Invencible, heráldico, apabullante. Un macho superlativo, un hombre que dirigía con la batuta de su falo un coro de coños vociferantes y entregados. Observadle rodeado de nínfas lascivas, enseñoreándose, pastoreando sus semovientes de hembras rabiosas. Este era, en sus días de gloria y platós televisivos, Alonso Caparrós
También era un tarzán de ensortijada melena, una efebo que enloquecía a las manolas, que las hacía sacar las uñas para pelear por un buen trozo de su carne palpitante
-¿Que queréis que haga? Soy bellísimo, embalsamarme, se lo debo a la Humanidad
(Actores españoles exhibiendo talento, matices y registros sutilísimos)
Pero la mejor de las épocas pasó, hoy hasta Paquirrín le levanta a las chavalas y le da capones con el glande. Ahora nadie le invita a copas en los bares de Aluche, ninguna señora le pide besos, ninguna turista de provincias se para a hacerse una foto él y se sofoca de emoción
. Il bello Alonso es un señor mayor, es un recuerdo que palidece, al que nadie presta atención. Fue y ya no és, folló a manos llenas y hoy es un simple mortal que tiene que echar horas en el tajo para agenciarse el derecho a colarse dentro de unas bragas.
Recordad su ejemplo y aprender la mejor lección os puede dar un caso como este. Lo peor que os puede ocurrir es un triunfo efímero y juvenil, luegro tendréis que arrastraros con el fracaso a cuestas el resto de vuestra vida.Triunfad a los 90, os tomaréis la revancha de una vida de brega y os moriréis en lo alto de podium.