que ahí tengo la puerta. Yo no sé qué coño está pasando e intento transmitírselo. De repente noto algo de victimización. Frases tipo yo soy tonta y mierdas así. Le digo que no llevamos ni una semana y que si, de verdad, vamos a tener una discusión por algo así. Me saturo y le digo que, oye, quizá lo mejor sea que me vaya y lo hablemos hoy con calma. Me dice que si hago eso no quiere verme más, que las cosas se arreglan juntos. Yo flipo con tener una conversación más propia de una pareja en ruinas que de dos personas que empiezan a conocerse.

La cosa, más o menos, se calma. Empieza a besarme. Empezamos a enrollarnos. Me pregunta si soy fiel, le digo que sí. Me dice que a ella le cuesta tener sexo, le digo que ya somos dos, que no se preocupe por eso, que poco a poco. Aún así, empezamos. Se acerca mucho. Que le da vergüenza, que, por cosas, no le gusta que la vean desnuda. Yo flipo mucho porque los bikinis que llevan son mínimos, pero empezamos y todo parece ir bien. Me dice que le diga cosas, que necesita que le hable todo el rato. Yo ahí huelo tara importante y no sé bien qué coño decir, pero, bueno, hago lo que puedo.

Vamos a la cama. Seguimos y todo bien. De repente, me dice que me quite el reloj. Pienso que es una de esas cosas que se dicen en plan, para que estés más cómodo. Le digo que no pasa nada, que así estoy bien. Pero insiste. Le digo que se relaje, que qué más dará. Empieza a quitármelo ella. La paro. Tía, te he dicho que lo dejes, no me gusta quitarme el reloj, qué más dará. Me dice que le corta el rollo, que si no me quito el reloj, no hay sexo, aunque está cachonda.

A mí este chantaje estúpido me toca los cojones. A fin de cuentas, no me conoces de nada, no eres nadie para decirme lo que debo o no llevar. No hay motivo alguno para que un reloj estorbe. Se lo intento explicar con su piercing del ombligo o de la nariz. No atiende a razones, que no la quiero entender, que la solución es muy sencilla.

Le hago ver que el reloj tiene un valor sentimental importante y que no me gusta quitármelo sin motivo que lo justifique mucho. Ella dice que al no quitármelo la estoy despreciando. Yo le digo que, al centrarse sólo en el puto reloj, ella está haciendo lo mismo. Se enroca, se pone irónica en modo niña chica. Yo es que soy tonta, no me muestras cariño. Yo le digo que estoy saturando y que no quiero algo así. Ella me dice que discutir es bueno. Yo le contesto que no siempre y que, desde luego, no así. Ella me dice que le gusto mucho, yo le digo que ella a mí también me gusta. Se queja de que no se lo digo, le respondo que no llevamos ni una semana y que, además, soy un puto rancio, que eso ya lo sabía.

La cosa se estanca, no avanza. Le pregunto que qué quiere que haga, si me voy o me quedo. Tampoco quiero que se sienta humillada ni usada ni hostias. Me dice que de ella sólo me interesa su cuerpo, le digo que, de ser así, habría intentado follármela desde el primer día y no lo he hecho, que, es más, hace 30' se estaba quejando de que no tratara de hacerlo.

La conversación se mueve en bucle. No avanzamos. Yo decido que eso no tiene sentido y le digo que creo que es mejor que me vaya.

Me visto, recojo mis cosas y me voy a por la moto.

Llego a mi casa, son las 5 de la mañana, desayuno y me pongo a ver Samaritan. No es una maravilla, pero no está mal. En fin, siempre nos quedará Sly.

Peaceful days are over.

Huye.
 
Última edición:
Pues, a ver.

A esta chica la conocí en una travesía. Un día me preguntó que qué hacía un miércoles, le dije ir a remar y se apuntó. Desde entonces, más o menos, bastante conversación por WhatsApp y algo en persona, pero poco más hasta el sábado pasado que me dijo de ir al Festival de Prado Llano. Yo no tenía muchas ganas porque el viernes bajé a la playa y me quedé allí a dormir para que me recogieran e ir a Balanegra a una competición. Cuando llegué, estaba muerto, pero me acerqué.

