Ayer noche, en un garito de cuyo nombre no quiero acordarme, me para una rubia nivel medio alto, que iba con una amiga de similar nivel y que estaban excitando a la masa masculina con unos cuantos buitres que las rondaban, y las miraban, y lo intentaban, y permanecían allí por ellas, mientras estas zorreaban lorealísticamente. Dicha rubia pone sus dos manos en mi cara y me dice "estás muy serio", le digo que no, "bla bla bla", dos besos rápidos, me da su Facebook y adiós.
Acabo de agregarla, me ha preguntado quien era y se lo he respondido. Es posible, muy posible, que ya se haya olvidado y ya no interese puesto que sus circunstancias en este momento frente a su ordenador son otras muy distintas a las de ayer noche en la discoteca, con los Malibú-piña encima y con toda la pesca. Pero si ella no me responde tengo muy claro qué le voy a decir. Y le voy a decir la verdad, voy a ser un espejo, le voy a contar qué ocurió ayer en ese garito. Y es que hizo la zorra, fue la putita del bar, todos la trataban como tal a su alrededor, incluso miembros del género femenino lo hacían y la señalaban. Y también que le comió la boca a al menos un tío cuya cara o nombre no recuerda para nada.
Vamos, la haré sentir una zorraca. Soy experto en esa materia.
Tanto que estoy casi empezando a desear que no me conteste para poder sacar mi espada