Cuento la última.
El jueves me escribe una compañera de los árbitros a la que llevo tiempo sin ver. Últimamente hay pocos campeonatos y yo no tengo mucha disponibilidad. Me pregunta qué tal la novela. Todo bien. Se alegra mucho por mí, después de todo lo que he pasado. Que me ve muy guapo en las fotos, feliz, contento. Gracias, muchas gracias. Sin preámbulo, me pregunta cómo me van los amores. Yo no estoy para enamorarme, ya no creo en eso.
- ¿Y los polvos? Alguno echarás, ¿no?
- No te creas, poca cosa.
- Será porque tu no quieres.
- Será porque tú no te dejas.
- Será porque no nos vemos.
- En enero voy a tu ciudad a una firma de libros.
- Pues no reserves hotel, te quedas en mi casa.
- Trato.
Hasta yo, que soy subnormal, deduzco que quiere cama.