Esa noche bien, yo pensaba que ella quería algo, pero no daba pie a nada. De hecho, repetía mucho que ella la primera noche nada. Yo intuí por ahí alguna cosa rara, rollo pasa triste. Así que la acompañé a la furgo [una de estas camperizadas] con la esperanza de que me invitase a quedarme y no tener que bajar a las 4 en moto con el frío que hacía. No lo hizo, pero me pidió que la besara y patatín. Pues vale.

Al día siguiente me dice de ir a nadar. Vamos. Todo bien. Me propone ir al cine con una amiga a ver una de Santiago Segura. Le digo que no me apetece mucho, vaya ella y se divierta y que ya quedaremos durante la semana. Yo empezaba a oler que la chica iba a ser apretada, lo cual no está mal, si acepta límites. Así que no fui al cine y me fui a tomar algo solo, porque me apetecía no estar con nadie después de un fin de semana tan saturado de gente.

Durante la semana, más o menos bien, nos vemos a ratos sueltos y bien. Parece que todo marcha bien, ésa era mi impresión. El viernes me llama al medio día, para tomar algo. Yo estaba haciendo la compra, pero le dije que si se espera, OK. No podía, no pasa nada, nadamos esta tarde y ya le advertí que tenía que ver a un amigo que se iba a Italia, que estaría poco y que nos podíamos ver a eso de las 10. Al final no, porque queda con unos amigos para cenar, me invita a ir, pero le digo que estaré en la otra punta de Granada, que no sé si llegaré y que, si está con sus amigos, pues mejor que esté bien y ya nos vemos al día siguiente. Me daba mucho reparo aparecer por allí y ser el centro de atención.

Ayer salí con la bici. Quiero hacer la Alpujarra Magna con un colega que no está entrenando y me lo llevé a hacer bici. Luego me cogí la moto para ir a un pueblo a tomar por culo de Granada y estar con el equipo que está de competición. Todo bien, todo genial. Salvo que me dice que, a veces, me quedo pensando mirando al infinito, en mis cosas, y que eso no le gusta porque parece que no estoy allí. Le digo que eso va con mi forma de ser, pero que, si estoy abrazado a alguien que me gusta, es que no necesito más. Parece que lo entiende, pero no, que prefiere que le hable.

Almorzamos, y todo rueda bien.

Nos vamos a su casa, a que saque al perro, y, de ahí, a nadar.

Dejo la moto en su casa y me dice que lleve yo su coche. Le advierto que llevo un año sin conducir, que por mí no hay problema, pero que estoy un poco oxidado. Dice que prefiere eso a conducir, sin embargo, no para de corregirme, de decir cuándo tengo que cambiar de marcha. Le pregunto que a qué revoluciones, me dice que no lo sabe, que por sonido, yo le digo que aún no conozco su coche, así que me fijo en cuando me dice que cambie, a 2500, y con ese número me quedo que, para ser un gasolina, me parece muy poco, pero bueno.

Llegamos y nadamos, todo bien. Hemos coincidido con más gente, nos vamos de cena, todo bien. Que está muy a gusto. Fantástico.

En mitad de la cena, me llaman. Me hicieron una entrevista y me mandan el borrador, que si le puedo echar un vistazo rápido y dar el OK. Ni la leo, digo que sí a todo y que la publiquen. No he mirado el móvil en todo el día, que está lleno de mensajes, y apenas tardo 5 minutos. Al llegar, me dice que, hombre, si estoy con ella, deje el móvil, que, si no, parece que no estoy con ella.

Malo.

Vuelvo a conducir a la vuelta, yo no he bebido, ella sí. Esta vez, no me corrige nada.

Llegamos a la casa, sacamos al perro, nos tumbamos en el sofá.

