Salutti
Lo de Unamuno
"Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale
a mentir. Porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia.
Quiero hacer algunos comentarios al discurso, por llamarlo de algún
modo, del profesor Maldonado. Dejaré de lado la ofensa personal que
supone su repentina explosión contra vascos y catalanes. Yo mismo,como sabéis, nací en Bilbao. El obispo, lo quiera o no lo quiera, es catalán nacido en Barcelona."
Pla y Deniel se removió a disgusto por la alusión de Unamuno a
su lugar de origen, que era casi en sí mismo una implicación de deslealtad a la cruzada nacional. Entre el silencio general, Unamuno
prosiguió:
" Pero ahora acabo de oír el necrófilo e insensato grito: «¡Viva la muerte'» Yo que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban
la ira de algunos que no las comprendían, he de deciros como experto
en la materia, que esta ridicula paradoja me parece repelente. El gene ral Millán Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con
un tono más bajo Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes.
Pero, desgraciadamente, en España hay actualmente demasiados muti lados Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos mas. Me ator-
menta pensar que el general Millán Astray pudiera dictar las normas
de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza es-
piritual de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible almo viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor."
Llegado Unamuno a este punto, Millán Astray ya no pudo con-
tener su ira por más tiempo. «¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!»,
gritó a pleno pulmón.18 Falangistas y militares echaron mano a sus
atólas y hasta el escolta del general apuntó su subfusil a la cabeza de
Unamuno, lo que no impidió que éste terminara su intervención en
tono desafiante:
" Este es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote.
Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España."
Hizo una pausa y dejando caer, sin fuerza, los brazos concluyo en
tono resignado: «He dicho». Se dice que la presencia de Carmen Polo
le libró de ser asesinado allí mismo....
Buen rollikiiiii