En este caso habría que usar el concepto de Justicia de Ulpiano, "dar a cada uno lo suyo", lo difícil sería establecer que es lo suyo en el caso de los terroristas, aunque todos nos podemos hacer una somera idea.
Queda muy políticamente correcto decir que no a la pena de muerte cuando hablamos desde la comodidad de nuestra sillita en casa sin que nos haya pasado nada. Si estuvieramos afectados por el caso concreto otro gallo nos cantaría.
Por otro lado la pena de muerte como castigo institucional no sería válido desde mi punto de vista, el poder es manipulable y corrompible, y la justicia no es justa. Aplicando aquel dicho de qué "más vale un culpable libre que un inocente preso", no sería aplicable, sobre todo teniendo en cuenta que en este caso no habría marcha atrás.
¿Sería capaz una víctima de ETA de perdonar a sus verdugos? Puede que en el caso de que haya sido él el afectado pudiera ser, pero si matan o mutilan a un ser querido, no sólo no podríamos perdonar, sino que seríamos capaces de matarlos con nuestras propias manos.
Lo mejor sería cadena perpetua, pero no sólo para el caso de terroristas, sino para muchos otros casos, las penas entre los delitos están complentamente descompensadas.
Y bueno, lo de Sandra Palo clama al cielo ...