1 En una ocasión estaba limpiando una cámara, pero sin mirar donde estaba poniendo la mano. Al pasarla por el fondo, un dedo se me coló por la rejilla y paré con él el ventilador de refrigeración. Fue un golpe seco, al contrario que el escalofrío y los sudores que me empezaron a entrar por el cuerpo.
Estaba convencido de que el ventilador me había cortado el dedo totalmente. El breve segundo en el que estaba sacando la mano de la cámara para comprobar el destrozo causado se me hizo eterno, tuve
flashes before my eyes con todos los sitios donde había estado mi querido dedo y todos los buenos momentos que habíamos compartido juntos.
Al mirarlo por fin frente a mí, comprobé que no tenía absolutamente nada, ni la piel enrojecida siquiera. La palabra alivio tuvo un nuevo significado para mi a partir de aquel día.
2 Una bandeja de horno sobre los fogones, con dos dedos de aceite, para marcar una pieza grande de carne antes de meterla en el horno. Esta operación no debería tener mayor problema, pero el riesgo siempre está ahí. En este caso la pieza de carne se me resbaló antes de tiempo y como consecuencia del golpe al caer sobre la bandeja, un chorro de aceite caliente salió disparado, yendo a parar a mi antebrazo. Dolor. Mucho dolor.
La marca de las quemaduras de aceite tarda tiempo en irse, un año me duró ese "tatuaje" en el brazo.
3 Una camarera inútil me pidió en medio de un servicio bastante estresante que le ayudara a abrir una botella, o retirarle un trozo de metal del cuello de la botella, no recuerdo. El caso es que la cosa no iba bien y entre las prisas y el agobio por quitarme esa tarea del medio ignoré varias normas básicas de seguridad y el cuchillo que tenía en la mano, que era especialmente afilado, se me resbaló.
Y ahí estaba mi pulgar para detener el filo. Me corté pero bien cortado, por subnormal. Un tajo bien profundo en el pulgar. Lo peor es que, como siempre que pasan estas cosas, aún quedaba mucho servicio por delante.
Así que me enrollé el dedo con 20 metros de papel de cocina y puse un guante encima como buenamente pude.
Sentí punzadas de dolor todo el tiempo, pero estaba satisfecho porque todo estaba bien limpio y enrollado, y podía seguir trabajando sin demasiado impedimento.
El problema vino luego. Al desenrollar me di cuenta de que lo había hecho mal. El trozo de carne suelto no lo había puesto justo encima de donde correspondía. Así que tenía un trozo de pulgar en carne viva y otro trozo montado encima de piel perfectamente sana. Y ya estaba curando, asi que no pude despegar aquello y colocarlo correctamente. A día de hoy aún me queda un pequeño bulto en el lateral del pulgar.
Como bonus track:
4 Una vez se incendió la máquina lavaplatos. Empezó a salir humo de dentro, cada vez más. El problema con eso es que era una maquinaria cerrada, ¿por donde coño metes la manguera del extintor para apagarlo si es un fuego interno y la parte de la maquinaria está completamente cerrada?
Al final fue cosa de apuntar, vaciar el extintor y cruzar los dedos. La cosa funcionó, tuve mucha Homer Simpson
De todas formas las dos cosas que más incomodan en una cocina son estas:
-Los microcortes, esos de los que no te enteras hasta que manipulas sal, tomate o limón.
-Cuando te haces una quemadura, y posteriormente te cortas en la quemadura. O te haces un corte y luego te haces una quemadura en ese corte. La repanocha.
Y lo importante: Burócrata, ¿como está tu tortuga? ¿Ha sobrevivido a la nube tóxica o que?