El monstruo en la intimidad

Suso_VK rebuznó:
Cómo sois tan cansinos con el mindundi ese? qué es eso que hace que tanto os palpite el ano cuando le veis? Que mató a muchos, ah perfecto como tantos otros. Que quisó dominar el mundo y falló, pues como tantos otros. A ver si os poneis a abrir hilos de Alejandro Magno un dia o de Stalin, por variar mas que nada.


Sus palabras me las paso por por la Puerta de Alcala.


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Stalin en España
https://www.libertaddigital.com/ilustracion_liberal/autor.php/11
En el verano de 1937, "el gobierno español estaba totalmente en manos de la NKVD. El Komintern en España, tras la fachada de idealismo byroniano del Frente Popular, se había convertido en una tapadera de la policía secreta". (Stephen Koch, El fin de la inocencia, Tusquets Editores, 1977, p. 340.).

Esto puede ser algo esquemático, pero no es falso en absoluto. Otros libros, desde el Gran Engaño de Burnet Bolloten hasta éste de Koch, pasando por los de W. Ktivinski, Pierre Broué, George Orwell, y de manera implícita P. Sudoplatov (ex alto dirigente del KGB, quien reclutó a los Mercader en Barcelona y organizó, entre otros, el asesinato de Trotski) y muchísimos más, denuncian la política de la URSS en España y el papel de sus servicios secretos. El propio Jesús Hernández, en su libro Yo fui ministro de Stalin, relata, entre otras cosas, cómo Togliatti, a las órdenes de Moscú, impuso el cese inmediato de Largo Caballero como presidente del Gobierno, por no ser suficientemente servil, y su sustitución por Juan Negrín, el único posible, ya que "Prieto es anticomunista y Álvarez del Vayo demasiado tonto..." Además o sobre todo, Negrín ya había demostrado su filosovietismo enviando el oro del Banco de España a la URSS.

El apasionante libro de Koch adolece, tal vez, de un defecto bastante corriente en este tipo de ensayos: investigando a fondo un tema se puede llegar a exagerar su importancia. Centrado en la actividad de la NKVD y de los diferentes agentes de la Internacional Comunista, a través, sobre todo, de la extraña figura de Willi Münzenberg, de quien ya habló Artur Koestler en sus memorias (¡hay que leer o releer a Koestler!), da a mi modo de ver demasiada importancia histórica a dichos "servicios". Claro que la tuvieron, ejercieron su influencia, cometieron infinidad de crímenes, lograron montar campañas de propaganda totalmente embusteras, como el proceso de Dimitrov, el proceso Kravchenko, el proceso del POUM, el "hitlero-trotskismo" de Andrés Nin, etc., y desde este punto de vista ejercieron un papel tan evidente como hediondo, pero la política y la ideología ejercieron un papel más importante aún, o sea, los partidos comunistas fueron in fine más importantes que sus servicios especiales, incluso si en ciertas ocasiones y en diferentes países el NVKD (luego KGB) se impuso a los partidos. Por ejemplo, y quedándonos en el ámbito del libro de Koch, el Frente Popular tuvo un apoyo de masas real; independientemente de la acción de los "servicios", aunque estos actuaran eficazmente para que el Frente Popular mantuviera una actitud favorable a la URSS (también en Francia).

En los años treinta existía en Europa un peligro real de guerra, y, resumiendo mucho, todo parecía conducir a un conflicto entre la Alemania nazi y sus aliados contra las democracias, Reino Unido y Francia principalmente. En teoría, la URSS podía elegir aliarse con un bloque o con el bloque opuesto. Pero Stalin intentó mantener una postura prudente, con la secreta intención de situarse al margen del conflicto, que parecía inevitable, durante un periodo lo más largo posible, para precipitarse luego al socorro del vencedor. Como hizo con Japón en 1945. En este sentido mantenía contactos oficiales o secretos con ambas coaliciones, fingiendo dar preferencia a una u otra según los vaivenes de la política europea. Si los Frentes Populares parecían demostrar cierta solidaridad antifascista por parte de la URSS y sus partidos comunistas, en realidad, desde diciembre de 1936 (como lo demuestra Koch en su libro) los contactos secretos entre la URSS y la Alemania nazi fueron frecuentes. Pero a Hitler, por lo visto, no parecía interesarle, al principio, una alianza con la URSS. Inútil señalar que en estos contactos y negociaciones desempeñaba un papel importante el desprecio rotundo y hasta el odio de los comunistas en general y los soviéticos en particular, hacia las "decadentes democracias burguesas", y el interés de Stalin por el nazismo.

En estos momentos de dudas y vacilaciones estalla la guerra civil española. Como muchos, Stalin piensa que el Ejército sublevado va a triunfar en pocas semanas, pero al instalarse la guerra para rato, decide intervenir. No para ayudar a la República española, lo cual constituye la mentira oficial, respaldada por todas las socialburocracias, como puede constatarse a diario, sino para controlar el movimiento e impedir una revolución de signo en gran parte anarquista y contraproducente tanto para sus intereses de gran potencia, como para su estatuto de "patria de los trabajadores del mundo". Lo logró rápidamente y si la NKVD no dirigía el gobierno republicano, la influencia de Moscú, la Internacional y el PCE fueron cada vez más significativos y hasta determinantes. Pero, como veremos con el ejemplo del POUM, si lograron mucho, no lo lograron todo. Claro, se podrían dar muchos otros ejemplos. Controlar la situación explosiva en España obedecía, pues, a dos objetivos. Impedir una revolución de signo contrario a su ideología y a sus intereses imperialistas, y en el caso, poco probable, de acuerdo con las democracias occidentales, poner sobre el tapete de las negociaciones su labor contrarrevolucionaria en España, presentada como "defensa de la legalidad republicana". Pero apenas los nazis manifestaron cierto interés por llegar a un acuerdo con la URSS, Stalin se volcó en esa dirección, abandonando "la justa causa del pueblo español".

Desde luego, los gobiernos británico y francés también tuvieron sus vacilaciones y no sólo en relación con la guerra en España. Varios historiadores han relatado, por ejemplo, cómo se quiso proponer a la Alemania nazi y a la Italia fascista que retiraran su apoyo militar a Franco a cambio de "regalarles" colonias en África. Moscú y sus servidores en España hicieron fracasar este proyecto de "armisticio", bastante estrafalario por otra parte.

Recordemos también que en Francia el gobierno de Frente Popular, presidido por Léon Blum, en principio más favorable a la difunta república española, no duró dos años y el de Daladier fue aún más vacilante. La cumbre de la ceguera diplomática (y de la cobardía) se celebró en Munich en 1938. Aprovecho para salir al paso de los infundios e insultos de los comunistas y de sus innumerables perritos falderos, a propósito de la de indecisión y hasta cobardía de León Blum en su falta de ayuda eficaz a la República durante nuestra guerra civil. ¿Cómo no percatarse de que si Blum no deseaba un triunfo franquista, tampoco deseaba un triunfo de la URSS totalitaria en España? Y ¿cómo ayudar a lo poco que quedaba de la legalidad republicana sin ayudar a los comunistas españoles, súbditos de la URSS, quienes en seguida se hicieron con el control del reparto de las armas? ¿Cómo, en definitiva, elegir entre dos totalitarismos, el nazifascista y el comunista, un momento enfrentados en España, pero que poco tiempo después se aliarían, alianza que se hizo oficial en 1939, con el pacto nazi-soviético, pero que ya se gestaba durante nuestra guerra civil? El dilema de León Blum y de otros demócratas de izquierda, anti-comunistas o no comunistas por aquellas fechas, era trágico. Y Blum, más que cobardía, demostró lucidez.

Si el giro soviético, de la "ayuda" a España, a finales del 36, hasta la firma del pacto nazi-soviético de agosto de 1939, y por lo tanto su alianza efectiva con los nazis, tardó dos años y pico en llegar, esto se debe, primero, a las reticencias de Hitler y a las dudas de Stalin sobre con quién convenía más aliarse, y sobre todo si no le sería más provechoso no aliarse con nadie y esperar. Luego, cuando existió una apertura por parte de los nazis, su prudencia proverbial, demostrada a lo largo de su carrera de déspota, le hicieron avanzar, pero lentamente, en esa dirección. A esto se añade, dato casi nunca comentado por los historiadores, la necesidad de un periodo de adaptación y de "lavado de cerebro" para todos los militantes de la Internacional Comunista quienes se habían creído, a veces sinceramente, que el enemigo principal era el nazifascismo -como se decía entonces-, convertido de pronto en aliado principal. Un tal viraje de 180 grados podría parecer difícil de aceptar por parte de los "valerosos combatientes antifascistas", pero la verdad es que en España, como en el resto del mundo, la inmensa mayoría de los militantes comunistas se tragó el sapo. Y les gustó. Su antifascismo no resultó estar tan difundido y arraigado entre en sus filas como claman hoy. Es que en realidad no eran antifascistas, sino fanáticos partidarios de la URSS, convencidos de que Stalin siempre tenía razón.

El dato más vistoso del viraje estalinista, durante nuestra guerra civil, fue la retirada de las Brigadas Internacionales en septiembre de 1938 -pero decidida en París, en julio, antes que la reunión de Munich-. Pero no es el único. Por ejemplo, si la propaganda estalinista hubiese dicho la verdad afirmando que los comunistas españoles lucharon heroicamente hasta el final, ¿cómo puede explicarse que ningún dirigente de ese partido fuese detenido y fusilado por los franquistas? La respuesta no puede ser más evidente: todo estaba preparado con antelación, teniendo en cuenta el giro de la política de Moscú. José Díaz y Dolores Ibarruri estaban en Moscú, Carrillo en París, etc. Además, reflexionemos un instante sobre un hecho prácticamente incuestionable: si por aquellos años de 1936-1939, la URSS era un infierno totalitario, con deportaciones masivas, terror policial, los tristemente famosos "grandes procesos" estalinistas, y todo lo demás, ¿quién puede pensar seriamente que de ese infierno totalitario iban a ser enviados a España valerosos agentes, policías secretos, responsables políticos, jefes militares y periodistas-espías para defender la democracia y la legalidad republicanas? Ya nos han tomado bastante el pelo.Para el mantenimiento de la leyenda de la URSS como gran país antifascista cuya aportación "solidaria" a nuestra guerra y más tarde a la II Guerra Mundial fue decisiva, con lo cual se pretende aún hoy ocultar el gulag y demás atrocidades, fue una suerte de que Hitler violara tan rápidamente el pacto nazi-soviético. Así puede hacerse pasar por un simple acuerdo táctico y circunstancial, lo cual es absolutamente falso. No fue un simple pacto de no-agresión entre dos Estados, como se pretende tan a menudo, sino una colaboración profunda entre dos totalitarismos, dos partidos, dos Estados y que comienza en España misma. El hecho de que los nazis se mostraran tan generosos con los soviéticos, entregándoles la mitad de Polonia, Finlandia (que resistió heroicamente), los países bálticos, parte de Besarabia, intercambiando presos políticos, etc., se explica porque los mismos nazis pensaban conquistar todo eso y mucho más, militarmente y en breve. Lo cual no impide que la colaboración de la URSS y por lo tanto de los partidos comunistas, fue total. Los que expresaban dudas o críticas al respecto -un puñado- fueron fusilados, y además lo rompió Hitler, no Stalin.

