Fui un jounles (experiencia personal insaid)

FlorianSotoPeña

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16 Ago 2009
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Estimados conforeros, ya me conocéis, soy Florián, más concretamente Florián Jesús, con ese nombre fui bautizado y todavía hoy lo mantengo, pese a que uno puede ir al registro y cambiarse hasta de "género", que no de sexo.

Bien, ya me conocéis por mis densos escritos, ladrillos infumables, como dirían @ignaciofdez o @curro jimenez, o mi archienemigo foril @Uncle Meat, que insiste enviarme a Burbuja, foro en el que dice que encajo mejor por ser un chiflado. Yo no estoy de acuerdo, obviamente, con ninguno de ellos.

Pero no nos vayamos por las ramas, quería relataros algo que quizás os sorprenda, pero hace unos años, en un tiempo indeterminado que no voy a revelar, porque al fin y al cabo la cuestión cronológica carece de interés, al igual que el lugar, la ubicación geográfica concreta donde tuvieron lugar los hechos que me dispongo a narrar, yo fui jounles, pero de vivir en la calle, con mi atillo y míseras pertenencias. Hace unos años, cuando foreaba de manera errática y dispersa, más que nada por mis idas y venidas, porque iba dando tumbos de acá para allá con trabajos de mierda en distintos puntos de la geografía aragonesa y catalana principalmente, terminé viviendo en la calle, en la miseria, entre la mierda, y lo peor es que lo hice cuando tenía trabajo, y en teoría podía compartir un piso mierder, con otros sujetos desconocidos, como hace mucha gente hoy día, o incluso un cuchitril cualquiera por un módico precio. Fue una experiencia extraña, porque en realidad no estaba sumido en ninguna depresión, nunca he sido propenso a ellas, ni a un estado de tristeza o abatimiento por cualquier motivo personal, simplemente estaba hastiado un poco de todo, y fue una decisión consciente, sin desesperación alguna, la que me llevó a vivir primero en mi coche en las calles céntricas de una ciudad media donde era incordiado por la policía local y, posteriormente, a una especie de "chabolo" que me construí en una hondonada en un bosque de ribera a las afueras de la misma ciudad, para lo cual utilicé cartones, chapas y todo material sólido que encontré. Después lo cubrí de trapos jamagosos para disimular un poco, pero la realidad es que la zona era perfecta, apartada y bien protegida por la propia orografía del terreno. Mis cosas las tenía en mi coche, aparcado en una zona céntrica, y lo que podía y me era de uso diario lo llevaba en una mochila, de la cual era inseparable. El aseo lo hacía por partes durante la semana, a veces en las duchas de un albergue, y en otras tenía un conocido del lugar que me dejaba asearme en unos lavabos con ducha que tenía en un polígono industrial, en una especie de casa prefabricada, perfectamente habilitada para vivir, desde donde trabajaba. Incluso conseguí un colchón seminuevo a través de mis contactos, que no entendían porqué trabajando como estaba, no quería vivir "civilizadamente".

Compraba comida de mierda, mucha conserva, latas de atún, calamares etc y en general alimentos que no requiriesen de mucha preparación, y también comía en restaurantes al menú algunos días, menús que muchas veces eran más mierders que la propia comida que yo me preparaba. Por el día descansaba y me echaba alguna cabezada en el coche, y por la noche llegué a dormir en soledad en la oscuridad del bosque, era verano, y los ruidos externos muchas veces eran acojonantes, pero me acostumbré y no me eché malos sueños, a pesar de la de bichos y olores desagradables con los que tenía que lidiar. Una mañana me encontré una hogna radiata (una tarántula ibérica) en la pared interior del chabolo, que obviamente no estaba totalmente sellado, era imposible. Me hice con insecticidas y cada día le pegaba un repaso a mi "casa improvisada", pero es que era imposible controlar eso.

Lo más importante de esta experiencia, que duró cerca de 3 meses, fueron las consecuencias a nivel psicológico, y os puedo decir que la vida en la calle es durísima, y no ya por una cuestión meramente física, o de comodidad, sino por el impacto que tiene sobre tu visión de las cosas, la sensación extraña de desamparo a ratos, también de cierto vacío y desesperación, pero al mismo tiempo de libertad, de preocupaciones que no tienen nada que ver con lo cotidiano, porque lo único que tenía en mente era subsistir, alimentarme y poco más. Hacía jornada de 8 horas en un vivero, trabajando con niggas, con unos jefes que eran scum de la peor calaña, con malas formas y nula educación, unos hijos de puta.

