Torquemada2.0
El calzonazos del Xanadú
- Registro
- 5 May 2008
- Mensajes
- 19.402
- Reacciones
- 8.217
Estaba yo remorando las melodías de M80 recién desaparecida, y me ha venido el recuerdo, un tierno a la par que lolesco recuerdo.
Tenía yo 15 años. Hasta entonces estaba siendo un hijo modélico y en especial casero, muy casero, que gastaba su tiempo en estudiar, en jugar y piratear juegos del Amstrad CPC 464. De vez en cuando me bajaba con hamijos de hobbies similares, nos cambíamos juegos o íbamos a las puertas del Simago de Móstoles a comprarlos piratas. Y ya.
No sé el porqué ni me acuerdo del cómo, pero sé que uno de mis hamijos del barrio nos dijo para ir a una discoteca llamada 2 PI R en Bronxtoles que iba a abrir de tarde para menores y que se podían ver buenas mozas. Yo estaba reacio, mi discurrir vital se basaba en amasar un catálogo de juegos para no salir en décadas (ya apuntaba maneras de phorero) pero en esto que un día jugando en casa, con mi padre delante, mi hamijo dijo otra vez lo de la discoteca..... No había dicho que no me hacía mucho, cuando mi progenitor saltó como un resorte y me dijo: " Deja el puto ordenador y vete a salir un poco a que te dé el aire"
Yo por aquellas era un discícpulo aventajado de @curro jimenez, cuyo fondo de armario eran dos chándales, un pantalón vaquero de los almacenes los Catalanes y un pantalón de pinzas para los domingos. Nada compatible con algo que se pudiera salir de marcha y no parecer o bien un desnortao o un albano Kosovar pidiendo asilo.
Mi padre el hombre tomó el banderín de enganche en su cruzada para sacarme del empotramiento del ordenador. Como yo seguía poniendo trabas, esta vez haciendo mención al vestuario que tenía, mi padre me cogío del brazo, y nos fuímos creo que al Hipercor/Corte Inglés de San José de Valderas que por aquel entonces llevaba poco abierto a comprar ropa.
Ahi los dos, al estilo compadre sin ninguna fémina sin asesorar. En esa época estaba de moda Corrupción en Miami. Imaginaros por donde fueron los tiros. De pronto empecé a probarme pantalones blancos o colores pastel muy claros, camisas con palmeras, y un cazadorilla de color amarillo chillón. Entre mi padre y yo elegimos esa amalgama de colores, culminado por unos mocasines marrón claro.
La verdad es que cuando me lo probé estaba la mar de orgulloso. Pero era un cuadro que mi padre quiso inmortalizar en una ignominiosa fotografía que todavía pulula en los álbumes familiares. Entre ese atuendo, el bigotillo pelusa, el pelo tazón, me convertía en una mezcla imposible entre Sony Crockett y un sicario de Pablo de Escobar.
Cuando llegamos a casa, mi hermana y mi madre se quedaron mirando, haciendo muecas, pero no desaprobando la compra delante de mi padre. Eso de cara a la galería, por lo bajini mi hermana se descojonaba lo que no había en los escritos.
LLegó el día. Era finales de Abril o principios de Mayo, pero esa tarde hacia un calor de cojones. Ahi salí con mi cazadorilla color amarillo y mis mocasines, que eclipsaban el pantalon azul pastel claro y la camisa con hojas de palmeras en color negro, mi padre me perfumó con Drakkar que tenía él, que la verdad no pegaba mucho con mi edad. Mis hamijos no hicieron ninguna gracia, tampoco estaban para reirse, porque el que no iba con pantalones de pinzas color caca iba con zapatos de Fred Astaire o con una chaqueta como la que llevó Apofis a la obra de teatro. Menuda panda, más parecidos a unos refugiados que ha echado el DAESH de sus ciudades
LLegamos a la disco, y sacamos la entrada que daba derecho a dos refrescos. Mi padre me dio dinero para la entrada y dos fantas más. Yo que iba con la chaqueta con la cremallera a medio subir, estaba sudando como un cerdaco y me bebí las dos fantas como si las hubiera robado. Las otras dos no tardaron mucho tampoco en caer. Eso sí no me desabroche la cazadora en toda la excursión.
Al principio sólo bebíamos sin hablar, nos quedábamos mirando unos a otros como si alguno de nosotros tuviera que salir de las trincheras en Verdún. De pronto el más lanzado se puso a bailar espasmódicamente, como si estuviera en una liturgia de vudú. Pero sirvio como mecha después de las primeras risas, arrastrando a los demás. Hicimos un corrillo entre nosotros, y el espectáculo era digno de ver. Yo diría que estábamos a caballo entre un grupo de azerbayanos celebrando la fiesta del cordero, o unos zulúes implorando al espiritú de la lluvia. La verdad es que no se acercó ni una chica, ni nosotros a ellas por supuesto. Debieron ponernos en un lista negra por años o décadas.
Al final de la tarde, ya de noche, estaba mi padre esperando para que le contara la tarde. El hombre me daba codazos cuando me preguntaba por la chicas que había conocido, yo salía como podía, que habíamos hablado con alguna, etc, etc. Mentira cochina todo.