En este sentido, puede decirse que el cinismo de los nazis les fue muy rentable. Llegaron a un acuerdo con las democracias en Munich en 1938, y con los soviéticos en 1939, y rompieron dichos acuerdos uno tras otro y cuando les dio la gana. La soberbia y la megalomanía de Hitler le condujeron al desastre al querer enfrentarse con demasiados enemigos -sobre todo con la entrada de los EEUU en la guerra-, pero a finales de los años treinta, su cinismo diplomático favoreció su expansionismo militar.

Pero ¿de qué guerra se trata cuando se habla de la guerra civil española? ¿Cuáles fueron sus objetivos reales, los motivos profundos de esa sangrienta contienda? Leyendo libros y artículos, escuchando discursos o conferencias, mirando películas o emisiones de televisión, me entra a menudo una sensación de irrealidad, como si se tratara de guerras diferentes, acaecidas en épocas o en países cuya existencia queda por demostrar. Algunos, tal vez, recordarán la propaganda oficial del franquismo, a propósito de su "Cruzada por Dios y la Patria" (y la propiedad privada) y contra el Comunismo. Frente a esta leyenda sin matices, ni tinieblas, bastante olvidada, las cosas como son, otras versiones arrastran asimismo su lastre de mentiras. Si la versión "ricos contra pobres", proletarios contra burgueses y latifundistas, es bastante exagerada (hubo pobres con Franco), lo es infinitamente menos que la versión casi oficial, que se quiere imponer hasta en las Cortes, y según la cual se trató de la defensa de la legalidad republicana contra un golpe militar fascista. Esto no resiste ni dos minutos a cualquier análisis objetivo.

Si Pío Moa, en su libro Los orígenes de la guerra civil, demuestra de manera documentada y convincente cómo la insurrección de Asturias de 1934 no fue una explosión de rebeldía proletaria espontánea, sino un intento fallido de golpe de Estado por parte del PSOE y de la UGT, con el objetivo de instaurar una dictadura del proletariado "a la española", puede afirmarse, sin contradecirle en lo más mínimo, pero ampliando el debate, que todas las fuerzas políticas y sindicales de la época, que se califiquen de izquierdas o los que posteriormente se llamarían "franquistas", todos, o en todo caso la inmensa mayoría, sólo sentían por la legalidad republicana, y más concretamente, por la democracia parlamentaria "burguesa", desprecio o claramente odio. De ese rechazo general a lo que hoy todos admiten y respetan, más o menos sinceramente -salvo ETA-, se salvaba una ínfima minoría de republicanos moderados, como Manuel Azaña, algún intelectual liberal -pocos-, sectores de la CEDA, que como bien aclara Pío Moa, no era fascista, sino monárquica, y nadie más.

En este sentido puede resultar curioso que en una situación revolucionaria tan radical, en donde el ejército, la policía, la diplomacia, la Iglesia, la administración, los empresarios, etc., se vuelcan mayoritariamente en la guerra contra la República, en donde, por lo tanto, las instituciones estatales, la industria, la economía general, habían explotado en mil pedazos, el PSOE, la UGT, como el entonces diminuto PC, obren por mantener en pie lo que quisieron destruir en 1934, cuando era mucho más difícil, como los hechos lo han demostrado. No fue la influencia de ciertos socialistas como Indalecio Prieto, quienes parecían en aquel momento y antes, a veces, más partidarios de la democracia parlamentaria que los caballeristas, sino consideraciones de política internacional las que impusieron a unos y a otros (o sea, a la ínfima minoría partidaria de la democracia y a la inmensa mayoría adversaria de dicha democracia representativa), a mantener la apariencia democrática, su fachada, pero disputándose a tiros los muebles, los pisos, el poder en una palabra. Hasta el punto de que en dicha fachada, que no lograba disimular los tremendos ajustes de cuentas internos, la foto del presidente Manuel Azaña iba siendo sustituida poco a poco por la de Stalin, como aquella inmensa foto del tirano que cubría de arriba abajo la Puerta de Alcalá, en Madrid.

Desde el principio se impuso la idea, no totalmente falsa, desde luego, que sin ayuda exterior, nada se podía hacer contra un ejército sublevado, ayudado además por la Legión Condor y las tropas italianas. El problema del armamento, el chantaje de las armas, se convirtió rápidamente en palanca política muy bien aprovechada por Moscú, el Komitern y el PCE. Los gobiernos amigos de la República española, Francia, México, Gran Bretaña - a medias-, y otros, recomendaban mantener, en la medida de lo posible, las instituciones republicanas, su legalidad, o por lo menos su apariencia, de cara a la opinión pública mundial, la Sociedad de Naciones, etc., para ampliar al máximo un posible apoyo. La URSS, una vez recibido el oro del Banco de España, dicta a Largo Caballero, en una famosa carta de diciembre de 1936 firmada por Stalin, Vorochilov y Molotov, lo que debe ser la política republicana: el gobierno debería mantener de su parte la pequeña y media burguesía, protegiéndolas de toda confiscación y asegurando la libertad de comercio. No había que asustar a los dirigentes moderados de los partidos republicanos y en este sentido era particularmente importante apoyar al presidente Azaña. También era esencial, siempre según dicha carta, que "los enemigos de España no vean en ella una república comunista, a fin de evitar toda intervención armada por su parte, lo cual constituye el más grave peligro para la España republicana". Era necesario, asimismo, afirmar que no se toleraría el menor ataque contra la propiedad privada y los legítimos intereses extranjeros en España.

Esta era pues, perfectamente definida en su mentira, la fachada que había que mantener ante las democracias occidentales: nada de "comunismo", defensa de una legalidad inexistente, de la propiedad privada y de la libertad de comercio (¿qué libertad de comercio era posible en medio de una guerra caótica?). Bajo ese manto legalista y pequeño burgués, sus checas funcionaban 24 horas al día y los "internacionales" del Komitern, la NKVD y el PC controlaban cada vez más firmemente el ejército, la policía, la economía, la diplomacia y el gobierno de la República.

La CNT-FAI constituye un caso peculiar en esta complicada situación. Habían participado, junto a la UGT en la "insurrección" de Asturias de 1934, pero no fue lo mismo en el resto de España, y concretamente en Cataluña, entre otras cosas por oposición al nacionalismo catalán. Ahora bien, desde siempre habían soñado, y a veces intentado, con resultados catastróficos, en la tradición de Bakunin, Malatesta y otros, la "insurrección armada espontánea". Era la insurrección que se apodera de una aldea o un barrio, y cuyo ejemplo se convierte en chispa que alumbra el incendio revolucionario en todo un país o incluso en varios países, donde los proletarios estaban, evidentemente, esperando la señal para lanzarse a la calle. Cosa que no ocurría nunca. Pero en julio de 1936, el pueblo, todo el pueblo español se había convertido por fin en el tan anhelado "pueblo en armas". Había llegado, pues, el momento de destruir el Estado y sus instituciones representativas, y crear el comunismo libertario. En todas las zonas de España en donde la CNT-FAI era fuerte decidieron liquidar los organismos gubernamentales, como la Generalitat en Cataluña, el gobernador y demás instituciones republicana en Aragón y otras provincias, etc. Pero, en Barcelona, Companys logró convencer a García Oliver y a sus compañeros de que, de cara a la necesaria unidad antifranquista y a la indispensable ayuda exterior, era útil mantener la Generalitat. Se creó, pues, un doble poder, ya que el Comité de Milicias, dominado por la CNT-FAI, tuvo, al principio, más poder real que la Generalitat.

Y en Aragón, el Consejo de Defensa presidido por Joaquín Ascaso (CNT) ejerció el poder real hasta que Lister, en agosto de 1937 y al mando de tropas comunistas, restableció el "orden republicano" a sangre y fuego, destruyendo las colectivizaciones y comunas libertarias, cuya experiencia merecería un estudio objetivo, que poco tendría que ver con las mentiras estalinistas. Evidentemente, ni los comunistas, ni muchos socialistas y republicanos podían tolerar aquellas "locuras" de las colectivizaciones.

Pero la CNT-FAI tuvo una actitud inconsecuente y contradictoria a lo largo de la contienda. Allí donde podían, realizaron su "revolución social" y mantuvieron sus experiencias hasta la derrota. En cambio en otras zonas, al mismo tiempo y en contradicción con su ideología, participaron en toda una serie de organismos estatales y en el propio gobierno, presidido por Largo Caballero. Cuando éste, dimitido por el Kominform, abandona sus cargos, se solidarizan con él y dimiten. Pero vuelven a entrar en el gobierno y además tras la dimisión de Prieto como ministro de Defensa en marzo de 1938. Prieto consideraba que se había convertido en rehén de los comunistas y opinaba además que habían perdido la guerra. Resumiendo: los anarquistas estuvieron a la vez en los órganos del Estado y en los comités que querían destruir el Estado.

Desde un punto de vista militar es cierto que el "pueblo en armas" logró, los primeros días, vencer al ejército en ciudades importantes como Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, etc. Ahora bien, al instalarse la guerra en una duración incierta, pero duración, el ardor guerrero y las técnicas basadas en experiencias de "guerrillas urbanas", no daban abasto, en una guerra que, para resumir, calificaré de clásica, con frentes, trincheras, ofensivas y retiradas, una guerra en la que la superioridad del ejército franquista, en todos los aspectos y sobre todo en armamento pesado (aviones, tanques, artillería) se demostró rápidamente. A todas luces había que hacer algo, pero me autorizo a discrepar de César Vidal, quien considera que el intento de organizar un ejército republicano asimismo "clásico", era de "sentido común". Lo que en realidad se llevó a cabo con la famosa "militarización de las milicias", no fue la creación de un ejército eficaz, sino la toma de control absoluto del ejército por los comunistas. El resultado fue un pésimo ejército que copiaba las técnicas y las artes militares del adversario, lo cual le situaba obligatoriamente en una situación de inferioridad. Las batallas de Teruel fueron un ejemplo tétrico, pero no único. Nadie supo llevar a cabo, ni siquiera imaginar, una guerra de guerrillas (el término viene de nuestra guerra contra Napoleón, un modelo), de movimiento, de golpes de mano, de audacia, más acorde con la situación real y la mentalidad del "pueblo en armas". Lo cual no excluye en principio ni la disciplina, ni la eficacia.

