Invasión de Bélgica en 1914:
Breve referencia histórica y geográfica de Bélgica en 1914
El reino de Bélgica lindaba con Francia por el oeste, suroeste y sur. La frontera con Francia tenía en 1914 614 kilómetros; al este limitaba Bélgica con el Gran Ducado de Luxemburgo, con una frontera de 129 kilómetros, la frontera con el Imperio Alemán, localizada también en el este, tenía una extensión de 97 kilómetros. Al norte y noreste confinaba con los Países Bajos, con una frontera de 431 kilómetros. Así mismo su costa del Mar del Norte tenía una extensión de 67 kilómetros.
La suma general del territorio era la de un triángulo irregular, cuya base suroeste se apoya en la frontera con Francia y cuyo remate, confinando con los países bajos, miraba hacia el nordeste.
La superficie total del Reino era de 29.450 kilómetros cuadrados y su población de 7.500.000 habitantes.
Según los historiadores el nombre de Bélgica deriva de una tribu que hacia el siglo II a.C., ocupó al país después de arrojar de la zona a los celtas, que fueron sus primeros pobladores. En esta región considerada parte de las Galias, vivían 47 pueblos o tribus que opusieron gran resistencia a Julio César, que logró dominarlos hacia el año 50 a.C.
La metrópoli de Bélgica en tiempos de los romanos era Duro Castrorum, hoy Reims, y el país sufrió varias divisiones territoriales.
En el siglo VII los habitantes del país eran paganos, pudiéndose decir que hasta el siglo XII no se cristianizaron por completo.
La historia de Bélgica apenas registra hechos de importancia hasta después de la era feudal.
El estado llano comenzó a figurar hacia el siglo XII, tomando fuerza y representación los municipios, hasta el punto que muchas ciudades por sí silas pudieron levantar ejércitos.
Los belgas lucharon especialmente contra los reyes de Francia en la Guerra de los Cien Años, debido a que los intereses materiales y mercantiles llevaban a las ciudades belgas a favorecer la causa de Inglaterra.
En el siglo XI las fábricas, los mercados y las ferias eran numerosos en Bélgica.
En el siglo XII se estableció la unificación de pesas y medidas.
En el siglo XIII l ciudad de Brujas era uno de los depósitos más importantes de la célebre Liga Hanseática.
En el siglo XIV las manufacturas de Bruselas surtían a toda Francia y las naves matriculadas en el puerto de Amberes tenían invadidos casi todos los puertos de Europa con un comercio casi mundial.
La salazón del arenque, el hierro laminado, la talla del diamante, el esmalte, la pintura al óleo y otros inventos tuvieron a Bélgica por su país de origen.
Después de las adquisiciones territoriales en Francia hechas por Felipe el Atrevido y por Felipe el Bueno, los Países Bajos en general y con ellos Bélgica pasaron a la casa de Austria por el casamiento de María, única hija de Carlos el Temerario, último duque de Borgoña, con el archiduque Maximiliano, hijo del emperador de Alemania Federico III.
Al fallecer la duquesa María, su hijo Felipe el Hermoso se casó con doña Juana la Loca, hija de los Reyes de Castilla y, por virtud de ese matrimonio, el estado belga pasó a poder de Carlos V de Alemania y I de España.
Más tarde, en tiempos ya de Felipe II, empezaron las guerras llamadas de Flandes y de los Países Bajos, resultado de las cuales fue le independencia de Holanda, o sea, de las 7 provincias unidas.
La mayor parte de Bélgica, esto es, las provincias católicas, funcionaron continuamente bajo el dominio de España, hasta que, por sucesivos tratados, la Península fue perdiendo territorios y Francia, en 1794, llevó a cabo la invasión y conquista de aquellas provincias.
El tratado de Campo Formio sancionó esto hechos.
Por los tratados de París de 1814 y 1815, Francia perdió Bélgica, que fue unida a Holanda para formar parte de los Países Bajos, hasta que en 1830 los belgas se declararon independientes y ofrecieron la corona al rey Luis Felipe de Francia, que aceptó.
Puede decirse que la independencia de Bélgica se debió casi por completo el apoyo resuelto que le prestó Inglaterra.
Continuará...
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