A Zapatero se le cae el talante
Pablo Sebastián
Al presidente Zapatero se le ha caído el talante y no se comporta como el gobernante de todos los españoles sino como un agresivo jefe de partido de la oposición, confundiendo su función en su vano intento de silenciar y controlar al Partido Popular con amenazas y acusaciones falsas, impropias de un jefe de Gobierno, sobre lo que en su día hizo el PP en su política antiterrorista, que en ese tiempo era compartida y avalada por el PSOE. Y todo ello para intentar justificar la excarcelación del criminal De Juana, que ha ganado el pulso al Gobierno con su huelga de hambre, y también en un intento desesperado de Zapatero para alcanzar dos objetivos que resultan difíciles de compaginar, como son la vuelta a la negociación con ETA y mantener la unidad y movilización de su partido.
El PP ha convocado una manifestación en Madrid para el sábado contra la liberación de De Juana, pero al final es el propio Zapatero el que con sus modales y nerviosismo se está convirtiendo en el verdadero animador de la marcha del PP, de la que su Gobierno y su partido intentan sacar ventajas con un furioso y desmedido ataque a los ya pasados gobiernos de Aznar, que en esto de la política antiterrorista no causarán efecto alguno, sino un mal mayor y más creciente en las filas y dirigentes moderados del PSOE, en donde los disparates de Zapatero no dejan de hacer mella, hasta el punto de que circulan rumores, cada vez más insistentes, sobre una posible revuelta interna e incluso sobre el abandono del partido de destacados militantes socialistas del País Vasco, donde las altas cotas de indignación de los socialistas que allí han sufrido y soportan el terrorismo y las amenazas de ETA parecen haber superado todo lo soportable.
Hablar a estas alturas de la política antiterrorista y penitenciaria de los gobiernos del PP es una falacia, en nada comparable a lo que está ocurriendo con De Juana o con el mal llamado proceso de paz con ETA, bajo el bombardeo de Barajas y el renacer de la kale borroka que ya se ha cobrado la vida de otro ciudadano inocente. Y no digamos si en ese ataque de locura que invade la Moncloa y la sede central de PSOE se permiten comparar la excarcelación de De Juana con cualquier intento para salvar al asesinado Miguel Ángel Blanco o al torturado, con 500 días de infame prisión, Ortega Lara. Y todo ello ocultando en este caso Zapatero que todas las iniciativas de los gobiernos de Aznar en estos asuntos fueron aprobadas y apoyadas por el PSOE y Zapatero, como presume el propio presidente del Gobierno cuando se queja de la falta de apoyo del PP a su política sobre el terrorismo, que nunca quiso consensuar con el PP sino con todos los partidos nacionalistas, incluida Batasuna.
Una vez más, y ya van muchas, la incompetencia política y el desprecio por la legalidad, la Constitución y la Democracia por parte de Zapatero se hace patente y patética, como se evidenció en su actuación de ayer en el Senado, en la que, como le dijo Rajoy, habló más como un hooligan que como jefe del Gobierno. Intentando, desde el Gobierno, el control de la oposición, cuando es la oposición la que tiene que controlar al Gobierno en una democracia que se precie de serlo.
Cree Zapatero que, con todo este ruido, sus votantes, militantes y dirigentes se van a unir en torno a su persona para hacer frente a un PP al que quieren llaman hipócrita —para hipocresía sus concesiones a ETA para salvar la negociación—, pero se equivoca porque la gran mayoría de sus seguidores, como lo han revelado las encuestas, están en contra de la excarcelación de De Juana y del acatamiento de su chantaje, y si pudieran ellos harían otra manifestación en contra de su presidente y líder del partido. Y si esto no ocurre es porque están las elecciones municipales a la vuelta de la esquina y en el PSOE han tocado la corneta del cierre de filas, aunque ya veremos si el trompetazo no arrastra un aumento de la abstención, como ya les ha ocurrido en Cataluña y Andalucía, a propósito de sus respectivos Estatutos.
El presidente está jugando con fuego y se puede quemar porque su escapada hacia nadie sabe dónde parece más una desbandada que otra cosa, y prueba que carece del menor proyecto político, sensato y razonable para España. Acusa al PP de hacer política con el terrorismo —que fue lo que hizo el PSOE en las elecciones del 2004, y puede que de una manera tan justificada como la de ahora—, y resulta que su única política consiste en estigmatizar al Partido Popular, al que está llevando en volandas, revaloración el papel de Rajoy —dentro y fuera de su propio partido— que estaba muy bajo de valoración y, entre otras cosas, ayudando a convocar la manifestación del sábado e incluso la moción de censura a la que se resisten los del PP, pero que acabará presentándose en el Congreso si Zapatero se resiste a debatir en la Cámara la excarcelación de De Juana. Y con mayor motivo si triunfa, como parece previsible, la manifestación que se acaba de convocar.
Al presidente se le ha caído el talante y también la sonrisa. Está crispado contra el PP y sabe que hay ruidos de indignación en el PSOE. Y en un intento desesperado intenta unir a los suyos acusando a los demás de lo que es su exclusiva responsabilidad: la infame excarcelación de De Juana en pago a ETA para volver a parlamentar.