(Debo reconocer que leyendo el interesante y minucioso libro de César Vidal sobre las Brigadas Internacionales, he modificado levemente mi opinión sobre éstas: no sólo fueron un cuerpo de represión al servicio del Komitern, lo cual está perfectamente descrito en dicho libro, sino que combatieron en los frentes algo más de lo que yo imaginaba.)

La instauración de una dictadura comunista en zona roja, siempre tras la máscara de la "defensa de la República", comienza abiertamente con las famosas jornadas de mayo de 1937, en Barcelona, con el asalto a la Telefónica, y continuará en Aragón y otras zonas, con mayor o menor éxito según fuera la resistencia de los "incontrolados" de la CNT-FAI. Este ataque a la Telefónica, que se convirtió durante unos días en una guerra civil en el seno de la guerra civil, y con muchos asesinatos por parte de las fuerzas del orden comunistas, también sirvió de pretexto para la liquidación del POUM. No es que ese pequeño partido de "unificación marxista" fuera muy favorable a las "locuras" anarquistas, pero intuyeron que Moscú, en esa ocasión, iba a por ellos. Claro que la campaña de "agitprop" sobre el "hitlero-trotskismo" del POUM ya había comenzado, y con virulencia. El 17 de diciembre de 1936, Pravda, de Moscú, escribía: "En Cataluña la eliminación de los trotskistas y anarcosindicalistas ha comenzado; se proseguirá con la misma energía que en la URSS". Lo intentaron, en efecto, y asesinaron mucho, pero los resultados no fueron tan "enérgicos" como en la URSS. Si has llegado hasta aqui leyendo en el foro de Puta Locura, eres un verdadero hijo de puta.

Por aquellas fechas, a Stalin le interesaba demostrar como el "hiltlero-trotskismo" (luego, tras el pacto nazi-soviético, se convirtieron en agentes del imperialismo británico, y para terminar del imperialismo yanqui) participaba de un complot anti-soviético mundial. De ahí la importancia de la liquidación del POUM (que no era trotskista, aunque algunos de sus dirigentes como Nin o Andrade sí lo habían sido), su proceso a bombo y platillo, al mismo tiempo que los de Moscú, etc.

En Queridos camaradas, reciente entrega de la estafa histórica de la socialburocracia postcomunista, Antonio Elorza y Marta Bizcarrondo ensalzan el papel heroico del PCE y culpan únicamente a los soviéticos de los errores y posibles crímenes cometidos durante la guerra. Aunque paralelamente y con dialéctica torpe, insisten en el papel positivo de la "ayuda soviética". Seguimos con la mentira claudinista. Un solo ejemplo. Según dicen Elorza y Bizcarrondo, "estos (los poumistas) hablarán más tarde de versión española de los procesos estalinistas, pero si tal era en verdad la intención del PCE, bajo una intensa presión en Moscú, el resultado vino a probar la supervivencia del Estado de derecho republicano" (Queridos camaradas, p. 454). El asesinato bajo tortura de Andrés Nin (¡fue despellejado vivo!), el proceso y encarcelamiento de sus dirigentes, la disolución del partido y de sus Juventudes, la prohibición de su prensa, etc., cumpliendo, en parte, las órdenes de Moscú, constituye para nuestros autores la ¡"supervivencia del Estado de derecho republicano"! Buena ilustración de lo que entiende Elorza por "estado de derecho". Porque el POUM era inocente, su única culpa fue creer en el marxismo revolucionario, cuando éste pretendía asesinarle.

Las guerras de Vietnam enfrentaron a dos bloques, dos sistemas, el comunista y el capitalista, y terminaron con la victoria militar comunista, relativamente pocos años después asistimos al triunfo, a trancas y barrancas, pero triunfo, del capitalismo en Rusia, China, Vietnam, Camboya. Salvando las distancias, lo mismo puede decirse de la conclusión y resultado, con el tiempo, de nuestra guerra civil. Quien ha vencido finalmente, tras la victoria militar franquista y tras largos años de dictadura, es aquel sistema político odiado por todos, combatido por todos, despreciado por todos, el sistema de la democracia parlamentaria "burguesa". Hoy, por lo tanto, se puede afirmar que nuestra democracia actual no es heredera ni del franquismo ni del Frente Popular.


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Encima de ser un puto tocho de mierda, me descuadras el hilo con la fotico.
 
Lo del tocho esta hecho aposta. Es mi forma de responder a quien lo pedia.

Su lectura mostrara, en medio del hilo, un bonito recordatorio.

El resto ni siquiera lo he leido, ya que la vida de ente personaje me importa menos que las cucarachas que corren por el suelo de mi cocina.
 
<BIG>ALEJANDRO MAGNO: MITO Y REALIDAD EN LA RED</BIG>​

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Es bien sabido que a lo largo de toda la historia la humanidad ha sido testigo de la aparición, encumbramiento y a menudo declive de hombres excepcionales que por sus gestas, virtudes o conocimientos se han rodeado de una aureola de mito y leyenda. De entre esta clase escogida pocas figuras son parangonables con el rey macedonio Alejandro Magno. Su vida, breve pero intensa; sus gestas, más propias de un héroe épico, que le llevaron a dominar un imperio tan extenso como frágil; su muerte, en extrañas circunstancias y en plena cumbre de su poder; todo ello ha contribuido a hacer de él una especie de titán, donde mito y realidad se confunden. Y, como no podía ser menos, la Red también es testigo de la admiración del hombre moderno por este ser excepcional.
Alejandro, hijo de Filipo II de Macedonia y de Olimpia, nació en Pela, la capital del reino macedonio, el año 356 a.C. El país, situado al norte de la antigua Grecia, no formaba parte del mundo griego propiamente dicho, aunque sí estaba fuertemente influido por las costumbres, la cultura y la lengua griega, por lo que algunos de sus reyes reivindicaron para su pueblo un lugar entre los helenos. Esta aspiración se hizo realidad con la subida al trono de Filipo II (359-336 a. C.), momento a partir del cual Macedonia adoptó el papel de cabeza visible del mundo heleno, dividido por rencillas entre polis y muy debilitado por guerras interminables como la del Peloponeso (431-404 a.C.). Las bases del poder de Filipo fueron el sometimiento de la aristocracia al poder real, la reorganización del ejército, con la creación de la falange, un tipo de infantería pesada armada con largas lanzas y la explotación de las minas de oro de Pangeo.
Mientras tanto el joven Alejandro se preparaba para ser digno sucesor de su padre. En 342 el mismísimo Aristóteles se trasladó al reino para ser preceptor del muchacho, y aunque se esforzó por transmitirle sus grandes conocimientos en los más variados campos del saber, el discípulo se mostró más predispuesto a seguir la carrera militar que la más tranquila de las letras. En 336, tras el asesinato de su padre, Alejandro, sin apenas experiencia, se ve convertido en rey con apenas 20 años de edad.
Nada más comenzar su reinado, debió hacer frente a una rebelión de las ciudades griegas, capitaneadas por Tebas y Atenas, que vieron en la muerte de Filipo la posibilidad de recuperar la libertad perdida en la batalla de Queronea (338 a.C.), cuando su derrota ante el ejército macedonio supuso su sometimiento al vecino «bárbaro» del norte. La campaña fue rápida y cruel, pues Alejandro no dudó en arrasar Tebas y reducir a sus habitantes a la esclavitud, aunque perdonó a Atenas.
Inmediatamente después, en 334, inició la campaña militar por la que será más conocido: la conquista del imperio persa. En esta magna empresa fue ayudado por las ciudades griegas ahora vencidas, quienes veían aquí la oportunidad de devolver a su tradicional enemigo las viejas afrentas recibidas durante las dolorosas guerras médicas (500-479 a.C.).
La campaña en sí tiene poca historia, pues en apenas cuatro años de triunfos ininterrumpidos (victorias de Gránico (334), Isso (333) y Gaugamela (331)), el inmenso imperio persa cambió de manos. En los años siguientes, Alejandro se dedicó a ampliar sus conquistas por la zona oriental, que culminó con la victoria sobre el rey indio Poros en 326.
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Hasta su muerte en 323, Alejandro se esforzó por poner las bases de un nuevo orden mundial en el que trató de integrar a pueblos tan diversos y diferentes en lengua, cultura y religión, bajo la égida de Grecia. Su temprana desaparición le impidió culminar su obra, de modo que ni siquiera pudo llegar a designar un sucesor. Sus dominios cayeron en manos de sus generales (los diádocos), iniciándose así una nueva etapa que los historiadores modernos han llamado helenística. La ostia que coñazo, y alguno estará leyendo esto....


Alejandro en Internet
Ésta es la historia, resumida claro está. ¿Qué aspectos de ella o de la compleja personalidad de su creador, Alejandro, puede encontrar el internauta interesado en la Red? Esto es lo que intentaremos desentrañar en las líneas que siguen.
Por lo pronto, nuestra primera referencia es para la página Alexanderama, creada por Tim Spalding, de la Universidad de Michigan, con el objetivo de recopilar la mayor parte de los recursos (textos e imágenes) disponibles en la Red sobre el tema. Tiene dos secciones Alexander Links, con enlaces a más de 900 páginas referidas al rey macedonio, y Alexander in Images, con más de 200 imágenes del personaje desde la Antigüedad hasta nuestros días, disponibles tanto en miniaturas que se amplían al hacer click sobre ellas (thumbnails) como a través de enlaces a otros sitios web.
Además de encontrarnos perfectamente estructurada la información (en Alexander Links) en un buen directorio temático, que comprende desde Web biográficas, páginas pertenecientes al ámbito universitario e investigador (Academic), páginas referidas a un tema concreto (Individual Topics) y mapas, hasta una sección para niños (Kids), que engloba materiales elaborados por y para niños (y sus profesores) en torno a la figura del mítico rey, Spalding ha ideado un curioso modo de «premiar» los sites más sobresalientes, a los que llama Top 5%. Asimismo, en su afán por ir incrementando el número de los sites recopilados, pone la etiqueta New a todos los sites recién incorporados, además de dedicar a éstos una sección completa (New Links).
Entre las páginas aquí recogidas queremos destacar en primer lugar las que integran la sección Sources, dedicada a recopilar fundamentalmente sites con los textos, traducidos y algunos en versión original (latín y griego), de autores antiguos que nos han transmitido noticias sobre la figura de Alejandro, entre ellos: la Vida de Alejandro de Plutarco, el libro XVII de la Biblioteca Histórica de Diodoro Sículo, el discurso de Demóstenes sobre el ascenso al poder de Alejandro o el libro XII del epítome de Justino.Sus jodeis si pensais que encima voy a respetar los enlaces de este mísero copypaste.