Como os decía, es complicado explicar los motivos que me llevaron a tomar esa decisión, fueron por cuestiones relacionadas con mi estado mental en aquella época, y sí, sentía cierto cansancio de las cosas en general, me parecía todo una puta mierda, como ahora, pero como ya estaba acostumbrado a ir de un sitio para otro, pues tampoco me costaba arriesgarme a vivir de esa manera, desarraigado, y perdiendo ciertos hábitos higiénicos, también hay que decirlo. Todo esto terminó con el verano, cuando volví a casa de mi progenitora, a la que no informé en absoluto de mi situación durante todo ese tiempo precedente, conociéndome como me conoce, tampoco le extrañó demasiado que no la llamase mucho durante esa época (no tenía móvil) porque conocía mis apariciones y desapariciones, y sabía que estaba bien.

Hasta aquí cuento, ¿alguno de vosotros ha abrazado la pobreza ascética en algún momento de sus vidas? ¿O simplemente se ha escudado tras ella para justificar su falta de higiene? Compartamos casos como el mio, los vuestros o de vuestros amigos y contactos imaginarios, parfavar.
 
Ahora se entienden los ladrillos que cascas de vez en cuando, por si te tienes que hacer otro chabolo dentro de un tiempo, no? :lol:

Lo de cagar y eso no sería problema, pero las pajas qué tal?
 
Ahora se entienden los ladrillos que cascas de vez en cuando, por si te tienes que hacer otro chabolo dentro de un tiempo, no? :lol:

Lo de cagar y eso no sería problema, pero las pajas qué tal?

Cagar cero problemas, y pajas pocas, no había tiempo ni material en el que inspirarse.
 
Tremenda y buena historia estimado @FlorianSotoPeña (zo). Mis dies

Hoy en otro hilo he recordado a ese antiguo grupo social que son los mèndigos del centro de Madrid . Cuenta la leyenda que muchos de ellos están así por vocación, por eso que dices de la despreocupación y la lubertac.

Ahora que has recuperado la normielidac espero y deseo que te afeites casi a diario ¿No?

K#rma desarrapà.
 
Estimados conforeros, ya me conocéis, soy Florián, más concretamente Florián Jesús, con ese nombre fui bautizado y todavía hoy lo mantengo, pese a que uno puede ir al registro y cambiarse hasta de "género", que no de sexo.

Bien, ya me conocéis por mis densos escritos, ladrillos infumables, como dirían @ignaciofdez o @curro jimenez, o mi archienemigo foril @Uncle Meat, que insiste enviarme a Burbuja, foro en el que dice que encajo mejor por ser un chiflado. Yo no estoy de acuerdo, obviamente, con ninguno de ellos.

Pero no nos vayamos por las ramas, quería relataros algo que quizás os sorprenda, pero hace unos años, en un tiempo indeterminado que no voy a revelar, porque al fin y al cabo la cuestión cronológica carece de interés, al igual que el lugar, la ubicación geográfica concreta donde tuvieron lugar los hechos que me dispongo a narrar, yo fui jounles, pero de vivir en la calle, con mi atillo y míseras pertenencias. Hace unos años, cuando foreaba de manera errática y dispersa, más que nada por mis idas y venidas, porque iba dando tumbos de acá para allá con trabajos de mierda en distintos puntos de la geografía aragonesa y catalana principalmente, terminé viviendo en la calle, en la miseria, entre la mierda, y lo peor es que lo hice cuando tenía trabajo, y en teoría podía compartir un piso mierder, con otros sujetos desconocidos, como hace mucha gente hoy día, o incluso un cuchitril cualquiera por un módico precio. Fue una experiencia extraña, porque en realidad no estaba sumido en ninguna depresión, nunca he sido propenso a ellas, ni a un estado de tristeza o abatimiento por cualquier motivo personal, simplemente estaba hastiado un poco de todo, y fue una decisión consciente, sin desesperación alguna, la que me llevó a vivir primero en mi coche en las calles céntricas de una ciudad media donde era incordiado por la policía local y, posteriormente, a una especie de "chabolo" que me construí en una hondonada en un bosque de ribera a las afueras de la misma ciudad, para lo cual utilicé cartones, chapas y todo material sólido que encontré. Después lo cubrí de trapos jamagosos para disimular un poco, pero la realidad es que la zona era perfecta, apartada y bien protegida por la propia orografía del terreno. Mis cosas las tenía en mi coche, aparcado en una zona céntrica, y lo que podía y me era de uso diario lo llevaba en una mochila, de la cual era inseparable. El aseo lo hacía por partes durante la semana, a veces en las duchas de un albergue, y en otras tenía un conocido del lugar que me dejaba asearme en unos lavabos con ducha que tenía en un polígono industrial, en una especie de casa prefabricada, perfectamente habilitada para vivir, desde donde trabajaba. Incluso conseguí un colchón seminuevo a través de mis contactos, que no entendían porqué trabajando como estaba, no quería vivir "civilizadamente".

