Garçon Fou
Forero del todo a cien
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Extraido de https://www.blogs.ya.com/ricardotubbs/200605.htm#37 si es demasiado largo para tu corta mente, jodete, para los demas leedlo, esta gracioso.
Todos somos advertidos muchas veces de los problemas que conlleva generalizar en nuestra vida, también se nos informa de lo que ocurre cuando dejas en el mismo cesto a las manzanas sanas y a las podridas, que todas se acaban pudriendo. En el tema que nos ocupa hoy pasa absolutamente lo mismo: pagan justos por pecadores. Tras unos cuantos centenares de noches llego a las premisas siguientes:
Cualquier tío que entra a una tía en un bar es un baboso en potencia. Como bien dice Rafapal, las mujeres están coartadas, cohibidas, y mucho más tras la polémica de la violencia de género, a todas luces indefendible, ojo, pero bien publicitada por los telediarios/publirreportaje que han visto filón en ello, como mañana lo harán con el botellón, o equivocándose en la lectura de estadísticas, como bien apuntan en Malaprensa. No les importa una mierda la noticia, sólo la cifra. Pero me estoy desviando.
Si cualquier tío es un baboso en potencia, por qué no todos recibimos el mismo trato? (Hay que partir de la base de que hasta Brad Pitt es un baboso. Sí, también Brad Pitt o cualquier macho alfa está en el mismo cesto y admitámoslo, puede ser tan baboso o más que gente menos agraciada). Pues no recibimos el mismo trato por la sencilla razón de que las convenciones sociales mandan, y lo que mandan es que los tíos somos los que tenemos que entrar. ¿Adivinan por donde voy?
Éste para ligar no tiene problemas. Las pone firmes.
Se nos está mandando un mensaje contradictorio,
efectivamente. Éntrame, pero no me entres, baboso. Hace treinta años en un guateque se sabía cual era el procedimiento: sácame a bailar, pasodoble y agarrado, porque hace treinta años te ibas a quedar para vestir santos, ahora ya…. Y esa es otra…
Mira quién baila, hablando con una amiga hace poco decía “es que os vemos bailar y se nos quitan las ganas”. Y añadía: “si ponen funky, así bien bailado, perreando, eso nos pone mazo”. Con lo que acaba de caer el segundo mensaje contradictorio de la noche, y mucho más cuando se supone que te tienes que ligar a su mente antes que a su cuerpo: Baila pero no bailes. Es decir, si intentas ligar bailando, o por lo menos intentas no quedar muy espasmódico para no perder tus opciones, tienes que acercarte a ella…. ¡Pero que haces, baboso! Y no estoy hablando de que no se te vean las manos del magreo, sino algo normal, un arrime estándar, algo lo suficientemente hispánico para que no queden dudas de que te gusta ella, pero a la vez lo suficientemente aeróbico para que a ella no le entre la anoxia y salga huyendo. Aún hay más premisas:
Tía, ¿que tiene de malo mi amigo?, si baila muy bien, es muy tierno, le gustan los niños. Lo de la ropa y la cara es culpa de la subida del EURIBOR...
La gente normal es la que paga a Hacienda, la que no puede llevar zapatillas en los bares, la que no es ni guapa ni fea, lo que viene a significar que no liga por aspecto ni probablemente tenga los skills desarrollados para echarle suficiente desparpajo. Se nota que me pasa a mi, verdad? Pues eso, resulta que tienes que ser tú quien entre, tienes que dar una impresión favorable y la verdad es que no dispones de mucho tiempo, y eso cuando no tienes la mala suerte de encontrar chicas no ya a la defensiva, sino claramente bordes. Y esa es otra...
No, por favor no me gasees, yo sólo quería saber como te llamas… Veo entendible que haya chicas que se indignen porque las entran en los bares, pues gente hay tan rara que no le sienta bien que la miren, no sé, a mi me parecería un motivo de orgullo, no?, lo que no veo tan entendible son los cortes que utilizan a veces para quitarse a la gente de encima. Mejor dicho, los que no veo justificados son los cortes preventivos.Y al revés, es verdad, hay cada brasas que es para enmarcarlo, pero esas manzanas podridas son las que pudren al resto, o más bien los brasas son las manzanas sanas, que han decidido que sus relojes biológicos no pueden seguir consumiendo esa energía en obtener resultados un día no y otro tampoco, lo que nos lleva inevitablemente al babosismo o a la prostitución, para regocijo del que le redacta los titulares a Susanna Griso. Esto también lleva a…
Es elección personal de cada uno donde coloca su listón, o en que armario lo mete. Y eso es una ventaja para las feas. Antes de que me lluevan cuchillos: Está la que suelta la bordería preventiva y está la que espera que la entren toda la noche. El hecho de que haya gente dispuesta a bajar el listón no hace sino hablar de las bondades de la economía de mercado: pese a que hay desigualdad de información entre operadores económicos, costes de vigilancia entre socios, prácticas colusorias, abusos de posición de dominio, y conductas conscientemente paralelas, el mercado del ligue no será nunca un monopolio, ni un oligopolio, sino que cada operador económico puede encontrar proveedor, distribuidor o consumidor sin incurrir en grandes gastos de establecimiento. El derecho de la competencia y el ligue en los bares son como dos gotas de agua, y hablo muy en serio.
Factor Cruz Verde: También conocido como “eficacia probada”. Y es este: Si una chica a la que le has tirado un viento, dando igual el resultado, ve que estás con otra chica, sus neuroreceptores se activan y pasas a ser objetivo. En otras palabras, comprará una placa de madera de abedul, la cortará, la lijará, la barnizará y una vez se enrolle contigo la pondrá en el salón de su casa, con tu cabeza bien colocada y tus manos bien visibles (para que le sujetes los abrigos, por supuesto). Este factor está íntimamente relacionado con el
Factor Norte y Sur: No nos engañemos, este es el único juego donde la presa es la que caza. La diferencia entre las tías y los tíos es que los tíos hacemos competencia económica (reparto de mercados) cuando ellas hacen GUERRA CIVIL. Es de las pocas ventajas que tenemos, que salvo excepciones no vamos hablando de lo guarro o puto que es ese, y ten cuidado con él, y bla bla bla…
Premisas y noes: Supongo que habrá a quien la frase manida le funcione, pero digan lo que digan, los pelos del culo abrigan, y eso de usar la frasecita brillante esperando que se te rindan está más gastado que el consolador de María Patiño. Y esa es otra, ¿y qué la dices?. Muy sencillo: Improvisa. Precisamente porque en el peor de los casos están esperando una frase manida para meterte un resto directo y mandarte a casa. Es más fácil decir lo que no se puede hacer: Uno. No cansar. Si no te dicen nada al minuto y medio de conversación es que no hay conversación, esto no es un monólogo, al fin y al cabo, si triunfas, ella también va a hacerlo, así que ponla a cantar. Dos. No preguntar. Esto no es una encuesta, si haces preguntas, que sean vehículo a una intención secundaria, una pregunta no es un fin en sí mismo y las mosquea. Tres: No plegarse. Ni a sus deseos ni a tu timidez. Un poco de orgullo las pone cachondas. Y Cuatro: no hacerme caso, yo no estoy ahí, luego no quiero quejas. Ya seguiré si se me ocurren más cosas.
Mira lo alegre que está. Si parece que lo lleva puesto. Powered by Duracell
Todos somos advertidos muchas veces de los problemas que conlleva generalizar en nuestra vida, también se nos informa de lo que ocurre cuando dejas en el mismo cesto a las manzanas sanas y a las podridas, que todas se acaban pudriendo. En el tema que nos ocupa hoy pasa absolutamente lo mismo: pagan justos por pecadores. Tras unos cuantos centenares de noches llego a las premisas siguientes:
Cualquier tío que entra a una tía en un bar es un baboso en potencia. Como bien dice Rafapal, las mujeres están coartadas, cohibidas, y mucho más tras la polémica de la violencia de género, a todas luces indefendible, ojo, pero bien publicitada por los telediarios/publirreportaje que han visto filón en ello, como mañana lo harán con el botellón, o equivocándose en la lectura de estadísticas, como bien apuntan en Malaprensa. No les importa una mierda la noticia, sólo la cifra. Pero me estoy desviando.
Si cualquier tío es un baboso en potencia, por qué no todos recibimos el mismo trato? (Hay que partir de la base de que hasta Brad Pitt es un baboso. Sí, también Brad Pitt o cualquier macho alfa está en el mismo cesto y admitámoslo, puede ser tan baboso o más que gente menos agraciada). Pues no recibimos el mismo trato por la sencilla razón de que las convenciones sociales mandan, y lo que mandan es que los tíos somos los que tenemos que entrar. ¿Adivinan por donde voy?
Éste para ligar no tiene problemas. Las pone firmes.
Se nos está mandando un mensaje contradictorio,
efectivamente. Éntrame, pero no me entres, baboso. Hace treinta años en un guateque se sabía cual era el procedimiento: sácame a bailar, pasodoble y agarrado, porque hace treinta años te ibas a quedar para vestir santos, ahora ya…. Y esa es otra…
Mira quién baila, hablando con una amiga hace poco decía “es que os vemos bailar y se nos quitan las ganas”. Y añadía: “si ponen funky, así bien bailado, perreando, eso nos pone mazo”. Con lo que acaba de caer el segundo mensaje contradictorio de la noche, y mucho más cuando se supone que te tienes que ligar a su mente antes que a su cuerpo: Baila pero no bailes. Es decir, si intentas ligar bailando, o por lo menos intentas no quedar muy espasmódico para no perder tus opciones, tienes que acercarte a ella…. ¡Pero que haces, baboso! Y no estoy hablando de que no se te vean las manos del magreo, sino algo normal, un arrime estándar, algo lo suficientemente hispánico para que no queden dudas de que te gusta ella, pero a la vez lo suficientemente aeróbico para que a ella no le entre la anoxia y salga huyendo. Aún hay más premisas:
Tía, ¿que tiene de malo mi amigo?, si baila muy bien, es muy tierno, le gustan los niños. Lo de la ropa y la cara es culpa de la subida del EURIBOR...
La gente normal es la que paga a Hacienda, la que no puede llevar zapatillas en los bares, la que no es ni guapa ni fea, lo que viene a significar que no liga por aspecto ni probablemente tenga los skills desarrollados para echarle suficiente desparpajo. Se nota que me pasa a mi, verdad? Pues eso, resulta que tienes que ser tú quien entre, tienes que dar una impresión favorable y la verdad es que no dispones de mucho tiempo, y eso cuando no tienes la mala suerte de encontrar chicas no ya a la defensiva, sino claramente bordes. Y esa es otra...
No, por favor no me gasees, yo sólo quería saber como te llamas… Veo entendible que haya chicas que se indignen porque las entran en los bares, pues gente hay tan rara que no le sienta bien que la miren, no sé, a mi me parecería un motivo de orgullo, no?, lo que no veo tan entendible son los cortes que utilizan a veces para quitarse a la gente de encima. Mejor dicho, los que no veo justificados son los cortes preventivos.Y al revés, es verdad, hay cada brasas que es para enmarcarlo, pero esas manzanas podridas son las que pudren al resto, o más bien los brasas son las manzanas sanas, que han decidido que sus relojes biológicos no pueden seguir consumiendo esa energía en obtener resultados un día no y otro tampoco, lo que nos lleva inevitablemente al babosismo o a la prostitución, para regocijo del que le redacta los titulares a Susanna Griso. Esto también lleva a…
Es elección personal de cada uno donde coloca su listón, o en que armario lo mete. Y eso es una ventaja para las feas. Antes de que me lluevan cuchillos: Está la que suelta la bordería preventiva y está la que espera que la entren toda la noche. El hecho de que haya gente dispuesta a bajar el listón no hace sino hablar de las bondades de la economía de mercado: pese a que hay desigualdad de información entre operadores económicos, costes de vigilancia entre socios, prácticas colusorias, abusos de posición de dominio, y conductas conscientemente paralelas, el mercado del ligue no será nunca un monopolio, ni un oligopolio, sino que cada operador económico puede encontrar proveedor, distribuidor o consumidor sin incurrir en grandes gastos de establecimiento. El derecho de la competencia y el ligue en los bares son como dos gotas de agua, y hablo muy en serio.
Factor Cruz Verde: También conocido como “eficacia probada”. Y es este: Si una chica a la que le has tirado un viento, dando igual el resultado, ve que estás con otra chica, sus neuroreceptores se activan y pasas a ser objetivo. En otras palabras, comprará una placa de madera de abedul, la cortará, la lijará, la barnizará y una vez se enrolle contigo la pondrá en el salón de su casa, con tu cabeza bien colocada y tus manos bien visibles (para que le sujetes los abrigos, por supuesto). Este factor está íntimamente relacionado con el
Factor Norte y Sur: No nos engañemos, este es el único juego donde la presa es la que caza. La diferencia entre las tías y los tíos es que los tíos hacemos competencia económica (reparto de mercados) cuando ellas hacen GUERRA CIVIL. Es de las pocas ventajas que tenemos, que salvo excepciones no vamos hablando de lo guarro o puto que es ese, y ten cuidado con él, y bla bla bla…
Premisas y noes: Supongo que habrá a quien la frase manida le funcione, pero digan lo que digan, los pelos del culo abrigan, y eso de usar la frasecita brillante esperando que se te rindan está más gastado que el consolador de María Patiño. Y esa es otra, ¿y qué la dices?. Muy sencillo: Improvisa. Precisamente porque en el peor de los casos están esperando una frase manida para meterte un resto directo y mandarte a casa. Es más fácil decir lo que no se puede hacer: Uno. No cansar. Si no te dicen nada al minuto y medio de conversación es que no hay conversación, esto no es un monólogo, al fin y al cabo, si triunfas, ella también va a hacerlo, así que ponla a cantar. Dos. No preguntar. Esto no es una encuesta, si haces preguntas, que sean vehículo a una intención secundaria, una pregunta no es un fin en sí mismo y las mosquea. Tres: No plegarse. Ni a sus deseos ni a tu timidez. Un poco de orgullo las pone cachondas. Y Cuatro: no hacerme caso, yo no estoy ahí, luego no quiero quejas. Ya seguiré si se me ocurren más cosas.
Mira lo alegre que está. Si parece que lo lleva puesto. Powered by Duracell
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