HISTORIA MILITAR: hilo de ejércitos y batallitas.

Sacrificó el Graf Spee sin presentar batalla por que le habían dicho que allí fuera estaba esperándole media armada inglesa, y fueron tres (Achilles, Ajax y Exeter)los cruceros con los que combatió antes de guarecerse en el río de la plata.
 
Tom Bombadil rebuznó:
Sacrificó el Graf Spee sin presentar batalla por que le habían dicho que allí fuera estaba esperándole media armada inglesa, y fueron tres (Achilles, Ajax y Exeter)los cruceros con los que combatió antes de guarecerse en el río de la plata.

Total, el barco perdido por perdido, mejor haberlo entregado en batalla.
 
Debio haber intentado romper el bloqueo, algo en un 99% imposible de conseguir lo hubiese convertido en ese gran corsario que tu comentas.
 
VIDEO DE UN PANTHER SIENDO DESTRUIDO EN COLONIA.

https://www.wwiireenacting.co.uk/videos/panther.avi

Historia del hecho en cuestion.

https://home.earthlink.net/~crcorbin/ColognePictures.html


No es la version completa del video ya que solo sale el panther recibiendo estopa por parte de un M26. En la version compelta se ve como el Pantera caza un Sherman ( Ya habia cazado uno previamente) y como el Phersing entra en escena.

Intentare hacerme con la version completa, si alguien la tiene que la suba por favor.

Estado del Panther tras el encuentro, onservese el boquete hecho por el proyectil de 90mm que amablemente le dispara el Phershing.

estadopanther.jpg



*Phersing y M26 es lo mismo, para que nos entendamos
 
No era perder por perder un barco, sinó salvar la vida de su tripulación.
Con los informes que había recibido romper el bloqueo era una utopía, fue más sensato y decidió salvar la vida de sus tripulantes y hundir al graf spee para que los ingleses no se apoderasen de él.
 
www.spitcrazy.com/62leprt004-Graf-Spee.jpg

Pués debería haberse hecho enfermera, y no capitán de un corsario.

En fin, otro dato: El nombre del barco debería haber sido Graf VON spee, pero a los nazis no les gustaban los títulos nobiliarios...el marino aleman cuyo sacrificio le hizo merecedor de bautizar el buque cayó con la bandera desplegada solo un poco más al sur...en malvinas.

Equipment13.jpg
 
Tom Bombadil rebuznó:
No era perder por perder un barco, sinó salvar la vida de su tripulación.
Con los informes que había recibido romper el bloqueo era una utopía, fue más sensato y decidió salvar la vida de sus tripulantes y hundir al graf spee para que los ingleses no se apoderasen de él.


Debería haber luchado hasta el final.

Señores, la guardia muere, pero no se rinde.
 
En todo caso, y dado que no pretendo ser un experto en la Guerra Civil Americana, le agradecería me indicara la fuente de tan excéntrica -lo cual no quiere decir que incorrecta- valoración.

Una página sobre generales de la Guerra Civil de la que lamento no recordar la dirección.

En todo caso, también es cierto que hay una visión de McClellan como general cagado y pusilánime, que nunca se atreve a atacar.

Al respecto hay una conocida anécdota: McClellan no se atrevía a atacar una posición sudista debido a la poderosa artillería que la protegía. Finalmente, los del sur (¡lástima que no ganaran la guerra!) se retiraron y entraron las tropas federales. Y descubrieron que los poderosos cañones eran simples troncos pintados para dar el pego.
 
Jacques de Molay rebuznó:
Tom Bombadil rebuznó:
No era perder por perder un barco, sinó salvar la vida de su tripulación.
Con los informes que había recibido romper el bloqueo era una utopía, fue más sensato y decidió salvar la vida de sus tripulantes y hundir al graf spee para que los ingleses no se apoderasen de él.


Debería haber luchado hasta el final.

Señores, la guardia muere, pero no se rinde.

Villepin nos transmite otra versión: "La guardia del emperador no se rinde.¡Muere!".
 
Una verdadera lástima que el Sur perdiera.

Yo ahora podría tener una plantación de algodón y negritos cultivándola y cantando gospel.
 
RattenKrieg rebuznó:
VIDEO DE UN PANTHER SIENDO DESTRUIDO EN COLONIA.

https://www.wwiireenacting.co.uk/videos/panther.avi

Lástima que no esté entero. Si tiene más videos, enlaces o páginas relacionadas no dudes en ponerlas. El titulo del hilo supongo que englobará todos los formatos, no solo el escrito y si no es así que hable Molay y me los pasas por MP, que te estaré muy agradecido.
 
csa

Jacques de Molay rebuznó:
Una verdadera lástima que el Sur perdiera.

Yo ahora podría tener una plantación de algodón y negritos cultivándola y cantando gospel.

www.pf-militarygallery.com/prints/john_paul_strain.htm

Una frase interesante que leí hace mucho tiempo:

"Si las guerras se ganasen solo con hono y valor, los estados confederados de América no habrían sido jamás derrotados".

www.pf-militarygallery.com/images/strain/LeBelleRebel-lg.jpg
www.pf-militarygallery.com/images/strain/Battlefield Prayer.jpg

Las posteo solo como enlaces por que aunque cojonudas, son demasiado grandes.
 
Jacques de Molay rebuznó:
Tom Bombadil rebuznó:
No era perder por perder un barco, sinó salvar la vida de su tripulación.
Con los informes que había recibido romper el bloqueo era una utopía, fue más sensato y decidió salvar la vida de sus tripulantes y hundir al graf spee para que los ingleses no se apoderasen de él.


Debería haber luchado hasta el final.

Señores, la guardia muere, pero no se rinde.

Alemania no iba sobrada de tripulantes, sacrificarlos en un combate desigual hubiese sido épico, pero poco pragmático a efectos militares, para ganar una guerra es más importante tener cerebro que tener cojones.
 