Para el investigador será especialmente provechosa la sección Academic, donde podrá encontrar gran número de artículos on-line y repertorios bibliográficos sobre la figura de Alejandro. En el apartado de bibliografía queremos destacar varias páginas sobre todo: una dedicada a la figura de Alejandro y la época helenística, obra de Chris Forbes, de la Macquarie University (Australia), que se puede consultar por el índice alfabético o usando la función de búsqueda del navegador; A Hellenistic Bibliography:1993-1999, que contiene unas 1100 publicaciones del período 1993-1999 sobre poesía helenística. Forma parte de una bibliografía más amplia sobre el período helenístico, que incluye bibliografías de Apolonio de Rodas, Arato, Bión, Quinto de Esmirna y la mencionada de poesía helenística. Su autor es Martijn Cuypers, del Departamento de Clásicas de la universidad holandesa de Leiden. Por último, una bibliografía sobre Alejandro y sus sucesores, donde podemos consultar la bibliografía completa, general (monografías sobre Alejandro, fuentes y colecciones de artículos), por temas concretos (Special Topics: Alejandro en la India, organización militar, batallas) y por fuentes (perdidas y conservadas).
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Pero ni que decir tiene que el interés de los webmasters se ha inclinado sobre todo hacia la biografía, gestas y hazañas del personaje.
Un completo relato biográfico, algo árido, sobre Alejandro es lo que podemos encontrar en la página Alexander the Great. Más ameno es el que recoge la página francesa Alexandre, en la que el relato de su vida se apoya en fuentes literarias antiguas traducidas. Muy completa es también la página King of Macedon, donde podemos encontrar desde un resumen histórico de los hechos más importantes acaecidos durante su vida (Timeline) hasta información sobre sus batallas, su padre Filipo II, su madre Olimpia, los reyes de Macedonia, un mapa de la Macedonia del siglo IV a. C. frente a otro de la actualidad y monedas con su efigie. Por último, en el apartado biográfico queremos destacar la página Alexander the Macedonian, donde además de una larga biografía, podemos hacer compras de libros y vídeos relacionados con el personaje en un «almacén virtual» enlazado con Amazon.com.
Relacionado con sus gestas y hazañas militares traemos a colación la página The Army of Alexander the Greek, página relativa al ejército de Alejandro, su organización y tácticas militares, que forma parte de un site más amplio dedicado a los ejércitos antiguos (romano y griego), con bibliografía, sites relacionados y un curioso glosario de terminología militar griega antigua.
Las conquistas de Alejandro cambiaron la historia griega y del mundo conocido entonces. Un buen resumen de la historia helénica después de la guerra del Peloponeso podemos encontrarlo en una página, que forma parte de un proyecto más amplio, History W1005: Survey of Ancient Greek History 800-146 BC, una web perteneciente a un curso de historia griega impartido durante el curso académico 1999-2000 que ahora termina, y cuyos responsables han sido Bruce King, Richard Carrier y Jinyu Liu, de la Universidad de Columbia.

Un material didáctico fundamental para estudiar y comprender el alcance de sus conquistas son los mapas. Son muchas las páginas que utilizan este tipo de soporte. Como botón de muestra vamos a mencionar aquí tres URLs:
http://www.ac.wwu.edu/~stephan/Animation/alexander.gif, que contiene a modo de gif animado un mapa con la ruta seguida por el rey macedonio en sus campañas y que no nos hemos resistido a incorporar aquí:​

alexander.gif

http://library.thinkquest.org/10805/alexmap.html, un mapa muy sencillo pero claro sobre sus conquistas.​

http://www.utexas.edu/courses/citylife/maps.html, buena colección de mapas sobre la ruta de Alejandro, sus conquistas y los reinos helenísticos, pero que tienen el inconveniente de que sólo son accesibles, en gran tamaño, para los miembros de la Universidad de Texas. ¡Lástima!​

A su patria, Macedonia, están dedicadas las páginas: Welcome to Pan-Macedonian Network, que es el servidor Web oficial de Macedonia, y que incluye información general sobre el país: su historia, organizaciones, noticias, cultura, deportes, turismo, geografía, etc.; y Macedonia in History, más centrada en la historia del país balcánico.Si has llegado hasta aqui, te dejo que te folles a mi mujer.


Otros aspectos de su vida y obra
La personalidad de Alejandro es realmente inagotable, y de ello dan testimonio algunas de las páginas que mencionaremos a continuación.
Dos de los grandes misterios que rodean su persona son su muerte y el lugar en que fue enterrado y su ambigüedad sexual. Al primero de estos aspectos están dedicadas dos páginas: The Tomb of Alexander the Great y In Search of Alexander's Tomb. Sabido es que Alejandro murió a los 33 años, el 13 de junio del año 323 a. C. Una cierta polémica rodea el lugar en que fue enterrado, si Alejandría o la localidad de Ammoneion, en el desierto libio (actual Siwa). El autor de esta última página aporta evidencias más que suficientes para afirmar con seguridad que su última morada estuvo en Alejandría. Según esto, su cuerpo
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estuvo algún tiempo en Menfis, siendo trasladado por Ptolomeo II Filadelfo (293-246 a.C.), hijo y sucesor de Ptolomeo I Soter, a Alejandría, capital de su reino. En Egipto se promovió desde el poder el culto al rey macedonio en calidad de Ktistes (fundador de la ciudad), como continuación del culto que ya se le rindió en vida (a propósito, sobre la divinización de Alejandro recomendamos la visita de la página The Divinity of Alexander, donde se incluyen referencias a textos, fuentes primarias y secundarias para el estudio del tema). Según nos informan las fuentes antiguas, grandes personajes visitaron su tumba alejandrina: Julio César, Calígula, Septimio Severo y Caracalla, el último emperador en visitar el cuerpo de tan regio personaje y que se creía ser una reencarnación del macedonio. Incluso algunos de los autores que nos informan sobre tales visitas vieron en persona su tumba, entre ellos Diodoro Sículo y Estrabón. Por tanto, el enigma parece estar resuelto.
Sobre el segundo aspecto, sus inclinaciones sexuales, hay muchas páginas, creadas por personas pertenecientes o afines a círculos gays, que incluyen su biografía entre las de aquellos personajes históricos que o bien fueron gays confesos o bien que tuvieron una reconocida bisexualidad. Entre esas páginas citaremos: Heroes, Myths & Legends: Gays and Lesbian People in History, Brief Biographies of Greek Personalities with a Homosexual or a Bisexual Orientation y una página que especula sobre la sexualidad de nuestro personaje. Toda la cuestión arranca de la estrecha relación que unía a Alejandro con Hefestión, su amigo del alma, y las relaciones que mantuvo con un eunuco llamado Bagoas. Pero por otro lado, Alejandro se casó y compartió lecho con varias princesas, entre ellas Roxana, hija del sátrapa de Bactriana, Oxiartes, con la que concibió un hijo, Alejandro IV Aigos, que habría sido su sucesor si Casandro no lo hubiera mandado matar (316 a. C.).
Pensando en los más pequeños, ya hemos comentado que hay en el ciberespacio páginas creadas por y para ellos y que tienen a Alejandro como protagonista. De entre ellas queremos recomendar una que contiene la edición moderna inglesa, abreviada y anotada, de los 15 antiguos héroes griegos que aparecen en las Vidas de Plutarco, entre ellas obviamente la de Alejandro, hecha por Wilmot H. McCutchen.
Y por no faltar, no faltan si quiera páginas referidas al también mítico caballo de Alejandro, Bucéfalo, entre ellas la de Horsepower, Magazine for Young Horse Lovers.
De otro lado, la figura de Alejandro se ha seguido explotando en nuestros días de modo diverso. Así ha servido a algunos artistas modernos para recrear en sus obras su figura:
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Por otro lado, su nombre ha sido utilizado para denominar al servidor WWW del Ministerio de Cultura griego, situado en el museo arqueológico de Tesalónica (Macedonia), a través del cual se puede explorar la herencia cultural de la Macedonia Central y dentro de poco del resto de Macedonia y Tracia. En la página correspondiente hay disponibles de momento tres exposiciones virtuales: «El oro de Macedonia», «La Tesalónica Prehistórica» y «Monedas de la Antigua Macedonia».​


Y es que, como se ve, los grandes mitos nunca mueren.​



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Ozu que jartá de pegar...​
 
Joder, parece que Fito siempre estuviera considerado un crak de la empatía y el buen rollo confraternal y ahora vienes tú a malmeter contra su memoria, diciendo nosequé de matar, malo, judíos y mierda.

Ójala te mueras, por canalla.

Además, dibujaba de lo lindo y las personas que dibujamos guay despertamos envidias insanas que derivan en infamias y falacias. Es lo malo de tener un bigote sexy:oops:
 
Joder, qué recuerdos...

Me viene a la memoria un hilo que creo que abrió Asler, allá por finales del 2005, que empezó con no sé qué noticia, y acabó siendo una competición de a ver quién copipasteaba el tocho más gordo.

:lol:




Y por cierto ¿cómo llamáis monstruo al Faro Espiritual del foro?

:99



y lo dice un rojo de mierda como yo, tié cojones
 
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Este gif fue la primera firma que tuve en este foro, soy cool.

Sobre el hilo opino que son todos unos hijos de putat.
 
tanto adular a hitler y los proximos en ser exterminados eramos los españolitos, que sois unos gilipollas!!!!
 
Aqui un HIJO DE PUTA que intento putearnos y salio puteado (OWNED & Nelson).

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Antes de empezar a leer ¡¡recuerda!! el saber nunca ocupa lugar Gñe

Napoleón Bonaparte (Ajaccio, 15 de agosto de 1769 - Santa Helena, 5 de mayo de 1821), militar y estadista francés, general republicano durante la Revolución, artífice del golpe de Estado del 18 de Brumario que le convirtió en gobernante de Francia como Primer Cónsul (Premier Consul) de la República del 11 de noviembre de 1799 al 18 de mayo de 1804, para convertirse posteriormente en Emperador de los Franceses (Empereur des Français) desde el 18 de mayo de 1804 al 6 de abril de 1814 y nuevamente por un breve lapso desde el 20 de marzo hasta el 22 de junio de 1815. Conocido con los sobrenombres de le Petit Corporal (el Pequeño Cabo) por sus soldados y como Bony, el Ogro de Ajaccio y el Usurpador por sus enemigos.

