EL ESTRÉS DE COMBATE
No se puede entender el uso legitimo de la fuerza
por parte del Policía, si no se entiende que sucede
psicofisiológicamente dentro del agente y de su contrincante
en el momento de la confrontación. Dicha confrontación se
realiza entre personas, y por tanto debemos entender cómo
actúan esas personas, pero no solo en una situación
considerada normal, sino entender que sucede con estas
personas en una situación que se complica por la presencia
de estrés agudo o "estrés de combate".
Cuando el ser humano es tocado por la violencia, se
sumerge en un estado mental y físico que lo hace sentir
devastado, que lo desequilibra totalmente. El estrés
extremo es emocional y físicamente carnívoro,
provocando en el caso de las confrontaciones infinidad de
errores en la toma de decisiones que llevaron a los agentes
que lo padecieron a realizar una serie de acciones que,
aunque quizás no eran las correctas, eran las normales
para la situación que se vivía.
Cuando las ppm suben a 145-175 se pierde la
habilidad motora compleja, se deteriora el proceso
cognitivo y se deteriora la capacidad auditiva, lo que se
viene denominado exclusión auditiva.
El oído se “cierra” y disminuye la capacidad
auditiva. Esto quedó demostrado en un 84% de los casos
estudiados en un importante trabajo científico. El estudio se
efectuó con agentes que vivieron situaciones límite en
enfrenamientos armados en los EE.UU. Así pues, el agente
que dispara o es disparado, a veces, no oye los disparos que
recibe, incluso ni los suyos propios; esos disparos los oiría
del mismo modo que en los entrenamientos con protección
auditiva, es decir, muy atenuados. Por tanto, es mucho más
real entrenar con protección auditiva que sin ella. Los
músculos faciales activan el tensor del tímpano y éste se
cierra, eso es lo que provoca la exclusión
Cuando las ppm suben a 175 ppm o más, se entra
en situación de pánico y es cuando se obtiene el máximo
nivel de habilidad motora gruesa, por ello se podrá correr
para huir o para combatir, pudiendo obtenerse resistencia
hasta el final del enfrentamiento.
Esto podría pasar aún estando en situación de
herido de cierta gravedad. Un agente no entrenado de
modo suficiente para situaciones reales, y no mentalizado de
que puede perder la vida cuando menos lo espere, o no
mentalizado de que puede tener que disparar a otra persona
para salvar su vida (todo el mundo cree que es capaz, pero
no es tan seguro), cuando llega a la situación de pánico es
más que probable que se bloquee mental y físicamente.
Alcanzadas las 175 ppm, o más, se pierde la visión
periférica y solo queda, de modo óptimo, visión en
profundidad, a ese efecto se le llama visión o efecto túnel.
El ojo pierde riego sanguíneo, se queda fijo en la cuenca
ocular, los ojos no se mueven y el cuello no gira. Todo ello
obliga al cuerpo a girar hacia la agresión, dirigiéndose a ella
de modo frontal. Se hace imposible ajustar el cristalino y si
se va a hacer uso del arma de fuego no se puede tomar
los elementos de puntería de modo óptimo. Un 70% de
agentes que vivieron situaciones límite, en enfrentamientos
reales, y que fueron científicamente estudiados, confirman
que su visión se vio seriamente alterada.
En situación de pánico, cuando se superan las 175
ppm, el ser humano llega a querer “desconectar” de la
situación que está padeciendo. Mediante otra hormona, la
Acetilcolina, se podría alcanzar el desmayo por baja presión
arterial o lo que se conoce como síncope vasovagal. Se
ralentizan los movimientos, disminuye el tono muscular, y
es una forma natural de no sentir lo que nos puede venir
encima, o incluso lo que ya tenemos sobre nosotros.
Cuando las pulsaciones por minuto se
aproximan a las 200, o las superan, se podrán tener
lagunas de memoria, entendiendo que dichos picos de
ppm son alcanzados en el fragor de un incidente serio y real
y no durante la actividad físico-deportiva. Así pues, tras un
incidente serio contra la vida humana, es frecuente que una
persona solo pueda recordar, en las 24 horas siguientes,
aproximadamente el 30% de lo que ocurrió, subiendo al 50%
en las siguientes 48 horas, y al 75-95% en las siguientes 72-
100 horas. A esto se le viene denominado Amnesia por
Estrés Crítico.
Esta amnesia por estrés crítico puede hacer que la
comparecencia o declaración del funcionario/s policial/es
implicado/s en el hecho, que se produce normalmente
inmediatamente después del suceso, contenga lagunas o no
se expongan hechos que posteriormente se recuerden, lo que
el juez puede interpretar como algo irregular que es
científica y biológicamente comprensible.