Llevo leyendo este hilo desde hace algun tiempo, y aprovecho para poner este texto que resulta, cuando menos, interesante. Aunque es algo largo, merece la pena leerlo entero.

GUERRA SIN REGLAS


Ming Zhang


Si China se involucrara en una guerra alguna vez en el futuro, ¿debería usar los métodos de guerra occidentales y respetar las "reglas de guerra" de Occidente? La provocativa respuesta de dos funcionarios militares chinos es "no". Es de resaltar que este artículo se escribió en el año 1.999, antes de los sucesos del 11-S.



En la década de los noventa las armas de alta tecnología parecen haber redefinido la forma en que se combatirá en las guerras en el futuro. La Guerra del Golfo contra Irak, en 1991, y la guerra aérea de la OTAN contra Serbia a principios de este año demostraron el poderío de una nueva generación de armamentos y de la teoría occidental. Los métodos de guerra occidentales-llamados con frecuencia la "Revolución en Asuntos Militares"-parecen haber triunfado.



Sin embargo, dos veteranos coroneles de alto nivel de la fuerza aérea china no están tan seguros. A principios de 1996, Qiao Liang y Wang Xianghui participaron en los masivos ejercicios militares chinos que tenían como objetivo intimidar a Taiwán en vísperas de las primeras elecciones presidenciales en esa isla. A la vez, esos ejercicios motivaron a Estados Unidos a enviar a la zona dos grupos de portaaviones como demostración de su poderío militar.



Más tarde, los coroneles se reunieron en un pequeño pueblo de la provincia de Fujián, en el sureste de China, y ponderaron la debilidad militar de este país en comparación con Estados Unidos. ¿Cómo se defendería China contra una nación con ese poderío si alguna vez tuviera la necesidad de hacerlo? El resultado fue un libro escrito conjuntamente, Chao Xian Zhan: Dui Quanqiu Hua Shidai Shangsheng yu Zhanfa de Xiangding (La Guerra Más Allá de las Reglas: Evaluación de la Guerra y de los Métodos de Guerra en la Era de la Globalización), publicado por la editorial Prensa de Artes del Ejército de Liberación Popular en febrero.



Su premisa central: Si alguna vez China se ve obligada a defenderse, debería estar preparada para llevar a cabo una "guerra más allá de todas las fronteras y limitaciones".



Las reglas de la guerra que existen actualmente, según Qiao y Wang, incluyen un conjunto de leyes y acuerdos internacionales desarrollados durante décadas por las potencias occidentales. En cuanto a los métodos de guerra, existe en gran parte del mundo desarrollado una especie de culto a la alta tecnología y a las nuevas armas, áreas en las que Estados Unidos tiene un claro liderazgo. Pero los autores afirman que lo que es "correcto" para Estados Unidos puede no ser apropiado para China. Los observadores occidentales, quienes generalmente no han leído Más Allá de las Reglas porque está publicado en chino, se han enfocado en aspectos tales como la supuesta apología del terrorismo que hacen los autores para el caso de que China se viera en una situación desesperada. Sin embargo, quizá el aspecto más polémico del libro es la crítica-y el desafío-que hace a las actuales doctrina y estrategia militares de Estados Unidos.



Qiao y Wang comienzan argumentando que, paradójicamente, mientras más armas se inventen y se desplieguen, cada tipo particular de arma jugará un menor papel en un combate real. Ningún tipo particular de arma puede ser decisivo, exceptuando a las armas nucleares, en una guerra "total", la cual es poco probable. Pero según los autores, las armas de tecnología de vanguardia fabricadas para la defensa nacional, debido a sus costos cada vez más altos, pueden causar en un momento dado el colapso económico de un país. Y argumentan que los Estados Unidos podrían estar siguiendo los pasos de la ex Unión Soviética al sumergirse en la costosa Revolución en Asuntos Militares.



Los autores señalan las extraordinarias sumas invertidas en el programa del bombardero furtivo B-2 y los montos todavía mayores que se están gastando en el programa del caza F-22. La carga financiera de la defensa nacional es onerosa para Estados Unidos, y todavía más para otros países. Sólo una nación tan rica como Estados Unidos puede costear armas extremadamente caras y usarlas después contra objetivos de bajo costo, dicen los autores. Pero hay límites, incluso para Estados Unidos. El derrumbe del imperio soviético no llegó con un fuerte trueno, sino más bien con el sonido que hace algo al desinflarse. Este podría ser el destino de Estados Unidos.



De acuerdo con los autores, la fuerza que impulsa a los costosos programas de armas de Estados Unidos, y a sus conceptos estratégicos, es la noción de "cero bajas". Estados Unidos sopesa la importancia de sus objetivos estratégicos contra la posibilidad de que pudiera tener bajas para lograrlos. Este país es cada vez más renuente a arriesgar vidas para lograr sus objetivos, y según los autores esto es un error. Pero un error más serio, añaden, es la percepción de que las disputas internacionales pueden ser resueltas definitivamente, en caso necesario, en el campo de batalla. De modo que Estados Unidos se enfoca en el objetivo de mantener su capacidad de combatir y ganar dos guerras regionales más o menos al mismo tiempo. De hecho, el tipo de guerra de campo de batalla que caracterizó a gran parte del siglo XX no es tan probable en el siglo XXI.



Los militares chinos deben evitar esa trampa; no deben arruinarse para pelear guerras en el campo de batalla con armas de alta tecnología. En lugar de eso, China debe estar preparada para pelear con cualquiera de los medios con que cuente en una variedad de frentes. Lo que los autores están estableciendo se resume en la frase común en Occidente de "pensar fuera del marco" (es decir, de forma no convencional).



