Hygge

Menos mal que no chifla veneno. Esas pajas tántricas de 24 horas ...:face:
La primera, de 300 minutos. El resto, depende. Incomparables. Estaría toda la vida así. Salir, beber, el rollo de siempre...
:trump::porra:
Go back to the alcohololz, cada vez semos menos por mucho que diga la media.
No sé. No lo veo a corto plazo. Si acaso, una caña con limón o una de estas.
Kopparberg-Range-and-Glass1.jpg

Stay clean, cimmerio.
No lo dude.
O sea que cuando vaya por el CC Berceo y vea a un madurito interesante con varias bolsas de fruterías varias, sin mujer, desechos genéticos o sabandeños rodeándole podré decir.
¡¡¡ Coño, Cimmerio !!!.:lol:
No sé con qué clase de mallrats se arrejuntará, pero procuro pisar poco por centros comerciales. Si acaso, de mañana y en días de labor.
Besos, navarro terrorista paleto redneck de mierda.
 
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Para obtener esas respuestas que buscas hay que saber hacer las preguntas adecuadas.
 
De hecho estoy con el alcohol, que a a pesar de sus beneficios no deja de ser una sustancia que hunde a todo ser que se deja llevar a los infiernos de la demencia más puta. Es una elección, una montaña rusa que acaba con niños muriéndose y alaridos de fondo.
 
Te podría matar con mis propias manos y me quedaría tan a gusto. Perro.

Igualmente. Pasaría de pistolas o puñales, me gustaría apretar los pulgares en tu garganta hasta que dejaras de respirar. Luego te colgaría de un árbol bien alto para que se viera lo que quedara de ti cuanto más lejos mejor.
 
Un panoli orejudo balanceándose en un viejo olivo. Nadie reconoce su cadáver. Fosa común. Un piso vacío.
 
La científica pasa de investigar. La víctima se ha cagado encima. Hay tickets de súpers por los cajones. Se intenta contactar con su familia pero resulta imposible.
 
El cura no sabe qué decir, lee cualquier mamotreto de la Biblia y se moja el solo bajo la lluvia junto con el ataúd barato esperando que se acabe ya la pantomima y se entierre ya a este ser hijo de xxx y de xxx. Da un patadón a un montón de tierra y se pira.
 
Las desechos genéticos de las moscas phoridae empiezan por tus ojos, pierdes la poca grasa que tenías, tus atributos se vuelven más evidentes pero estás bajo tierra.
 
Te pudres y no puedes hacer nada. Tu cuerpo se corrompe, ya no queda nada de ti. Todos te han olvidado, incluso tu nicho de mierda
se cambia po

soy emo
 
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De hecho estoy con el alcohol, que a a pesar de sus beneficios no deja de ser una sustancia que hunde a todo ser que se deja llevar a los infiernos de la demencia más puta. Es una elección, una montaña rusa que acaba con niños muriéndose y alaridos de fondo.
Mirad que cosa tan mona, tan cutre y tan certera Cómo dejar de beber alcohol: 30 pasos (con fotos)

Y respeta que uno necesite enajenarse y tener sus momentillos hygees de enajenación, joer
 
Acabo de tener una experiencia extrasensorial. Una proyección de mí en un universo paralelo donde he podido sentir ese confort y sosiego que tan esquivos son para un forero. Me hallaba en un lugar alejado de la urbe, un llano con olmos y chopos sin hojas en las riberas de un arroyo y grandes lomas de cereal reverdeciendo. En lo alto de un palomar, rodeado de palomas mensajeras revoloteando sobre mi cabeza y mis manos. Nunca he tenido palomas pero me parece muy romántico el arraigo que tienen por su hogar estos animales. Las estaba echando de comer su pienso compuesto hecho con una mezcla secreta, bueno, aquí lo puedo contar porque sois gente de confianza, pero es algo que no me gustaría que llegase a oídos de mis rivales. La mezcla es: maíz, avena, lentejas, garbanzos y alberjones; en una proporción que solamente yo conozco.
Pero en el palomar solo hay pichones y veteranas. Está atardeciendo y pronto llegaran las de la suelta. Como todos sabéis, para ejercitar a las palomas mensajeras se las enjaula y se las lleva en coche a lugares lejanos, a unos 80 km, y se las libera. Son capaces de orientarse y volver al palomar contra viento y marea. Las estoy esperando, tengo que seleccionar a las más rápidas para el campeonato regional al que suelo asistir. Pero no estoy solo, me acompaña un niño especial, de unos 7 años, autista. Es el hijo de una vecina divorciada que volvió de la ciudad a casa de sus padres donde nunca les falta un plato caliente en la mesa. El sol se pone y empiezan a llegar las primeras palomas, el resto no tarda, se ve el bando sobre el rosado cielo planear y luchar contra las corrientes de aire. Al llegar dan varias vueltas alrededor del palomar antes de entrar, es una especie de ritual que a mi compañero y a mí nos encanta observar en silencio mientras imaginamos su significado en secreto. Leo el número de anilla de las dos primeras en llegar y mi atento acompañante anota las cifras con trazos infantiles en una vieja libreta de bolsillo. Una preciosa paloma blanca con pico y alas perfectamente desarrollados, señal de que está en su mejor momento para competir; y un palomo grande, azul barrado con capucha gris plata.

La llegada ordenada de las competidoras al palomar, el ocaso del día en un paraje rural, mi acompañante que desprende un aura especial y que sin decir nada da una grata compañía que me serena el espíritu hasta ser plenamente consciente del hygge.
 
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