He tratado de buscar una de esas situaciones de pérdida de control hasta límites insospechados. Como ya comenté, mi madre tuvo unos cuatro intentos de suicidio. Fueron in crescendo, x, x², x³ y x⁴ + OH, que fue el intento más pedagógico, el hostiazo que necesitaba para que comprendiera que con pastillas solo se muere en las pelis de sobremesa de Antena 3.
La cosa que es ese intento último fue jodido y la tuve que sacar como a un soldado herido a hombros escalera abajo, con una dificultad pasmosa y casi arrastrándola. Justo debajo nos esperaba una compañera de trabajo de ella para llevarla al centro de salud a que le lavaran el cuajo o algo, porque el morado que llevaba era notorio. En ese mal trasiego, se me pone en medio a metros del coche una vecina particular, una tonta de los cojones retaca metida en ese foro de barrio llamado «comunidad cristiana», quicir, una evangelista. Se para enmedio y empieza a hacer preguntas innecesarias y mezquinas ante lo evidente.
- ¿Qué pazaah? ¿qué le ha pazaoo?
Ante su insistencia y esa situación complicada recuerdo haberla gritado y empujado para que se apartase, a lo cual se aturrulló y no sabía para donde tirar, ni para delante, ni para detrás.