Los autores afirman que después de la Guerra del Golfo los militares chinos estaban tan impresionados por el armamento y la estrategia de EE.UU. que aceptaban en gran medida las nuevas definiciones de la guerra establecidas por este país. Pero hacia finales de los noventa comenzaron a tener otras ideas, en parte debido a los enormes gastos implicados en el armamento de alta tecnología.



Los autores analizan la Revolución en Asuntos Militares desde su estrategia de defensa hasta su doctrina militar, pasando por la estructura de sus fuerzas. Reconocen que Estados Unidos tiene el liderazgo en cuanto a imaginar nuevos tipos de guerra, lo que incluye a la guerra de la información, la de la precisión, la de fuerzas conjuntas y la acción militar no bélica.



Dicen que la acción militar no bélica es particularmente creativa porque apunta al uso de las fuerzas militares en una variedad de funciones, como el mantenimiento de la paz, la ayuda humanitaria y el contraterrorismo. Pero los coroneles insisten en que todavía no hay una "revolución" completa en el pensamiento militar de EE.UU., porque la teoría de este país carece del concepto de la "acción de guerra no militar". Cuando contrastan la "acción de guerra no militar" con la "acción militar no bélica", los autores no sólo están haciendo un juego de palabras; más bien, el término intenta ampliar la definición de la guerra más allá de los límites comúnmente aceptados.



La acción militar no debe definir el significado completo de "guerra"; es sólo una dimensión de ella. Según los autores, la Revolución en Asuntos Militares de Estados Unidos se aproxima a ser una revolución del pensamiento militar, pero se enfoca demasiado en la tecnología militar. La revolución no se puede detener en el nivel de las nuevas tecnologías, en la reforma de sistemas u otros cambios materiales. Un pensamiento verdaderamente nuevo debe subyacer en el seno de una revolución-y en eso los chinos no deben ir a la zaga.



La seguridad geográfica es un concepto obsoleto, afirman los autores, porque las amenazas a la seguridad nacional podrían provenir no de una invasión transfronteriza sino de las acciones no militares. Las definiciones de seguridad deben incluir actualmente la seguridad geográfica, política, económica, religiosa, cultural, ambiental, de recursos, de información, y del espacio cercano a la Tierra.



Los autores reconocen que en principio las leyes internacionales y las reglas de la guerra ponen límites a la forma en que se efectúa la guerra. Este cuerpo de leyes y reglas cubre una amplia gama de aspectos, que va desde el requerimiento de que las fuerzas armadas usen uniforme hasta la prohibición de la matanza indiscriminada de no combatientes, pasando por la prohibición de las armas químicas o biológicas y las minas terrestres.



Pero, según los autores, el que un país realmente acepte o no estas reglas que regulan la guerra, depende de si éstas son o no favorables a sus propios intereses nacionales. Los países poderosos usan a veces estas reglas para controlar a otras naciones, por ejemplo, mediante la prohibición de las armas químicas y biológicas. Sin embargo, cuando las reglas están en conflicto con los intereses nacionales la mayoría de los países las sacrifican para lograr sus propios objetivos.



En esencia, los autores instan a China a sentirse libre de pelear las guerras en cualquier forma posible, sin desechar de antemano medios rechazados por acuerdos y códigos desarrollados durante décadas por las potencias occidentales. La doctrina china debería abrazar el principio de la adición, sugieren los autores, en el que muchos métodos de guerra pueden -y deben-usarse en conjunto para lograr el desenlace deseado. Con base en esta premisa, delinean las siguientes formas en que se puede definir la guerra:



Militarmente: nuclear, convencional, bioquímica, ecológica, espacial, electrónica, terrorista, y de guerrillas.



Metamilitarmente: diplomática, psicológica, tecnológica, de redes información, de inteligencia, de contrabando, de drogas y simulada (la cual es conocida en Occidente como "disuasión").



Extramilitarmente: de recursos, de ayuda económica, de sanciones, de medios de información, financiera, comercial, legal, e ideológica.



Los autores explican en detalle muchos de estos métodos. Algunos son prácticas comunes de Estados Unidos y otros países, como los embargos comerciales. Otros no se practican, como la manipulación de las condiciones ambientales para producir, por ejemplo, lluvias torrenciales sobre un territorio enemigo.



Más Allá de las Reglas enfatiza la "guerra asimétrica"-por ejemplo, la guerra de guerrillas (principalmente urbana), acciones terroristas y ataques cibernéticos contra las redes de información. La idea es golpear objetivos vulnerables de maneras inesperadas. Los autores afirman que una verdadera revolución en la guerra combinaría acciones convencionales con acciones no bélicas, o acciones militares con acciones no militares. La "guerra" podría incluir una mezcla de aviones furtivos con misiles de crucero junto con ataques bioquímicos, financieros y terroristas.



Desde la antigüedad los países han usado instintivamente una variedad de medios para defenderse. La combinación de métodos de guerra es una simple adición, familiar para todos, y produce una "poción de brujo" de estrategias ofensivas y defensivas. Sin embargo, añaden los autores, nunca ningún estratega militar en la historia cultivó sistemáticamente el arte de la "adición" para formular una doctrina militar a priori. Cuando se usaron conjuntamente medios adicionales de guerra en el pasado, por lo general la guerra ya estaba en curso.



Los autores dicen que, en teoría, "más allá de las reglas" significa ir más allá de todo-"pensar fuera del marco". Aunque en realidad es imposible actuar sin ningún límite. De hecho, los militares chinos deberían establecer los objetivos limitados que puedan lograr con los medios de que disponen. La delimitación de los objetivos ayuda a definir los medios que se deberán usar para lograrlos. El uso real de las armas nucleares, por ejemplo, no puede servir para objetivos limitados. Su valor reside estrictamente en disuadir a otros de usar armas nucleares. De otra manera, China no debería vacilar-si tuviera que defenderse- en usar tantos medios de guerra como le fuera posible, incluyendo armas que no están "permitidas" por las leyes internacionales y las reglas de guerra, como las químicas y las biológicas.