Compraba comida de mierda, mucha conserva, latas de atún, calamares etc y en general alimentos que no requiriesen de mucha preparación, y también comía en restaurantes al menú algunos días, menús que muchas veces eran más mierders que la propia comida que yo me preparaba. Por el día descansaba y me echaba alguna cabezada en el coche, y por la noche llegué a dormir en soledad en la oscuridad del bosque, era verano, y los ruidos externos muchas veces eran acojonantes, pero me acostumbré y no me eché malos sueños, a pesar de la de bichos y olores desagradables con los que tenía que lidiar. Una mañana me encontré una hogna radiata (una tarántula ibérica) en la pared interior del chabolo, que obviamente no estaba totalmente sellado, era imposible. Me hice con insecticidas y cada día le pegaba un repaso a mi "casa improvisada", pero es que era imposible controlar eso.

Lo más importante de esta experiencia, que duró cerca de 3 meses, fueron las consecuencias a nivel psicológico, y os puedo decir que la vida en la calle es durísima, y no ya por una cuestión meramente física, o de comodidad, sino por el impacto que tiene sobre tu visión de las cosas, la sensación extraña de desamparo a ratos, también de cierto vacío y desesperación, pero al mismo tiempo de libertad, de preocupaciones que no tienen nada que ver con lo cotidiano, porque lo único que tenía en mente era subsistir, alimentarme y poco más. Hacía jornada de 8 horas en un vivero, trabajando con niggas, con unos jefes que eran scum de la peor calaña, con malas formas y nula educación, unos hijos de puta.

Como os decía, es complicado explicar los motivos que me llevaron a tomar esa decisión, fueron por cuestiones relacionadas con mi estado mental en aquella época, y sí, sentía cierto cansancio de las cosas en general, me parecía todo una puta mierda, como ahora, pero como ya estaba acostumbrado a ir de un sitio para otro, pues tampoco me costaba arriesgarme a vivir de esa manera, desarraigado, y perdiendo ciertos hábitos higiénicos, también hay que decirlo. Todo esto terminó con el verano, cuando volví a casa de mi progenitora, a la que no informé en absoluto de mi situación durante todo ese tiempo precedente, conociéndome como me conoce, tampoco le extrañó demasiado que no la llamase mucho durante esa época (no tenía móvil) porque conocía mis apariciones y desapariciones, y sabía que estaba bien.

Hasta aquí cuento, ¿alguno de vosotros ha abrazado la pobreza ascética en algún momento de sus vidas? ¿O simplemente se ha escudado tras ella para justificar su falta de higiene? Compartamos casos como el mio, los vuestros o de vuestros amigos y contactos imaginarios, parfavar.
Cojones, que hace un par de años yo no estaba pidiendo en la puerta de un súper porque no tenía para comprarme un sombrero y unas gafas de sol que me hicieran poco reconocible.

Y a mí me pilló sin trabajo, más de doscientos currículos mandados a ofertas de InfoJobs y sólo me llamaron para trabajar en Amazon. Iba vestido como un pordiosero, llegando a ducharme con Fairy o a fregar una perola con gel de ducha. Luego ya ni para eso me alcanzaba.

En fin.
 
Interesante historia sí señor.
A mí siempre me ha parecido que lo más duro de estar en la calle aparte claro del frío el calor y la comodidad tiene que ser el hastío. Supongo que a todo se acostumbra uno, pero un par de veces que he tenido que estar tirado en la ciudad, buscando piso por ejemplo, he pensado lo duro que tiene que ser estar así todos los días.
 
