Después de leerme el hilo entero, viendo a
@Cáncer de Colon casi parafrasear a
La Fuga, y no pudiendo aportar casi nada al consumo de jaco, solo me queda invocar a
@hitsfromthebong a ver si tiene a bien pasarse por el foro y comentarnos sus conocimientos sobre opiáceos y derivados.
Mmmmm, el caballo...
Yo, desde muy pequeñito ya veía los efectos de la adormidera en los diferentes esperpentos del Parque Amate y aledaños. Mi viejo tenía relación directa con los yonkos de la zona y les veía muy a menudo, les veía moraos después de consumir, les veía de mono, les veía de todas las maneras, y ya con diez añitos o así sabía perfectamente lo que era. Tanto mi viejo como sus compinches eran muy fans de la música, flamenco primero que todo, pero también descubrieron al Iggy Pop, al Ian Dury, a los Rolling, etc. Y como toda esta gente tomaba heroína y la vendían como la panacea, pues toda una generación pensó que realmente lo era y se dedicaron a cabalgar como si no hubiese un tomorrow. Lo que no les dijeron fue que para desengancharse hacían falta sobre todo tres o cuatro pares de cojones, o eso, o mucha guita; porque claro, si Keith Richards dice que se quiere quitar pues nada, coge un millón de dólares, se cambia la sangre (o como coño lo hagan eso), se paga pichicólogos cojonudos, dietistas, entrenadores personales y blao, y asín cualquiera, pero el que está tirao en la calle con un batido de vainilla de un litro y un chándal de las monjas a ver cómo carajos lo hace.
Alrededor de los veinticinco años yo ya había probado de todo: Farlopia, speed, porros, extasis, anfetaminas... De todo, pero me faltaba el caballo. Como había visto lo que traía desde ya muy chinorri, le tenía un respeto muy grande, pero al mismo tiempo yo ya me conocía en ese sentido, y al contrario de lo que empiezan diciendo la mayoría de los enganchaos yo sabía que no me iba a enganchar. Me empezaba a despertar mogollón de curiosidad y decidí probar. Eso sí, como no tenía prisa, me impuse dos normas: La primera es que por la vena ni de coña, la segunda es que debía ser un caballo de calidac, nada de la puta mierda que se suele vender.
Un day conocí a dos turcos que andaban en negociaciones de jachís con un colega del buarrio. Un día, enzarpaos de coca comiendo techo en su mansión (la de mi colega) se me ocurrió decir que a ver si se me pasaba ya la atacaera, que quería dormir, y que lo suyo sería un buen chino para bajar aquel enzarpe indecente.
- ?Tú nunca has probado, Hits?
- Qué va, tío, la he visto siempre pero nunca la he probado.
- Si quieres, la próxima vez que vengamos te traigo un poco.
Como vi que eran turcos y que uno de los mejores cabalinos es el turco, le dije que sí, que me gustaría. De modo que varios meses después, como dos o tres, volvieron a caer por aquí, volvimos a salir a tomar copas y a increpar a las guarras que pasaban por la calle (lonchas de por medio, porsupu). Cuando hubimos vuelto esta vez a mi mansión (mi viejo estaba en Huelva haciendo de las suyas imagino, no me acuerdo), puse un vinilo de los Cream y nos sentamos en el sofá roñoso a liarnos uno petardos.
- Illo qué, ¿te has traío eso o no?
- Ah, sí, sí, se me había olvidado. Aquí lo tienes. ¿Tienes jeringuilla?
- Que va, colega, yo no me pico la vena ni de coña.
El turco me puso cara de asombro y me comentó que era un auténtico desperdicio tomarla por cualquier otra vía que no fuese la intravenosa. Yo no me dejé convencer y le rebatí diciendo que fumada sí, en ese mismo momento, pero que nada de chutas.
- Pffff, de verdad, lo que te vas a perder, pero bueno, tú sabrás. ¿Tienes papel de plata?
- Sí, eso sí, voy a por él.
Fui a la cocina y traje cortado un rectángulo de unos quince centímetros de largo por nueve o diez de ancho. El puto turco volcó una heroína blanca que jamás había visto, en el barrio toda la que había era marrón, nunca la vi ni siquiera gris como sale en la penícula El Pico. La volcó y la calentó por debajo con el mechero, se hizo una gota entre negra y dorada, como un negro metalizado, no sé, nunca había visto nada igual. Entonces, cambié el vinilo de los Cream por el The Soft Parade de los Doors y me puse a menear la gota parriba y pabajo en lo alto de la plata. Sentí como un cosquilleo por tol cuerpo y de inmediato me acomodé en el otro sofá roñoso que tengo en el salón rodeado de cojines. Mientras Morrison cantaba sus delirios de borracho yo me elevaba como un globo hasta dar con el techo.
Recuerdo la sensación de que todo iba bien, todo era chachi piruli y el mundo funcionaba a la perfección, los problemas no existían. Ahí vi lo realmente peligrosa que era esa drogaína. Si en ese momento me hubiesen dicho que estaban violeteando a mi madre entre tres degenerados en un parque, yo hubiese reaccionado con un simple: "fssssss, luego hablo con ella para que me cuente", y me hubiese acurrucado contra uno de los cojines.
Entiendo perfectamente que la gente se refugie en el caballo para sobrellevar sus problemas insoportables, porque es que te la sopla todo y además a lo bestia. Después pasa lo que pasa, que los problemas siguen ahí, y tú se la chuparías a un vagabundo que lleva meses sin lavarse por 5 euros que te permitan pillar lo justo para dar unas caladas que no llegan ni para quitarte el monkey.
Fue la polla, increíble, impresionante, bestial. Hoy en día me sigo preguntando cómo sería por la vena, como dicen en Traispotin, tiene que ser eso de los orgasmos y tal y cual. Luego, movido por mi curiosidad también, probé la marrón y efectivamente... Aunque hacía su efecto, pero ni se le acercaba de lejos a aquel jaco turco blanco. En el talego fumé un par de veces también, días de estos que eres una bomba con patas fruto del agobiazo que supone estar allí metido, y lo hice por motivos estratégicos. Si no me anulaba inmediatamente, alguien me terminaría pinchando o me buscaría un problema cuando menos; No hablaba con nadie, no quería que nadie me hablase y mucho menos que me hicieran un broma. Así que me dije de fumarme un chino y a dormir en un rincón. Lo mejor que hice.
Juraría que esos han sido mis contactos con el fruto de la amapola. Hoy ya sé lo que es de primera mano y encima he tenido la suerte de, al menos una vez, probar HEROÍNA, cosa que no todos los yonkis pueden decir. Se acabó la historia, una experiencia más en el currísculum de mi vida.
Yo creo que para tomar caballo hay que hacerlo desde un marco de seguridad, hay que conocerse muy bien a uno mismo y saber que realmente no te vas a enganchar (al menos tener muchas probabilidades de no hacerlo, que seguro no hay nada), se debe tener un mínimo de cultura y bagaje en la vida, solo asín se pueden reducir las posibilidades de caer. Es peligrosa, sí, pero se puede llegar a disfrutar de ella sin que ella te domine, es una cuestión de convicción diría yo.
En cualquier caso, aquí mi amigo Manolo también lo explica muy bien:
Caballo sí, pero de calidac y controlao.