Más Allá de la Reglas ha recibido atención de alto nivel en China. Muchos funcionarios militares chinos lo han elogiado. Sin embargo, cuando un diplomático chino presentó el libro en una conferencia internacional en Rusia, los participantes estadounidenses y europeos se sobresaltaron. Los principales medios de información estadounidenses no se enteraron del libro sino hasta el 8 de agosto último, cuando el Washington Post publicó un artículo al respecto y una entrevista a los autores. Al día siguiente, la cadena Voice of America (La Voz de los Estados Unidos de América) transmitió una discusión acerca del libro. Artículos y comentarios en los medios de información de Occidente han tendido a sugerir que el libro hace una apología del terrorismo y de otros métodos viciosos de guerra.



Aunque Más Allá de las Reglas no es política oficial, algunos de los métodos extremos que se recomiendan en él causarán preocupación en el exterior acerca del compromiso de China con la prohibición de las armas químicas y biológicas. Sin embargo, el libro no aboga por una política expansionista para China. Los medios que se sugieren en el libro son más agresivos que los considerados dentro de las normas internacionales, pero sólo serían usados para la defensa nacional. El libro es un trabajo fresco que rompe con las rígidas limitaciones de pensamiento características de los militares chinos. Los autores miran con una perspectiva realista los asuntos militares al examinar las leyes y reglas aplicables a la guerra que existen actualmente, y al señalar que se originaron en Occidente. China, dicen, no debería sentirse comprometida con ellas cuando se trate de defender sus intereses.



En cuanto a si los autores plantean argumentos legítimos acerca de la Revolución en Asuntos Militares de Estados Unidos, el punto es ciertamente discutible. Pero el libro es una respuesta o un desafío no occidental al pensamiento militar estadounidense, lo que por sí mismo lo hace merecedor de la atención de los expertos occidentales.



Más Allá de las Reglas también refleja una tendencia general de China hacia la franqueza. Comparado con estudios pasados efectuados en China acerca de los métodos y la doctrina militares, el libro proporciona opiniones y análisis claros. En el verano pasado, China optó por la transparencia y la disuasión como postura militar cuando declaró que poseía bombas de neutrones. También anunció un lanzamiento de prueba del DF-31, un misil balístico intercontinental de segunda generación. Además, muchas armas nuevas, desde aviones de caza hasta misiles, fueron exhibidas en octubre, en el quincuagésimo aniversario de la revolución.



Finalmente, es importante analizar por qué ha aparecido en China un libro que se opone a las reglas internacionales y ha sido bien recibido por muchos funcionarios militares y por el público de este país. En su artículo del 8 de agosto, el Washington Post comentó, correctamente, que "el libro es una importante expresión del sentimiento de falta de poder de China cuando se compara con el poderío de Estados Unidos". Fueron demasiado lejos los autores de Más Allá de las Reglas? ¿O el libro es una forma de sugerir que Estados Unidos ya ha ido demasiado lejos en el camino del predominio militar?



Ming Zhang es director del Instituto de Investigación de Asia, en Virginia, y asesor del Proyecto de No Proliferación de la Carnegie Endowment for International Peace. Traducción por Alan Hynds
 
Miyamoto Mushashi rebuznó:
Guerra sin reglas

A veces romper el paradigma vigente es el mejor camino para tomar ventaja sobre el enemigo. Miedo me da que las potencias pongan en práctica de modo sistemático estas ideas, y que nadie dude que lo harán, especialmente las que busquen arrebatar la hegemonía a EEUU.
 
Seleuco rebuznó:
Jacques de Molay rebuznó:
Tom Bombadil rebuznó:
No era perder por perder un barco, sinó salvar la vida de su tripulación.
Con los informes que había recibido romper el bloqueo era una utopía, fue más sensato y decidió salvar la vida de sus tripulantes y hundir al graf spee para que los ingleses no se apoderasen de él.


Debería haber luchado hasta el final.

Señores, la guardia muere, pero no se rinde.

Villepin nos transmite otra versión: "La guardia del emperador no se rinde.¡Muere!".


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.... pues eso .... :lol:
 
Como veo que tuvo un exito del copon el anterior texto :?: posteo a ver si os animais a leerlo y posteais hijos de la Logse. :evil:

¿Por qué perdimos la Guerra de 2.014?



TCOL. AVIACIÓN D. CARLOS MESTRE BAREA. EJERCITO DEL AIRE DE ESPAÑA



Publicado en la Revista de Aeronáutica y Astronáutica, en abril de 2.001. (antes de los sucesos del 11-S)


Hace poco más de 15 años los expertos militares pensaban que la revolución tecnológica en el campo militar dejaría a las naciones en desarrollo, como la nuestra, imposibilitadas para oponerse a las potencias tecnológicas. Los expertos occidentales al final del siglo XX, pensaban que la ciencia y la tecnología jugarían el papel decisivo. Las imaginaban a gran distancia de sus territorios nacionales y hablaban de ‘ciber-guerras’ y de ‘guerras de la información’ contra enemigos muy inferiores tecnológicamente. Y una vez más, los occidentales, daban por supuesto que sus potenciales enemigos aceptarían su interpretación de lo que es la ‘revolución tecnológica’.

Los enemigos del mundo occidental al comienzo del siglo XXI se convirtieron en enemigos, precisamente, porque no compartían los valores de esa civilización corrupta, ni tampoco su visión filosófica de la humanidad. Tanto el final del siglo XX como el comienzo del siglo XXI vio la emergencia de lo que el historiador británico John Keegan llamó las ‘sociedades de guerreros’.

