Me pasé un verano entero pajeándome con mis vecinos. Estábamos despertando sepsualmente y un día ahí jugando al furgol surgió el tema de las gayolas, de si nos hacíamos, de cómo nos corríamos, de con qué nos pajeabamos etc. En esto que uno de los vecinos dijo que su padre tenía unas cintas de pelis porno y eróticas y que trabajaban los dos todas las mañanas, que si nos pasábamos al día siguiente.
Total, que eso hicimos. Recuerdo que nuestra peli fetiche del verano era una eróticas italiana llamada " el hombre que mira". Servidor por aquél entonces tenía unos 12 años y todavía era de pajas de secano. Yo fui un niño con crecimiento tardío y muy paulatino, por así decirlo, y la diferencia entre mis amigotes y yo era evidente. Los otros ya gastando pollotes de caballo y yo ahí con mi colita de bebé.
Bueno pues el caso que nos la cascábamos todos en casa del chaval ese. Unos 7 niños eramos. El caso que empezó a surgir el rumor de que yo no me corría y que cuando me parecía bien me levantaba a limpiarme una corrida imaginaria. Esto me lo hizo saber el vecino dueño de la casa de las pajas, como la habíamos bautizado. Era cierto, claro.
Al día siguiente fui presto a desmentir ese rumor ya no de palabra, sino con actos. Así pues, cuando me pareció bien me mee encima, una cantidad que yo consideraba adecuada para hacerla pasar por lefa. Me levanté, me puse en medio de la habitación y dije " a ver quien es el próximo de vosotros, hijos de puta malnacidos, que vuelve a decir que no me corro"
El engaño surtió efecto y se convirtió en tradición llegar a mí casa oliendo a meados.
Pero, ay amigos, la mentira tiene las patas muy cortas y un día no pude cortar y abrir el grifo con la maestría que acostumbraba y me mee pero bien encima. Si lo que pretendía era hacerla pasar por una corrida tendría que decir que desciendo de una familia de caballos y que a veces me corro como lo hacían mis ancestros porque no sólo me había meado entero sino que había dejado el sofá con un buen charco de orín.
Uno de ellos empezó a gritar que hostias apofis se ha meado!!! Y otro para comprobar la veracidad se inclinó sobre mí y me olió.
Veredicto: el puto Apofis se mea.
Sentencia: aquí no vuelvas.
Por suerte era ya septiembre y no hubo tiempo de hacer mucho escarnio conmigo.
Recuerdo que a nuestras sesiones onanisticas venía un chaval del barrio al que le faltaba un tornillo. No era down, era uno de estos que anda ahí ahí con el retraso mental. Bueno, pues todo lo que tenía de tonto lo tenía de polludo. Madre de dios santísimo que pollón gastaba el anormal.
También recuerdo con cariño un día que la madre llegó a media mañana a casa y ahí todos guardándonos las pollas y la madre al entrar dijo que por dios, abriesemos las ventanas que olía muchísimo a pescadilla.
En fin, cosas.