Pero si tú tienes estudios, no?
No vengas a hacer chistes que como se tuerzan las cosas en tu familia ( momó al hoyo, hermanos envejecidos, sobrinos si los hay pasando) no vas a estar lejos de acabar viviendo en el hotel de varios millones de estrellas.
 
Última edición:
Lo más interesante de la historia, no es si te lavas o donde cagas, lo mejor te lo dejas a medias, como te relacionaban con la gente con respecto a tu status?
Y como consigues perdonar a los demás para luego reintegrarte.
Tengo más preguntas pero se me está pasando el guiso.
 
No vengas a hacer chistes que como se tuerzan las cosas en tu familia ( momó al hoyo, hermanos envejecidos, sobrinos si los hay pasando) no vas a estar lejos de acabar viviendo en el hotel de varios millones de estrellas.

No es un chiste, Florián ha contado historias de sus tiempos de estudiante esnifando asientos de hembras en la biblioteca y alguna vez ha hablado de sus buenas notas.

En otras ocasiones cuando ella se marchaba y dejaba su asiento en una mesa cualquiera de la biblioteca me sentaba en ese mismo lugar, antes pasaba mi mano por la silla pues esa era la forma más cercana que tendrían mis manos de posarse sobre sus nalgas. La cosa comenzó a tomar tintes enfermizos con el tiempo y con frecuencia me metía en el lavabo a hacerme pajas pensando en follármela salvajemente por el culo y el coño o incluso pensando en que tras comerle el coño se mease en mi cara. Tenía esos pensamientos obscenos, los cuales eran alimentados por su forma de vestir, con ropa muy ajustada marcando sus curvas.

Ya conté en su día como intenté follarme a una downie que conocí a las puertas de una biblioteca,
 
Tremenda y buena historia estimado @FlorianSotoPeña (zo). Mis dies

Hoy en otro hilo he recordado a ese antiguo grupo social que son los mèndigos del centro de Madrid . Cuenta la leyenda que muchos de ellos están así por vocación, por eso que dices de la despreocupación y la lubertac.

Ahora que has recuperado la normielidac espero y deseo que te afeites casi a diario ¿No?

K#rma desarrapà.
Llevo una barbaca tremebunda, Don Ignasi, me llega casi hasta mi poderoso y hercúleo pectoral de alfa. Y también llevo el pelo largo, media melena, y encima con contraste de colores, barba pelirroja.
Pero si tú tienes estudios, no?
Los tengo, pero soy un puto inadaptado social, tengo vaivenes, ninguna estabilidad. Puro SAIDA y tal.

Últimamente sí la tengo, pero durante muchos años no la he tenido en absoluto, pero tampoco la he buscado.
¿Ir a repostar 1€ vale?
Tenía trabajo remunerado (no muy bien) y además algunos ahorrillos, y el coche lo movía por la ciudad y a veces por sitios cercanos.
¿Y nunca pasaron policías o agentes de la meletérica haciendo "pum pum" en la ventanilla de coche con su "caballero, caballero"?
Lo he mencionado en mi narración, los "caballero, caballero" me tocaban en el cristal por la noche y me despertaban, y por eso decidí montarme el chabolo en el bosque de ribera, con una oscuridad impenetrable por la noche.

Los locales no me trataron muy bien, me amenazaron con denunciarme, que me tendrían que multar y tal, y también me registraron el coche en varias ocasiones. Y para colmo eran los mismos siempre, y al final, para evitar multa tras varios avisos hice lo que comentaba, montarme un chabolo paralelo. Eso sí, por el día si pasaba ratos en el coche y nadie me decía nada. Además, como mis pertenencias eran exiguas era un vehículo como cualquier otro aparcado junto a la acera, no lo tenía síndrome de diógenes estail.
Interesante historia sí señor.
A mí siempre me ha parecido que lo más duro de estar en la calle aparte claro del frío el calor y la comodidad tiene que ser el hastío. Supongo que a todo se acostumbra uno, pero un par de veces que he tenido que estar tirado en la ciudad, buscando piso por ejemplo, he pensado lo duro que tiene que ser estar así todos los días.
He de confesar que tuve muchos momentos malos a lo largo de esos meses, pero tuve claro que tenía que pasar el verano así, y al final me adapté. Pero, como bien dices, los que lo tienen realmente jodido, son los jounles que viven en grandes urbes, y donde muchas veces hay historias tremendas detrás, y mucho enfermo mental, politoxicómano y demás, un auténtico batiburrillo de miserias humanas frente a las que mi experiencia en la calle es casi una anécdota.
Lo más interesante de la historia, no es si te lavas o donde cagas, lo mejor te lo dejas a medias, como te relacionaban con la gente con respecto a tu status?
Y como consigues perdonar a los demás para luego reintegrarte.
Tengo más preguntas pero se me está pasando el guiso.
Buena pregunta, hamijo, es que en esa ciudad ya había estado antes, por el mismo motivo, trabajando, y tenía contactos por mis experiencias pasadas. Me serví de esa gente para conseguir algunas cosillas necesarias, favores y por el tema de la higiene que he referido, y pese a que me trataron de chiflado y nunca entendieron por qué lo hacía, siempre me prestaron ayuda, y me refiero básicamente a dos contactos, dos personas que fueron diligentes y serviciales ante mis modestas necesidades.