Yo estoy un pelín tenso. Tengo ganas de follar, pero ha habido cosas que me han hecho saltar las alarmas. Me pregunta si me iré pronto, le digo que no lo sé, que me han dicho de salir en bici, pero que no he contestado nada, que no tengo prisa, que la prioridad es ella. Estamos tumbados y estoy cómodo. Yo soy muy analítico, me gusta mucho ver las cosas que tiene la gente en su casa y por qué las tiene y, como me desconcertó que el sábado pasado me hiciera subir para nada, estoy a la espera de ver si pasa algo para dar el primer paso. Total, son las 11, no hay prisa. De repente, estando, al menos yo, tan a gusto, sin prisas ni hostias, me dice que si ése es mi rollo, que ella no lo quiere, que está muy bien preguntar cosas, pero que ella quiere otra cosa. Oye, eso me lo dices con gracia, y hasta me río y te quito la ropa a bocados, pero me lo suelta enfadada, diciéndome que ahí tengo la puerta. Yo no sé qué coño está pasando e intento transmitírselo. De repente noto algo de victimización. Frases tipo yo soy tonta y mierdas así. Le digo que no llevamos ni una semana y que si, de verdad, vamos a tener una discusión por algo así. Me saturo y le digo que, oye, quizá lo mejor sea que me vaya y lo hablemos hoy con calma. Me dice que si hago eso no quiere verme más, que las cosas se arreglan juntos. Yo flipo con tener una conversación más propia de una pareja en ruinas que de dos personas que empiezan a conocerse.

La cosa, más o menos, se calma. Empieza a besarme. Empezamos a enrollarnos. Me pregunta si soy fiel, le digo que sí. Me dice que a ella le cuesta tener sexo, le digo que ya somos dos, que no se preocupe por eso, que poco a poco. Aún así, empezamos. Se acerca mucho. Que le da vergüenza, que, por cosas, no le gusta que la vean desnuda. Yo flipo mucho porque los bikinis que llevan son mínimos, pero empezamos y todo parece ir bien. Me dice que le diga cosas, que necesita que le hable todo el rato. Yo ahí huelo tara importante y no sé bien qué coño decir, pero, bueno, hago lo que puedo.

Vamos a la cama. Seguimos y todo bien. De repente, me dice que me quite el reloj. Pienso que es una de esas cosas que se dicen en plan, para que estés más cómodo. Le digo que no pasa nada, que así estoy bien. Pero insiste. Le digo que se relaje, que qué más dará. Empieza a quitármelo ella. La paro. Tía, te he dicho que lo dejes, no me gusta quitarme el reloj, qué más dará. Me dice que le corta el rollo, que si no me quito el reloj, no hay sexo, aunque está cachonda.

A mí este chantaje estúpido me toca los cojones. A fin de cuentas, no me conoces de nada, no eres nadie para decirme lo que debo o no llevar. No hay motivo alguno para que un reloj estorbe. Se lo intento explicar con su piercing del ombligo o de la nariz. No atiende a razones, que no la quiero entender, que la solución es muy sencilla.

Le hago ver que el reloj tiene un valor sentimental importante y que no me gusta quitármelo sin motivo que lo justifique mucho. Ella dice que al no quitármelo la estoy despreciando. Yo le digo que, al centrarse sólo en el puto reloj, ella está haciendo lo mismo. Se enroca, se pone irónica en modo niña chica. Yo es que soy tonta, no me muestras cariño. Yo le digo que estoy saturando y que no quiero algo así. Ella me dice que discutir es bueno. Yo le contesto que no siempre y que, desde luego, no así. Ella me dice que le gusto mucho, yo le digo que ella a mí también me gusta. Se queja de que no se lo digo, le respondo que no llevamos ni una semana y que, además, soy un puto rancio, que eso ya lo sabía.

La cosa se estanca, no avanza. Le pregunto que qué quiere que haga, si me voy o me quedo. Tampoco quiero que se sienta humillada ni usada ni hostias. Me dice que de ella sólo me interesa su cuerpo, le digo que, de ser así, habría intentado follármela desde el primer día y no lo he hecho, que, es más, hace 30' se estaba quejando de que no tratara de hacerlo.

La conversación se mueve en bucle. No avanzamos. Yo decido que eso no tiene sentido y le digo que creo que es mejor que me vaya.

Me visto, recojo mis cosas y me voy a por la moto.

Llego a mi casa, son las 5 de la mañana, desayuno y me pongo a ver Samaritan. No es una maravilla, pero no está mal. En fin, siempre nos quedará Sly.
Por desgracia eso es lo habitual, lo raro era lo de opositora.
Ojo con la tronada esta que como se obsesione la llevas claro.
 
Vaya una zumbada de mierda. "Discutir es bueno". Me da la sensación de que aún no te ha dicho la última palabra. Qué pereza de tía, me agota sólo el relato, no me puedo imaginar una noche así.

Si cuesta solo imaginar una noche así, imagina lo que sería un noviazgo oficial con alguien como ella.