Napoleón es considerado como uno de los mayores genios militares de la Historia, habiendo comandado campañas bélicas muy exitosas, aunque con derrotas igual de estrepitosas. Sus agresivas guerras de conquista se convirtieron en las mayores guerras conocidas hasta entonces en Europa, involucrando a un número de soldados jamás visto en los ejércitos hasta entonces.

Durante el periodo de poco más de una década, adquirió el control de casi todo el occidente y parte central de Europa por conquistas o alianzas y solo fue tras su derrota en la Batalla de las Naciones cerca de Leipzig en octubre de 1813 que se vio obligado a abdicar unos meses más tarde. Regresó a Francia en lo que es conocido como los Cien Días y fue decisivamente derrotado en la Batalla de Waterloo en Bélgica, el 18 de junio de 1815, siendo exiliado a la isla de Santa Elena donde falleció.

Aparte de sus proezas militares, a Napoleón también se le conoce por el establecimiento del Código Napoleónico y es considerado por algunos un «monarca iluminado» por su extraordinaria capacidad de trabajo; estaba en varios lugares casi al mismo tiempo. Su memoria prodigiosa y su inigualable lucidez, le permitían conocer y recordar el más mínimo detalle. Nada dejaba librado al azar y no consentía que alguien improvisara. Otros, sin embargo, lo consideran un dictador tiránico cuyas guerras causaron la muerte de millones de personas. Indudablemente, es el personaje que marcó el inicio del siglo XIX y la posterior evolución de la Europa que hoy conocemos.Tabla de contenidos [ocultar]
1 Primeros años
2 Campañas iniciales
3 La campaña de Italia de 1796-97
4 La expedición a Egipto
5 La Francia napoleónica
5.1 Periodo revolucionario
5.1.1 El golpe de estado del 18 de Brumario
5.2 El Consulado
5.2.1 Un interludio de paz
5.3 El imperio
5.3.1 Fundación del imperio
5.3.2 Las guerras de conquista
5.3.2.1 Guerra con Gran Bretaña
5.3.2.1.1 Estrategia naval franco-española
6 Implicaciones fuera de Francia
6.1 La Europa napoleónica
6.2 Intervención en América
7 Ocaso y caída de Napoleón
7.1 Los Cien Días
7.2 Exilio en Santa Helena y muerte
8 Napoleón en el cine
9 Véase también
10 Enlaces relacionados
11 Bibliografía
12 Notas y referencias
13 Enlaces externos


Primeros años

Un joven Bonaparte como oficial.

Nacido Napoleone di Buonaparte (Nabolione o Nabulione en corso), sólo un año después de que Francia comprara la isla a la República de Génova. Napoléone años después cambió su nombre por el afrancesado Napoléon Bonaparte. El registro más antiguo de este nombre se registra en un informe oficial fechado el 28 de marzo de 1796.

Su familia formaba parte de la nobleza local. Su padre, Carlo Buonaparte, abogado, fue nombrado en 1778 representante de Córcega en la corte de Luis XVI, lugar donde permanecíó por varios años, por lo que fue su madre, María Letizia Ramolino la figura fundamental de su niñez. Adelantada a su época, exigía que sus ocho hijos se bañaran diariamente, cuando lo común era bañarse, llegado el caso, una vez al mes. Napoleón, de carácter huraño y taciturno, se mantuvo apartado de sus compañeros. Le gustaba estar solo para meditar y sentía profunda aversión hacia los franceses, a quienes acusaba de ser los opresores de los corsos. No era muy buen estudiante y sólo le preocupaban las matemáticas, ciencia en la que progresaba asombrosamente. También se dedicó a la lectura de obras de la literatura clásica como Historia Universal de Polibio; Vidas Paralelas de Plutarco o Expedición de Alejandro de Arriano de Nicomedia, obras que tuvieron una profunda influencia en su espíritu.

Su padre consiguió que Napoleón y su hermano José se trasladaran a la Francia continental, para estudiar en la escuela militar francesa de Brienne-le-Château a la edad de 10 años. Antes de entrar debía aprender francés, idioma que habló con un marcado acento italiano por el resto de su vida. Obtuvo notas destacadas en matemáticas y geografía, consiguiendo también las necesarias para aprobar las demás materias. Tras su graduación en 1784, fue admitido en la École Royale Militaire de París. Aunque había buscado en un principio una formación naval, terminó estudiando artillería en la École Militaire. Después de su graduación en septiembre de 1785, fue comisionado como teniente segundo de artillería. Tomó sus nuevas obligaciones en enero de 1786, a la edad de 16 años

Napoleón sirvió en la guarnición de Valence y de Auxonne hasta el estallido de la Revolución Francesa (aunque se tomó casi dos años de licencia en Córcega y París durante este lapso). Poco después de comenzar la revolución, Napoleón se encontraba en Córcega. Apoyó la facción jacobina y obtuvo el rango de comandante segundo de la Guardia Nacional de Voluntarios de la isla. Después de entrar en conflicto con el líder nacionalista Pasquale Paoli (antiguo héroe de Napoleón), Bonaparte y su familia fueron obligados a huir a Francia, donde llegaron en junio de 1793.

Campañas iniciales
Artículo principal: Guerras Revolucionarias Francesas

A través de la ayuda de compañero Saliceti, se convirtió en comandante de artillería de las fuerzas francesas que sitiaban la fortaleza realista de Tolón que se había amotinado contra el terror republicano y había permitido el desembarco de una fuerza angloespañola. Napoleón definió y ejecutó una estrategia basada en el emplazamiento de baterías artilleras que crearan una superioridad total de fuego previa a los asaltos a los diferentes fuertes que protegían Tolón, que finalmente fue evacuada por la armada angloespañola. Su determinación, su capacidad de trabajo y su frialdad bajo el fuego le convirtieron en el héroe del sitio, tras lo cual fue nombrado general de brigada. Cuando fue enviado a Génova por órdenes superiores en una misión secreta hacia julio de 1794, cae Maximilien Robespierre, convirtiéndose Napoleón en blanco de sospechas originadas por su amistad íntima con Augustin Robespierre, hermano menor de Maximiliano. Debido a esto fue arrestado por dos semanas, siendo liberado por falta de pruebas.

En 1795 Bonaparte se encontraba en París cuando el 3 de octubre, realistas y contra-revolucionarios organizaron una protesta armada contra la Convención, sus excesos y su gobierno tiránico. A Bonaparte se le encomendó dirigir a un improvisado ejército en la defensa de la Convención en el Palacio de las Tullerías. Obtuvo algunas piezas de artillería con la ayuda de un joven oficial de caballería, Joachim Murat, que posteriormente se convertiría en su cuñado, y logró repeler a los insurgentes. Este triunfo le dio una gran fama y poder sobre el nuevo Directorio, particularmente sobre su líder, Paul Barras. Pocas semanas después, el 9 de marzo de 1796, se casa con la amante de Barras, Joséphine de Beauharnais.

La campaña de Italia de 1796-97

Napoleón Bonaparte en la Batalla del puente de Arcole

Días después de su matrimonio, Bonaparte tomó el mando del Ejército de Italia, al que lideró exitosamente en la invasión de dicho país. Antes de partir, arengó a sus tropas con estas palabras: Soldados: estáis mal vestidos y mal alimentados. El gobierno os debe mucho. Grandes provincias y ciudades serán vuestras. Allí hallaréis gloria y riqueza . Por aquella época ganó el apodo de «pequeño cabo» en virtud de su camaradería con la tropa. Logró sacar a las fuerzas austríacas de Lombardía y derrotó al ejército de los Estados Papales. A raíz de la protesta del Papa Pío VI por la ejecución del rey Luis XVI, Francia respondió anexionándose dos pequeños territorios papales. Sin embargo, Bonaparte desoyó las órdenes del Directorio de marchar contra Roma y destronar al Papa. No fue sino un año después que el General Berthier capturó Roma y apresó al Papa, quien posteriormente falleció por una enfermedad en su cautiverio. En 1797, Bonaparte al mando del ejército derrotó sucesivamente a cuatro generales austríacos cuyas tropas eran superiores en número y forzó a Austria a firmar un acuerdo de paz. El resultante Tratado de Campoformio le dio a Francia el control de la mayoría del norte de Italia, así como el de los Países Bajos y el área del Rín. Una cláusula secreta prometía otorgar Venecia a Austria. Bonaparte marchó contra Venecia ocupándola y acabando con más de 1.000 años de independencia. Posteriormente, en 1797, Bonaparte organizó los territorios ocupados en Italia en lo que conoció como la República Cisalpina.

Napoleón Bonaparte fue un estratega brillante. Logró absorber los conocimientos militares esenciales de su época y aplicarlos exitosamente. Como planificador en el campo de batalla fue bien conocido por su creatividad en las tácticas de movilización de la artillería. Sin embargo su éxito no se debía únicamente a su carácter innovador, sino a su profundo conocimiento e inteligente aplicación de las tácticas convencionales militares. Como él decía: «He peleado en sesenta batallas y no he aprendido nada que no supiera anteriormente». Como oficial de artillería, desarrolló nuevas tácticas y empleó la artillería como una fuerza móvil para respaldar los ataques de la infantería, beneficiándose de la ventaja tecnológica de Francia en materia de armamento. Fue conocido como un comandante agresivo, que contaba con la lealtad de soldados altamente motivados. También fue el primero que hizo uso de sistemas de telecomunicación, la llamada línea Chappe de semáforos, implantada en 1792. También fue un maestro en materia de espionaje y de engaño. Frecuentemente ganó batallas al conocer de antemano el movimiento de las tropas enemigas.

Durante su campaña de Italia Bonaparte se convirtió en una figura influyente en la política francesa. Publicó dos periódicos, inicialmente para sus tropas, pero que circulaban también por Francia. En mayo de 1797 fundó un tercer periódico publicado en París llamado «Le Journal de Bonaparte et des hommes vertues». Las elecciones de 1797 dieron a los realistas mayor poder, lo que alarmó a Barras y sus aliados en el Directorio. Los monárquicos, por su parte, comenzaron a criticar a Bonaparte acusándole de haber saqueado Italia y de haberse excedido en su autoridad al negociar con Austria (lo cual en ambos casos era cierto). Bonaparte envió con prontitud al General Augereau a París para liderar un golpe de estado el 18 de fructidor (4 de septiembre), eliminando políticamente a los realistas. Esto devolvió nuevamente a Barras el control, pero ahora dependiendo de Bonaparte para permanecer en su cargo. Después de finalizar sus negociaciones con Austria, Napoleón regresó a París en diciembre siendo recibido como un héroe conquistador y la fuerza dominante en el gobierno, mucho más popular que sus Directores.

