Problemas, malos rollos y peligros del buceo (2)
5- Ahogamiento.
Todos vamos por la vida haciendo un sofisticado teatro de temores: solemos fingir que tenemos miedo al dentista, a perder nuestro trabajo, a que nuestra pareja nos deje, a que nos roben en la calle. Mentira. Todos estos miedos secundarios no son más que el trasunto del terror principal que domina nuestra vida de forma más o menos latente: el miedo a la muerte. De la misma manera, un buceador puede autoconvencerse de que le asustan los tiburones o la cámara de descompresión, pero el auténtico pánico controlado que te puede rondar cada vez que te sumerges es el más primario cuando tienes muchos metros de agua encima: el miedo a ahogarte.
Las estadísticas dicen que es la primera causa de deceso entre los buceadores. Algunos tienen "suerte", pierden el conocimiento por cualquier causa y se ahogan sin darse cuenta. Otros son más desgraciados y pueden ver descender irremisiblemente el manómetro después de quedar atrapados en un aparejo de pesca (una chica que hacía el curso y se perdió de su instructor hace poco, cerca de donde vivo). Si son inexpertos pueden ahogarse incluso antes de vaciar la botella, escupiendo el regulador por el pánico. Pocas maneras más terribles de morir pueden concebirse, salvo tal vez fallecer quemado.
Escribo aquí, lo que significa que aun no me he ahogado. Pude tener una ligera idea de lo que significa en una de las últimas inmersiones del curso Open, cuando, respirando del regulador auxiliar de mi instructor, éste se olvidó de que me llevaba al lado y se fue a atender a otro alumno, dejándome dando boqueadas y tragando agua, sin los reflejos suficientes para hacer nada. Unos escasos segundos hasta que se dio cuenta y me embutió de nuevo el regulador en la boca, pero creo que no olvidaré ese lapso temporal aunque viva mil años. Ni tampoco la radiografía de los pulmones encharcados de una compañera que se desmayó a -16 metros y fue rescatada in extremis por el instructor y llevada al hospital en el que trabajo.
6- Enfermedad descompresiva
Ya hemos hablado de ella. En resumen consiste en que el nitrógeno forma burbujas con la presión que difunden a los tejidos al descender. A mayor profundidad y tiempo de inmersión, mayor cantidad de burbujas. Cuando subimos, el ordenador nos marcará una velocidad de ascenso y unas paradas de descompresión a determinada profundidad, que tendremos que respetar si queremos que las burbujas retornen lentamente y de pequeño tamaño a los capilares sanguíneos sin obstruirlos. Si por cualquier motivo ascendemos demasiado rápido, las burbujas aumentan de tamaño, obstruyen la circulación provocando una embolia gaseosa. Es muy común que empiece con picor y enrojecimiento en la piel y con dolores musculares. A partir de ahí podemos recorrer todo el espectro de gravedad: embolias en la retina o el oído interno que nos pueden dejar sordos y ciegos, en la médula espinal, dejándonos parapléjicos, en el pulmón, muriendo por asfixia. Incluso haciéndolo todo correctamente, puede aparecer la enfermedad, aunque respetemos las indicaciones del ordenador y los intervalos en superficie. Yo no la he visto nunca en un compañero aunque conozco casos por los foros de buceo, solo en una ocasión vi a alguien con síntomas que luego resultaron ser un brote de artritis reumatoide. Ante la sospecha, reposo absoluto y oxígeno por mascarilla. Si se confirma, pasaremos muchas horas en un agradable habitáculo llamado cámara de descompresión (en algunos cruceros lejanos, como las Galápagos o Revillagigedo, estaremos a más de 24 horas de la más cercana, casi una sentencia de muerte).
Algunas enfermedades la predisponen y contraindican absolutamente el buceo:
https://www.google.es/url?sa=t&rct=...lIDgDA&usg=AFQjCNFjEKNnLbCkd60skKwQTtFDUEp5Eg
Según algunos, todos los buceadores que hacen inmersiones sucesivas la padecen de forma subclínica. Mejor no pensar en ello.
5- Fauna.
