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malgusto rebuznó:Alguno hizo el paseito en helicoptero? Merecera la pena? (a parte de que sea algo caro).
ilovegintonic rebuznó:Interesantísima y argumentadísima opinión, basada en...
Claro, hombre, está claro, pero que dé razones, que cuente lo que hay, pero es que una opinión así poco aporta, que es de lo que se trata. A lo mejor previene a alguno que sea de sus mismos gustos y eso que se evita ése o a lo mejor describiendo lo que no le gustó a otro le puede surgir las ganas de verlo precisamente por las razones por las que a nalvero no le gustó.
A mí particularmente Chinatown tampoco fue de lo que más me gustó, me pareció sobre todo curioso, cómo podías pasear por una ciudad americana y no entender ni un puto letrero, no oír una palabra que no fuera en chino, no ver más que chinos y chinos y más chinos. Y tiene sus rincones molones, lo mismo que tiene sus rincones mugrientos. Lo que menos me gustó, y eso sí que lo vi claramente, era que había fagocitado al barrio vecino, Little Italy, del cual sólo queda con el sabor característico que nos ha mostrado el cine una calle y poco más. Estos chinos es que son de un invasor de la hostia.
nalvero rebuznó:huele a "rancio" como por ejemplo en Canal Street...Que me pareció muy engañoso, quizás es que no me gustan los relojes y las gafas...
nalvero rebuznó:Y hablando de los españoles, porque somos tan jodidamente retrasados??? Me acuerdo en Chicago, en el navy pier, en los bancos hay estatuas, y en una de ellas, hay una estatua de una vieja en pelotas... pues bien, Sabeís de donde eran todos los que se echaban fotos, tocando/chupando las tetas??? pues eso... de ESPAÑA...Habeís visto algún "guiri" haciendo eso en cualquier otro sitio???? Debemos ser lo más avanzado en "graciosismo"...
ilovegintonic rebuznó:Cierto, cierto, ese mercado de Canal Street donde todos los puestos son iguales, atestado de gente, chinos por doquier e intransitable tiene gracia cero. Si uno no va a comprar el pack reloj+boli por 10$ o las gafas de sol de palo o el bolso fake y de mala calidad no tiene mayor interés. Tienen más interés las calles más estrechas, que son donde más restaurantes exóticos hay, y sin tanto tráfico de vehículos.
Pero en Chicago, en Berlín, en París o en Lisboa, que me da igual. En cuanto el españolito medio sale de España, se cree que se vuelve transparente y que nadie le ve y mucho menos le entiende, y habla a voz en grito en cualquier lado, preferiblemente metiéndose con los lugareños y haciendo el congrio.
Recuerdo un caso en Lisboa de un español señalando con total descaro al negro que tenía detrás en la cola de un macdonalds mientras gritaba a los colegas "pero mira qué botas lleva el puto negro este, pero que risión, dónde va con esas botas" y carcajeándose. Cuando el dependiente le preguntó al español que qué quería que le echara en la ensalada -en portugués, claro- el español se quedó mirando sin entender qué le decía. Y el negro le dio un toque en el hombro y le dijo, en un perfecto castellano de Valladolid: "que te está diciendo que si quieres que le eche de todo o si quieres que le quite algo". Bochorno total.
Pitxaza rebuznó:Alguien sabe de outlets de fotografia donde poder comprar una reflex a buen precio?
Inclito rebuznó:seguiré investigando cual es el camino más corto y barato de llegar a la Gran Manzana
tony soprano rebuznó:Según san google, a nado
te has leido este hilo o ni eso?
por cierto. en Harlem no he estado nunca, pero he ido un par de veces a la Universidad de Columbia, una a miga trabajaba allí, que está prácticamente en Harlem y no me pareció peligroso para nada. Dicen que NY ahora mismo es de las ciudades más seguras de USA
Main man rebuznó:La primera vez que estuve en Nueva York fue durante el Gran Apagón de agosto de 2003. Me pilló en la calle, a punto de entrar en la Biblioteca Pública. Se veían coches parados en las calles y la gente salía de los establecimientos a ver qué ocurría. Poco a poco se supo que no había motivo para la alarma por terrorismo y que el apagón se debía a un fallo en cadena iniciado en Niágara. A medida que pasaban las horas y caía la noche, los turistas seguían llegando a los hoteles para encontrarse con que no podían registrarse. El sistema informático había caído y no se podía hacer el check in. Pero no cundió la alarma ni la indignación. Lejos de eso, el hotel en el que me alojaba, el Milford Plaza, puso a un negro a tocar el piano del hall y la gente que llegaba se instaló como pudo en la primera planta, se distribuyeron mantas y almohadas, bebidas y todo el mundo se puso a cantar.
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