Luego, en el trabajo, solo había niggas, y el trato era muy superficial, además olían fuertecito y cuando decían aquello de "unga, unga" no se entendían conmigo y nuestras conversaciones se limitaban a lo estrictamente necesario.

A veces iba con la ropa llena de mierda y por la calle se apartaban a mi paso, me hacía gracia y resultaba divertido ver las reacciones, charos agarrando el bolso o mirando con pavor, como si estuvieran ante el Yeti. Aún así procuré ir lo más aseado posible, pero por momentos me dejaba. Lo que nunca dejé fue la higiene bucal, y una vez al día mínimo me lavaba la piñata, pero es que había días que por dejación y pereza solo comía una vez al día. Fue una puta locura, oiga.
 
No me leeré el hilo hasta que cambien ese título apestoso de mierda con ínfulas de subnormal graciosete DIOS TE VOY A MATAR
 
Llevo una barbaca tremebunda, Don Ignasi, me llega casi hasta mi poderoso y hercúleo pectoral de alfa. Y también llevo el pelo largo, media melena, y encima con contraste de colores, barba pelirroja.

Los tengo, pero soy un puto inadaptado social, tengo vaivenes, ninguna estabilidad. Puro SAIDA y tal.

Últimamente sí la tengo, pero durante muchos años no la he tenido en absoluto, pero tampoco la he buscado.

Tenía trabajo remunerado (no muy bien) y además algunos ahorrillos, y el coche lo movía por la ciudad y a veces por sitios cercanos.

Lo he mencionado en mi narración, los "caballero, caballero" me tocaban en el cristal por la noche y me despertaban, y por eso decidí montarme el chabolo en el bosque de ribera, con una oscuridad impenetrable por la noche.

Los locales no me trataron muy bien, me amenazaron con denunciarme, que me tendrían que multar y tal, y también me registraron el coche en varias ocasiones. Y para colmo eran los mismos siempre, y al final, para evitar multa tras varios avisos hice lo que comentaba, montarme un chabolo paralelo. Eso sí, por el día si pasaba ratos en el coche y nadie me decía nada. Además, como mis pertenencias eran exiguas era un vehículo como cualquier otro aparcado junto a la acera, no lo tenía síndrome de diógenes estail.

He de confesar que tuve muchos momentos malos a lo largo de esos meses, pero tuve claro que tenía que pasar el verano así, y al final me adapté. Pero, como bien dices, los que lo tienen realmente jodido, son los jounles que viven en grandes urbes, y donde muchas veces hay historias tremendas detrás, y mucho enfermo mental, politoxicómano y demás, un auténtico batiburrillo de miserias humanas frente a las que mi experiencia en la calle es casi una anécdota.

Buena pregunta, hamijo, es que en esa ciudad ya había estado antes, por el mismo motivo, trabajando, y tenía contactos por mis experiencias pasadas. Me serví de esa gente para conseguir algunas cosillas necesarias, favores y por el tema de la higiene que he referido, y pese a que me trataron de chiflado y nunca entendieron por qué lo hacía, siempre me prestaron ayuda, y me refiero básicamente a dos contactos, dos personas que fueron diligentes y serviciales ante mis modestas necesidades.

Luego, en el trabajo, solo había niggas, y el trato era muy superficial, además olían fuertecito y cuando decían aquello de "unga, unga" no se entendían conmigo y nuestras conversaciones se limitaban a lo estrictamente necesario.

