LeChuck
Freak total
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Esta es Susana:
Susana era un hombre. En su cabeza.
Nació en el cuerpo equivocado. Vivía prisionero de la carcasa que le tocó en gracia al nacer.
Durante la adolescencia creció con la seguridad de este problema. Así que a los 15 años acudió a un psicólogo que efectivamente corroboró que había un muchacho ahí dentro, y dio luz verde para que entrase en acción la maquinaria estatal en un proceso de seis años de corte y confección.
Susana, pasado este tiempo, y tras este proceso de cirugías y tratamientos con hormonas, llegó a la conclusión de que no era un hombre, sino de que estaba loca. Pero ya era tarde. Le habían desatornillado el horno, cortado las tetitas e inyectado lefa en el cerebro para convertirla en un señor.
Horrorizada por este descubrimiento, y omitiendo su propia responsabilidad en todo esto, volvió al psicólogo, le afeó sus decisiones profesionales, y decidió demandar al servicio gallego de salud.
"Ahora, años después, ella sólo dice: 'Ay, pero si tú estabas muy segura, estabas muy segura'. Yo tenía 15 años. ¿Cómo me dejaron hacer eso? ¿Cómo podía estar segura de lo que quería?».
Interviene su madre: «Y ahora, ¿qué hacemos? ¿Cómo se arregla esto?». Su hija ya no tiene aparato reproductor, ni femenino ni masculino. Lleva años tomando hormonas masculinas, y ahora deberá tomarlas femeninas para regresar, en la medida de lo posible, a su ser original. Los daños son prácticamente irreversibles."
No dejen de leer el artículo completo. Es de lo más divertido:
Susana era un hombre. En su cabeza.
Nació en el cuerpo equivocado. Vivía prisionero de la carcasa que le tocó en gracia al nacer.
Durante la adolescencia creció con la seguridad de este problema. Así que a los 15 años acudió a un psicólogo que efectivamente corroboró que había un muchacho ahí dentro, y dio luz verde para que entrase en acción la maquinaria estatal en un proceso de seis años de corte y confección.
Susana, pasado este tiempo, y tras este proceso de cirugías y tratamientos con hormonas, llegó a la conclusión de que no era un hombre, sino de que estaba loca. Pero ya era tarde. Le habían desatornillado el horno, cortado las tetitas e inyectado lefa en el cerebro para convertirla en un señor.
Horrorizada por este descubrimiento, y omitiendo su propia responsabilidad en todo esto, volvió al psicólogo, le afeó sus decisiones profesionales, y decidió demandar al servicio gallego de salud.
"Ahora, años después, ella sólo dice: 'Ay, pero si tú estabas muy segura, estabas muy segura'. Yo tenía 15 años. ¿Cómo me dejaron hacer eso? ¿Cómo podía estar segura de lo que quería?».
Interviene su madre: «Y ahora, ¿qué hacemos? ¿Cómo se arregla esto?». Su hija ya no tiene aparato reproductor, ni femenino ni masculino. Lleva años tomando hormonas masculinas, y ahora deberá tomarlas femeninas para regresar, en la medida de lo posible, a su ser original. Los daños son prácticamente irreversibles."
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