Bueno, por fin llegó la primera experiencia con el sexo andergraun.
Después de contactar con un matrimonio que decían hacer dogging de vez en cuando, pasé varios días hablando con el marido por guasap, rompiendo un poco el hielo hablando de lo que nos gustaba y lo que no, de experiencias sepsuales, etc. Ayer sábado tenían intención de ir a una zona abandonada de la mano de dios de aquí de Sevilla. Es un sendero que bordea el antiguo apeadero de la RENFE, bordeando el río a su paso por el parque del Alamillo; un auténtico laberinto para rular por allí con el coche que los doggeros conocen como la palma de su mano.
Este buen hombre creó un grupo de guasap ayer por la mañana, más que nada para recopilarnos en un mismo canal de comunicación a todos los pervertidos con los que había contactado. Cuando me añadió al grupo vi que éramos ocho tíos los contactados. Nos dio las coordenadas exactas y nos citó allí a la 01:00 am.
Decidí beberme unos botellines y meterme una loncha o dos para ir envalentonao, elegí Volldam en homenaje al señor Cáncer, sólo me bebí dos (una auténtica mariconada para él, lo sé).
Llegué allí después de medio perderme por aquellos vericuetos intransitables, además, de noche se hace aún más complicado a la vez de tener aquello un aire siniestro que impresiona. Llegué a un espacio abierto, oscuro como boca de lupo. Era una esplanada de cemento llena de trozos de vidrio, basura y condones usados y podridos que llevarían ahí meses. Un montón de matorrales medio escondía el lugar y había que estar atento para no pasarse de largo mientras lo buscabas. Identifiqué el modelo de coche que me había dicho el nota, y estuve seguro de que se trataba de ellos porque a tres metros había ya tres coches más aparcados. Estacioné a lado de ellos.
En los siguientes ocho o diez minutos aparecieron tres coches más (en el grupo de guasap éramos ocho, pero dos venían en una misma voiture). El marido salió del coche y nos invocó a su lado, así que todos salimos y nos dirijimos hacia él mirándonos de reojo entre nosotros entre la complicidad, la desconfianza y la curiosidad. Cuando nos tuvo a todos junto a él, nos explicó el juego.
- Chicos, esto es lo que vamos a hacer: Mi mujer va a sair del coche y se va a dejar tocar por todos vosotros, podéis apretarle las tetas, darle cachetes en el culo y sobarla todo lo que queraís, pero no le podéis meter los dedos. Ella os va a pajear a todos, y sólo se la chupará a los que ella quiera o puede que a ninguno. Luego se va a poner a cuatro patas en el sillón de atrás de nuestro bólido, y os vais a correr todos en su culo; a medida que os vayáis corriendo os vais yendo. Nada de móviles ni cámaras, si vemos alguno aunque solo sea para mirar la hora, paramos y nos vamos. ¿Habéis entendido?
- Señor, sí, señor! Respondimos todos.
La golfa salió del coche ataviada con lencería negra transparente y unas New Balance de estas que están de moda ahora con la N grande en el lao. No llegaría a los 35 años y estaba bástante potable. Me sorprendió un poco esto, ya que, aunque ya le había visto el culo en pompa en una foto que me mandó su marido, pensé que no había tías buenas prácticando el sepso andergraun, que todas eran cincuentonas descolgadas fisicamente y colgadas mentalmente, pero que va; esa tía estaba muy potable.
Yo tenía el nabo como una piedra por tres razones. La primera por el morbo de la situación, que se estaba materializando justo como la había imaginado. La segunda porque como ya he dicho la tía merecía mucho la pena. La tercera porque mis acompañantes en aquella aventura eran todos o viejos o feos o gordos. Estaba viviendo en persona uno de los vidrios de dogging que tanto me cuesta encontrar a veces y con los que tanto me pajeo.
Nos fuímos todos hacia ella, que ya se había colocado de pie apoyada en uno de los laterales del coche, y le metimos mano todo lo que pudimos. Todos con la polla en una mano, meneándonosla, y con la otra intentando tocar a la gamberra. A pesar del mar de brazos que intentaban tocar todo al mismo tiempo, resultó que fuimos bastante solidarios entre nosotros, si uno llevaba 15 o 20 segundos tocando una teta y veía que al lado tenía a otro que quería tocarla también, quitaba la mano y cedía el puesto; así todos. Ella gemía y resoplaba, pero no articulaba palabra. El marido un pelín apartado mirando, masturbándose e insultándola.
Con las dos manos, la golfa comenzó a buscar pollas y a pajearlas; lo mismo, los pajeados iban facilitando el paso a los aún no pajeados pasados uno o dos minutos. Se atrevió a chuparsela a dos (yo no fui uno de los afortunados) y pasados unos 25 o 30 minutos nos apartó a todos, abrió la puerta de atrás y se introdujo en el car dejando el culo en pompa a la altura de la ventanilla y los pies colgando por fuera del borde del asiento.
Todos allí acelerando el ritmo de las sacudidas al carajo, mientras se oían susurros que decían "puta", "guarra" o "golfa". De modo que. uno a uno, fuimos pasando todos y lefándole el culo, las cachas y las NB a la señora. Yo me reservé para el último, porque para mi lo más excitante es ver a todos aquellos cerdos gruñendo y corriéndose encima de aquella tía que, ya digo, estaba buena. Cuando me tocó, tanto ella como la tapicería y las alfombrillas del coche, estaban hechas un desastre a base de lefotes. Le solté los mios, que le cayeron tanto en el jopo como en los zapatos. Me guardé el nabo dentro de mi chándal Adidas y sin decir ni adios volví a mi bólido, tal como habían hecho todos los demas. Encendí un Chester, puse la arradio y les hice un gesto de OK con el dedo que el marido me devolvió.
Ahora, mientras espero a que pase al menos un mes para darle un toque a este matrimonio, no voy a poder parar de buscar todos los días a otras parejas como esta. Seguramente he tenido la suerte del principiante y la próxima vez sea una mierda, o no acudan a la cita, o vete a saber lo qué, pero después de esta experiencia que ha resultado ser la hostia, es imposible no enviciarse hasta la médula en el secso andergraun. Las decepciones ya llegarán, pero por ahora el subidón es impresionante.
Dejo aquí la foto que me mandó el marido:
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