La expedición a Egipto

Napoleón con los apestados de Jaffa

En marzo de 1798 Bonaparte propuso llevar a cabo una expedición para colonizar Egipto, en aquel entonces una provincia otomana, con el objetivo de proteger los intereses comerciales franceses y cortar la ruta de Gran Bretaña a la India. El Directorio, aunque preocupado por el alcance y el costo de la expedición, rápidamente aprobó la empresa dado que significaba sacar a Bonaparte del centro del poder.

El aspecto más inusual de dicha expedición es la inclusión de un buen número de científicos, lo cual, según algunos, reflejaba la devoción de Bonaparte a los principios e ideas del entonces periodo de Ilustración. Otros, sin embargo, lo vieron como una maniobra propagandística que sólo buscaba ocultar las intenciones imperialistas de Napoleón. Bonaparte también emitió proclamas en las cuales se representaba como liberador del pueblo egipcio, oprimido por el yugo otomano y alabando los preceptos del Islam. Esta maniobra no fue exitosa dado que el pueblo egipcio siempre vio a los franceses como una fuerza de ocupación.

De camino a Egipto, la expedición de Bonaparte conquistó a traición Malta el 9 de junio, expulsando a la Orden Hospitalaria. Desembarcó en Alejandría el 1 de julio de 1798, eludiendo temporalmente a la Armada británica. Aunque los franceses ganaron la decisiva batalla de las Pirámides (con un ejército de 25.000 hombres enfrentados a 100.000 del enemigo), toda la flota francesa (a excepción de dos naves) fue destruida por el almirante Nelson en la Batalla del Nilo. Con su ejército atrapado en Egipto, el objetivo de Bonaparte de fortalecer su presencia en el Mediterráneo se vio frustrado, si bien logró consolidar su poder en Egipto, no sin sofocar antes diversas revueltas populares. Bonaparte ordenó que en Egipto la servidumbre y el feudalismo fuesen abolidos y los derechos básicos de los ciudadanos garantizados. Bonaparte fue llamado por los egipcios Sultán Kebir, el Sultán de Fuego. La situación propició el desarrollo de importantes estudios sobre el Antiguo Egipto entre los que se destaca el descubrimiento de la Piedra de Rosetta.

Bonaparte ante la esfinge, por Jean-Léon Gérôme, c. 1868

A comienzos de 1799 condujo al ejército francés sobre la provincia otomana de Siria y derrotó a las fuerzas superiores despachadas por la Sublime Puerta en diferentes batallas, pero su ejército sucumbió ante las plagas (en especial la peste bubónica) y la carencia de suministros. Napoleón dejó un contingente de 13.000 soldados para apoderarse de las ciudades costeras de Jaffa, El Harish, Gaza y Haifa

El asalto de Jaffa fue particularmente brutal. Aunque los franceses se apoderaron de la ciudad tras unas pocas horas de combate, los soldados de la República asesinaron a bayonetazos a 2.000 turcos de la guarnición que trataban de rendirse. A continuación se ensañaron durante tres días con la población civil, robando y matando a hombres, mujeres y niños. La matanza culminó cuando Bonaparte ordenó la ejecución de 3.000 prisioneros turcos.

Con su ejército debilitado, e incapaz de tomar la fortaleza de Acre, Bonaparte se vio obligado a tornar a Egipto en mayo de 1799. Con objeto de acelerar su marcha, los prisioneros fueron ejecutados y los enfermos abandonados a una muerte segura. De vuelta al país del Nilo, el 25 de julio Bonaparte derrotó a los otomanos en su intento de desembarco en Abukir.

Con la situación en Egipto estancada y la cada vez mayor inestabilidad en Francia, Bonaparte abandonó el país en una goleta rumbo a Francia, dejando al mando al general Kléber.

La Francia napoleónica
Artículo principal: Primer Imperio Francés

Periodo revolucionario

El golpe de estado del 18 de Brumario
Artículo principal: 18 de Brumario

Napoleón abucheado en la asamblea de los quinientos, con motivo del golpe de estado del 18 de brumario

Durante su estancia en Egipto, Bonaparte siguió de cerca los asuntos europeos, obteniendo información principalmente de los periódicos y despachos que le llegaban irregularmente. El 23 de agosto decide sorpresivamente embarcarse hacia Francia, aprovechando una relajación temporal del bloqueo a los puertos franceses por parte de la flota británica.

Aunque posteriormente fue acusado por sus oponentes políticos de abandonar a sus tropas, su partida había sido debidamente autorizada por el Directorio, que había sufrido una serie de derrotas militares contra las fuerzas de la Segunda Coalición, formada por la alianza de Gran Bretaña con Austria, Rusia, Nápoles y Portugal, temiendo una inminente invasión.

Cuando llegó a París en el mes de octubre, la situación militar había mejorado tras varias victorias sobre el enemigo. La República, sin embargo, estaba en bancarrota y el Directorio, corrupto e ineficiente, estaba en su nivel más bajo de popularidad.

Uno de los Directores, Sieyes, pidió a Bonaparte su respaldo para ejecutar un golpe de estado contra la Constitución existente. La trama involucraba también al hermano de Bonaparte, Lucien, quien se desempeñaba como cabeza del Consejo de los Quinientos, a otro Director, Roger Ducos y a Talleyrand. El 9 de noviembre (18 de Brumario) y en el día siguiente, tropas dirigidas por Napoleón tomaron control y dispersaron a los consejos legislativos, quedando Bonaparte, Sieyes y Ducos como Cónsules provisionales que regirían al gobierno. Si bien Sieyes pretendía dominar el nuevo régimen, Bonaparte se le adelantó redactando la Constitución del Año VIII, asegurando su elección como Primer Cónsul. Esto le convirtió en la persona más poderosa de Francia, poder que se incrementaría en la Constitución del Año X, cuando logró nombrarse Primer Cónsul vitalicio.

El Consulado

Napoleón como Primer Cónsul

Bonaparte instituyó diversas e importantes reformas, incluyendo la centralización de la administración de los Departamentos, la educación superior, un nuevo código tributario, un banco central, nuevas leyes y un sistema de carreteras y cloacas. En 1801 negoció con la Santa Sede un Concordato, buscando la reconciliación entre el pueblo católico y su régimen. Durante el año 1804 se dictó el Code civil des Français o también conocido como Código Napoleónico, que consiste en la redacción de un cuerpo único que unificara las leyes civiles francesas. El Código fue preparado por comités de expertos legales bajo la supervisión de Jean Jacques Régis de Cambecéres, quien se desempeñó como Segundo Cónsul desde 1799 a 1804; Bonaparte, sin embargo, participaba activamente en las sesiones del Consejo de Estado donde se revisaban las propuestas de leyes. Este código influyó de manera trascendental en el mundo jurídico, siendo la piedra angular del proceso de codificación. Otras normas dictadas durante la regencia de Napoleón fueron el Código Penal de 1810 y el Código de Comercio de 1807. En 1808 fue promulgado el Código de Instrucción Criminal, estableciendo reglas y procedimientos judiciales precisos en esta materia. Si bien los estándares modernos consideran que dichos procedimientos favorecían a la parte acusadora, cuando fueron promulgados era intención de los legisladores resguardar las libertades personales y remediar los abusos que normalmente ocurrían en los tribunales europeos. Si bien es cierto que Bonaparte era un regente autoritario, no es menos cierto que el resto de Europa estaba gobernada por regímenes dictatoriales. Bonaparte trató de restaurar la ley y el orden después de los excesos causados por la Revolución, al mismo tiempo que reformaba la administración del Estado.

Un interludio de paz

Napoleón cruzando los Alpes, obra de Jacques-Louis David

En 1800 Bonaparte regresó a Italia, la cual había sido reconquistada por Austria durante su ausencia en Egipto. Cruzó con sus tropas los Alpes en primavera (si bien cabalgaba sobre una mula, y no en el caballo blanco con el que lo pintó David). Al principio la campaña no fue muy bien, pero más adelante propinó una rotunda derrota a los austríacos, la cual llevó a la firma de un armisticio. El hermano de Napoleón, José, principal negociador del armisticio, reportó que debido a la alianza entre Austria y Gran Bretaña, Austria no podía reconocer ningún territorio conquistado por Francia. Las negociaciones se volvieron más y más erráticas hasta que Bonaparte ordenó al General Moreau atacar a Austria nuevamente. Moreau llevó al ejército francés a la victoria de Hohenlinden y finalmente el armisticio fue firmado en Lunéville en febrero de 1801, bajo el cual se reafirmaba a Francia su dominio sobre los territorios ocupados en el Tratado de Campoformio. Los británicos también firmaron un acuerdo de paz mediante el Tratado de Amiens en marzo de 1802, bajo el cual Malta paso a ser territorio francés.

El Concordato de 1801 con el Papa Pío VII, puso fin al enfrentamiento con la Iglesia Católica originado por el inicio de la Revolución.

La paz entre Francia y Gran Bretaña era muy precaria. Las monarquías legítimas de Europa estaban renuentes a reconocer a la república, temiendo que la idea de la revolución fuera exportada a sus países. En Gran Bretaña, el hermano de Luis XVI fue recibido con honores de huésped de estado a pesar de que los británicos ya habían reconocido a la república francesa. Por otra parte, Gran Bretaña no había desocupado ni Malta ni Egipto, como había prometido y protestó contra la anexión de Piamonte y el Acto de Mediación de Suiza, si bien ninguna de éstas áreas estaba contemplada en el Tratado de Amiens.

En 1803, el ejército de Bonaparte fue derrotado en Santo Domingo, combinándose la fiebre amarilla con la tenaz resistencia de Touissant L'Ouverture. Ante el escenario de indefensión de las posesiones francesas en Norteamérica, Napoleón decide la venta de Louisiana, un territorio de aproximadamente 2 millones de km² perteneciente a Francia. Estados Unidos buscaba, por su parte, la manera de controlar la navegación sobre el río Mississippi. La Compra de Louisiana fue uno de los eventos más significativos que tuvieron lugar durante el gobierno napoleónico, aún cuando en su momento pasó relativamente inadvertido. El precio establecido fue de $ 7,40/km².

Coronación de Napoleón

En el año X (1802), otra constitución dictada por Napoleón otorgó carácter vitalicio a su consulado y sirvió como preámbulo para su autoproclamación como monarca del Primer Imperio Francés. Apoyado por buena parte de las aristocracia, en una ceremonia realizada en la Catedral Notre Dame de París (1804) ante la presencia del Papa Pío VII. Napoleón se coronó a sí mismo, lo cual dio origen a la creencia popular de que ese acto fue una demostración de negación a la autoridad pontificia, lo cual no es cierto. La ceremonia estaba acordada con el Papa en forma anticipada.