Tiernos recuerdos. Ahora os toca a vosotros.
Tenía yo 15 años. Hasta entonces estaba siendo un hijo modélico y en especial casero, muy casero, que gastaba su tiempo en estudiar, en jugar y piratear juegos del Amstrad CPC 464. De vez en cuando me bajaba con hamijos de hobbies similares, nos cambíamos juegos o íbamos a las puertas del Simago de Móstoles a comprarlos piratas. Y ya.
No sé el porqué ni me acuerdo del cómo, pero sé que uno de mis hamijos del barrio nos dijo para ir a una discoteca llamada 2 PI R en Bronxtoles que iba a abrir de tarde para menores y que se podían ver buenas mozas. Yo estaba reacio, mi discurrir vital se basaba en amasar un catálogo de juegos para no salir en décadas (ya apuntaba maneras de phorero) pero en esto que un día jugando en casa, con mi padre delante, mi hamijo dijo otra vez lo de la discoteca..... No había dicho que no me hacía mucho, cuando mi progenitor saltó como un resorte y me dijo: " Deja el puto ordenador y vete a salir un poco a que te dé el aire"
Yo por aquellas era un discícpulo aventajado de @curro jimenez, cuyo fondo de armario eran dos chándales, un pantalón vaquero de los almacenes los Catalanes y un pantalón de pinzas para los domingos. Nada compatible con algo que se pudiera salir de marcha y no parecer o bien un desnortao o un albano Kosovar pidiendo asilo.
Mi padre el hombre tomó el banderín de enganche en su cruzada para sacarme del empotramiento del ordenador. Como yo seguía poniendo trabas, esta vez haciendo mención al vestuario que tenía, mi padre me cogío del brazo, y nos fuímos creo que al Hipercor/Corte Inglés de San José de Valderas que por aquel entonces llevaba poco abierto a comprar ropa.
Ahi los dos, al estilo compadre sin ninguna fémina sin asesorar. En esa época estaba de moda Corrupción en Miami. Imaginaros por donde fueron los tiros. De pronto empecé a probarme pantalones blancos o colores pastel muy claros, camisas con palmeras, y un cazadorilla de color amarillo chillón. Entre mi padre y yo elegimos esa amalgama de colores, culminado por unos mocasines marrón claro.
La verdad es que cuando me lo probé estaba la mar de orgulloso. Pero era un cuadro que mi padre quiso inmortalizar en una ignominiosa fotografía que todavía pulula en los álbumes familiares. Entre ese atuendo, el bigotillo pelusa, el pelo tazón, me convertía en una mezcla imposible entre Sony Crockett y un sicario de Pablo de Escobar.
Cuando llegamos a casa, mi hermana y mi madre se quedaron mirando, haciendo muecas, pero no desaprobando la compra delante de mi padre. Eso de cara a la galería, por lo bajini mi hermana se descojonaba lo que no había en los escritos.
LLegó el día. Era finales de Abril o principios de Mayo, pero esa tarde hacia un calor de cojones. Ahi salí con mi cazadorilla color amarillo y mis mocasines, que eclipsaban el pantalon azul pastel claro y la camisa con hojas de palmeras en color negro, mi padre me perfumó con Drakkar que tenía él, que la verdad no pegaba mucho con mi edad. Mis hamijos no hicieron ninguna gracia, tampoco estaban para reirse, porque el que no iba con pantalones de pinzas color caca iba con zapatos de Fred Astaire o con una chaqueta como la que llevó Apofis a la obra de teatro. Menuda panda, más parecidos a unos refugiados que ha echado el DAESH de sus ciudades
LLegamos a la disco, y sacamos la entrada que daba derecho a dos refrescos. Mi padre me dio dinero para la entrada y dos fantas más. Yo que iba con la chaqueta con la cremallera a medio subir, estaba sudando como un cerdaco y me bebí las dos fantas como si las hubiera robado. Las otras dos no tardaron mucho tampoco en caer. Eso sí no me desabroche la cazadora en toda la excursión.
Al principio sólo bebíamos sin hablar, nos quedábamos mirando unos a otros como si alguno de nosotros tuviera que salir de las trincheras en Verdún. De pronto el más lanzado se puso a bailar espasmódicamente, como si estuviera en una liturgia de vudú. Pero sirvio como mecha después de las primeras risas, arrastrando a los demás. Hicimos un corrillo entre nosotros, y el espectáculo era digno de ver. Yo diría que estábamos a caballo entre un grupo de azerbayanos celebrando la fiesta del cordero, o unos zulúes implorando al espiritú de la lluvia. La verdad es que no se acercó ni una chica, ni nosotros a ellas por supuesto. Debieron ponernos en un lista negra por años o décadas.
Al final de la tarde, ya de noche, estaba mi padre esperando para que le contara la tarde. El hombre me daba codazos cuando me preguntaba por la chicas que había conocido, yo salía como podía, que habíamos hablado con alguna, etc, etc. Mentira cochina todo.
Tiernos recuerdos. Ahora os toca a vosotros.
Última edición: