La camiseta mágica de Torquemada

Torquemada2.0

El calzonazos del Xanadú
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5 May 2008
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¿Ahí es donde te compras la ropa, Torquemada? ¿Me pides consejo para la compra de una camisa y te vas al mercadillo?
No jodas ILG.

Por cierto tengo una curiosa historia con un ropaje comprado en tan infecto lugar.

Hace unos 18 años, me pasé por el mercadillo de Móstoles. Mi intención era comprar algo de fruta y verdura. Pero vi una camiseta de tirantes de licra, roja con un dragón negro serigrafiado en el centro. Una chonada de campeonato pero que fue un amor a primera vista.
Me la compré, siendo utilizaba para ir de piscineo, como camiseta de interior o si echaba una pachanga de basket.

Pues bien esa camiseta tenía mojo, mucho mojo. Hasta entonces ni conocía, ni posteriormente he vuelto a conocer una época tan dorada con las féminas. Me había dejado la novia hacia medio año, después de 9 años se relación, y estaba libre, además de ser un Adonis porque no dejaba de correr e ir al gimnasio.

Pues bien, en todos los éxitos el factor común era la camiseta de mercadillo. La primera vez de piscineo en el chalet de una hamija, su hermana se quedó hipnotizada con el puto dragón, al que sobaba todo el rato, por extensión a mi torso, y estuve gran parte del día con el nardo como las venas del rotulador de un bingo, me la tiré días después, porque el día de la piscina su hermana se cabreó con el tonteo.

Unas semanas más tarde, al terminar una pachanga de basket, bebiendo Aquarius en un banco, pasaron unas jacas, y una de ellas se paró al verme con la camiseta. "Cómo mola el dragón" dijo y quedamos con ellas por la tarde. Estuve saliendo unas semanas con la que se paró, que por cierto algunas noches me asalta el recuerdo de sus exuberantes y perfectas aldabas.


Y meses después, siendo otoño, y llevando ese ropaje como camiseta interior, quedé a cenar en casa de una hamija, con quién había tonteado sin llegar a nada muchos años antes.

Ayudando a hacer la cena me quité la camisa que llevaba para no mancharme, y me quedé con la camiseta de tirantes del dragón y unos vaqueros Levis, que debería parecer una albanokosovar yendo a por tabaco y vodka. Pues fue verme con la camiseta esa, ni cena ni hostias, la vi como se fue al dragón, empezó a tocarme y me puso una cara de "follame ahora mismo, que tengo el coño chapoteando" que todavía hoy la tengo grabada en mi memoria. Por cierto unos de los mejores polvos que he echado en mi vida, por no decir el mejor.

No sé cómo, desapareció un día de mi vida y el mojo se fue. La busqué desesperadamente, no hubo éxito. Esa camiseta era mágica, me convertía en superguerrero y macho alfa.
 
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No jodas ILG.

Por cierto tengo una curiosa historia con un ropaje comprado en tan infecto lugar.

Hace unos 18 años, me pasé por el mercadillo de Móstoles. Mi intención era comprar algo de fruta y verdura. Pero vi una camiseta de tirantes de licra, roja con un dragón negro serigrafiado en el centro. Una chonada de campeonato pero que fue un amor a primera vista.
Me la compré, siendo utilizaba para ir de piscineo, como camiseta de interior o si echaba una pachanga de basket.

Pues bien esa camiseta tenía mojo, mucho mojo. Hasta entonces ni conocía, ni posteriormente he vuelto a conocer una época tan dorada con las féminas. Me había dejado la novia hacia medio año, después de 9 años se relación, y estaba libre, además de ser un Adonis porque no dejaba de correr e ir al gimnasio.

Pues bien, en todos los éxitos el factor común era la camiseta de mercadillo. La primera vez de piscineo en el chalet de una hamija, su hermana se quedó hipnotizada con el puto dragón, al que sobaba todo el rato, por extensión a mi torso, y estuve gran parte del día con el nardo como las venas del rotulador de un bingo, me la tiré días después, porque el día de la piscina su hermana se cabreó con el tonteo.

Unas semanas más tarde, al terminar una pachanga de basket, bebiendo Aquarius en un banco, pasaron unas jacas, y una de ellas se paró al verme con la camiseta. "Cómo mola el dragón" dijo y quedamos con ellas por la tarde. Estuve saliendo unas semanas con la que se paró, que por cierto algunas noches me asalta el recuerdo de sus exuberantes y perfectas aldabas.


Y meses después, siendo otoño, y llevando ese ropaje como camiseta interior, quedé a cenar en casa de una hamija, con quién había tonteado sin llegar a nada muchos años antes.

Ayudando a hacer la cena me quité la camisa que llevaba para no mancharme, y me quedé con la camiseta de tirantes del dragón y unos vaqueros Levis, que debería parecer una albanokosovar yendo a por tabaco y vodka. Pues fue verme con la camiseta esa, ni cena ni hostias, la vi como se fue al dragón, empezó a tocarme y me puso una cara de "follame ahora mismo, que tengo el coño chapoteando" que todavía hoy la tengo grabada en mi memoria.

No sé cómo, desapareció un día de mi vida y el mojo se fue. La busqué desesperadamente, no hubo éxito. Esa camiseta era mágica, me convertía en superguerrero y macho alfa.

Me ha recordado a éste.

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¿Ahí es donde te compras la ropa, Torquemada? ¿Me pides consejo para la compra de una camisa y te vas al mercadillo?

Pero si tienen lo mismo que las tiendas, solo que más barato porque se ahorran muchos gastos.

lol

Joder con torquemada, hace 18 años había dejado una relación de 9 años de duración. A alguien le queda poco para el medio siglo.
 
No jodas ILG.

Por cierto tengo una curiosa historia con un ropaje comprado en tan infecto lugar.

Hace unos 18 años, me pasé por el mercadillo de Móstoles. Mi intención era comprar algo de fruta y verdura. Pero vi una camiseta de tirantes de licra, roja con un dragón negro serigrafiado en el centro. Una chonada de campeonato pero que fue un amor a primera vista.
Me la compré, siendo utilizaba para ir de piscineo, como camiseta de interior o si echaba una pachanga de basket.

Pues bien esa camiseta tenía mojo, mucho mojo. Hasta entonces ni conocía, ni posteriormente he vuelto a conocer una época tan dorada con las féminas. Me había dejado la novia hacia medio año, después de 9 años se relación, y estaba libre, además de ser un Adonis porque no dejaba de correr e ir al gimnasio.

Pues bien, en todos los éxitos el factor común era la camiseta de mercadillo. La primera vez de piscineo en el chalet de una hamija, su hermana se quedó hipnotizada con el puto dragón, al que sobaba todo el rato, por extensión a mi torso, y estuve gran parte del día con el nardo como las venas del rotulador de un bingo, me la tiré días después, porque el día de la piscina su hermana se cabreó con el tonteo.

Unas semanas más tarde, al terminar una pachanga de basket, bebiendo Aquarius en un banco, pasaron unas jacas, y una de ellas se paró al verme con la camiseta. "Cómo mola el dragón" dijo y quedamos con ellas por la tarde. Estuve saliendo unas semanas con la que se paró, que por cierto algunas noches me asalta el recuerdo de sus exuberantes y perfectas aldabas.


Y meses después, siendo otoño, y llevando ese ropaje como camiseta interior, quedé a cenar en casa de una hamija, con quién había tonteado sin llegar a nada muchos años antes.

Ayudando a hacer la cena me quité la camisa que llevaba para no mancharme, y me quedé con la camiseta de tirantes del dragón y unos vaqueros Levis, que debería parecer una albanokosovar yendo a por tabaco y vodka. Pues fue verme con la camiseta esa, ni cena ni hostias, la vi como se fue al dragón, empezó a tocarme y me puso una cara de "follame ahora mismo, que tengo el coño chapoteando" que todavía hoy la tengo grabada en mi memoria. Por cierto unos de los mejores polvos que he echado en mi vida, por no decir el mejor.

No sé cómo, desapareció un día de mi vida y el mojo se fue. La busqué desesperadamente, no hubo éxito. Esa camiseta era mágica, me convertía en superguerrero y macho alfa.
Pero eso no es que sea mágica. A no ser que efectivamente sea una camiseta mágica creada en los talleres de costura élficos del Bosque Negro.

Eso se debe a que estabas todo bueno y llevabas una prenda que llamaba mucho la atención y era para las tías fácil acercarse a ti con ese pretexto.

Una vez me leí este libro llamado The Game (el método) sobre unos perdedores desarrollando unas capacidades de follercio solo al alcance de Norteño e ILG. Bueno, era una auténtica basura y me avergüenzo de haber perdido el tiempo con esa mierda, pero recuerdo que uno de los trucos que usaban era vestir complementos que daban muchísimo el cante. Como un fular de plumas.

Si tu le atraes a una tía poco valiente, y vistes muy formal, tal vez no se le ocurra por donde entrarte. Sin embargo si en medio de un garito llevas una gorra de oficial de las SS, seguramente sea una buena excusa para acercarse.

Es un ejemplo vaya, pero a mi un par de veces se me han acercado por un tatuaje de mierda que tengo, en otra ocasión por llevar unas de esas pulseras que brillan en la oscuridad y en otra, con 14 años, por una camiseta de manga larga, también con un dragón en la espalda, como un Bruce Lee granudo.
 
@Verruga te invoco para que no te pierdas las historias de Trollquemada y Dr LeChupalapollaaILG sobre ÉXITO. Sé que pueden hacer tu tarde un poco más triste.
 
Pero si tienen lo mismo que las tiendas, solo que más barato porque se ahorran muchos gastos.

lol

Joder con torquemada, hace 18 años había dejado una relación de 9 años de duración. A alguien le queda poco para el medio siglo.

Hace 18 años tenía 27 hojarascas. Y me dejaron por cierto.
 
Me ha gustado esa de que estaba en el parque y una pibita con una perfectas tetas se le acercó a decirle lo que molaba su puta camiseta del mercadillo.
:ataque:
 
Pero eso no es que sea mágica. A no ser que efectivamente sea una camiseta mágica creada en los talleres de costura élficos del Bosque Negro.

Eso se debe a que estabas todo bueno y llevabas una prenda que llamaba mucho la atención y era para las tías fácil acercarse a ti con ese pretexto.

Una vez me leí este libro llamado The Game (el método) sobre unos perdedores desarrollando unas capacidades de follercio solo al alcance de Norteño e ILG. Bueno, era una auténtica basura y me avergüenzo de haber perdido el tiempo con esa mierda, pero recuerdo que uno de los trucos que usaban era vestir complementos que daban muchísimo el cante. Como un fular de plumas.

Si tu le atraes a una tía poco valiente, y vistes muy formal, tal vez no se le ocurra por donde entrarte. Sin embargo si en medio de un garito llevas una gorra de oficial de las SS, seguramente sea una buena excusa para acercarse.

Es un ejemplo vaya, pero a mi un par de veces se me han acercado por un tatuaje de mierda que tengo, en otra ocasión por llevar unas de esas pulseras que brillan en la oscuridad y en otra, con 14 años, por una camiseta de manga larga, también con un dragón en la espalda, como un Bruce Lee granudo.
totalmente cierto, no habre oido yo veces "Esa puta cabeza es tuya o vienes de un desfile" antes del bunga bunga
 
No os lo queréis creer. Esa camiseta era mágica. Creo un vínculo conmigo y me dio la fuerza. Yo que sé, se la pondría un príncipe gitano antes que yo, y me inoculó midiclorianos romanis, o vete a saber qué, pero me insuflaba un poder desconocido hasta la fecha.
 
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No jodas ILG.

Por cierto tengo una curiosa historia con un ropaje comprado en tan infecto lugar.

Hace unos 18 años, me pasé por el mercadillo de Móstoles. Mi intención era comprar algo de fruta y verdura. Pero vi una camiseta de tirantes de licra, roja con un dragón negro serigrafiado en el centro. Una chonada de campeonato pero que fue un amor a primera vista.
Me la compré, siendo utilizaba para ir de piscineo, como camiseta de interior o si echaba una pachanga de basket.

Pues bien esa camiseta tenía mojo, mucho mojo. Hasta entonces ni conocía, ni posteriormente he vuelto a conocer una época tan dorada con las féminas. Me había dejado la novia hacia medio año, después de 9 años se relación, y estaba libre, además de ser un Adonis porque no dejaba de correr e ir al gimnasio.