Si bien en las profundidades existen infinidad de bichos tóxicos o mordedores, si respetamos el principio de no interferir con la vida marina y estamos un poco atentos, nuestros problemas con los habitantes pelágicos y bentónicos serán mínimos y se quedarán en unas cuantas anécdotas para contar en el bar. A pesar de que en mi biblioteca marina figura este ejemplar...
mis problemas con los animales y los de todos los buzos que conozco no pasan de anecdóticos.
Hay muchos corales urticantes que pueden darnos un eccema muy desagradable si buceamos con traje corto y nos aproximamos demasiado haciendo fotosub, como me ha pasado muchas veces. Hay bichos inertes y muy bien camuflados, a los que tenemos que estar atentos para no pisarlos, como éste:

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El pez piedra verrucoso, el pez más venenoso del mundo, un aguijón en el dorso inyecta un veneno similar al curare que puede matarnos en poco tiempo.
Luego están las serpientes marinas, con venenos hasta 100 veces más tóxicos que una cobra real. Afortunadamente muy pacíficas si no se las molesta, aunque en una ocasión una de ellas me dio un buen susto en Sulawesi. La vi posada en el fondo y le hice una foto de arriba hacia abajo (mierdafoto testimonial, amigo Verruga, ya pondré las buenas):
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Y entonces despegó como un misil hacia donde yo estaba, se puso a mi altura, y....
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Me pasó de manera fulgurante entre las piernas y subió a respirar a la superficie, mientras con manos temblorosas le hice la foto anterior de abajo a arriba.
En Borneo la tripulación del barco de buceo me gastó una broma pesada:mientras hacía la inmersión nocturna acompañado del guía y un chino de Taiwan, pescaron una y la pusieron en el suelo de la barca, donde la encontramos al subir; se dedicó a reptar un rato hasta que se aburrió y se largó por la borda:
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En el feeding con tiburones no he tenido ningún problema, a veces rodeado de más de 20 de buen tamaño, si bien hay que tener precaución, pues cuando descubren el cebo se vuelven literalmente locos.
Algunos pececillos de arrecife pueden ser territoriales cuando defienden la puesta y darnos algún mordisquillo moderadamente doloroso.
Determinadas especies pueden parecer muy fieras, pero son muy mansas y amigables si las tratas con respeto, como las morenas:
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Algunos nos avisan con sus colorines de que mejor no tocar:
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Otros tienen un aguijón letal si les tocamos las narices (el Frank de la Jungla australiano la palmó al molestar a una de estas):
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En resumen, que si recordamos que en el fondo del mar somos unos invitados que no deben incordiar a los que viven en casa, nuestros problemas con los bichejos serán mínimos.
6- Problemas con el material.
Una pérdida de máscara al romperse la cincha de ajuste o una inundación que no sepamos vaciar a pesar del entrenamiento del curso pueden desencadenar un ataque de pánico (lo he visto). El regulador puede ponerse en flujo continuo, vaciando rápidamente la botella y dándonos una sobreexpansión pulmonar si intentamos respirar directamente de él. Lo mismo si salta la junta tórica de la botella, aunque normalmente tendremos aire suficiente para llegar arriba sin hacer un escape libre. Perder una aleta puede desequilibrarnos gravemente. Perder el lastre puede llevarnos a hacer un globo (ascenso descontrolado) con los peligros que ellos conlleva. A mí me pasó a -30 debajo de una batea de los mejillones:
En otra ocasión, durante una nocturna en el Mar Rojo, acompañado de un mastodóntico ex-judoca olímpico (no recuerdo si en Moscú o Los Ángeles) me di cuenta a media inmersión de que me había olvidado los plomos arriba, e intenté mantenerme sumergido agarrando una piedra cualquiera. Como eran de coral, el peso era mínimo y me iba para arriba, lo que intenté evitar a golpes de patada de aleta, una de las cuales impactó en el rostro del judoka que se lo tomó bastante mal. Una vez arriba ya daba mi dentadura por perdida, pero se limitó a darme unas amistosas palmaditas en el hombro.
Y ya basta de malos rollos. En breve, hablaremos de la parte lúdica si ustedes quieren.