Es el mismo consejo de siempre y ya entramos en bucle, pero es que es cierto como el todas putas:
Si quieres ligar, olvídate de ligar.
Te pongo un par de ejemplos cualesquiera, que hay gente en la cocina y no tengo nada mejor que hacer que contar mis anecdotones carentes de interés.
1.
Empiezo a jugar con un equipo y a los pocos días de estar entrenando con ellos hacen una fiesta. La sección femenina también participa del evento, pero no me las había cruzado aún. Son casi todas las novias de los del masculino, pero me da bastante igual. Al llegar al garito, un antro con música penosa y un paso algo estrecho, me las empiezan a presentar, una a una, casi en fila, debieron ser unos 30 besos en total. Una hartura tras la que no me acordaba de ni un solo nombre.
Pues según acaban, sale de una especie de reservado una y se me presenta. Yo, pensando que es una jugadora rezagada, pongo mi mejor sonrisa social (mentira) y otros dos besos.
-Oye, ¿por qué te han presentado a toda esa gente?
-Ah, pues mira...
Le cuento un poco la historia y la tía me dice que si trabaja en tal sitio, que pase a verla y mil mierdas más. Pasé de ella porque, lo peor de todo, es que yo tenía novia y no tenía más interés esa noche que hacer migas con el equipo. Estaba en una época en la que ni siquiera bebía alcohol. Pero la tía se llegó a poner pesada. Estaba bastante bien, iba con un grupo grande de gente y varios maromos que la acompañaban me miraron muy mal. Vamos, que es una de esas situaciones en las que si me hubiera acercado yo no habría sido nada buen panorama. Pero la cosa salió sola y mi falta de interés no hizo más que mejorarlo.
2.
El lunes voy a un cumpleaños con un amigo. No conocíamos a casi nadie de antemano, él ni conocía a la cumpleañera. Yo sólo tenía un objetivo: beberme hasta el agua de los floreros a ver si podía perder el conocimiento o algo. Bien, pues no perdí el conocimiento, pero me lo pasé de puta madre. Hablé con un huevo de gente, todo el rato de gilipollez en gilipollez e intercambiando carcajadas con mi colega. Cuando salimos de allí, tenía la sensación de que todas las mujeres presentes, menos una que le puso caras de lascivia infinita a mi amigo, todas, casadas y con novio algunas, me habían mostrado su disposición. Qué fino me ha quedado. Se lo consulté a él y, efectivamente, tuvo la misma impresión, aunque de la lascivia infinita hacia él no se había enterado, que se joda. Es posible que fuera sólo simpatía y realmente sólo tuvieran interés algunas que lo manifestaron con demasiado descaro, pero si lo piensas, esa simpatía, ese rato de conversación y risas, es algo que ya os cuesta conseguir cuando vais mendigando tras todas las faldas.
¿Le entré yo a alguna mujer en toda la noche? NO. No tenía ni la más puta intención, sólo quería reírme y más ginebra. Me hubiera molestado incluso que la noche hubiera sido algo más que eso, no me apetece. Las mujeres huelen la necesidad como los perros el miedo y no quieren a nadie que la desprenda, de ningún tipo. En cambio, sienten atracción por las cosas brillantes, por aquello que esconde algún valor. En lugar de pedir, en lugar de ir a las tías como quien va a una entrevista de mierda de infojobs, dadle al mundo una razón por la que estar interesado en vosotros. Ya vendrán ellas cuando vean que hay un tío que está pasándoselo bien sin ellas y que no las necesita para absolutamente nada más que para decorar la sala y que no todo sea olor a sobaco.