Pues bien, en todos los éxitos el factor común era la camiseta de mercadillo. La primera vez de piscineo en el chalet de una hamija, su hermana se quedó hipnotizada con el puto dragón, al que sobaba todo el rato, por extensión a mi torso, y estuve gran parte del día con el nardo como las venas del rotulador de un bingo, me la tiré días después, porque el día de la piscina su hermana se cabreó con el tonteo.

Unas semanas más tarde, al terminar una pachanga de basket, bebiendo Aquarius en un banco, pasaron unas jacas, y una de ellas se paró al verme con la camiseta. "Cómo mola el dragón" dijo y quedamos con ellas por la tarde. Estuve saliendo unas semanas con la que se paró, que por cierto algunas noches me asalta el recuerdo de sus exuberantes y perfectas aldabas.


Y meses después, siendo otoño, y llevando ese ropaje como camiseta interior, quedé a cenar en casa de una hamija, con quién había tonteado sin llegar a nada muchos años antes.

Ayudando a hacer la cena me quité la camisa que llevaba para no mancharme, y me quedé con la camiseta de tirantes del dragón y unos vaqueros Levis, que debería parecer una albanokosovar yendo a por tabaco y vodka. Pues fue verme con la camiseta esa, ni cena ni hostias, la vi como se fue al dragón, empezó a tocarme y me puso una cara de "follame ahora mismo, que tengo el coño chapoteando" que todavía hoy la tengo grabada en mi memoria. Por cierto unos de los mejores polvos que he echado en mi vida, por no decir el mejor.

No sé cómo, desapareció un día de mi vida y el mojo se fue. La busqué desesperadamente, no hubo éxito. Esa camiseta era mágica, me convertía en superguerrero y macho alfa.
Tras comprarse la camiseta, torquemada comenzó a frecuentar un parking de caravanas con su amigo el alcohólico y un síndrome de down en el que correrían grandes aventuras.
 
Yo camiseta no, pero un elefante que le compre a un negro si me lo llevo en el bolsillo a mis eventos, cuando quiero suerte. El negro me vendió tres por un euro, me dijo hakuna matata sonriendo y se fue. Tan buena sensación que me dio, solo puede traer buena suerte.

No creo en el elefante, creo en el negro. Quería dejarlo claro.
 
y unas j'hayber con paquete de gold coast en el bolsillo, clipper y doscientas pesetas de hachis con pelotillas de algodon y hebras de tabaco pegadas.

Con chandal y camisa de mercadillo ya follas como un Español debe follar, lo otro son complementos innecesarios.
 
Yo camiseta no, pero un elefante que le compre a un negro si me lo llevo en el bolsillo a mis eventos, cuando quiero suerte. El negro me vendió tres por un euro, me dijo hakuna matata sonriendo y se fue. Tan buena sensación que me dio, solo puede traer buena suerte.

No creo en el elefante, creo en el negro. Quería dejarlo claro.
Yo tengo un puto elefante de esos, que bien se lo endilgaron a la chavala, que se ve que de técnicas de marketing de niggars desconoce totalmente, asin que se paró a escuchar al africanito y servidor para finiquitar le dió 2 lereles al pollo por la mierda elefante. Y mi chavala encima : fíjate, que majo el hombrito, se le veía simpático. :face.
El elefante del negro me ha traído la negra, pero como soy gelipollas, ahí lo tengo cogiendo solera encima de la campana extractora de la cocina, con una capa de grasa y polvo a partes iguales que cualquier día se levanta el elefante y se me mete en la ducha a quitarse semejante capa de mierda.
El caso es que a algo o a alguien le tengo que echar la culpa de mi vida de mierda, no sea que al final me toque a mí asumir tan honrosa responsabilidad. Asi que le ha tocado al elefante del negro. El elefante negro del negro. :trump:
 
Yo tenía un dado pequeño que se supone me daba suerte hasta que dejó de dármela y considerando que su misión en este mundo había acabado, me lo tragué.
Más tarde me arrepentí y las siguientes dos o tres defecaciones me las pasé diseccionado mis cacas para recuperarlo pero jamás lo encontré. Menudo puto misterio.
También tenía una camiseta blanca de manga larga con la que me creía guampo y se supone que ligaba y un día me la manché de vino y la mancha no se fue y ahí acabó la vida útil de esa mierda de camiseta.
Desde entonces mis orgasmos no son tan severos
 
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