Es la muerte en vida.
 
Pues, a ver.

A esta chica la conocí en una travesía. Un día me preguntó que qué hacía un miércoles, le dije ir a remar y se apuntó. Desde entonces, más o menos, bastante conversación por WhatsApp y algo en persona, pero poco más hasta el sábado pasado que me dijo de ir al Festival de Prado Llano. Yo no tenía muchas ganas porque el viernes bajé a la playa y me quedé allí a dormir para que me recogieran e ir a Balanegra a una competición. Cuando llegué, estaba muerto, pero me acerqué.

Esa noche bien, yo pensaba que ella quería algo, pero no daba pie a nada. De hecho, repetía mucho que ella la primera noche nada. Yo intuí por ahí alguna cosa rara, rollo pasa triste. Así que la acompañé a la furgo [una de estas camperizadas] con la esperanza de que me invitase a quedarme y no tener que bajar a las 4 en moto con el frío que hacía. No lo hizo, pero me pidió que la besara y patatín. Pues vale.

Al día siguiente me dice de ir a nadar. Vamos. Todo bien. Me propone ir al cine con una amiga a ver una de Santiago Segura. Le digo que no me apetece mucho, vaya ella y se divierta y que ya quedaremos durante la semana. Yo empezaba a oler que la chica iba a ser apretada, lo cual no está mal, si acepta límites. Así que no fui al cine y me fui a tomar algo solo, porque me apetecía no estar con nadie después de un fin de semana tan saturado de gente.

Durante la semana, más o menos bien, nos vemos a ratos sueltos y bien. Parece que todo marcha bien, ésa era mi impresión. El viernes me llama al medio día, para tomar algo. Yo estaba haciendo la compra, pero le dije que si se espera, OK. No podía, no pasa nada, nadamos esta tarde y ya le advertí que tenía que ver a un amigo que se iba a Italia, que estaría poco y que nos podíamos ver a eso de las 10. Al final no, porque queda con unos amigos para cenar, me invita a ir, pero le digo que estaré en la otra punta de Granada, que no sé si llegaré y que, si está con sus amigos, pues mejor que esté bien y ya nos vemos al día siguiente. Me daba mucho reparo aparecer por allí y ser el centro de atención.

Ayer salí con la bici. Quiero hacer la Alpujarra Magna con un colega que no está entrenando y me lo llevé a hacer bici. Luego me cogí la moto para ir a un pueblo a tomar por culo de Granada y estar con el equipo que está de competición. Todo bien, todo genial. Salvo que me dice que, a veces, me quedo pensando mirando al infinito, en mis cosas, y que eso no le gusta porque parece que no estoy allí. Le digo que eso va con mi forma de ser, pero que, si estoy abrazado a alguien que me gusta, es que no necesito más. Parece que lo entiende, pero no, que prefiere que le hable.

Almorzamos, y todo rueda bien.

Nos vamos a su casa, a que saque al perro, y, de ahí, a nadar.

Dejo la moto en su casa y me dice que lleve yo su coche. Le advierto que llevo un año sin conducir, que por mí no hay problema, pero que estoy un poco oxidado. Dice que prefiere eso a conducir, sin embargo, no para de corregirme, de decir cuándo tengo que cambiar de marcha. Le pregunto que a qué revoluciones, me dice que no lo sabe, que por sonido, yo le digo que aún no conozco su coche, así que me fijo en cuando me dice que cambie, a 2500, y con ese número me quedo que, para ser un gasolina, me parece muy poco, pero bueno.

Llegamos y nadamos, todo bien. Hemos coincidido con más gente, nos vamos de cena, todo bien. Que está muy a gusto. Fantástico.

En mitad de la cena, me llaman. Me hicieron una entrevista y me mandan el borrador, que si le puedo echar un vistazo rápido y dar el OK. Ni la leo, digo que sí a todo y que la publiquen. No he mirado el móvil en todo el día, que está lleno de mensajes, y apenas tardo 5 minutos. Al llegar, me dice que, hombre, si estoy con ella, deje el móvil, que, si no, parece que no estoy con ella.

Malo.

Vuelvo a conducir a la vuelta, yo no he bebido, ella sí. Esta vez, no me corrige nada.

Llegamos a la casa, sacamos al perro, nos tumbamos en el sofá.