Napoleón reorganizó la administración del estado, reorganizó el sistema judicial, tipificó la legislación civil francesa con el Código Napoleónico y con otros seis códigos que garantizaban los derechos y libertades conquistados durante el período revolucionario, así como la igualdad ante la ley y la libertad de culto. También sometió las escuelas a un control centralizado.

El famoso y temperamental compositor alemán Ludwig van Beethoven estaba entre las personalidades de aquel tiempo que admiraban a Napoleón por lo que simbolizaba políticamente: los ideales democráticos y republicanos de la Revolución Francesa. Al parecer por una sugerencia del embajador francés en Viena, Jean-Baptiste Bernadotte, comenzó a componer su Tercera Sinfonía, que titularía Eroica (Heroica en italiano). Sin embargo, con la auto-coronación de Napoleón, Beethoven se decepcionó y le retiró la dedicatoria colocando como subtítulo: Sinfonia eroica, composta per festeggiare il sovvenire d'un grand'uomo (Sinfonía Heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre).

El imperio

Fundación del imperio

Con la esperanza de consolidar su puesto, Fouché le sugirió a Bonaparte que la mejor forma de apaciguar conspiraciones sería transformar el consulado vitalicio en un imperio hereditario, el cual, dado que tendría un heredero, quitaría toda esperanza de cambiar el régimen por asesinato. Bonaparte acoge la sugerencia y en 28 de mayo 1804 el imperio se proclama.

Las guerras de conquista

Batalla de Marengo
Artículo principal: Guerras Napoleónicas

Guerra con Gran Bretaña

Gran Bretaña reanudó la guerra naval con Francia en abril de 1803. Hasta 1805 Napoleón sólo tuvo que batallar contra los británicos. En este año, Rusia, Suecia, Austria y Nápoles se unieron a Gran Bretaña en la antifrancesa Tercera Coalición.

Para atacar a Inglaterra, el problema era el mismo de 1798: para cruzar El Canal, los franceses tenían que tomar el control del mar.

Estrategia naval franco-española

Napoleón descartó su plan de invadir Inglaterra que consistía en un ataque de 2000 navíos entre Brest y Antwerp y la concentración de su Grande Armée en el campo de Boulogne (1803).

Muy inferior a la Marina Inglesa, la flota francesa necesitaba la ayuda de los españoles; e incluso unidas las dos flotas no podían esperar derrotar más de uno de los escuadrones británicos. España fue inducida a declararle la guerra a Inglaterra en diciembre de 1804 y se decidió que los escuadrones españoles y franceses concentrados en las Antillas como señuelo pusieran una trampa, atrayendo así a un escuadrón británico a estas aguas con el fin de balancear las fuerzas entre el navío franco-español y el británico. Una batalla en la entrada al Canal podría entonces pelearse con posibilidades de éxito.

El plan falló tras la dramática derrota naval de Trafalgar, donde la flota británica comandada por el Almirante Nelson destruyó gran parte de las flotas de Francia y España y dirigió sus ejércitos contra las fuerzas austro-rusas, a las que derrotó en la batalla de Austerlitz el 2 de diciembre de 1805.

Conquistó el reino de Nápoles en 1806 y nombró rey a su hermano mayor, José; se autoproclamó Rey de Italia (1805), desintegró las Provincias Unidas, que en 1795 había constituido como República de Batavia, y fundó el Reino de Holanda, al frente del cual situó a su hermano Luis, y estableció la Confederación del Rin (que agrupaba a la mayoría de los estados alemanes) que quedó bajo su protección.

Prusia y Rusia forjaron una nueva alianza (Cuarta Coalición) y atacaron a la Confederación. Napoleón derrotó al ejército prusiano en Jena y Auerstädt (1806) y al ruso en Friedland. En julio de 1807 estableció el Tratado de Tilsit con el Zar Alejandro I por el que se redujo el territorio de Prusia. Además, Westfalia, gobernado por su hermano Jerónimo, y el Gran Ducado de Varsovia entre otros estados pasaron a formar parte del Imperio.

Napoleón en Wagram

No habiendo podido vencer a los británicos militarmente, Napoleón impuso el bloqueo sobre las mercancías inglesas con el propósito de arruinar su comercio. Portugal fue una de las naciones que no se plegó al bloqueo, razón por la cual Napoleón buscó una alianza con España para invadir a Portugal. Cuando España se negó, en contra de la voluntad de algunos de sus generales, el mismo Napoleón comandó las fuerzas que invadieron España y derrotaron al ejército de este país. También derrotó al ejército inglés que vino a la ayuda de España. Finalmente conquistó Portugal en 1807 y en 1808 colocó a su hermano José en el trono de España, dejando Nápoles como una monarquía manejada por su cuñado, Joachim Murat. Tras la partida de Napoleón, el pueblo español se rebeló, iniciando la guerra entre las tropas francesas y las españolas (apoyadas por Gran Bretaña), teniendo un papel fundamental la lucha de guerrilla. Este conflicto supuso un gran desgaste humano (se ha estimado en 300.000 bajas) y económico para Francia. Se calcula que el 10% de las bajas tanto del lado español como el francés ocurrieron durante los dos sitios a la ciudad de Zaragoza, entre el 15 de junio de 1808 y el 21 de febrero de 1809. Por otra parte, Austria rompió el pacto con Francia y Napoleón se vio obligado a comandar sus fuerzas en los frentes del Danubio y Alemania. En la batalla de Aspern-Essling (mayo 21-22,1809) cerca de Viena, Napoleón estuvo a punto de perder su ejército, sin que el enemigo tampoco lograra un triunfo. Tras una tregua de casi dos meses, nuevamente se enfrentaron ambos ejercidos, pero esta vez el ejército francés derrotó al austriaco en la batalla de Wagram, el 6 de julio de 1809.

Napoleón entrando en Berlín

Tras este triunfo, Francia convirtió los territorios conquistados en las Provincias Ilirias (en la actualidad parte de Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia y Montenegro) y conquistó los Estados Pontificios. Tras aliarse nuevamente con Austria, Napoleón contrajo matrimonio con María Luisa, hija del monarca austríaco, Francisco I de Austria, perteneciente a la casa de Habsburgo, una vez repudiada Josefina al no poder darle un heredero. Con este enlace vinculaba su dinastía a la más antigua de la casas reales de Europa, con la esperanza de que su hijo, nacido en 1811 y al que otorgó el título de Rey de Roma como heredero del Imperio, fuera mejor aceptado por las monarquías reinantes. El Imperio alcanzó su máxima amplitud en 1810 con la incorporación de Bremen, Lübeck y otros territorios del norte de Alemania, así como con el reino de Holanda, después de obligar a abdicar a su hermano que había adoptado el título de Luis I Bonaparte.

Implicaciones fuera de Francia

La Europa napoleónica
Artículo principal: Primer Imperio Francés

El Código Napoleónico fue introducido en todos los nuevos Estados creados bajo el Imperio Francés. Se abolieron el feudalismo y la servidumbre y se estableció la libertad de culto (salvo en España). Le fue otorgada a cada Estado una constitución en la que se concedía el sufragio universal masculino, una declaración de derechos y la creación de un parlamento. Fue instaurado el sistema administrativo y judicial francés; las escuelas quedaron supeditadas a una administración centralizada y se amplió el sistema educativo libre de manera que cualquier ciudadano pudiera acceder a la enseñanza secundaria sin que se tuviera en cuenta su clase social o religión. Cada Estado disponía de una academia o instituto destinado a la promoción de las artes y las ciencias, al tiempo que se financiaba el trabajo de los investigadores, principalmente el de los científicos. La creación de gobiernos constitucionales siguió siendo sólo una promesa, pero el progreso y eficacia de la gestión fueron un logro real.

Intervención en América

Para América Latina, la figura de Napoleón es fundamental. Su intervención en España, las abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII, la entrega del trono español a su hermano José, la promulgación de la Constitución de Bayona en 1808 que reconocía la autonomía de las provincias americanas del dominio español y sus pretensiones de reinar sobre aquellos inmensos territorios cuyos habitantes nunca quisieron aceptar los planes y designios del emperador, son elementos básicos para entender los movimientos de emancipación.

En el resto del continente, la negociación de Louisiana y el manejo que dio Francia al proceso de independencia de Haití tuvieron una enorme influencia en el desarrollo del continente.

Ocaso y caída de Napoleón

Si bien el Congreso de Erfurt había preservado la alianza entre Napoleón y el zar Alejandro I, en 1811 las tensiones comenzaron nuevamente a crecer entre ambas naciones. A pesar de ser un ávido admirador de Napoleón desde su encuentro en 1807, Alejandro I estaba siendo presionado por la aristocracia rusa para romper dicha alianza, dado que ésta se consideraba un insulto para el orgullo ruso.

La primera señal de que la alianza se estaba deteriorando fue la forma no muy entusiasta y débil con que Rusia aplicó el Bloqueo Continental. Esto enfureció a Napoleón quien también tenía simpatía hacia el Zar, lo que le hizo sentirse defraudado y traicionado. En 1812 los consejeros del Zar le indicaron que una vasta revolución estaba fermentando por toda Alemania y que ése era el momento propicio para atacar al imperio francés y recuperar Polonia.

Gran número de tropas se desplazaron a la frontera con Polonia (más de 300.000 soldados de un ejército total de 410.000). Napoleón, sin embargo, se anticipó a esta maniobra y comenzó a expandir su ejército hasta lograr un contingente de 600.000 hombres (adicionalmente a los 300.000 que se encontraban en la península ibérica). Napoleón ignoró los consejos de no invadir suelo ruso y el 23 de junio de 1812 procedió a la invasión.

Napoleón cerca de Borodino

En un esfuerzo por ganar apoyo de los nacionalistas y patriotas polacos, denominó a la guerra como la "segunda guerra polaca" (la primera guerra polaca era la liberación de Polonia de Rusia, Prusia y Austria). Los patriotas polacos deseaban incorporar la parte rusa de Polonia al Gran Ducado de Varsovia y crear un nuevo Reino de Polonia, aunque esta idea fue rechazada por Napoleón, que temió que podía motivar a Prusia y Austria a declarar la guerra a Francia. Napoleón también rechazó liberar a los siervos rusos, pues temía que esto podría provocar una reacción conservadora a sus espaldas.

Tierra arrasada

Tecnica militar que usaron los rusos que trataba en retroceder y no pelear de frente con los soldados de la gran armèe. El zar no contento de que los franceses estuvieran en tierra rusa destituyo a Mihail Barclay de Tolly, y puso en su remplazo al general Smoronski así al enfrentarse a los franceses el 16 de agosto cayó Smolensk y, tras otras victorias, los frances siguieron su avance. Los rusos evitaron batallar en repetidas oportunidades contra la Grande Armée, aunque en algunos casos sólo porque Napoleón dudó en atacar cuando la oportunidad se le presentó

Otra batalla de la campaña a Rusia fue la Batalla de Borodino la cual significó un gran triunfo para los franceses en lo que bien podría ser el día más sangriento de la historia humana fue llamada la guerra de los 3 reyes.