Los occidentales empezaron a darse cuenta durante los últimos años, de quienes eran sus verdaderos enemigos: sociedades que no se comportan de acuerdo a lo que los esquemas occidentales establecen como racional, que son capaces de atrocidades difíciles de describir con simples palabras y que no les importa sacrificar a muchos de los suyos, incluidos los niños, con tal de que sobrevivan determinadas ideas religiosas o políticas.

Demasiados occidentales daban por asumido que estas sociedades de guerreros, carecían de la sofisticación necesaria para integrar las nuevas tecnologías en una doctrina militar que pudiera derrotar a Occidente. La ‘cibernética’, que es la base de la revolución tecnológica, no requiere una infraestructura tan complicada como la necesaria para producir las tradicionales máquinas de guerra, barcos, aviones o tanques. Con plataformas como esas, el poder militar de Occidente dominaba el mundo. La tecnología de la información, sin embargo, ha cambiado radicalmente todo eso ya que su utilización requiere potencial humano, el cual usando ordenadores comerciales simples y baratos, puede llevar a cabo los desarrollos tecnológicos necesarios. Además, con la filosofía monetarista de los logistas occidentales que patrocina el acudir cada vez más a los canales comerciales normales para pertrechar a sus ejércitos, nosotros podemos adquirir los mismos productos en mercados internacionales, y muchas veces más rápido que lo puedan hacer las democracias occidentales a través de los burocráticos canales que las leyes de contratos les obligan a seguir.

Aunque los occidentales proclamaban que la tecnología de la información les permitiría introducirse en el ‘proceso de la decisión’ del enemigo, lo realmente irónico es que fuimos nosotros quienes nos metimos en sus ‘procesos de adquisición’ ya que éramos capaces de adquirir sistemas nuevos, antes incluso de que ellos hubiesen comprado los suyos, que en ocasiones estaban ya obsoletos en el momento de concluir sus larguísimos programas de adquisición.

Los occidentales también subestimaron los efectos del rápido bajón de los ciber-precios, puesto que en el año 2.000 ya podíamos comprar chips de silicio a 100 $ y con la misma potencia de cálculo que tenían los supercomputadores de 320 millones $ de los sistemas de defensa, al principio de la década de los 90. De esta manera, muchos de los mecanismos utilizados en nuestros sistemas de comunicaciones, por ejemplo, resultaban tan baratos y miniaturizados que se podían hacer mil veces redundantes. Era prácticamente imposible que un ciber-asalto pudiera eliminar todos los sistemas a la vez.

Y para mayor desgracia de nuestros enemigos, el gran desarrollo del software disminuyó la demanda de especialistas altamente cualificados necesarios para operar los complejos sistemas de armas existentes.



Así que soldados con una preparación técnica muy escasa podían convertirse rápidamente en operadores eficaces de los nuevos sistemas. Gracias al Altísimo, el microchip terminó con la ventaja en información y entrenamiento que habían disfrutado los soldados occidentales hasta entonces.



En cualquier caso, decidimos no preocuparnos demasiado si no éramos capaces, en cada momento concreto, de hacer frente a alguna nueva sorpresa tecnológica de los occidentales. Hoy estamos seguros de que la dependencia de los ciber-sistemas no es una potencialidad absoluta. Las organizaciones tecnológicamente avanzadas son más vulnerables a la guerra de la información simplemente porque son dependientes precisamente de esa información. Por ejemplo, nosotros vemos la globalización tecnológica del mundo de la prensa, radio, y TV como una nueva manera de hacer nuestra Guerra Santa. Al terminar la primera década del siglo XXI, las agencias internacionales de noticias dejaron de ser dependientes de los gobiernos a la hora de producir las noticias en la zona de conflicto ya que disponían de medios propios de comunicación muy avanzadas tecnológicamente. La seguridad en las operaciones militares se hizo casi imposible puesto que los potentes grupos económicos que dominaban el mundo de la información periodística lanzaron satélites de comunicaciones y de observación e incluso sus propios UAVs reconocimiento para transmitir en tiempo real escenas del campo de batalla.

Esta enorme cantidad de información estaba, por supuesto, disponible para cualquiera, incluidos nosotros. No teníamos, por tanto, necesidad de construir satélites costosos o incluso pagar a espías; en su lugar utilizábamos el libre flujo de datos que navegaba por Internet, ya que las democráticas leyes occidentales del derecho a la información hacían imposible el consenso político necesario para interferir el trabajo de los medios. De hecho, la tecnología ha hecho posible la ‘igualdad en la información’ más que el ‘dominio de la información’ que era lo que patrocinaba la revolución tecnológica militar de finales del siglo XX.

Nos dimos cuenta de que los cambios tecnológicos tan radicales que se habían producido en los medios, nos permitían desarrollar una estrategia que explotaba el miedo de los occidentales a las bajas en los conflictos militares. Esta sensibilidad exquisita a la hora de usar la fuerza contra la barbarie, hacía posible que adversarios muy inferiores tecnológicamente pudieran derrotar a superpotencias. Como ejemplo podemos señalar que la muerte de 18 soldados americanos en Somalia, seguida por las escenas de TV del cuerpo de uno de esos soldados arrastrado por las calles de Mogadiscio, causó tal protesta entre el público americano que forzó a las autoridades a limitar sus objetivos políticos.



De la misma forma el temor reverencial a las muertes tanto propias, como del enemigo, hizo que las intervenciones occidentales contra los genocidios en Bosnia y en la antigua Yugoslavia estuvieran llenas de limitaciones que proporcionaron grandes ventajas operativas a sus adversarios.