Yo estoy un pelín tenso. Tengo ganas de follar, pero ha habido cosas que me han hecho saltar las alarmas. Me pregunta si me iré pronto, le digo que no lo sé, que me han dicho de salir en bici, pero que no he contestado nada, que no tengo prisa, que la prioridad es ella. Estamos tumbados y estoy cómodo. Yo soy muy analítico, me gusta mucho ver las cosas que tiene la gente en su casa y por qué las tiene y, como me desconcertó que el sábado pasado me hiciera subir para nada, estoy a la espera de ver si pasa algo para dar el primer paso. Total, son las 11, no hay prisa. De repente, estando, al menos yo, tan a gusto, sin prisas ni hostias, me dice que si ése es mi rollo, que ella no lo quiere, que está muy bien preguntar cosas, pero que ella quiere otra cosa. Oye, eso me lo dices con gracia, y hasta me río y te quito la ropa a bocados, pero me lo suelta enfadada, diciéndome que ahí tengo la puerta. Yo no sé qué coño está pasando e intento transmitírselo. De repente noto algo de victimización. Frases tipo yo soy tonta y mierdas así. Le digo que no llevamos ni una semana y que si, de verdad, vamos a tener una discusión por algo así. Me saturo y le digo que, oye, quizá lo mejor sea que me vaya y lo hablemos hoy con calma. Me dice que si hago eso no quiere verme más, que las cosas se arreglan juntos. Yo flipo con tener una conversación más propia de una pareja en ruinas que de dos personas que empiezan a conocerse.

La cosa, más o menos, se calma. Empieza a besarme. Empezamos a enrollarnos. Me pregunta si soy fiel, le digo que sí. Me dice que a ella le cuesta tener sexo, le digo que ya somos dos, que no se preocupe por eso, que poco a poco. Aún así, empezamos. Se acerca mucho. Que le da vergüenza, que, por cosas, no le gusta que la vean desnuda. Yo flipo mucho porque los bikinis que llevan son mínimos, pero empezamos y todo parece ir bien. Me dice que le diga cosas, que necesita que le hable todo el rato. Yo ahí huelo tara importante y no sé bien qué coño decir, pero, bueno, hago lo que puedo.

Vamos a la cama. Seguimos y todo bien. De repente, me dice que me quite el reloj. Pienso que es una de esas cosas que se dicen en plan, para que estés más cómodo. Le digo que no pasa nada, que así estoy bien. Pero insiste. Le digo que se relaje, que qué más dará. Empieza a quitármelo ella. La paro. Tía, te he dicho que lo dejes, no me gusta quitarme el reloj, qué más dará. Me dice que le corta el rollo, que si no me quito el reloj, no hay sexo, aunque está cachonda.

A mí este chantaje estúpido me toca los cojones. A fin de cuentas, no me conoces de nada, no eres nadie para decirme lo que debo o no llevar. No hay motivo alguno para que un reloj estorbe. Se lo intento explicar con su piercing del ombligo o de la nariz. No atiende a razones, que no la quiero entender, que la solución es muy sencilla.

Le hago ver que el reloj tiene un valor sentimental importante y que no me gusta quitármelo sin motivo que lo justifique mucho. Ella dice que al no quitármelo la estoy despreciando. Yo le digo que, al centrarse sólo en el puto reloj, ella está haciendo lo mismo. Se enroca, se pone irónica en modo niña chica. Yo es que soy tonta, no me muestras cariño. Yo le digo que estoy saturando y que no quiero algo así. Ella me dice que discutir es bueno. Yo le contesto que no siempre y que, desde luego, no así. Ella me dice que le gusto mucho, yo le digo que ella a mí también me gusta. Se queja de que no se lo digo, le respondo que no llevamos ni una semana y que, además, soy un puto rancio, que eso ya lo sabía.

La cosa se estanca, no avanza. Le pregunto que qué quiere que haga, si me voy o me quedo. Tampoco quiero que se sienta humillada ni usada ni hostias. Me dice que de ella sólo me interesa su cuerpo, le digo que, de ser así, habría intentado follármela desde el primer día y no lo he hecho, que, es más, hace 30' se estaba quejando de que no tratara de hacerlo.

La conversación se mueve en bucle. No avanzamos. Yo decido que eso no tiene sentido y le digo que creo que es mejor que me vaya.

Me visto, recojo mis cosas y me voy a por la moto.

