Hace muchos años, en un país muy lejano, cuando yo todavía era joven y guapo, tuve un escarceo con una chica. Llevaba zapatos converse, ropa rara y tenía unos melones enormes. Y cuando llegamos a la materia del asunto, con Mr. Proper al aire, estuvo un rato tanteándolo y, al no saber qué hacer exactamente con él, no se le ocurrió otra cosa que rodearlo con las manos y frotar, como si fuera un churro de plastilina. Fue de lo más patético de mi historial, ya de por sí bastante lamentable.
El caso es que a partir de aquél luctuoso incidente emprendí una especie de cruzada que he tenido a bien en llamar
EVANGELIZACIÓN DE LA MAMADA
Porque como hombres considero que es nuestra obligación gritar a las claras que la felación es un acto sexual primordial que no puede hacerse de cualquier manera y que, por norma general, hay defectos a corregir. A continuación os resumiré un elaborado discurso que con la práctica y el paso de los años se ha ido tecnificando hasta el punto de ser un panfleto muy concreto sobre lo que NO debe hacerse cuando se trata de amorrarse al pilón.
Usualmente las mujeres se pueden clasificar en tres categorías. Habría una cuarta, que es la que corresponde a las grandes felatrices, sacerdotisas del placer instruídas en la legendaria Arcadia, y otra quinta para las que se niegan, pero a las primeras sólo se las puede animar a seguir con su excelsa labor y a guardarles el secreto, y las últimas como más lejos mejor. En todo caso, quedan fuera del ámbito de estudio por tratarse de grupos marginales.
1: Capullocéntricas. Un rabo erecto normalmente mide entre 14 y 17 cm de longitud de la base al tronco, o entre 10 y 12 si pertenece a un forero. Si estamos de acuerdo en que la inmensa mayoría de esta medida corresponden al tronco, por qué hostias algunas se entestan en chupar solamente el glande? Y no, poner la mano haciendo de tope para falsear la sensación de cobijo no es lo mismo, y además es trampa. Una capullocéntrica estará convencida de que todos esos juegos que practica con la lengua son de lo más divertidos, pero la realidad es que pasados unos minutos el propietario del manubrio sólo podrá pensar en hundirle la polla hasta el esófago de una embestida. De Heather Brooke sólo hay una, pero haciendo el intento de expandir un poco más los límites quedaría como una señora. Además, contrariamente al que opinan muchas babuínas, la arcada es sexy, denota implicación.
2: Mordedora. Esto es así, la polla no se muerde. Estamos hablando de un tejido cavernoso muy delicado con centenas de ramificaciones por donde debe entrar y salir la sangre. No hay nada más ridículo que encontrarte con una que no controla la apertura de la boca y constantemente te raspa con la dentadura, pero en este caso poner cara de Palomino para esconder los dientes con los labios no lo mejorará, sólo lo hará más patético.
3: Pirulo tropical. Llevas 5 minutos observando cómo te hace lametones al mísil del amor como si se tratara de un gatito que apura su platito de leche, hora de sufrir. El equilibrio entre calor y humedad es básico. Ellas no lo saben porque no tienen polla, pero una de las cosas más agradables del mundo es meterla en caliente. Si la lamen mucho pero no la introducen nunca en la cavidad bucal esa saliva que dejan se enfriará a gran velocidad y obrará el milagro de convertir el manubrio en un polo. Además, obrando así parece que la herramienta del colega les de asco. En este caso tenemos un problema de higiene que se resuelve fácilmente con una ducha, pero ya que has llegado hasta aquí ve a por todas, no lo tienes todo perdido, muchos pensamos que la abundancia de saliva es buena. La clave está en una buena combinación de los factores lengua, boca y mano. Variad, hijas de puta!