Napoleón retirándose de Moscú

Los rusos se replegaron nuevamente y Napoleón entró a Moscú asumiendo que Alejandro I negociaría una paz. Sin embargo, las órdenes del gobernador del ejército de la ciudad y comandante en jefe, Fyodor Rostopchin, era la de incendiar la ciudad. Tras un mes, temeroso de perder el control en Francia, Napoleón decidió salir de Moscú.

Los franceses sufrieron enormemente en su retirada de Rusia, al punto que de los 650.000 hombres que la invadieron, sólo 40.000 cruzaron el río Berezina en noviembre de 1812. En total se estima que en esta campaña, 570.000 hombres del ejército francés murieron y 400.000 del ejército ruso, a lo cual hay que sumar cientos de miles de bajas en la población civil.

Existió calma en el invierno de 1812–13, mientras rusos y franceses intentaban recuperarse de sus masivas pérdidas. Un pequeño ejército ruso atormentó a los franceses en Polonia, y eventualmente 30.000 tropas francesas debieron retirarse hacia los estados alemanes para reunirse con las fuerzas estacionadas allí, llegando a los 130.000 hombres, con los refuerzos de Polonia, cifra que crecería cuando Napoleón se presentase.

Tras este fracaso, Prusia se unió a la coalición, la cual ahora incluía Rusia, el Reino Unido, España y Portugal. No obstante, Napoleón asumió nuevamente el orden en Alemania, e infligió una serie de derrotas a los Aliados, que culminan en la Batalla de Dresde el 26 de agosto de 1813, donde la tropas aliadas sufrieron bajas de más de cien mil soldados.

Si bien parecía que Napoleón iba a resurgir, se unieron a la Coalición Austria y Suecia, y finalmente en la Batalla de las Naciones en Leipzig, el 16 de octubre los franceses fueron derrotados en un enfrentamiento en que los aliados contaban con el doble de las tropas de Napoleón. Después de esta batalla donde murieron más de 120.000 soldados de ambos lados, Napoleón se replegó a Francia, pero su ejército ,de apenas 100.000 hombres, ya no era capaz de resistir la embestida de la Coalición, que contaba con más de medio millón de soldados.

Los Cien Días

Napoleón abdicando en Fontainebleau

París fue ocupado el 31 de marzo de 1814. Napoleón abdicó bajo la presión de sus mariscales el 6 de abril en favor de su hijo. Sin embargo, los aliados presionaron por la rendición incondicional y Napoleón abdicó nuevamente, de manera incondicional, el 11 de abril. Los vencedores acordaron en el Tratado de Fontainebleau exiliarlo a la isla de Elba, una isla pequeña a 20 km de la costa italiana, manteniendo su título de emperador, pero restringiendo su imperio a dicha isla.

El Congreso de Viena (1814-1815) dispuso el nuevo orden en la Europa post-napoleónica. En Francia, los realistas instalaron en el poder a Luis XVIII. María Luisa y su hijo quedaron bajo la custodia del padre de ésta, el emperador Francisco I, y Napoleón no volvió a verlos nunca. Consciente de los deseos de los ingleses de desterrarlo a una isla remota en el atlántico y del rechazo del pueblo francés a la restauración borbónica, escapó de Elba en febrero de 1815 y desembarcó en Antibes el 1 de marzo desde donde se preparó para retomar Francia.

El Rey Luis XVIII envió al Quinto Regimiento comandado por Delessart, que había servido anteriormente a Napoleón en Rusia. Al encontrárselo en Grenoble, Napoleón se acercó solo al regimiento, se apeó de su caballo y, cuando él estaba en la línea de fuego del capitán Randon, gritó "Soldados del Quinto, ustedes me reconocen. Si algún hombre quiere disparar sobre su emperador, puede hacerlo ahora". Tras un breve silencio, los soldados gritaron ¡"Vive L'Empereur"! y marcharon junto con Napoleón a París. Llegó el 20 de marzo, sin disparar ni un solo tiro y aclamado por el pueblo, levantando un ejército regular de 140.000 hombres y una fuerza voluntaria que rápidamente ascendió a alrededor de 200.000 soldados. Era el comienzo de los Cien Días.

La Batalla de Waterloo, óleo de William Sadler

Establecido de nuevo en París, promulgó una nueva constitución, de carácter más democrático y liberal que la vigente durante el imperio. Muchos veteranos acudieron a su llamada, comenzando de nuevo el enfrentamiento contra los aliados. El resultado fue la campaña de Bélgica, que concluyó con la derrota en la batalla de Waterloo el 18 de junio de 1815.

El pueblo de París lo apoyaba en la lucha pero los políticos le retiraron su apoyo, por lo que abdicó en favor de su hijo Napoleón II. Marchó a Rochefort donde capituló ante el capitán del buque británico Bellerophon.

Exilio en Santa Helena y muerte

Napoleón Bonaparte en Santa Helena.

Repatriación de las cenizas de Napoleón a bordo de La Belle Poule, el 15 de Octubre de 1840, 1842, Óleo sobre lienzo (369 x 238 cm). Castillo de Versalles. Pintura de Eugène Isabey.

Napoleón fue encarcelado y desterrado por los británicos a la isla de Santa Helena en el Atlántico, el 15 de octubre de 1815. Allí, con un pequeño grupo de seguidores, dictó sus memorias y criticó a sus aprehensores.

Enfermo del estómago durante mucho tiempo, aquejado de una continua pesadez y un dolor en el costado derecho, los médicos creían que era una afección hepática, pero él sospechó inmediatamente que estaba atacado de la misma dolencia de su padre, un cirro en el píloro o cáncer de estómago1 ,pero no se lo dijo a nadie hasta que estuvo lo suficientemente seguro de que así estaba sucediendo.

Sin embargo, recientes investigaciones realizadas a muestras de cabello del general (cortado poco tiempo antes de morir) que habían estado guardadas en un sobre vacío, revelan que estaban impregnadas con arsénico hasta tal punto, que se necesitaban dosis altamente peligrosas para lograr aquella concentración. Esto último sugiere que es altamente probable que pudo morir a causa del veneno (lo que también concordaría con sus síntomas), ya sea de forma intencionada o no.

Napoleón Bonaparte murió el 5 de mayo de 1821. Sus últimas palabras fueron: "France, l'armée, Joséphine" (Francia, la armada, Josefina) o, según la versión de las memorias de Santa Helena "...tête...armée...Mon Dieu !". Tenía entonces cincuenta y un años.

Tumba de Napoleón Bonaparte en "Los Inválidos" (París)

Napoleón había estipulado en su testamento el deseo de ser enterrado a las orillas del Sena, pero se le dio sepultura en Santa Helena. En 1840, a instancias del gobierno de Luis Felipe I, sus restos fueron repatriados. Trasladados en la fragata Belle-Poule, se depositaron en Les Invalides (París), la llegada de los restos de Napoleón fue muy esperada en Francia. Durante su funeral sonó el Réquiem de Mozart. Cientos de millones de personas han visitado su tumba desde esa fecha.

Napoleón en el cine

La figura de Napoleón, una de las más atractivas de la Historia universal, ha atraído en numerosas ocasiones a los cineastas.Año Película Director Personaje
1912 Napoleón Louis Feuillade
1927 Napoleón Abel Gance Albert Dieudonné
1929 Santa Helena Lupu-Pick Werner Krauss
1955 Napoleón Sacha Guitry Daniel Gélin, Raymond Pellegrin
1970 Waterloo Sergei Bondarchuk Rod Steiger
2002 Napoleón Yves Simoneau Christian Clavier
2006 Los fantasmas de Goya Miloš Forman Craig Stevenson


Véase también
Cosacos
Revolución Francesa
Guerras Revolucionarias Francesas
18 de Brumario
Guerras Napoleónicas
Primer Imperio Francés
Código Civil Francés

Enlaces relacionados
José Bonaparte
Napoleón II
Napoleón III
Charlotte Napoleón Bonaparte
Luis Bonaparte
Luciano Bonaparte
Eugène Bonaparte (Napoleón IV)

Bibliografía
Aubry, Octave. Vida privada de Napoleón. Ed. Anaya & Mario Muchnik. 1994. ISBN 84-7979-154-3.
Browlee, Walter. La armada que venció a Napoleón. Akal. 2001. ISBN 84-4601-607-9.
Chardingi, Louis. Napoleón el hombre: una radioscopia de su vida. Edaf, madrid, 1989. ISBN 84-7640-354-2
Cosmelli Ibáñez, José. Historia Moderna y Contemporánea. Trigesima Septitima Edición, Editorial Troquel S.A., Argentina, noviembre de 1983, ISBN 950-16-6348-5
Cronin, Vincent. Napoleón Bonaparte: Una Biografia Intima. Editorial Vergara. 2003. ISBN 84-6661-044-8.
Horne, Alistair. El tiempo de Napoleón. Editorial Debate. 2005. ISBN 84-8306-632-7.
Ellis, Geoffrey. Napoleón. Ed. B. Nueva. 2002. ISBN 84-7030-747-9
Cases, Conde de las. Memorial de Napoleón en Santa Elena. Ed. Fondo de Cultura Económica de España. 2003. ISBN 84-3750-566-6.
Manfred, Albert. Napoleón Bonaparte. Globus, Madrid, 1995. ISBN 84-8223-076-X

Notas y referencias
↑ Un equipo de la Universidad de Texas anunció los resultados de una investigación forense que avalan ésta hipótesis. Ver artículo en diario ABC, 18/1/2007, Un estudio defiende que Napoléon murió por un cáncer de estómago disponible en abc.es

Enlaces externos
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(18 de mayo de 1804 - 6 de abril de 1814)
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Luis XVIII
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(20 de marzo - 22 de junio de 1815) Sucedido por:
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(Emperador de los franceses)
 
Este es el hilo de postear ladrillos? Me cago en dios, si ni siquiera os lo habeis leído vosotros, no vengais tocando las pelotas e intentando parecer inteleptuales de esos.
 
Hola, cabrones:

-Término que suele usarse como una interjección de saludo.
- 1. adj. y s. Perverso, que juega malas pasadas:
es un cabrón con sus amigos.
2. vulg. Consentidor del adulterio de su cónyuge.
3. m. Macho de la cabra, con grandes cuernos y un gran mechón debajo de la mandíbula inferior.
4. amer. Proxeneta, chulo:
su cabrón las maltrataba.
 
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