Llego a mi casa, son las 5 de la mañana, desayuno y me pongo a ver Samaritan. No es una maravilla, pero no está mal. En fin, siempre nos quedará Sly.
Cogela del pelo y empotrala contra el cabecero hasta que llame al 112 de lo contrario serás un macho alfa dominado , osea un calzonazos.
 
Otra zumbada, no veas si hay que buscar para encontrar una medio decente.
Es de locos cuando se irritan porque no cumples las expectativas que ellas mismas se han generado y te piden compresión y adaptación, cuando ellas se mueven desde la imposición.
Corre, Forrest, corre!
 
Le dije que estaba buscando trabajo en cualquier país y me dijo que qué pasaba con ella. Luego, salió lo del pub, le dije que no sabía si volvería este año, me dijo que eso ella no lo quería. Todo esto en una semana del primer beso. Vamos, mal.
 
Le dije que estaba buscando trabajo en cualquier país y me dijo que qué pasaba con ella. Luego, salió lo del pub, le dije que no sabía si volvería este año, me dijo que eso ella no lo quería. Todo esto en una semana del primer beso. Vamos, mal.

Despues de esto yo te diría que te vayas distanciando de ella progresivamente mostrando cada vez menos interés hasta quedar casi en solo trato cordial.

No creo que por su parte las cosas vayan a cambiar para dar pie a algo distinto.
 
PERO al final follaste o no folllaste?

no me quedo claro . cuando te dijo lo del reloj ya le habias metido el cilindrin o no?
 
Las leyes feministas exigiendo el “sólo si es si” y que haya consentimiento explícito para iniciar acercamiento erótico y esta pava quejándose de tu falta de iniciativa. ¿Sabes si conoce esta mujer la nueva normativa sobre fornicio y prevención de violación, @Spawner?
 
Última edición:
PERO al final follaste o no folllaste?
Screenshot_20220828-131602~2.webp
 
Las leyes feministas exigiendo el “sólo si es si” y que haya consentimiento explícito para iniciar acercamiento erótico y esta pava quejándose de tu falta de iniciativa. ¿Sabes si conoce esta mujer la nueva normativa sobre fornicio y prevención de violación, @Spawner?

También aplica a los hombres que son "acosados"? :roll:
 
Le dije que estaba buscando trabajo en cualquier país y me dijo que qué pasaba con ella. Luego, salió lo del pub, le dije que no sabía si volvería este año, me dijo que eso ella no lo quería. Todo esto en una semana del primer beso. Vamos, mal.
No puedes ir de blandengue con este tipo feminazis, llámala para quedar a comer y déjala claro que después va a llevar una estopa hasta que te desmayes, si no quieres que te acabe llamando flojo o maricon.
 
Lo de no verla desnuda habiéndola visto en bikini no sé... ¿Será que tiene un chocho horroroso? O almorranas o algo.

Muy intensa parece, pero igual son los nervios del comienzo y luego se vuelve más pasota porque si no... ¡menuda te espera!
 
Tiene la palabra "PROBLEMAS" escrita en la cara y creo que ya tienes tú bastantes. Déjalo pasar y si vuelve trata de ser cordial con alguien que va a volver a sacar una personalidad que por lo que sea está desequilibrada, tú ya has tenido suficiente desequilibrio. Si vuelve a ponerse en ese plan (que probablemente lo hará) corta la relación del todo. Esa mujer no está acabada de hacer.
 
Última edición:
Una tarada de manual, como la gran mayoría vaya. Lo del reloj me ha matao, pero que mierda es esa de que si no te quitas el reloj no se folla? Pero que se cree, que es en plan James Bond con una cámara integrada o algo por el estilo?

Huye pero vaya, sin mirar atrás. Si en 1 semana está así, en un aniversario de relación con ella que te olvides, está diciendote como mínimo que se suicida del disgusto.
 
No puedes ir de blandengue con este tipo feminazis, llámala para quedar a comer y déjala claro que después va a llevar una estopa hasta que te desmayes, si no quieres que te acabe llamando flojo o maricon.

Llámala y dila que eres psicologo que la comprendes

Lo dicho. Hay que hacer lo que sea por follársela aún aceptando pagar un precio exhorbitado.

Y así están ellas, luego algunos se preguntan por qué.
 
Arriba Pie