De esta manera, el intentar capitalizar el poder de los medios (principalmente la TV) se convirtió en parte de nuestra estrategia, haciendo la guerra de la manera más brutal y despiadada posible para influenciar de esta forma a los líderes políticos al exponer esa brutalidad ante los ojos de sus ciudadanos. Esta estrategia casaba muy bien con nuestra manera de ser como nación. Los países como el nuestro, organizados socialmente sobre la base de unas poderosísimas corrientes étnicas, religiosas o culturales y con frecuencia dotadas de unas potentes fuerzas de seguridad, son mucho más resistentes a las vacilaciones de la opinión pública que las pluralistas democracias occidentales.

Nuestra estrategia fue hacer una guerra tan psicológicamente costosa para los ciudadanos occidentales que sus gobiernos perdieran la voluntad de vencer. Para hacer eso, por supuesto que no nos considerábamos obligados a seguir las decadentes y restrictivas ideas occidentales sobre legalidad y moralidad. Lo que ellos llaman ‘Leyes de la Guerra’ o ‘Derecho Humanitario de los Conflictos Armados’ fue concebido para mantener a nuestra gente en la opresión desde la I Guerra Mundial. Además, este tipo de leyes no ha sido nunca disuasivo porque no ha existido la convicción profunda de hacerlas cumplir hasta sus últimas consecuencias.

La revolución tecnológica, por tanto, no hizo a la guerra menos cruenta; la guerra nunca fue el intercambio, caballeresco e inocuo, de ondas electromagnéticas que algunos habían pronosticado. Por el contrario, con nuestra estrategia se convirtió en mucho más brutal que nunca, por lo menos a los ojos de los ciudadanos occidentales que ahora eran capaces, desde sus casas, de meterse dentro del campo de batalla, gracias a los nuevos sistemas de comunicaciones utilizados por las agencias de noticias. Las familias, desde el sofá de su sala de TV podían ver y escuchar en directo, cómo sus seres queridos morían en los combates.

El horror de tales experiencias hizo saltar por los aires las predicciones que habían hecho los entusiastas ciber-profetas sobre los conflictos ‘no- letales’ o ‘quirúrgicos’ que se avecinaban. Esperábamos que los occidentales llevarían a cabo esta supuesta ‘guerra sin sangre’, asaltándonos desde gran distancia con sus ciber-armas. Teníamos claro que no podríamos parar sus sofisticadas máquinas aéreas y que éstas serían capaces de golpear en cualquier punto de nuestra geografía. Los ataques aéreos capaces de colapsar los servicios públicos de una nación es posible que puedan disuadir a pueblos como ellos, pero jamás a nuestro pueblo, acostumbrado, como está, a los mayores sufrimientos y penalidades.

Tratando de buscar una manera eficaz de proteger nuestras instalaciones más valiosas, examinamos de nuevo la historia y encontramos el ejemplo del conflicto de Bosnia en los 90, cuando las tropas servias contuvieron con éxito el poder aéreo de la OTAN utilizando observadores de la ONU como escudos humanos.



Por tanto, la toma de rehenes se convirtió en elemento fundamental de nuestra doctrina militar y de esa forma, mostrándolos descaradamente ante la prensa y la TV mundial, encadenamos a los prisioneros a instalaciones vitales, tanques, vehículos militares e incluso los hicimos subir a nuestros aviones de transporte y helicópteros.



Puesto que éramos conscientes de que los enormes prejuicios morales de la cultura occidental complicarían extraordinariamente sus esfuerzos para atacarnos, integramos totalmente nuestra infraestructura militar dentro de áreas civiles. De esa forma, enterramos nuestros centros logísticos y de mando y control debajo de escuelas, hospitales, bloques de viviendas e incluso en lugares religiosos o campos de prisioneros.

Constantemente buscábamos nuevas e imaginativas maneras de transformar nuestras debilidades tecnológicas en potencialidades decisivas. Con material y expertos de países hostiles a los occidentales y con la ayuda de mafias de la antigua Unión Soviética, fuimos capaces de construir una bomba nuclear en el año 2.010. Sin embargo, en ese momento todavía no disponíamos de un vector de lanzamiento capaz de sobrepasar el sistema de defensa de misiles de teatro que los americanos ponían a disposición de las potencias occidentales. Pero al fin encontramos una manera de utilizar nuestra arma nuclear contra nuestros enemigos. Veo en muchos de vosotros caras de sorpresa. Sí es verdad, nuestra Gran Ciudad fue destruida por un ataque atómico que mató a 30.000 de los nuestros. Pero amigos míos, no fue un arma occidental la que explotó. ¡Fue la nuestra!.

Lo explicaré. En una cultura de guerreros, nada resulta más glorioso que morir en la batalla. Para nosotros, como para otras gentes no occidentales, el martirio y la autoinmolación son valores culturales más importantes que la propia vida. Por eso proporcionamos a nuestra propia gente el honor de morir por la Causa. Inmediatamente después del comienzo de la guerra, colocamos un artefacto nuclear en nuestra Ciudad, escondido en una ambulancia (protegida, por supuesto, de los ataques aéreos por su cruz roja pintada en el techo). Después, indujimos a los occidentales a atacarnos ya que construimos una planta de productos para la guerra química y bacteriológica, justo en el corazón de nuestra Ciudad y de tal manera que fuera relativamente fácil, para sus satélites espías, el descubrirla. Les dimos la oportunidad a algunos periodistas elegidos de que retransmitieran en directo el raid aéreo. En el momento en que los occidentales lanzaron sus primeras bombas, hicimos explotar secretamente nuestro artefacto nuclear.



La espectacular seta atómica arrasó todo lo que existía a muchos kilómetros a la redonda y causó el horror de los cientos de millones de personas que estaban contemplando el espectáculo en directo a través de la TV.



La reacción mundial lo que se pensaba que era el uso, tras Hiroshima y Nagasaki, de la tercera bomba atómica, fue una condena universal. Los japoneses estaban especialmente furiosos. No solamente abandonaron la alianza contra nosotros, sino que empezaron sistemáticamente a desinvertir billones de dólares y euros de la Reserva Federal Americana y del Banco Central Europeo. Los mercados económicos fueron víctimas del pánico y la economía occidental cayó en el más profundo caos. Muchos otros miembros de la comunidad internacional se volvieron también contra los occidentales.

