Zapatero_SUX
Novato de mierda
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- 9 Oct 2006
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Sí, amigos. Luego se quejan de que los guardarraíles de las carreteras son peligrosos. Pero me alegro de que cada vez vayan quedando menos merced a esos ingeniosos perfiles metálicos. Porque suelen ponerse en peligro no sólo a sí mismos sino al resto de conductores tranquilos y que gustamos de conducir despacio para escuchar buena música y observar la gran ciudad con sus texturas y luces nocturnas.
Y qué decir que los mocosos sub-16 o sub-18 (mentalmente sub, también) cuyos padres les compran por 100mil pelas un ciclomierda, mal llamado cicloMOTOR, para que, mocosa con futuro de furcia detrás, vayan por las calles poniéndose en paralelo a vehículos que les quintuplican en velocidad punta, les decaplican (sí, x10) en potencia, y les vigésimoplican (x20) en peso, envalentonados por el hecho de llevar paquete detrás para demostrarles sus cualidades de motoristas aprendices, a la vez que increpan y amenazan al conductor tranquilo por haber seguido su camino en línea recta a poca velocidad.
Sí, usuarios repugnantes, sí. Y llega el día en que esos subseres con un único futuro en la drogadicción o comercio de droga, se encuentran con un inofensivo conductor tranquilo, con su música, que, traicioneramente sin que ellos lo esperen, decide quitarse el moscón de encima virando levemente hacia el lado izquierdo mientras el semáforo se pone en verde, aprovechando la superior aceleración pero adaptándose a la velocidad del objetivo, para que caiga en el anzuelo, y obligando al pastillero veloz a sacar la pata y dejar una huella entre el barro pegado a la puerta del 4x4, con lo que, dicho ser con casco desproporcionado a su minúsculo cuerpo de adicto, cae al suelo irremisiblemente llevándose a la futura portadora de SIDA al suelo. Para, posteriormente, observando en el retrovisor, ver cómo corre desesperadamente detrás del vehículo tranquilo. Y causando la risa del que lo cuenta.
Por esto, y por malograr los retrovisores en los atascos, los motoristas, merecen morir. A ser posible, con su cuerpo seccionado por un guardarraíl, para que sea más entrenido de ver.
Digo.
Y qué decir que los mocosos sub-16 o sub-18 (mentalmente sub, también) cuyos padres les compran por 100mil pelas un ciclomierda, mal llamado cicloMOTOR, para que, mocosa con futuro de furcia detrás, vayan por las calles poniéndose en paralelo a vehículos que les quintuplican en velocidad punta, les decaplican (sí, x10) en potencia, y les vigésimoplican (x20) en peso, envalentonados por el hecho de llevar paquete detrás para demostrarles sus cualidades de motoristas aprendices, a la vez que increpan y amenazan al conductor tranquilo por haber seguido su camino en línea recta a poca velocidad.
Sí, usuarios repugnantes, sí. Y llega el día en que esos subseres con un único futuro en la drogadicción o comercio de droga, se encuentran con un inofensivo conductor tranquilo, con su música, que, traicioneramente sin que ellos lo esperen, decide quitarse el moscón de encima virando levemente hacia el lado izquierdo mientras el semáforo se pone en verde, aprovechando la superior aceleración pero adaptándose a la velocidad del objetivo, para que caiga en el anzuelo, y obligando al pastillero veloz a sacar la pata y dejar una huella entre el barro pegado a la puerta del 4x4, con lo que, dicho ser con casco desproporcionado a su minúsculo cuerpo de adicto, cae al suelo irremisiblemente llevándose a la futura portadora de SIDA al suelo. Para, posteriormente, observando en el retrovisor, ver cómo corre desesperadamente detrás del vehículo tranquilo. Y causando la risa del que lo cuenta.
Por esto, y por malograr los retrovisores en los atascos, los motoristas, merecen morir. A ser posible, con su cuerpo seccionado por un guardarraíl, para que sea más entrenido de ver.
Digo.