Este fin de semana he estado trabajando en una feria/mercado al aire libre exponiendo durante todo el fin de semana. A cada expositor nos daban una caseta, de manera similar a las que se montan en los mercadillos navideños o ferias del libro. Además repetiremos con las mismas casetas en otra ciudad, dentro de unas semanas.
El caso es que el domingo por la mañana, al ir a abrir mi caseta descubrí que me había dejado la llave en casa. Tuve que ir a ver si me podían abrir, y fui a la caseta de la organización donde atendían un par de encargadas. Ambas sevillanas. La jefa, una rubia tirando a cincuentona. La segunda, morena y treintañera larga, seguramente casi cuarentona.
Me atendió la jefa muy amablemente y me buscó un duplicado. Me dijo que la compañera me abriría la caseta, y allí que fuimos los dos, a donde mi socia esperaba.
- ¿Vas a repetir en Gijón? Acuérdate de llevar allí la llave.
- No, mejor os la mando por mensajeria mañana porque no iré con mi empresa. Voy a ir con otra y la llave tenéis que dársela a quien le toque esta caseta.
- Ok. Bueno, os veo entonces allí a ti y a tu mujer.
- (Socia) No es mi marido ni mi novio. Somos socios. Y va él solo.
- ...
La tipa se fue y yo me metí en la caseta sin más importancia, a lo mío. La mañana iba pasando y en un momento aparecen las dos encargadas para comprarnos algo. Yo dejé a mi socia que las atendiese. De vez en cuando daba alguna recomendación, pero a distancia. En todo el rato la morena no dejaba de mirarme. Ni yo de mirarla. Se coscó mi socia (la otra fijo que también) y tuve bastante cachondeo cuando se fueron, porque pagando no dejábamos de mirarnos mientras me daba el dinero y me dijo con una sonrisa en la boca ¡nos vemos en Gijón!
Y más cachondeo que tuve con ella en el viaje de vuelta, porque recogiendo mi coche estaba aparcado justo enfrente del puesto de las encargadas, y cada vez que pasaba con el carro oíamos un sonoro ¡Adiós, nos vemos en Gijón!
A ver si llega pronto la feria.