A veces iba con la ropa llena de mierda y por la calle se apartaban a mi paso, me hacía gracia y resultaba divertido ver las reacciones, charos agarrando el bolso o mirando con pavor, como si estuvieran ante el Yeti. Aún así procuré ir lo más aseado posible, pero por momentos me dejaba. Lo que nunca dejé fue la higiene bucal, y una vez al día mínimo me lavaba la piñata, pero es que había días que por dejación y pereza solo comía una vez al día. Fue una puta locura, oiga.
¿Perdió mucho peso durante la experiencia?
 
¿Perdió mucho peso durante la experiencia?
No, no tuve déficit alimentario, comi mucha conserva y en ocasiones al menú en algún que otro bar. Más que nada comí peor, en cuanto a calidad de la comida, que cuando vivía en casa de mi madre o bajo condiciones normales pero por mi cuenta. Lo de los ayunos intermitentes, por ejemplo, acostumbro a hacerlo con frecuencia. Además me cuesta mucho ganar peso, soy de complexión delgada y suelo tener un peso bastante estable.
 
No me leeré el hilo hasta que cambien ese título apestoso de mierda con ínfulas de subnormal graciosete DIOS TE VOY A MATAR
Yo me voy a esperar a la película
Juana Rivas histérica, llorando.webp
 
No, no tuve déficit alimentario, comi mucha conserva y en ocasiones al menú en algún que otro bar. Más que nada comí peor, en cuanto a calidad de la comida, que cuando vivía en casa de mi madre o bajo condiciones normales pero por mi cuenta. Lo de los ayunos intermitentes, por ejemplo, acostumbro a hacerlo con frecuencia. Además me cuesta mucho ganar peso, soy de complexión delgada y suelo tener un peso bastante estable.
Una pregunta más:

¿Llevaba en el coche algún tipo de defensa, aparte de su apolíneo cuerpo foril, para defenderse de cacos, yonkis y otra gente de malvivir enemiga de lo ajeno?
 
Última edición:
Una pregunta más:

¿Llevaba en el coche algún tipo de defensa, aparte de su apolíneo cuerpo foril, para defenderse de cacos, yonkis y otra gente de malvivir enemiga de lo ajeno?
No llevaba nada para defenderme, porque el único incordio que tenía eran los picoletos cuando dormía en el coche, pero no había jounles por allí, ni bandas de gentuza que me pudieran molestar. Había moroniggas y la escoria que suele haber hoy día por todos lados, pero cuando estaba en el coche, donde estuve como una semana creo recordar, o puede que algo más, no me sentí amenazado por nadie.

Luego, cuando estaba en el bosque junto al río, al principio, lo que sí hacía es ir a horas intempestivas, un poco tarde, cuando no se veía a nadie por alrededores para asegurarme de que nadie me seguía y esas cosas, y por la noche, salvo animales tipo conejos, zorros, jabalíes o ciervos, no hallé presencia humana por aquellos lares. Además el acceso no era tan fácil, había que andar como 30-40 minutos por un camino general, y luego había un desvío por un camino más secundario, poco accesible para coches, y tras andar un rato, no sé, 10-15 minutos, ya te metías por una zona de árboles y vegetación baja, y en una hondonada, bien protegida había como un hueco apoyado sobre un montículo con álamos y chopos. Me pateé toda aquella zona y fue lo mejor que encontré. Y para llegar a ese lugar concreto había que rebuscar mucho. Eso sí, toda la mierda que metí allí la llevé en coche hasta el citado desvío, luego a patita hasta el lugar, cargando chapas, cartones, maderas y demás.

Lo único que sí encontrabas de vez en cuando de camino hacia el lugar, y yendo de día, eran algún que otro ciclista, gente paseando y alguno corriendo. Lo bueno es que vivía entre el bosque y la propia ciudad, donde pasaba la mayor parte del día, por el trabajo. Otros días, los de fiesta básicamente, me dedicaba a estar por allí, por la zona del bosque, otras veces leía, o incluso me iba a pueblos cercanos o iba a comprar cualquier cosa que necesitara.

Lo peor y lo mejor de esta experiencia fue la soledad, que unas veces era deseada y agradable y otras generaba más estrés y ansiedad, especialmente al principio, pero somos seres de costumbres, y al final uno se acostumbra a todo.
 
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