Por supuesto, la Coalición se declaró inocente. Pero pocos la creyeron. Incluso los propios ciudadanos occidentales desconfiaron de sus gobiernos. Como consecuencia, las disensiones políticas entre los estados occidentales empezaron a producirse y nosotros aprovechamos la oportunidad para inflamar la polémica. Comunicamos a la prensa que tomaríamos represalias por el ataque nuclear con los prisioneros de guerra. Como todos sabéis, esta fue la primera gran guerra en la que participaron gran cantidad de combatientes femeninos. Para llevar a cabo nuestro plan, capturamos a unos cuantos centenares de estas soldados. Sus familias y conciudadanos occidentales quedaron estupefactos con lo que hicimos a continuación: nuestras Brigadas Negras violaron a las prisioneras, amputaron sus pechos y quemaron sus caras con ácido. Aunque las hicimos sufrir horriblemente, tuvimos mucho cuidado de que no murieran. Les dijimos al mundo que nuestras mujeres habían sufrido también mucho en la catástrofe atómica. Nosotros nos postulamos como víctimas nucleares y ganamos la simpatía de muchos ciudadanos de todo el mundo, a pesar de los actos horribles que cometimos contra sus prisioneros.

A continuación devolvimos a los prisioneros a sus países de origen, en lo que nosotros ‘vendimos’ como ‘gesto humanitario’. Convertimos la repatriación en un ‘circo de medios’; de ninguna manera tratamos de ocultar lo que habíamos hecho con las prisioneras, incluso lo anunciamos con vídeos en Internet como un aviso de lo que podía suceder en el futuro. Familiares horrorizados veían regresar a sus hijas, hermanas o esposas en silla de ruedas, horriblemente mutiladas, gritando su agonía y reclamaban la vuelta de las que quedaban en el frente. Pero en el 2.014 las mujeres representaban el 40% de los efectivos militares, de tal manera que su retirada de las zonas de combate supuso una disminución muy importante de las capacidades de los occidentales.

Pero aunque el éxito nos acompañó en esta estrategia, nuestro gran objetivo era atacar el corazón de Europa y Estados Unidos. Sabíamos, sin embargo, que un ciber-ataque directo no produciría la clase de daños necesarios para derrotarlos. Siguiendo la estrategia indirecta de Liddel Hart, concentramos nuestros esfuerzos en sus vecinos ‘pobres’, Méjico y algunos países mediterráneos del norte de África como Marruecos y Argelia. Las economías de estos ‘países pobres’, en esa época, también dependían de los ordenadores pero los sistemas no estaban tan protegidos como los occidentales. Nuestros hackers fueron capaces de corromperlos de forma masiva. Finalmente nuestros agentes clandestinos en estos países reavivaron algunos de sus conflictos internos como el de Chiapas en Méjico o el del Sahara en el Norte de África.

Los efectos sinérgicos de estas estrategias fueron devastadores. Los gobiernos de éstos países entraron en profundas crisis y sus economías se desintegraron llevando a los ciudadanos al paro y a la miseria. Millones de emigrantes mejicanos y norteafricanos invadieron los Estados Unidos y Europa, respectivamente. Los ciudadanos occidentales reclamaban el uso de la fuerza militar para controlar el flujo de inmigrantes y criticaban que los soldados estuvieran a cientos de kilómetros de distancia cuando la crisis estaba en su propia casa. Nuestros planes, gracias al Altísimo, funcionaron perfectamente.



La búsqueda constante de otras maneras ‘baratas’ de atacar a los occidentales nos llevó a la guerra contra su medio ambiente. Empezamos con su agricultura porque era un blanco muy fácil ya que, como es lógico, no se sentía objetivo de ningún ataque. Esparcimos grandes cantidades de desechos genéticos de las moscas mediterránea, pulgones, hongos, tizones y royas sobre cultivos. De la misma forma, inoculamos secretamente la ganadería con enfermedades altamente contagiosas que hacían letal el consumo de su carne.



Nos jactábamos ante el mundo de ser los responsables de estos actos de ‘guerra’ que no de ‘terrorismos’, asombrando a los occidentales con nuestro salvajismo extremo. Estos no podían disfrutar de una comida, pasear por un parque, descansar en una playa e incluso respirar el aire de sus ciudades sin preguntarse si serían las próximas víctimas de otro de nuestros ataques suicidas.

Vosotros sabéis el resto, amigos míos. Aunque nunca fuimos capaces de derrotar a los occidentales en el campo de batalla, sí les infligimos tal daño moral y psíquico que pronto solicitaron unas conversaciones de paz. Con su economía en ruinas, sus fronteras amenazadas por cientos de miles de inmigrantes, sus ciudadanos desmoralizados, el descontento civil hasta en el último rincón de sus territorios, no fueron capaces de continuar.

De los muchos errores que los occidentales cometieron algunos se hicieron claramente evidentes a lo largo de nuestra contienda; por ejemplo: asumieron como hecho incuestionable el que la ‘revolución tecnológica’ sólo favorecería a las naciones avanzadas; no consideraron que otros países con valores y filosofías completamente diferentes a las occidentales también podían vencer en una guerra de la era de la información. A pesar de lo que muchos expertos en estrategia habían pronosticado durante los años 90s, la ciber-ciencia no puede eliminar la crueldad inherente a los conflictos entre seres humanos. Le enseñamos a los occidentales que ningún ordenador puede enfrentarse en el campo de batalla a una simple bayoneta empuñada por un fanático. Así, amigos míos, estas son las consecuencias últimas de la ‘revolución tecnológica militar’ que tantos adeptos consiguió entre los militares cegados por la técnica de finales del siglo XX. ¡Demos gracias al Altísimo!
 
