MarXito rebuznó:
A mi, no se a los demás, con que me ignoren una vez me sobra para irme con la mochila en busca de nuevas aventuras.
Es lo que odio del puto badú, y por eso hace ya muchas lunas que no quiero saber nada de ese inmundo agujero.
Esas putas usuarias son así, te prejuzgan de la manera más horrible y baja que hay y luego te dicen "por favor, respeta mi silencio". ¿Yo te voy a respetar a ti? Suerte tienes de que me hayan doblado los neurolépticos, que si no te iba a disecar con unos alicates y un soplete, ZORRA.
Pero esa actitud desaprensiva e irresponsable tiene una causa bastante lógica: hay centenares de vergas empalmadas y purpúreas golpeando la ventana de esas mujeres.
El que no haya cogido fotos de una conocida de buen ver y se haya hecho un perfil de badoo con ellas, vive en la total ignorancia. Primero hay que hacerse un perfil real y vivir esa experiencia de "hombre invisible" vagando por los oscuros rincones de esa página. Esto es inevitable a no ser que seas un
Rafa Mora que sale en todas sus fotos sin camiseta y en una actitud principeazulesca con toques de canalla indomable.
Después de vivir esa mierda, te haces un perfil de la manera que he dicho antes: fotos de una amiga guapetona pero sin pasarse. Y apenas hay que esperar cinco minutos para tener decenas de conversaciones, y en una tarde un par de centenas, y en algunos casos he llegado a tener casi un millar de vergas de varios paises y razas dispuestas a penetrar mi virtual coño.
Por lo tanto: los verdaderos culpables de esta burbuja coñocrática son los hombres más vulgares, que acosan y babean a las muchachas desde la cuna a la sepultura creando verdaderos monstruos terribles. En el badú, en el disco-pub, en el gimnasio, en el instituto o en el trabajo, siempre hay varios hombres reptiloides arrastrandose y echandole leña a la hoguera de vanidades que es el ego de esas mujeres.
Y eso es todo lo que tengo que decir sobre el extraño comportamiento de las hembras en el ecosistema del badú.