Miyamoto Mushashi rebuznó:
¿Por qué perdimos la Guerra de 2.014?

Ya escribió Toynbee que la 3º Guerra Mundial sería a través del terrorismo y la inmigración. Pedazo de texto, oiga, a todo lo que dice habrá que sumarle el terrorismo a gran escala.

Creo que se excede, ya que sobreestima la capacidad de coordinación del posible enemigo, en realidad ese ha sido siempre el gran problema del mundo islámico, pero da un toque de alarma indudablemente serio.

Léanlo, caballeros, merece la pena.
 
Hola

Hola, que tal?
Es la primera vez que posteo en este foro y me ha dado una gratisima sorpresa encontrarmelo. A ver tengo varias consultas... a ver que pensais:

1.- ¿Conoceis juegos para PC de la primera guerra mundial que esten bien? Me gustaria encontrar algo estratégico.

2.- Hace poco me enteré de algo muy exotico para mí. Que, parece ser que hubo escaramuzas entre españoles y rusos en america en el siglo XVIII, creo, dado a que españoles y rusos chocaron en el noroeste de America. Sé que fueron eso, escaramuzas, pero el tema me interesa mucho.

3.- ¿Por qué el ejercito rumano es vilipendiado por su actuacion el la II guerra mundial? Es un tema que me indigna. Dado que, aunque tenian una rematada falta de medios, dieron el callo y aguantaron muchisimo más de lo que se esperaba de ellos, pese a tener una oficialidad patetica.
¿Que pensais de Dumitrescu y Lascar?

Por cierto he visto una foto preciosas en este foro de un Panther... ya me la he descargado.
A ver si podeis contestarme, Adios. Un saludo a todos.
 
Podrias dar un poco mas de informacion acerca de quienes fueron Dimitrescu y Lascar, lo digo para los no iniciados en el tema.
 
- No hubo ningún encontronazo militar con los rusos en america, su presencia en Alaska ni siquiera fué motivo de encontronazos con los americanos. Si los tuvimos con los ingleses en Nootka por temas sobre el Canadá.

- El ejército rumano se portó fatal...ahora bien, ¿Con que detenían las penetraciones de T-34 si no tenían ningún anti-carro capaz de pararlos?.
 
El ejercito rumano era un ejercito de campesinos, pesimamente equipados, sin armas antitanques, y con unos mandos medios que daban entre pena y asco.
Cito al bueno de Von Mansteen hablando de sus aliados en el frente oriental:
Los hungaros solo piensan en volver a casa, los oficiales rumanos son, sencillamente, indescriptibles, y los italianos son una gente terrible.
Lo que quiero decir, es que, ante está falta total de medios, los rumanos no tenian otra opción que ser carne de cañón... pero aún así, los soldados rumanos aguantaban mucho más de lo que se esperaba de este panorama patético.
Que esperaban, ¿ que frenasen un ejercito blindado sovietico con armas de infanteria, algún cañón antitanque capturad a los rusos y toda la mierda que le pasaban los alemanes?, lease T-26 capturados a los rusos, alguna mierda de tanque francés, etc, etc, etc.
Pues resumiendo, que aunque tenian las cosas como las tenian, aún cumplieron mucho más de lo que se podia esperar de ellos.

Traiasca România!!!!!! Înainte!!!!!!!!!
 
Seleuco rebuznó:
-
- El ejército rumano se portó fatal...ahora bien, ¿Con que detenían las penetraciones de T-34 si no tenían ningún anti-carro capaz de pararlos?.

Joder, lo que he dicho yo.

Lo de ser campesinos era un ventaja, las SS y los Marines los preferían.
 
camaron

bueno, algo cortito, pero con sustancia. Podria contarlo todo, pero os aburriría, lo teneis de puta madre contado en CAMERONE, de Mc Coy.

Tras diez horas de combate contra un enemigo que los superaba en proporción de 100 a uno, los últimos 6 legionarios de la hacienda del camarón cargaron su última bala, y dispararon contra
las fuerzas mejicanas. Tras esto, salieron de su posición, con su último oficial, Maudet, a la cabeza, y cargaron decididamente contra la fuerza enemiga al grito de ¡Viva el Emperador!. 6 hombres
cargando a la bayoneta contra los cientos de mejicanos que se agolpaban en el interior de la finca. El fuego granizado de estos acabó inmediatamente con los 4 primeros legionarios, retrocediendo entonces
el cabo Maine y el soldado Wensel hasta el muro, presentando sus bayonetas a la turba de irregulares mejicanos que avanzaba para despedazarlos con sus machetes. El coronel Cambas se adelantó y pidió
parlamento a los franceses. El cabo Maine, tomó el mando accidental de "la compañia", y se acercó al oficial mejicano. Este le pidió que se rindiesen ante lo inútil de su sacrificio. El cabo, fiel al juramento de
resistir hasta la muerte prestado al inicio de la batalla, se negó a aceptar la rendición incondicional, y exigió conservar su armamento individual y tratamiento médico para sus compañeros. El oficial les saludó
con su espada y les dijo: "¡No se puede negar nada a hombres como ustedes!". 24 legionarios habían muerto, y 9 más lo harían en breve. Casi sin municiones, se habían cobrado la vida de más de 300 mejicanos,
y herido a un número indeterminado. Con su resistencia más allá de lo que el deber podía exigir, concentraron en su destrucción a las fuerzas mejicanas de la zona durante 10 horas vitales, logrando su objetivo final: Salvar un convoy
de munición, suministros y moneda que aseguró la caida de la estratégica Puebla de Zaragoza, y con ello el triunfo de la invasión francesa.

El valor de unos pocos puede cambiar el curso entero de una guerra...
 
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